miércoles, 26 de junio de 2013
Gene Hackman: Ochenta y un años. Setenta y nueve películas. Dos Oscars. Para nada una mala actuación.
Sea Contacto en Francia, o Hoosiers, o Unforgiven, o, alguna otra, lo primero que te viene a la mente es Gene Hackman. Este actor ha protagonizado algunas de las películas más memorables e intensas de los últimos cincuenta años. ¿De verdad terminó su carrera cinematográfica? En una entrevista extraña, la leyenda habla de actuación, su tardía carrera como autor, y lo que más detesta de otros hombres.
Michael Hainey. Junio 2011.
Tiene la reputación, para bien o para mal, de ser “un tipo ordinario”. Lo que sea que eso signifique.
Él puede ser, con más precisión, un tipo enigmático. Un hombre silencioso que habla a través de sus personajes. Es una mezcla curiosa. Por una parte tiene la intensidad del velorio de Lincoln. Por la otra, tiene la fugacidad del gerente promedio que se sienta a tu lado en el vuelo de Rochester a Omaha.
Creció en Danville, Illinois. Su padre, Eugene Hackman, era operador de prensa en el periódico local. Su madre era mesera. Cuando Hackman tenía 13 años, su padre abandonó la familia. Hackman estaba jugando en la calle. Su padre pasó a su lado, y le hizo una señal con la mano.
“No me había percatado de lo mucho que puede significar un pequeño gesto”, dijo una vez al recordar el episodio. “Tal vez por eso me hice actor”.
A los 16 años, Hackman ingresó a la escuela Naval. Cuando salió, a los 19, llegó a California y tomó clases en la Pasadena Playhouse, donde conoció a otro don nadie llamado Dustin Hoffman. Sus compañeros de clase los escogieron a los dos como “los de menos posibilidades de triunfar”. Decidieron ir a Nueva York, donde consiguieron a otro amigo actor que corría a su nivel: Robert Duvall. Imaginen a los tres rondando la ciudad, fajándose por un trabajo todo el día, frecuentando los bares de noche. (¿Hará alguien por favor esta película?).
La madre de Hackman falleció en 1962, antes que llegara al estrellato. Él habla de su muerte rara vez, pero se ha reportado que ella estaba bebiendo, luego se fue a la cama con un cigarrillo encendido lo que inició un incendio que la mató.
Su primer papel importante llegó en 1967 con Bonnie and Clyde. Consiguió el rol de Buck Barrow luego de haber sido desechado de El Graduado, para la cual (a los 36 años) había opcionado para interpretar al potencial suegro de Dustin Hoffman, Mr. Robinson. (Hoffman tenía 29 años). Warren Beatty se lo llevó, y Hackman terminó consiguiendo una nominación al premio Oscar por su interpretación de Barrow. Desde entonces, él desarrolló una carrera que incluye Contacto en Francia (por la cual ganó su primer Oscar), La conversación, Reds, Hoosiers, Mississippi en llamas, Unforgiven (por la cual ganó su segundo Oscar), y The Royal Tenenbaums.
Y después está Welcome to Mooseport, la que será su última película, a menos que Hackman cambie de parecer.
Por el momento, dice que está retirado, comparte su tiempo entre pintar y escribir.
GQ: Ud. tiene que hacer una película más.
Hackman: No lo sé. Si la pudiera hacer en mi casa, tal vez, sin nadie molestando y sólo una o dos personas.
GQ: Hay muchas personas quienes quieren verlo de vuelta en las películas.
Hackman: Bueno, eso es muy agradable.
GQ: Tiene que hacerla. Su héroe James Cagney estaba retirado para siempre y regresó para hacer Ragtime ¿No puede hacer una más?
Hackman: (risas) Bueno…
GQ: ¿Por qué idolatra tanto a Cagney?
Hackman: Había un tipo de energía en él, y era totalmente diferente a cualquiera que hubiese visto en mi vida. Al haber crecido en el mediooeste, no conocía a la gente de Nueva York. Pensaba que él era magnífico. Todo lo que hacía tenía mucha vida. Era el villano en la mayoría de las películas, y aún había algo valioso y creativo en él.
GQ: Usted tiene reputación de pendenciero. ¿Todavía es un hombre joven agresivo?
