jueves, 30 de junio de 2016

Pat Summitt, una Rudeza más Grande que la Invencibilidad.

Juliet Macur. The New York Times. 28 de junio de 2016. “¿Juliet?” dijo la voz al otro lado de la línea, en un inconfundible acento de Tennessee. “Es la entrenadora Pat Summitt”. El teléfono casi se me cayó. En aquel momento, enero de 1997, yo era estudiante de la escuela de periodismo, y había llamado a la oficina de Summitt en la University of Tennessee para solicitar una entrevista. Fue una de una docena de llamadas que hice a varios entrenadores destacados para mi proyecto de maestría, el cual se enfocaba en la American Basketball League, una nueva liga profesional femenina. La única entrenadora que me devolvió la llamada fue Pat Summitt. Summitt no era cualquier entrenadora. Ella y sus Lady Vols habían ganado su cuarto campeonato nacional y estaban en camino de ganar el quinto. Hablamos por más de una hora. Cuando le agradecí por su llamada, ella dijo que siempre tenía tiempo para mujeres jóvenes que trataban de labrarse el camino en el deporte. Summitt falleció este martes 28 de junio a los 64 años de edad, luego de años de batallar con una demencia tipo Alzheimer. En sus 38 años como entrenadora principal universitaria, ella ganó 1098 juegos, más que cualquier otro entrenador de la Division I, hombre o mujer, y lideró a Tennessee a ocho campeonatos nacionales. Se puede hablar de su rudeza: Ella una vez se dislocó el hombro al perseguir un mapache agresivo en el porche de su casa, tratando de defender a su perro Labrador retriever, y pasó dos horas tratando de llevar el hombro de vuelta a su lugar antes de llamar por ayuda médica. Y se puede hablar acerca de que tipo de líder era ella, para sus jugadoras y para las deportistas. Cuando le ofrecieron un trabajo para dirigir un equipo masculino en Tennessee, ella dijo: “¿Por qué eso es considerado un paso adelante?” Pero también es importante recordar como Summitt lidió con la demencia, y que perfecta reflexión fue eso de su personalidad. Como Muhammad Ali, en su larga pelea con el mal de Parkinson, Summitt enfrentó una enfermedad progresiva para la cual no hay cura conocida, una enfermedad que roba la dignidad de una persona y los lleva a alejarse del ojo público. Cada quien decide lidiar con esas enfermedades de manera diferente, ningún esfuerzo es más corajudo que el otro. La manera de Summitt y Ali fue usar su fama y traer al mundo a su trayecto, mientras se convirtieron en los rostros públicos de las enfermedades que una vez fueron tabú reconocer. Sus esfuerzos por arrojar luz sobre sus vulnerabilidades engrosaron sus legados, pero de una manera totalmente diferente, e indiscutiblemente más importante. Cuando Summitt supo que tenía demencia, en 2011, solo tenía 59 años de edad. “No habrá ninguna fiesta de lamentos, me aseguraré de eso”, le dijo ella a The Knoxville News Sentinel. Ella le dijo a ABC, “Lo que quiero es que las personas entiendan que si tienen demencia, no deben asustarse por eso”. Si usted sabe algo de demencia o de mal de Parkinson, usted sabe de hecho, que hay mucho por lo cual temer. La demencia poco a poco se roba sus habilidades cognitivas, devora su cerebro. El mal de Parkinson es otro ladrón cruel: Roba expresiones faciales, voces, movimiento, la habilidad de tragar y, eventualmente, respirar. También puede causar demencia. Cuando a Ali le dijeron que tenía mal de Parkinson, debe haber sido un golpe que lo estremeció más fuerte que cualquier otro de su vida. Él disfrutaba el sonido de su voz y amaba la manera como su cuerpo se movía. Y, por supuesto, siempre hablaba de cuan bien parecido lucía. Aún así, él no desapareció de la luz pública. Se mostró, con el cuerpo rígido, la cara congelada y la mano izquierda temblando fuera de control, para encender el pebetero de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. El una vez hombre invencible no tenía miedo de mostrar que después de todo no era invencible. Sé que tan duro puede haber sido eso para él, porque mi padre, Zbigniew, estaba entrando a la etapa final del mal de Parkinson cuando falleció en noviembre. Siempre consideré a mi padre el hombre más duro que conocía, pero nunca más que cuando lo vi, con una hojilla de afeitar en la mano y una píldora para el mal de Parkinson en la otra, mientras cortaba la píldora en pedazos. Mi papá sabía que on el tiempo su cuerpo no respondería a la medicina, especialmente cuando la dosis aumentara. Así que había tratado de tomar control de lo que pasaba al limitarse a lo que apenas lo ayudara a mantenerse en sus días más rudos, aunque eso hiciera sus días mucho más difíciles. Nunca bajó la guardia. Para Summitt, tener demencia podía ser vergonzoso, especialmente para una mujer cuyo afilado pensamiento la ayudó a ganr juegos. Pero eso no pareció importarle. Ella seguía buscando la luz pública, sin miedo a describir lo que le había hecho la demencia y como estaba enfrentando los cambios. Summitt estaba en una batalla que nunca podría ganar, pero aún podía hacer una diferencia para otros al educarlos acerca de la enfermedad. Ella habló de su demencia en las entgrevistas, y también en su libro de 2013, “Sum It Up”, en el cual también habló de otro tema del cual a menudo es tabú hablar, las seis pérdidas que tuvo antes de parir a su hijo, Tyler. Ella aceptó el premio Arthur Ashe Courage Award en los ESPYs 2012, donde dio un discurso corto, al decir, “Es hora de pelear”. Poco después de su diagnóstico, ella empezó la Pat Summitt Foundation, y su misión era encontrar la cura para el mal de Alzheimer. Al final de nuestra conversación telefónica hace casi 20 años, Summitt acerca de la importancia de las mujeres en los deportes. Me dijo que estaba contenta de que yo me estuviera formando para ser reportera deportiva porque se necesitaban más mujeres que escribieran acerca de los deportes. Me pregunté porqué ella se había tomado un tiempo para hablar conmigo. Ahora lo sé. Summitt quería hacer una diferencia en este mundo, dentro y fuera de la cancha de baloncesto. Eso fue exactamente lo que hizo. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 27 de junio de 2016