Hackman: Probablemente. Odio esa idea, porque es la antítesis del espíritu creativo y de lo que conlleva ser una persona creativa. Pero algunas veces lo haces, ocurre en la agitación del momento. Desafortunadamente, yo tiendo a reaccionar.
GQ: ¿Cuando fue la última vez que lanzó un puñetazo?
Hackman: ¿Un puñetazo de verdad? Supongo que hace diez años.
GQ: ¿Fue contra una pared o una persona?
Hackman: Una persona. Fue tonto. Fue por un asunto de tránsito. (En 2001, cuando tenía 71 años, Hackman tuvo una colisión menor en Holliwood. Él salió para inspeccionar el daño de su vehículo, y lo primero que hizo fue lanzarle un puñetazo al tipo que lo chocó y lo mandó al pavimento).
GQ: ¿Es verdad que cuando usted era un niño, su madre lo llevó a ver una película y le dijo que ella quería “verte hacer eso algún día”?
Hackman: Ella decía eso. Yo tendría como 10 años. Las cosas que los padres les dicen a los niños por lo general no son oidas, pero en algunos casos tomas algunas cosas que a tu padre o madre le hubiera gustado que hubieses hecho. Desafortunadamente mi mamá nunca me vio actuar, me siento triste por eso, pero así es la vida.
GQ: Si le pudiera mostrar sólo una de tus películas, ¿Cuál le mostraría?
Hackman: I never sang for my father (Nunca canté para mi padre). Pienso que es un retrato sensitivo sobre la familia y las relaciones, me parece que ella se hubiera sentido orgullosa y feliz de ver esa película. A veces eres afortunado de ser capaz de hacer algo en la vida que define quién eres y quién tus padres hubieran querido que fueses.
GQ: Su nueva novela histórica, Payback at Morning Peak, empieza con un niño que pierde a su padre. Y hay una escena en la cual el ve lo que usted describe como “la zona triste” que es su madre muerta.
Hackman: Si, los maestros te dicen que no se debe escribir de tu mamá en libros, pero no sé como hacerlo.
GQ: Hace que el padre le diga al niño, “Se el hombre que te enseñé a ser”. ¿Tu padre te enseñó algunas cosas?
Hackman: Tuve una juventud difícil. (Risas). Cualquier consejo, consuelo, sugerencias, cosas de esa naturaleza, hubiesen venido de mi madre. Ella y mi abuela fueron importantes.
GQ: ¿Tenía más confianza en su mamá o en su abuela?
Hackman: Mi abuela estaba en una edad senil cuando yo tenía como 10 o 12 años, todos vivíamos en la misma casa, cuando mis padres salían a pegar papel tapiz en paredes, o a realizar cualquier otro trabajo extra, m i abuela y yo nos cuidábamos uno al otro. Yo era muy pequeño para dejarme sólo, y ella era muy vieja para dejarla sola, por eso desarrollamos una gran relación de confianza. Ella era una gran Cuentacuentos.
GQ: ¿Hay algún personaje de la literatura que desearía interpretar?
Hackman: Robert Jordan (Por quién doblan las campanas). Me gusta Edmond Dantés en El Conde de Montecristo, el haber sido capaz de mantener esa terrible venganza en su alma por tantos años y luego llevar a cabo los actos que él pensó estaban justificados. Me gusta eso como novela. Como ser humano, eso no es lo más sano.
GQ: Pregunta extraña, pero alguna vez tuvo un escondite cuando fue niño?
Hackman: Le tenía terror al sótano. Me forcé a ir allí y hacerme de un lugar donde me sintiera seguro. Por supuesto, ese era el lugar donde mi padre me llevaba a purgar castigo si me portaba mal con él. Había una variedad de trastos viejos, y me hice un refugio. Tonto…Pero ese era mi espacio.
GQ: En los '70 usted decía: "Tengo remordimientos de no haber hecho más en mi vida. Deseo haber ido en otra dirección". ¿Todavía piensa de esa manera?
Hackman: Creo que no. Pasas por etapas en tu carrera cuando te sientes muy bien contigo. Entonces te sientes mal, como, ¿Porqué no escogí otra cosa? Pero en general estoy muy satisfecho de haber hecho la decisión correcta cuando decidí ser actor. Tuve suerte de encontrar algunas cosas que podía hacer bien como actor y que podía ver y decir, "Si, todo está bien".