Mike Mercury

Su voz socarrona, intimidante, desafiante, llenaba la acera de la calle Las Flores, por lo general tenía la ropa sucia de grasa automotriz y gasolina. Cuando terminaba el turno escolar de la mañana Clemente siempre lo esperaba en la puerta de la casa y lo obligaba a meterse debajo de los camiones para que lo ayudara a reparar frenos y fugas de aceite de motor. No había reclamo de la señora Francisca que valiera para que lo dejase almorzar. La primera oportunidad que se le presentaba a Mike Mercury sin dudarlo se escapaba del camión para ir a jugar pelota de goma en la calle o se llegaba hasta el solar de asfalto donde siempre había juegos de beisbol con pitcher y catcher y a él siempre lo metían a jugar porqué tenía un gran brazo y aunque se ponchaba mucho, cuando lograba hacer contacto mandaba la pelota hasta los techos de cinc de la ranchería al fondo del solar. Por lo general esas escapadas terminaban en una cacería y una golpiza a mansalva de Clemente que dejaba maltrecho a Mike Mercury, la señora Francisca debía intervenir y ella también recibía algunos golpes. La mueca de rabia y dolor se mezclaba con el rictus de sonrisa burlona cuando Mike Mercury regresaba a jugar. Por lo general descargaba buena parte de aquella rabia contra los muchachos de su edad, chocaba a propósito con ellos cuando corría en pleno juego de “40 matas”, lanzaba con todas sus fuerzas la pelota de trapo en la espalda del corredor cuando hacía una de sus fabulosas asistencias en tiros desde el right field hacia tercera base, o gritaba sin contemplaciones a quien se atreviera a hacerle alguna observación. Por un tiempo llegué a desarrollar una rabia visceral hacia Mike Mercury, sobre todo por que una tarde de papagayos en el solar de asfalto, como siempre él llegó de los últimos con su papagayo improvisado con veradas de caña, papel de envolver de la bodega de María La Catira, pedazos de trapo para la cola, y un bollo de pabilo que había ido armado empatando distintos pedazos que conseguía o birlaba en casa y en la calle. Esa tarde lo vi muy esmerado aplicando una sustancia marrón sobre el pabilo, la cera de abejas era muy buena para fortalecer el hilo. Para rematar ensartó dos hojillas de afeitar en la punta de la cola del papagayo. Varios papagayos empezaron a precipitar desde aquel cielo azul brillante de Cumanacoa. Las carcajadas explosivas de Mike Mercury inundaban todo el solar de asfalto. En ese momento estuve a punto de lanzarle una pedrada, solo la mano voluntariosa de Alberi me detuvo. Ni se te ocurra, ese es capaz de medio matarte aquí mismo. Varias veces me pregunté y le pregunté a Hermes, Alberi, Clementico, Joseíto, Raúl, porque lo llamaban Mike Mercury y ninguno lo supo explicar. Entonces empecé a elucubrar que quizás ese apodo lo sacaron de algun pelotero destacado de los juegos de beisbol profesional que escuchaban religiosamente todas las noches en el poste de la esquina, o de algún capítulo de la radionovela “Martín Valiente El Ahijado de la Muerte”, o quizás de alguna película del lejano oeste que habían visto en el teatro Gardel. Me imaginaba que si había un personaje con ese nombre debía ser una mezcla de maldad y algunos momentos de melancolía. Ahora en la distancia del tiempo me parece que Mark Twain hubiese pulido mucho más a su personaje HuckleBerry Finn si hubiese tenido oportunidad de observar las travesuras de Mike Mercury en la calle Las Flores. Quizás José Rafael Pocaterra hubiese redimensionado a Panchito Mandefuá con los arranques de solidaridad que a veces tenía Mike Mercury. O tal vez Andrés Eloy Blanco habría agregado otro capítulo a “La Gloria de Mamporal” si hubiese visto uno de los batazos de Mike Mercury. Un mediodía fuimos a buscar unas cañas de azúcar en el cañaveral del fondo de la calle Bolivar, estábamos muy contentos porque habíamos conseguido unos ejemplares bastante gruesos de corteza morada que por lo general son los más dulces, de pronto apareció el vigilante, reclamaba que le entregáramos las cañas con una peinilla inmensa en la mano. Cuando resignados devolvíamos las cañas, sonó un impacto seco que hizo doblar al vigilante, Hermes ladeó la cabeza y nos dijo que agarráramos las cañas. Este Mike Mercury no se compone, esta pedrada seguro le va a costar otra cueriza de mi papá y varios días sin salir de la casa. Igual tuvimos que darle dos de las cañas más gruesas cuando nos encontramos con él en la calle Las Flores. La furia que yo sentía hacia Mike Mercury quizás empezó a disminuir una de esas tardes en el patio de la señora Beatriz, él estaba encaramado en una mata de guayabas y se le cayeron dos de las frutas más apetitosas que había alcanzado, aterrizaron casi sobre mis zapatos, una voz que me hizo mirar varias veces hacia las ramas más altas me dejó sin resuello y sin entendimiento ¿Ese era Mike Mercury el implacable? ¿El que no le daba cuartel a nadie? ¿El malo? Antes que yo pudiera decir nada, la voz pausada repitió, si, agarra las guayabas son tuyas, y no pongas esa cara de simplón, porque si no me las devuelves ya. Cuando bajó de la mata de guayabas no hubo a quien dejara de ganarle una partida de trompos, metras o gurrufíos. Por esos días coleccionábamos un álbum de barajitas de una hoja, por una cara tenía cromos de luchadores y boxeadores, por la otra las banderas del mundo. El premio principal era un balón de futbol muy parecido a los del mundial de futbol México ’70. Todos soñaban con ese balón. Mike Mercury tenía llena la cara de los boxeadores y luchadores pero tenía pocas banderas, Hermes y Joseíto tenían todas la banderas menos una, y yo apenas tenía unas pocas banderas y menos boxeadores y luchadores. Un atardecer cuando se rumoraba que solo quedaba un balón por entregar, fuimos a la librería de Pedro Luis a comprar barajitas y mientras abría un sobrecito pasé un rato despegando la barajita de la envoltura, cuando salió el azul claro de la bandera de las Naciones Unidas, la barajita que no salía, llegó un manganzón y me la arrebató, de inmediato Mike Mercury lo persiguió por toda la plaza Montes y lo alcanzó en la esquina frente al cine Royal, allí le asestó par de puñetazos al pecho y el manganzón soltó la barajita y salió corriendo. Nos sentamos en un banco de la plaza y acordamos unir la cara completa de boxeadores y luchadores de Mike Mercury, la casi llena de banderas de Hermes y Joseíto y mi barajita de la ONU. De inmediato corrimos a la librería y Pedro Luis, luego de revisar minuciosamente las barajitas, nos entregó el balón. En medio de la emoción del tropel de regreso a la calle Las Flores con el desespero por empezar a jugar futbol vi por primera vez la sonrisa legítima infantil de Mike Mercury y comprendí que en el fondo era otro muchacho que aunque pareciera cruel, en determinados momentos sorprendía con algunas arrancadas de buenas intenciones. Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 22 de junio de 2016

The Book.

Lectura infantil. The New Yorker. June 6 & 13, 2016 Issue. Hisham Matar Mi primera memoria de los libros no es sobre leer sino de escuchar la lectura de otro. Pasaba horas escuchando, mirando el rostro de la persona que me leía en voz alta. A veces descansaba mi cabeza sobre el pecho o el estómago del lector y podía sentir la resonancia de cada vocal y consonante. Encontré muchos libros de este estilo: “Las Mil y Una Noches”; las brillantes escrituras de al.Jahiz: la poesía de Ahmed Shawqi y sus pares del período de al-Nahda, el renacimiento literario arábico que ocurrió con la llegada del siglo veinte, varios libros sobre las vidas de Sahabah; y los trabajos de una larga fila de historiadores quienes trataron de explicar como y por qué una guerra o una época había empezado o terminado. Nunca se me ocurrió entonces preguntar porque casi no había libros para niños en la casa; ninguno que pueda recordar. Me resulta extraño, ahora que estoy a mitad de mis cuarentas, después de una vida de escarceos apasionados con libros, me di cuenta más adelante, desmereciendo mi fervor juvenil, de unos pocos que encontré en el momento equivocado, y muchos otros que aun iluminan habitaciones dentro de mi, en dos lenguajes tremendos, árabe e inglés, que el libro que más me ha afectado es uno que apareció cuando tenía diez u once años de edad y trataba de algo de lo cual casi no sabía nada. No lo había leído. Y tomando en cuenta los muchos intentos que he hecho por encontrarlo, he fallado en aprender tanto de su título como de su autor. Fue una de esas tardes cuando nuestra casa de El Cairo estaba llena de disidentes políticos libaneses exilados, como ocurría a menudo en aquellos días, por lo que no había siesta luego del almuerzo. En lugar de eso, nos reuníamos en grupos grandes en la sala con muchas rondas de frutas, te y café durante la conversación. El tiempo parecía infinito. El libro estaba en la mesa del café, entre los platos, tazas y ceniceros. Recuerdo que tenía una tapa blanca sin ilustración. El huesped quien había traido el libro como regalo para mi padre había olvidado claramente que mi padre se lo había recomendado hacía algun tiempo. Y papá, al no querer molestar a su huésped, no le dejó saber que ya lo había leído. Es divertido para mí ahora que deba recordar esta deferencia social. Quizás fue la calidad del silencio de mi padre, lo que, por supuesto, hizo al huésped más dispuesto a comunicar su aprecio por el libro. Lo tomó y empezó a leer en voz alta. Sentí el efecto de las palabras reverberar alrededor de la habitación, haciendo que hasta los muebles, parecieran agitarse con vida propia. Mi padre no está aquí para preguntarle por esa tarde. Así que quizás yo esté equivocado, quizás papá no conocía el libro para nada, y su silencio no tenía nada que ver con amabilidad, sino que esa era su respuesta al texto. No recuerdo exactamente cuales fueron los pasajes leidos en voz alta. Lo que recuerdo es que reflejaban los pensamientos íntimos de un hombre que sufría por una emoción vergonzosa, tal como miedo, celos o cobardía, sentimientos complicados de admitir, particularmente para un hombre. Pero la honestidad de la escritura, su habilidad para capturar tal fluidez y ajustes vagos, era en si valiente y generosa, el opuesto de la emoción descrita. También recuerdo maravillarme por la manera como las palabras podían ser tan precisas y pacientes, ilustrativas, a medida que progresaban, lo que aún el muchacho que era en ese momento de alguna manera sabía: que existe a la vez una distancia trágica y maravillosa entre la conciencia y la realidad. Dados los libros que me habían leído, esta no podía haber sido la primera vez que percibía tal tipo de escritura, pero, por alguna razón, en esta ocasión experimenté la totalidad de su impacto. Lo que me impresionó, también, fue el silencio nuevo que los pasajes dejaban. Ellos creaban, al menos temporalmente, entre esos hombres políticos, quienes me parecían funcionar bajo el peso sólido de la certeza, un resonante momento de duda. Me sentía emocionado, maravillado, y melancólico a la vez. Por esto es que quizás ese libro misterioso, de acuerdo a la lógica de mi memoria, ha sobresalido sobre todos los libros que he leído desde entonces. Hasta los grandes libros a los que regreso, como uno lo hace ante un paisaje favorito, parecen en deuda, sin importar de que manera, ante ese desconocido y desconocible libro. Cada palabra que he escrito ha sido propulsada por un entusiasmo originado en aquella tarde hace tanto tiempo, cuando era un muchacho y todavía no sabía nada de libros. Quizás el libro ha sido más útil para mi perdido que encontrado. Hisham Matar es el autor de la memoria: “The Return: Fathers, Sons and the Land in Between”, que saldrá al mercado en Julio. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 15 de junio de 2016

La granola que es empacada en aglomerados.

Melissa Clark. The New York Times. A Good Appetite. 06-05-2016. Desde que la empecé a hacer hace varios años, he sido leal a una receta de granola que tomé de una compañía de Brooklyn llamada Early Bird. Hecha con aceite de oliva, jarabe de maple y una buena pizca de sal marina, está perfectamente balanceada entre sabrosa y dulce, semillas y nueces, con una dosis fragante de especias. Algunas veces varío las nueces, frutas secas y especias, pero siempre mantengo las proporciones básicas porque esta granola tenía todo lo que yo quería como acompañante de mi yogurt y frutas. Sin embargo, no tenía todo lo que mi esposo quería como cereal en su escudilla. Para él, a la granola le faltaba un elemento importante presente en ciertas marcas comerciales: los gruesos aglomerados. Los aglomerados aportan contraste textural respecto a la rigidez de la avena, al compactar la mezcla y añadir un tipo diferente de crujido, uno más aireado, menos denso. La pregunta era, ¿podía encontrar yo una versión casera que nos complaciera a ambos? Esta resultó ser una tarea nada fácil. La mayoría de las recetas caseras de granola aglomerada usa claras de huevo para compactar la avena, nueces y semillas. Esto funciona, pero la textura tiende a lo pegajoso y rígido antes que lo crujiente y ligero. Otros tipos de aglutinantes tampoco funcionaron: Mas miel la haría empalagosa, jarabe de dátil la haría saber como restos de galletas de avena, mantequilla de maní resaltaría todos los otros ingredientes, y salsa de manzana la haría extraña. Al final, la solución no fue un aglutinante, sino una pasta. Eso significa, moler algo de la avena y el coco hasta hacer una harina, entonces se agrega líquido para hacer una pasta que recubra toda la avena y nueces y las ayude a conectarse una con otra. No es un enlace cementado, es más como un acoplamiento tentativo que cruje y se suelta cuando se encuentra con un diente. Lo cual era lo que yo quería. En términos del líquido, el agua funcionó. Pero como esta no aportaba ningún sabor, experimenté con cidra de manzana, jugo de naranja, kombucha y agua de coco antes de finalmente decidirme por la leche de coco por su delicada dulzura. La leche de almendras también funciona, en este caso se podría agregar una gota de extracto de almendra a la mezcla. De cualquier manera, usted tendrá una granola aglomerada con un profundo sabor a coco y especias y una textura ligera y crujiente. Se puede acompañar con leche, agregar sobre el yogurt o comer directamente de la mano. Tiempo de preparación: 1 hora más el enfriamiento. Cantidad 8 tazas y media. Preparación 1. Calentar el horno a 325 grados. Colocar una bandeja cubierta con papel de aluminio. 2. En una olla mediana a fuego medio, combinar aceite de coco, aceite de oliva, jarabe de maple, azúcar, leche de coco y sal y calentar hasta que el azúcar se disuelva, entonces se agrega extracto de vainilla y se deja enfriar ligeramente. 3. Moler 105 gramos de avena y 12 gramos de coco en un procesador de comida hasta convertirlos en harina. Transferir a un recipiente grande y agregar con agitación el resto de la avena y el coco, las especias, las nueces y las semillas. Añadir la mezcla del jarabe de maple y agitar para homogeneizar. Dejar reposar por 10 minutos. 4. Pasar con las manos la mezcla de la avena hasta formar una capa sobre la bandeja preparada, y hacer los aglomerados con los dedos. 5. Hornear de 40 a 50 minutos, moviendo la mezcla (con cuidado de no romper los aglomerados) cada 15 minutos. La mezcla esta lista cuando se torna marrón dorado y se hace rígida. Continuará haciéndose rígida mientras se enfría. Llevar la bandeja a un lugar seguro y aireado para enfriar. Guardar en un recipiente hermético, a temperatura ambiente por hasta un mes. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Con una pequeña ayuda de mis amigos.