GQ: Usted trabajó con Coppola en La conversación. Él es un director que tiene una "reputación". Cuénteme de esa película.
Hackman: El quería a Brando para esa parte. Pero no es tan malo ser segundo de Brando. (risas). Ensayamos, normalmente no se ensaya mucho en las películas. Disfrutamos de la ventaja de contar con un Francis relajado, recién había terminado El Padrino. Fue una buena experiencia, porque es un cineasta muy bueno. Fue muy buena porque trataba de algo. Era sobre paranoia, la idea completa de espiar una conversación privada. Él es un director que está pendiente de todo, pero después del ensayo me dejó tranquilo. Pero sabías lo que se requería de tí. La mayoría de los directores, si son sensitivos y piensan que un actor sabe lo que tiene que hacer en una película, tienen el buen sentido de dejarlo en paz, el hizo eso.
GQ: Si alguién fuese a interpretarlo, ¿Cual sería la clave para captarlo?
Hackman: Esa es dificil. Casi todo lo que uno pueda decir sonaría egoísta. (pausas) Me gustaría pensar que si un actor me está interpretando, que lo hiciera de un modo honesto. Siempre trato de hacer el trabajo de esa manera, sin importar si el guión es bueno o malo. Cuando digo "honesto", digo interpretar lo que está en la página, en vez de lo que tal vez la gente pueda pensar de mí o lo que me gustaría que ellos pensaran de mí en términos de personalidad o carisma. Sólo ser lo que se dice de mí en la página.
GQ: Quiere decir que es un artista muy apegado al texto.
Hackman: Bien, ahí es donde está la clave de todo proceso creativo, ser capaz de figurar lo que ya está ahí. No tratar de embellecerlo.
GQ: Usted siempre encuentra los detalles del personaje. Una vez dijo que usted trata de encontrar las cosas que no están escritas ahí.
Hackman: Si, pero lo que está ahí tiene prioridad.
GQ: En Contacto en Francia hay una escena donde usted está fuera del nightclub comiéndose un churro, y esta muchacha lo empuja. Luego está la forma como usted muerde el churro y lo lanza sobre su hombro. No puedo imaginar que eso estaba en el guión.
Hackman: Esa fue una de las primeras tomas que filmamos. Esa fue una de las claves del personaje para mí. Ese pedazo de conducta me ayudó en el resto de la película.
GQ: ¿Cual es una cualidad en un hombre que usted desprecie?
Hackman: Intimidación. Cualquiera que me intimide, sin importar como lo hace.
GQ: Dustin Hoffman dice que usted salía a menudo de noche en Nueva York y se involucraba en peleas de bar.
Hackman: Dusty tiene una manera de embellecer las cosas. Su papá vino de visita una vez, y Dusty quería que lo conociera, despues dijo, "Después que te fuiste, mi papá me dijo, '¿Quién es ese tipo? ¿Un camionero?'" (Risas) Lo cierto es que yo manejaba un camión por entonces, una camioneta de mudanzas.
GQ: ¿Eso era cuando vivía en Nueva York y trabajaba haciendo mudanzas?
Hackman: Si, el me echaba mucha broma con eso. Nunca salí a buscar problemas con la gente. Si sales bastante de noche...
GQ: ...las dificultades de encontrarán...
Hackman: Exactamente. Tendrás alguna historia.
GQ: ¿Hay algún consejo que le da a su hijo?
Hackman: Consejo a mi hijo. (pausas) Perdí el contacto con mi hijo en términos de consejos, desde temprano. Tal vez estuvo relacionado con estar mucho tiempo fuera de casa, haciendo películas en diversos lugares cuando él tenía una edad donde necesitaba apoyo y guía. Fue muy duro para mí irme por tres meses y después regresar a casa y empezar a tutorearlo.
GQ: ¿Como le gustaría ser recordado?
Hackman: Como un actor decente. Como alguien que trató de interpretar lo que le encargaron de una manera honesta. No sé. No pienso en eso a menudo, para ser honesto. Estoy en una edad donde debería pensar en eso. (risas)
GQ: Hagamos algo de asociación de palabras. Reds.
Hackman: Dificil.
GQ: ¿Bonnie and Clyde?
Hackman: Gran diversión.
GQ: Hoosiers.
Hackman: Me pasó por encima
GQ:¿Qué quiere decir?