The Players Tribune. 22-09-2015. Michael Lahoud. Centrocampista. Philadelphia Union. Justo ahora, hay miles de niños huyendo de Siria, arriesgando sus vidas en busca de un nuevo hogar. No saben nada de política. No les importa quien empezó la guerra. Solo están desesperados y confundidos y rezando por su bienestar. Lo sé porque fui uno de ellos. Cuando yo tenía seis años de edad, estaba sentado en mi aula pequeña en Sierra Leona, preparándome para presentar un examen, cuando mi abuela apareció en la puerta. Estaba sudorosa y sin aliento. De inmediato sentí que algo andaba mal. Mi abuela susurró unas palabras a mi maestro y me tomó de la mano. Me dijo que teníamos que regresar a casa de inmediato. Mientras caminábamos a nuestra villa, empecé a atar cabos. Mis padres habían salido del país para trabajar en América cuando yo era muy pequeño, así que yo vivía con mis abuelos. Sierra Leona no es como América o Europa. Teníamos una cascada en el patio donde se veían animales exóticos. No había video juegos. Jugábamos afuera todos los días, siempre sin supervisión. Pero de pronto mis abuelos se pusieron muy estrictos, Mi abuela me decía, “No te vayas para los matorrales, porque te puede agarrar el coco”. Solo que no estaba bromeando. Hablaba en serio. Era una advertencia. No lo sabía en ese momento, pero el coco no era un monstruo. El coco eran los rebeldes del frente revolucionario unido, quienes secuestraban niños de sus villas y los forzaban a convertirse en soldados. Sierra Leona estaba en medio de una guerra civil, y esta se acercaba cada vez más a nuestra puerta. Yo era ajeno a todo esto, por supuesto. Todo mi mundo era la escuela y el futbol. Pero para el momento cuando mi abuela me fue a buscar a clase, la situación era desesperada. El FRU rodeaba nuestro pacífico pueblo. Cuando regresamos al pueblo, mis familiares guardaban mis ropas en una maleta. Era un caos. Las personas discutían y corrían asustadas. Aún con seis años de dad, yo podía sentir la tensión. Finalmente, me acerqué a mi bisabuela y le pregunté, “¿Qué está pasando? ¿Por qué todos actúan como locos?” “No te preocupas”, dijo ella. “Te vas de vacaciones para America. Ellos solo están emocionados”. Al minute siguiente, me subí a un carro con mi tío, y miraba atrás hacia mi casa con mi pequeña maleta y pensaba, ¡Caramba, voy para Hollywood! Porque en África, ese era nuestro concepto de America en ese entonces: Hollywood. Ni me imaginaba, que esa sería la última vez que vería mi hogar en 20 años. Cuando mi tío y yo llegamos al puerto en las afueras de Freetown, las cosas se hicieron muy reales. Había una gran masa de personas con maletas tratando de subir al ferry. Los soldados gubernamentales patrullaban la costa con pistolas automáticas y bazucas. Cuando avanzamos hacia el frente, uno de los soldados se puso muy agresivo con mi tio, perguntándole por su visa. Él no tenía visa. El soldado empezó a repelerlo con su pistola, y me asusté mucho. Entonces mi tío me levantó por encima de la multitud y me entregó a un soldado que estaba en el ferry. Lo próximo que recuerdo es que estoy parado en el ferry, y … Nunca olvidaré esa confusión de pistolas, piernas y gritos, Entonces el ferry se empezó a mover. Mi tío había desaparecido. Yo estaba solo en el caos. La cosa loca es que la próxima parte del viaje está borrosa en mi memoria. Yo seguía a las multitudes en el aeropuerto y apretaba mi boleto aéreo. Los trabajadores del aeropuerto o un amigo de la familia debieron haberme guiado a la puerta de embarque. Nunca había volado en avión. Nunca había estado de vacaciones. Recuerdo al avión despegando del suelo y pensar, Volamos en un gran tubo de metal … en el aire. Nada tenía sentido. Mi mundo entero estaba cambiando tan rápido que no podía procesarlo. Cuando el avión aterrizó, pensé que estaba en Hollywood. Entonces caminé hacia el terminal y no entendía los letreros. Estaban escritos en otro lenguaje. Empecé a asustarme. Tuve dos pensamientos: ¿Donde estoy? ¿Donde están todas las personas que se parecen a mi? Algo que hace a Sierra Leona única es que nunca se habla del color de la piel. No había “Tú eres negro, tu eres blanco, tú eres púrpura, tu eres rosado”. Solo eras parte del vecindario. Esto se sentía muy diferente. Sentía como si todos en el aeropuerto me miraban. Cuando traté de hablarle a alguien, me miraron como si fuese de otro planeta. Fue la primera vez en mi vida que me di cuenta que las personas podían ser consideradas diferentes. No estaba en Hollywood, estaba en París. Rompi a llorar en pleno salón del aeropuerto Charles de Gaulle. Pensé que mi vida se había acabado. Pensé que nadie me iba a buscar y me quedaría atrapado por siempre en el aeropuerto. La gente seguía caminando a mi lado, como si yo no estuviese ahí. Entoncs una azafata que estaba en mi avión me reconoció. Recuerdo que vio mi boleto aéreo y dijo, “Vas para America. Ven conmigo”. Como un niño de seis años de edad, sentí como si esta mujer hubiera salvado mi vida. Me ubicaron en el segundo avión del viaje, y subimos al cielo otra vez, hacia lo desconocido. Yo pensaba, Hollywood queda muy lejos. El mundo debe ser muy grande. Cuando aterrizamos otra vez, caminé en el terminal y estaba aliviado de que los anuncios fuesen en inglés. Mi inglés no era gran cosa, pero al menos sabía que estaba en el país correcto. Solo había un problema. Mi madre se había ido de Sierra Leona cuando yo tenía tres años de edad, y lo único que tenía para reconocerla eran fotografías viejas. Esto fue antes que cada cual tuviera un teléfono celular. No tenía idea de quien me iba a buscar, o a donde iba. Seguí al grupo de personas desde el avión hasta la acera fuera de la sala de Llegadas. Las vías pavimentadas eran algo novedoso en Sierra Leona, así que la primera cosa que noté fue que las vías en America eran todas muy planas. Había muchas marcas de carros nuevos. Las personas seguían saliendo de los carros y corrían hacia sus seres queridos, y los abrazaban. Entonces regresaban al carro y se iban, sonriendo. Eso se mantuvo así por un rato. La gente iba y venía. Yo estaba solo. Nadie iba a buscarme. Caminé alrededor del estacionamiento por mucho tiempo hasta que un bus del aeropuerto empezó a seguirme muy lentamente. Empecé a asustarme. Pensé que había hecho todo ese viaje para ser secuestrado por el coco. Entonces una mujer salió del bus y empezó a correr hacia mi. Yo estaba a punto de soltar mi maleta y salir corriendo tan rápido como pudiera cuando ella dijo “¡Michael!” Era mi madre. * Aquí es donde la mayoría de las historias terminan y regresas a facebook, y te sientes muy bien con la humanidad. Aun si no sabes quien soy, puedes buscar mi nombre en Google, y ver que fui a la universidad y actualmente juego en la Major League Soccer. Ahí está tu final feliz. Si quieres que la historia sea así de directa, déjalo así. Porque aquí es donde la historia de un refugiado de una crisis como la que ocurrió en mi país en el medio oriente, se hace más complicada y difícil. Fui el único de mi villa que consiguió una visa de emergencia antes que estallara la guerra civil. Todos mis compañeros de clase quienes se quedaron y presentaron su examen el día que mi abuela me fue a buscar, y todas las personas de mi villa, y todo el resto de mi familia, no consiguieron ese pedazo de papel mágico. Estaban atrapados en una guerra en la que no querían participar. Miles de niños fueron secuestrado y forzados a pelear. La guerra tocó cada parte del país. Solo puedo hablar de mi experiencia, pero la vida como refugiado en un país nuevo es extremadamente solitaria. Cuando noté que estaba en Washington D.C. en vez de Hollywood, y que me iba a quedar permanenentemente en America en lugar de una larga vacación, la realidad se manifestó. En el primer día de escuela, noté que todos estban vestidos muy diferentemente. En mi escuela católica de Sierra Leona, todos usaban camisa y corbata. Aquí, las ropas importaban. Los peinados importaban. Hasta los diseños de tus carpetas escolares importaban. A mitad del día, una voz salió por el altavoz: “Michael Lahoud, por favor, presentarse al salón de lectura”. Tenía que pararme frente a todos e ir a mi clase de ingles como segundo idioma. Estaba muy avergonzado. Por mucho tiempo sentí como si estaba a prueba. Lo único que quería en la vida era un amigo. Un día, en el recreo, yo estaba sentado solo viendo a unos niños jugar a rebotar la pelota de una pared, cuando la pelota de tennis rodó hacia mi. Los niños gritaron, “Epa, ¡Lánzala de vuelta! ¡Lanzala de vuelta!” Pero yo nunca había lanzado una pelota en mi vida. Asi que hice lo que era natural, la pateé. Tan pronto como salió de mi pie, me di cuenta. Oh no, esa loca pelota amarilla es muy liviana. La pelota salió volando hacia el techo de la escuela. La había puesto de oro. Todos me miraban, como diciendo, ¿Qué hiciste? ¿Arruinaste nuestro recreo? ¿Qué te pasa? Todos se voltearon y se fueron molestos. Yo quería correr lejos y nunca regresar a la escuela. Entonces uno de los niños vino corriendo hacia mi. Pensé que tal vez venía a golpearme. Me puse algo tenso. “Muchacho, ¿quién patea una pelota así? Dijo él. Mantuvo su mano arriba como una ola. Yo solo lo miraba. “¡Esa fue la cosa más agradable que he visto en mi vida!” Él estaba tratando de chocar los cinco dedos conmigo. “Mi nombre es Jack”, dijo él. “Deberíamos ser amigos”. Ese podría ser el mejor momento de mi vida. “¡Si!” dijé yo. “Bien, estás invitado a mi casa”. Despues de ese día, yo pasé buena parte de los próximos 10 años de mi vida en la casa de Jack Wolf. Nos hicimos los mejores amigos. Conocí a todo el mundo mediante Jack. Él era el muchacho a quien todos adoraban. Él tenía la apariencia de surfista antes que fuese popular en Virginia. Él tenía intensidad cuando ser así se llamaba “rad”. Era un líder natural. Jack tenía una regla, aún desde cuando teníamos 10 años de edad: Antes que pudiéramos salir a jugar futbol en el patio después de la escuela, teníamos que terminar nuestra tarea para el hogar en la mesa de la cocina primero. En serio, el amigo ponía música clásica mientras hacíamos la tarea. Me expuso a tantas cosas que yo no conocía, y aún así siempre estaba curioso acerca de mi cultura africana. Él veía como algo agradable ser diferentes. Antes cuando yo tenía un acento fuerte, él solía decir, “Hombre, piensa en todas las muchachas que vamos a conquistar por tu acento. ¡Vamos a ser maravillosos!” Jack no tenía idea de lo que yo había pasado cuando se tropezó conmigo en el recreo, No sabía que yo era de Africa occidental. No sabía de la guerra civil. No le importaba. Solo pensaba que yo era alguien diferente a quien valía la pena conocer. Este niño irlandés-americano de cabello rubio platinado se convirtió en el hermano gemelo que nunca tuve. Cuando veo las noticias ahora y veo a los refugiados en fila para viajar a Europa, la pregunta que sigue llegando a mi mente no es, “¿Cómo lo asimilarán?” Mi pregunta es, “Quien será su azafata en el aeropuerto Charles de Gaulle? ¿Quién será su Jack Wolf?” Entiendo que es una pregunta compleja. Solo soy un futbolista, no un político. Pero puedo decirte que a nivel humano, eso es muy simple. Esas personas, especialmente los niños, están atrapados por la marea. Están confundidos y asustados. Solo buscan a alguien que sea su amigo. Si me hablaras ahora, no sabrías de mi pasado. Perdí mi acento, fui a Wake Forest University, luego a la MLS. Me convertí en un estadounidense. Y de nuevo, aquí es donde la mayoría de las historias terminan con finales felices. “El refugiado de una guerra civil viene a Estados Unidos y se convierte en futbolisra profesional”. “¿Quién no quiere compartir esa historia en Facebook?” De nuevo, la realidad es más complicada. La verdad es que no soy diferente de alguien más quien disfrute de seguridad relativa. Para el momento cuando llegué a la escuela secundaria, yo había sacado a Sierra Leona de mi mente. Era más fácil ignorarla. Hubo moemntos cuando tuve que enfrentar la cruda realidad, como cuando vi la película Blood Diamond, o cuando mi abuela finalmente se nos unió en Virginia después de la guerra civil y toda su felicidad, todo su encanto natural, pareció salir de su cuerpo. Ella tuvo momentos difíciles interactuando con las personas. Yo sabía que ella había visto cosas horrorosas, pero no quería escarbar muy profundo en ese tema. Todo cambió en 2010. Yo jugaba para Chivas USA en la MLS. Estábamos de gira en Seattle. Yo estaba sentado en el bus del equipo, probablemente pensando en carros y mujeres como cualquier muchacho de 23 años. Cuando bajé del bus para ir al hotel, se me acercó una completa extraña. “Hey, ¿tienes un segundo para hablar en la recepción?”, dijo la mujer. “Oh… ¿disculpe?” le dije “He tratado de seguirlo por un tiempo. ¿Cómo le gustaría cambiar el mundo?” Lo que ella dijo me sacudió hasta el corazón. Se sintió como el momento cuando Jack se me acercó en la escuela. Se sintió como si alguien abriera una puerta. Hablamos en la recepción y ella explicó que su nombre era Cindy y que trabajaba con Schools for Salone, una organización dedicada a mejorar el diezmado sistema educativo de Sierra Leona. Nuestra conversación me forzó a reconocer que tan afortunado fui de escapar del conflicto. Luego de cierta reflexión profunda, le dije a Cindy, “No solo quiero enviar tuits de esto. Quiero construir una escuela”. Así que acordamos recaudar 50.000 $ durante los próximos años para construir una escuela en Sierra Leona. Yo no había regresado en 20 años. No entendí los retos que enfrentábamos hasta 2013, cuando recibí una llamada del director técnico del equipo nacional de Sierra Leona. Me pidió que asumiera mi nacionalidad de Sierra Leona para participar en un juego clasificatorio de la Copa Mundial. Esa era una decisión muy significativa para mi. Había tratado con mucho énfasis de conseguir la ciudadanía estadounidense que olvidé mis raíces africanas por mucho tiempo. Dije que si. Cuando regresé a Sierra Leona, todos me dijeron que experimentaría una reacción muy emocional, como en una película. La verdad es que me sentí vacío. No reconocí nada de mi niñez. La guerra había destruido todo. El país del que salí era un lugar hermoso. Para ese momento, Sierra Leona era el país más próspero de todo el continente africano. La moneda tenía una tasa de cambio de casi uno a uno con el dólar estadounidense. Ahora, todo lo que veía era desesperación, incertidumbre. Cuando regresé a mi villa, fui a la casa de mi abuela. Ella fue una de las últimas personas que me vio antes de salir de Sierra Leona. Salió de su habitación y me vio por primera vez en 20 años, empezó a llorar. Le dije, “Abuela, ¿estás bien? ¿Qué pasa?” Ella dijo, “Cada día rezaba por ti. Siempre supe que regresarías, y sabía que ibas a ser un gran hombre”. Me quedé petrificado. No me preguntó acerca de la vida en America. Ni acerca de jugar futbol. Todo lo que le importaba era que fuese un hombre bueno. Mi abuela falleció el año pasado. A pesar de todo lo que ella había pasado, estoy feliz de que ella viera que no me olvidé de Sierra Leona. El país aún enfrenta retos increíbles, incluyendo una reciente epidemia de ébola. Es fácil mirar a otro lado y pensar menos en cosas complicadas. Pero debemos aprender la lección de Jack Wolf en el campo de juego. ¿Qué queremos ser como sociedad? ¿Queremos gruñir y darle la espalda a aquellos que necesitan de nuestra ayuda? O queremos correr hacia ellos con nuestras manos extendidas diciendo, “Hola, deberíamos ser amigos”. Es mucho más difícil ser Jack Wolf. Pero gracias a Dios por tontos como él. * Michael Lahoud y su amigo jugador de MLS, Kei Kamara abrieron su primera escuela primaria en Freetown, Sierra Leona este año. Michael Lahoud. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 14 de junio de 2016