Hackman: Acepté hacer la película en un momento cuando necesitaba el dinero con desesperación. Acepté por las razones equivocadas, y terminó siendo una de esas películas que se quedan en el ambiente.Yo soy de ese area del país y sabía de ese hecho, bastante. Filmamos a cincuenta millas de donde fui criado. Había un sentimiento raro. Nunca esperé que esta película tuviera el tipo de impacto que tuvo.
GQ: ¿Donde guarda sus Oscars?
Hackman: ¿Sabes? No estoy seguro. No tengo ningún tipo de recuerdos en la casa. No hay nada que tenga que ver con películas excepto por un afiche en la planta baja al lado de la mesa de jugar pool, de Errol Flynn en Dawn Patrol. No soy sentimental.
GQ: Usted ¿sólo avanza en la vida y luego desaparece?
Hackman: Si, es cuestión de pasar la página.
GQ: Resuma su vida en una frase.
Hackman: "Él trató". Pienso que eso sería bastante preciso.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
viernes, 21 de junio de 2013
Encuentro temprano con la muerte
Soltaba mis pasos con ansias de enhebrar sueños con las primeras briznas de amanecer. Ensayaba silbidos de “Ojos color de los pozos” de Alberto Arvelo Torrealba, con “Ahora” de Otilio Galíndez. Cada pozo, cada escalera, cada subida, encontraba más disposición y energía en mis tobillos y en los ojos. El oxígeno de las cinco de la madrugada llegaba hasta los pulmones con ecos de pajaritos saltando sobre ramas de bucares y jabillos. El aroma de expectativas delataba el inicio de un viernes con muchos murmullos de motores y voces.
Cuando la intensidad de mis pies ignoraba la cuesta previa a las cuatro esquinas de Los Teques y divisaba el campanario de la catedral sentí una ráfaga fría que conspiraba junto a la gravedad, la obstinación de mis tobillos fue mayor y al final de la subida me encontré con un autobús del costado izquierdo de la calle, varios grupos de personas, una camioneta con los neumáticos sobre la acera de la esquina. Los fiscales de tránsito medían distancias. Algo martillaba en mi interior. Esa especie de alarma biológica que indica peligro, vértigo, caída libre.
Llegaron varias conversaciones con papá, casi al mismo ritmo con que había disminuido mi avanzada por la cuesta. Sus ojos entornados, profundos de tristeza descargaban una rabia contenida sobre el volumen que le había dado al radio. Lo bajó. Se sentó. Recordó una mañana cercana al mediodía. Los aeroplanos de la guerra surcaban el cielo con ráfagas de plomo. Gritos velados por un dolor instantáneo y un deslizamiento de saco de patatas le arrancó un giro de su columna vertebral. En menos de dos segundos había visto la última mirada de su padre y el corazón se le escondía tras los pulmones. Aquellos flujos en las mejillas de papá me hicieron apagar el radio. Primera vez que lo veía llorar. Se quitó los lentes de sol y vi sus escleróticas manchadas de venitas coloradas. ¿Porqué el apuro? ¿Porqué hay que quedarse con todo? ¿Porqué llevarse por delante todo? Aquel mediodía pasé más de dos horas tratando de revivir a mi papá, quería conversar con él todo lo que no pudimos en toda la vida.
Las gradaciones de bermejo a púrpura aplicaron una mordaza a cualquier voz que se atragantó en mi garganta. El pozo de sangre abarcaba unos cincuenta centímetros frente a la acera. Una atmósfera silenciosa se metía entre los espacios de los vehículos. El frío perforaba cada mirada perdida, exangue de esperanzas, apuñalada de repeticiones de un acto artero que va y viene en cinética pendular y así lo esquivemos, al menor descuido ¡plaf! se incrusta en nuestras costillas y la dama de la guadaña aparece con su sonrisa abotonada de plata y oscuridad. La motocicleta yacía varios metros más allá del parachoques del autobús, a media cuadra de la camioneta, el cojín desprendido, el tanque de gasolina abierto y un vapor de coctel alcohólico impregnaba el asomo de la mañana. Mis instintos me empujaron a buscar en el resto de la vía. Ni rastros de cuerpo humano. Acababan de cerrar la puerta de una ambulancia en la otra mitad de la cuadra.