Revisión: ‘The Sport of Kings’, C.E. Morgan. Corriendo contra la marea.

Dwight Garner. 17-05-2016. The New York Times. En 1955, Sports Illustrated envió a William Faulkner a cubrir el Kentucky Derby. El artículo que resultó no tenía mucho en común con el periodismo deportivo. Era un poema en prosa, una sensorialidad. Su declaración de tésis, la cual he ubicado con la ayuda de sabuesos cazadores, es probablemente esta: “Lo que el caballo le aporta al hombre es algo hondo y profundo para su naturaleza emocional y necesidad”. La ambiciosa nueva novela de C.E. Morgan, “The Sport of Kings”, impacta en esa naturaleza y necesidad. Es una épica de lodo chispeado, repleta de simbolismo fértil, que se extiende a través de generaciones en la historia de Kentucky. En la superficie, “The Sports of Kings” tiene suficientes elementos (alevosía, incesto, un linchamiento, asesinato, parejas interraciales) para sustentar una miniserie de televisión de los años ’80. Se podría titular “¡Lexington!” Michael Landon interpretaría al criador de caballos de una dinastía, atrapado en el destino, con un látigo en una mano y un vaso de vino en la otra. Pero Ms. Morgan no está interesada en las superficies, o en migraciones convencionales del argumento. Ella es una escritora interior, con profundos recursos verbales e intelectuales. Llena tu cabeza con todo lo que existe en ella, y eso es mucho, ella tiene un interés especial y casi darwiniano en la consanguinidad, en las cosas que han pasado en la sangre de las personas y los caballos, como las maldiciones, de generación en generación. Este libro relata la historia de una de las familias más viejas e influyentes e Kentucky, los Forges, desde justo después de la guerra revolucionarias hasta comienzos del siglo 21. Henry Forge y su hija Henrietta, trabajan para criar un monstruo de caballo, Hellsmouth, el próximo Secretariat. Henry es su propia clase de monstruo racista. Esta novela sigue, por completo, las vidas e historia de los esclavos y trabajadores negros de la familia. Hay un momento resonante, uno que sospecho que los cineastas encontrarán difícil de resistir, cuando el cocinero negro de la familia, quien huyera décadas antes por graves dolencias, regresa como un bien conocido escritor para ejecutar un tipo especial de revancha ante los Forges. Esta es la segunda novela de Ms. Morgan. Su primera, “All the Living” (2009), fue ambientada también en Kentucky. Es una novela pequeña y perceptiva a cerca de una joven pareja en una granja de tabaco aislada. Ms. Morgan está interesada en el aislamiento personal y literalmente. Ella está alejada de los mecanismos de publicación y de las relaciones públicas. Casi siempre rechaza las entrevistas. Cuando acepta alguna, habla de su trabajo y muy poco más. Cuando un cuento de ella fue publicado en el ejemplar de ficción “20 Under 40” de The New Yorker en 2010, ella consintió responder preguntar para la página web de la revista. Ellos le sacaron poco más que su nombre, rango y número serial, o, lugar de nacimiento (Ohio), año (1976) y domicilio actual (Kentucky). The New Yorker también le preguntó “¿Quienes son sus escritores favoritos de más de 40 años? Ella respondió: “Cormac McCarthy, David Foster Wallace, Denis Johnson, Marilynne Robinson, los guiones de Terrence Malick”. Hay un poco de cada uno de estos escritores en la dicción, foco y tono de Ms. Morgan. El nombre que me salta desde esta lista es el de Mr. Malick. La prosa de Ms. Morgan tiene algo del sentido del tiempo de ese cineasta. Su paso decrece frecuentemente hasta un nivel de gateo onírico mientras ella escruta el mundo natural célula por célula. Entonces con la fuerza de un purasangre, somos catapultados generaciones adelante o atrás. Las películas de Mr. Malick pueden ser enloquecedoras en sus pausas, sus estancamientos y comienzos. La novela de Ms. Morgan a menudo es similar a eso. En “The Sport of Kings”, cada pedazo de grama podada parece tener gran significancia, como en “Así hablaba Zarathustra”. Ella deja exhaustos a sus alrededores; nos deja exhaustos. Un amanecer no es simplemente un amanecer. En vez de eso, “Luego de una larga noche de dormir debajo de la barriga de la Tierra, el sol armado se levantó y cargó el horizonte, presionando la oscuridad con brazos largos hasta que la noche se derrumbó, herida y derrotada, hacia el extremo antípoda de la Tierra”. Hay una tableta de LSD y unas trazas de la King James Bible en el vaso de bourbon de esta mañana. En un punto una voz que es la de Ms. Morgan, pero no completamente, emerge para preguntar, “¿Es todo esto muy púrpura, muy florido? ¿Es demasiado el mundo y las palabras? ¿Prefiere usted sus cuentos magros, musculares, sin excesos y enfocados en un solo y digerible punto? ¿He excedido los límites de la forma, cometido un pecado literario?” Los pecados literarios de Ms. Morgan, si ellos son pecados, derivan de su musa, la cual parece ser muy grande. Porque ella puede hacer todo, trata de hacer todo. En “The Sport of Kings” ella ha escrito claramente una novela seria e importante si no una grande. Ha construido una enorme hoguera que nunca ilumina por completo. Lo que es importante de esto es su casi enceguecedora promesa. En una entrevista de 2014 en The Paris Review, la crítico Vivian Gornick lo que le atraía de la novela de Rachel Kushner “The Flamethrowers” (2013). Ms. Gornick dijo, “Ella está haciendo grandes, largos párrafos de estos temas, está haciendo motocicletas, está haciendo Las Vegas, está haciendo arte mundial internacional, todo lo que esos hombres han hecho siempre”. Sentí algo similar mientras leía “The Sport of Kings”. La mayoría de los personajes centrales de esta novela son hombres. Ms. Morgan escudriña los temas incisivamente, la atracción por la velocidad, el poder y la dominación, la experiencia de la prisión de los hombres negros, la camaradería masculina, los vínculos entre padres e hijos, las tortuosidades brutas de la sucia alma sureña, que esos hombres han tendido a tratar. Los caballos, dijo Faulkner en Sports Illustrated, inspiran algo en nosotros. Ese algo, en la narrativa de Ms. Morgan, es solo raramente precioso. El tema de las reparaciones por la esclavitud cuelga en el aire húmedo de esta novela. Una mujer negra mayor grita las que quizás son las cinco palabras cruciales de esta novela: “Soy quien cobra las cuentas”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 13 de junio de 2016