Anduve como diez pasos con los ojos cerrados, apenas empezaba a ulular la sirena. Resonaban en mis mañanas las palabras de mamá, ¿hiciste la tarea? ¿te lavaste detrás de las orejas? Acuérdate de dar los buenos días. Si la maestra te llama la atención, mírala a la cara. Respeta a tus compañeros. ¿Y si ellos me pegan? Defiéndete, pero no les pegues. La voz de papá, recubierta de barba y galletas Nic Nac, se acercaba con unas palmadas en el hombro, en cuanto baje el candelero nunca des la espalda, trata de hablar con las personas. ¿Con los que querían pegarme? Hasta con ellos. Si te alejas, empiezan a crecer los muros y cuanto te vienes a dar cuenta son barreras de siete metros que cuesta mucho alcanzar. Revisé el pedazo de cuadra que rodeaba la motocicleta, ni un rastro de casco, solo gotas de sangre desperdigadas en ruta hacia la ambulancia. El aliento se me confundía con un extraño palpitar en las fosas nasales, quería salir corriendo y una mano desde el pote de galletas Nic Nac me apretaba el brazo.
Retomé el paso con la barbilla sobre el pecho, la bajada me sorprendió ajustando el morral en la espalda. Pronto la dinámica de los pies jugó en equipo con la gravedad y mi aliento martillaba esos manchones incandescentes que punzan nuestros días, mañanas, tardes y madrugadas, sin misericordia, con exceso de violencia, tanta que por momentos me he sorprendido con ganas de correr hasta la montaña más lejana para tomar una bocanada de aquellas de la niñez cuando la familia soltaba su manto cada amanecer e intentaba capturar algún asomo de odio en las atarrayas de una conversación o en las tablas de una sonrisa.
Alfonso L. Tusa C.
domingo, 9 de junio de 2013
Proyecto de contribución para publicar libro de cuentos “Cumaná en los pulmones”
Desde hace unos tres años he tocado varias puertas de posibles patrocinantes (editoriales, empresa privada) para financiar el proceso de corrección, diagramación, producción, de una colección de cuentos ambientados en la cultura y costumbres de la ciudad de Cumaná. Hay mucho de vivencias y episodios entrañables de cada personaje en cada historia.
Hasta el momento el esquema de buscar uno o algunos patrocinantes que se animen a colaborar para hacer de este proyecto una realidad, ha resultado infructuoso. Por este motivo he decidido sondear la posibilidad de un conjunto mucho más grande de patrocinantes donde cada quién pueda contribuir de acuerdo a sus posibilidades.
Al ayudar el proceso de publicación de este libro se promueve la visión de un escritor sobre el entorno cultural que lo vio crecer, las amistades, las costumbres, las anécdotas, todas quedan atrapadas en cuentos que refulgen bajo el añil más intenso del aire cumanés.
A fin de motivar a los potenciales patrocinantes ofreceré varios tipos de regalos acorde al tipo de colaboración:
1.- Un mapa con la rutina del escritor durante el proceso de escribir el libro + una postal de algún sitio de Cumaná que haya inspirado los cuentos. Colaboración: Bs. 100.
2.- Mapa + postal + archivo PDF de la primera página de un cuento. Colaboración: Bs. 200.
3.- Mapa + postal + archivo PDF + crucigrama cultural de Cumaná. Colaboración: Bs. 400.
4.- Mapa + postal + archivo PDF primera página de 3 cuentos + crucigrama: Bs. 500
5.- Mapa + postal + crucigrama + copia impresa del libro: Bs. 700
6.- Mapa + postal + crucigrama + 2 copias impresas del libro: Bs. 900
7.- Mapa + postal + crucigrama + 3 copias impresas del libro + aparición en créditos: Bs. 1200.
El proceso de impresión de 500 ejemplares del libro a la fecha actual tiene un estimado de bs. 25.000. La corrección, diagramación y montaje, diseño de libro y portada: 11.000 bs. Todos son costos estimados a fecha de inicios de junio 2013. Los costos de envío de los regalos estarán sujetos a las variaciones de la economía.
Anteriormente he conseguido patrocinio por varias vías para publicar mis libros: Una temporada mágica, El Látigo del beisbol. Una biografía de Isaías Chávez, Béisbol en la trilla, Pensando en ti Venezuela. Una biografía de Dámaso Blanco, Voces de Béisbol y ecología.
Gracias por su atención,
Saludos
Alfonso L. Tusa C.
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