Recordando Tiannamen en Hong Kong, pero no sin divisiones

Alan Wong. 03-06-2016. The New York Times. Hong Kong.- Cada 4 de junio de los últimos 26 años, decenas de miles de residentes de Hong Kong se han reunido para una vigilia con velas encendidas en Victoria Park para conmemorar aquellos que fueron asesinados en la represión militar china de las protestas democráticas de 1989 en Beijing. Activistas del territorio chino y lideres estudiantiles de Hong Kong y políticos han compartido la tarima para declarar su solidaridad al continuar la batalla por un cambio político en China. No este año. El sindicato más grande de estudiantes de Hong Kong ha dicho que no participará más en la conmemoración como personas jóvenes locales para enfocarse primero en lograr mayor autonomía y democracia para su ciudad, con algún llamado para independencia desde China. Más allá del aniversario de la suspensión de garantías el sábado, políticos y estudiantes fueron interrogados acerca de las crecientes fisuras en el movimiento democrático del territorio semiautónomo chino y como deberían hacer para avanzar. Aquí están algunas de sus respuestas. Lee Cheuk-Yan, legislador y líder de protestas. “Yo podría ser considerada de la generación de 1989, porque en ese momento todos pusimos nuestra pasión, nuestros ideales”, dijo Mr. Lee, 59, quien estaba en Beijing durante los últimos días de las protestas de la Plaza de Tiananmen en 1989. “Compartimos la aspiración por la democracia en China de los estudiantes chinos del movimiento democrático”. “No es un tema de identidad. Es un asunto de estrategia”. Mr. Lee, un legislador del partido laboral, es el antiguo director de la alianza de Hong Kong en apoyo de los movimientos patrióticos democráticos de China, conocida como la alianza, establecida en mayo de 1989 en simpatía con los manifestantes de Beijing y el principal organizador de la vigilia de Victoria Park. Desde la suspensión de garantías, la cual el gobierno chino dijo era necesaria para dominar la “rebelión contrarevolucionaria”, el grupo ha llamado a “una rehabilitación del movimiento democrático de 1989, documentar la masacre, y terminar la dictadura de un partido y una China democrática”. “No es un tema de identidad”, dijo él. “Es un asunto de estrategia. Si queremos garantizar nuestro futuro, necesitamos salir de este estado de un solo partido. Necesitamos cambiar China, y ¿con quien podemos contar para cambiar China? Con la gente que vive en China. Hay una sociedad civil, hay un movimiento disidente, hay un movimiento de defensa de los derechos humanos, el movimiento religioso. Su podemos darles un impulso y apoyar esos movimientos, entonces tendremos nuestro futuro. Eso le da toda la relevancia a nuestro movimiento de Hong Kong”. Wong Yeung-Tat, activista social. Mr. Wong, 37, es un organizador de eventos alternativos del 4 de junio que este año se han expandido a cinco vecindarios, desde solo uno en 2014. Pasión Cívica, el partido populista que el fundó, es parte del llamado movimiento localista que ha vuelto su espalda sobre el territorio chino. Su partido aboga por una mayor autonomía de Hong Kong al reescribir la ley básica, la mini constitución que determinó el regreso de la antigua colonia británica al gobierno chino en 1997 bajo el principio de “un país, dos sistemas”. “El llamado por la rehabilitación de las víctimas del 4 de junio es una demanda débil”, dijo él. “Los estudiantes de Beijing de entonces buscaban una reforma política, no trataban de que los catalogaran de ‘rebeldes’. Pedir que rehabiliten a los estudiantes es reconocer la legitimidad del partido comunista chino”. “Esperar que se haga algo beneficioso para Hong Kong también implica que Hong Kong está subordinado a Beijing”, dijo él. “Si seguimos dejando que la alianza use el 4 de junio para propagar esta idea, eso sería muy peligroso para el movimiento democrático local”. “No llamé a una nueva reunión solo para retar a la alianza, sino con la esperanza de que pusiésemos encauzar nuestra rabia con acciones. Tendremos cinco reuniones este año, en cinco vecindarios. El foco es recordar el 4 de junio y entender lo que es el régimen comunista, y luchar por nuestra soberanía y auto gobierno. Queremos reescribir la constitución”. “I didn’t set up a new gathering just to challenge the Alliance, but in the hope we could channel our anger into action. We’re holding five gatherings this year, in five neighborhoods. The focus is to remember June 4 and understand what the Communist regime is, and to fight for our sovereignty and self-government. We want to rewrite the Constitution.” Emily Lau, legisladora. Ms. Lau, 37, directora del partido demócrata, se convirtió en 1991, en la primera legisladora en ser elegida directamente en las elecciones de Hong Kong donde los candidatos quienes apoyaban a los protestantes de Tiananmen ganaron por amplio margen. Muchos de ellos se convirtieron en la espina dorsal del movimiento democrático de Hong Kong. En 2014 ella participó en las protestas de calle por el sufragio universal y un mayor protagonismo público en la elección del alcalde, el ejecutivo principal, ese fue conocido como el movimiento paraguas. “Este asunto del 4 de junio es algo que en realidad muchas personas jóvenes, aunque ellos no habían nacido aún, conocen, porque sus maestros, padres, familiares y amigos se lo han contado”, dijo ella. “Ellos piensan en eso como una desgracia nacional. Así que eso es algo que necesita ser reparado”. “De manera que los dos hechos, la masacre del 4 de junio y el deseo de Hong Kong de sufragio universal, si Beijing hiciera algo para resolver estas cosas pienso que muchas personas de Hong Kong estarían felices de llevar una vida china en Hong Kong bajo ‘un país, dos sitemas’, y eso sería bueno para Hong Kong, y bueno para el resto del país”. “Si Beijing mantuviera sus promesas y ejecutara el autocontrol para permitir a Hong Kong disfrutar un alto grado de autonomía, entonces el número de personas quienes piden independencia disminuiría”. Joshua Wong, líder estudiantil Mr. Wong, 19, fue lider estudiantil de las protestas callejeras de 2014. Fundó un nuevo partido político, Demosisto, para presionar por un referendo sobre el futuro político de Hong Kong. Planea asistir a la vigila de Victoria Park. “La razón por la cual las personas jóvenes han evitado Victoria Park los meses recientes es que sienten que los viejos demócratas han fallado en representarlos”, dijo él. “Hace pocos años, la alianza cantaba canciones como ‘El Sueño Chino’ y hasta los ‘Descendientes del Dragón’. Era el sentimiento de las viejas generaciones hacia China. Nuestra generación creció testificando como el partido comunista chino se ha apropiado de la identidad china, asi que no nos asociaremos con eso”. “El objetivo más importante es decirle a las personas de la importancia de conseguir la autodeterminación para Hong Kong”, dijo él. “El 4 de junio generó el movimiento de la democracia de Hong Kong. El movimiento paraguas generó la próxima ola”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 10 de junio de 2016

Don DeLillo, El Arte de la Ficción. Nº 135.

Paris Review. Otoño 1993. Nº 128, Entrevistado por Adam Begley. De un hombre quien ha sido llamado “el shaman principal de la escuela paranoica de la ficción estadounidense” puede esperarse que actúe un poco nervioso. Me encontré por primera vez con Don DeLillo en un restaurant irlandés de Manhattan, para una conversación que él dijo sería “profundamente preliminar”. Es un hombre flaco, cabello gris, con montura de lentes marrones. Sus ojos, magnificados por lentes gruesos, se mueven hacia todos lados. Él mira hacia la derecha, a la izquierda; voltea la cabeza para ver que hay detrás de si. Pero estos gestos no tienen nada que ver con ansiedad. Es un disciplinado observador en busca de detalles. También descubrí después de muchas horas de entrevista extendidas por varios días, un almuerzo rápido, una visita algunos meses después a una galería del centro para ver una exposición de Anselm Kiefer, seguida por un trago en un bar lujoso, que DeLillo es un hombre agradable, generoso y pensativo, cualidades incompatibles con el estado de alerta reflexivo del paranoico. No está asustado, está atento. Su sonrisa es tímida, su risa repentina. Los padres de Don DeLillo llegaron a Estados Unidos desde Italia. Nació en el Bronx en 1936 y creció allí, en un vecindario italo-americano. Asistió a Cardinal Hayes High School y Fordham University, donde se especializó en “artes de comunicación”, y trabajó por un tiempo como escritor de copias en Ogilvy & Mather, una agencia de publicidad. Ahora vive en las afueras de la ciudad de Nueva York con su esposa. Americana, su primera novela, fue publicada en 1971. Le tomó alrededor de cuatro años escribirla. Para ese momento vivía en un pequeño apartamento studio en Manhattan. Luego de Americana las novelas fluyeron en ráfaga; cinco más en los próximos siete años. End Zone (1972), Great Jones Street (1973), Ratner’s Star (1976), Players (1977), y Running Dog (1978), todas recibieron revisiones entusiastas. No se vendieron bien. Los libros fueron conocidos por una pequeña pero leal audiencia. Las cosas cambiaron en los ochenta. The Names (1982) fue revisada más prominentemente que cualquier novela previa de DeLillo. White Noise (1985) ganó el National Book Award. Libra (1988) fue un éxito de ventas. Mao II, su última, ganó el 1992 PEN/Faulkner Award. En la actualidad trabaja en una novela, una porción de la cual apareció en Harper’s bajo el título “Pafko at the Wall”. Ha escrito dos obras de teatro, The Engineer of Moonlight (1979) and The Day Room (1986). Esta entrevista empezó como una serie de conversaciones grabadas. Las transcripciones fueron hechas desde ocho horas de material grabado. DeLillo regresó el manuscrito final, editado con una nota que empieza así, “Esto no solo es la carne sino las papas”. Entrevistador: ¿Tiene alguna idea de por qué se hizo escritor? Don DeLillo: Tengo una idea pero no estoy seguro de creerla. Tal vez quería aprender a pensar. Escribir es una forma concentrada de pensar. No sé que pensar de ciertos temas, aún hoy, hasta que me siento y trato de escribir de ellos. Tal vez yo quería encontrar maneras más rigurosas de pensar. Ahora hablamos de la primera escritura que hice y acerca del poder del lenguaje para contraatacar el sonido de la finalizada adolescencia, para definir las cosas, definir la experiencia de manera económica. No olvidemos que escribir es conveniente. Requiere de las herramientas más simples. Un escritor joven ve que con palabras y oraciones sobre un pedazo de papel que cuesta menos de un penique, se puede ubicar con claridad en el mundo. Las palabras de una página, eso es lo que lo ayuda a separarse de las fuerzas que lo rodean, las calles, personas, presiones y sentimientos. Aprende a pensar acerca de estas cosas, a convertir sus propias oraciones en percepciones nuevas. ¿Cuanto de esto sentí yo en ese tiempo? Tal vez un pinchazo, un instinto. Escribir era principalmente una urgencia innombrable, una urgencia parcialmente propulsada por los escritores que yo leía en ese momento. Entrevistador: ¿Leía usted de niño? DeLillo: No, para nada. Historietas cómicas. Por eso es que probablemente no tengo una dirección para contar una historia, una dirección para seguir cierta clase de ritmo narrativo. Entrevistador: ¿Y como adolescente? DeLillo: No mucho al principio. Drácula cuando tenía catorce. Una araña se come una mosca, y una rata se come la araña, y un gato se come la rata, y un perro se come al gato, y tal vez algo se come al perro. ¿Me perdí un nivel depredador? Y si, la trilogía Studs Lonigan, la cual me mostró que mi propia vida, o algo como eso, podía ser el tema del escrutinio de un escritor. Fue sorprendente descubrir esta cosa. Entonces, cuando yo tenía dieciocho años, conseguí un trabajo como vigilante de un parque. Debía usar una franela blanca y pantalones marrones y zapatos marrones y un silbato en el cuello, el cual ellos suministraron. Pero nunca adquirí el resto de la indumentaria. Yo usaba blue jeans y camisas de cuadros y mantenía el silbato en mi bolsillo y me sentaba en un banco del parque como un ciudadano ordinario. Y ahí fue donde leí a Faulkner, As I Lay Dying (Mientras agonizo) y Light in August. Y me pagaban por eso. Y luego James Joyce, fue a través de Joyce que aprendí a ver algo en el lenguaje que llevaba brillantez, algo que me hizo sentir la belleza de las palabras, el sentido de que una palabra tiene vida e historia. Y miraba una oración en Ulises o en Moby Dick o en Hemingway, tal vez no había llegado a Ulises en ese punto, era Portrait of The Artist, pero ciertamente Hemingway y el agua que era clara y se movía en la ruta donde marchaban las tropas y levantaban el polvo que cubría las hojas de los árboles, Todo eso en un parque del Bronx. Entrevistador: ¿El hecho de que usted creciera en una casa italo-americana se traduce de alguna manera, aparece en las novelas que ha publicado? DeLillo: Eso apareció en los primeros cuentos. Pienso que eso se traduce en las novelas solo en el sentido de que me dio una perspectiva desde la cual ver al ambiente más grande. No por accidente mi primera novela se llamó Americana. Esa fue una declaración privada de independencia, una declaración de mi intención de usar el retrato completo, la cultura completa. America fue y es el sueño del inmigrante, y como el hijo de dos inmigrantes yo estaba atraído por el sentido de posibilidad que había motivado a mis abuelos y padres. Este fue un tema que me permitiría desarrollar un rango que no había mostrado en aquellas primeras historias, un rango y una libertad. Y yo estaba bien en mis veinte para ese momento y hacía tiempo que había salido de las calles donde había crecido. No las dejé para siempre, quiero escribir de esos años. Es solo un asunto de encontrar el marco adecuado. Entrevistador: ¿Qué le hizo empezar Americana? DeLillo: No siempre sé cuando o donde una idea llega primero al sistema nervioso, pero recuerdo Americana. Yo estaba navegando en Maine con dos amigos, y llegamos a un muelle pequeño en Mt. Desert Island. Yo estaba sentado en un durmiente de vía férrea esperando para tomar una ducha, y tuve una visión de una calle quizás a 50 metros de distancia y una sensación de casas viejas hermosas y filas de abetos y maples y quietud y melancolía, la calle parecía cargar su propia estructura. Y sentí algo, una pausa, algo abriéndose ante mi. Eso sería un mes o dos antes que empezara a escribir el libro y dos o tres años antes que yo lo titulara Americana, pero de hecho todo estaba implícito en ese momento, un momento en el cual no ocurrió nada, nada cambió ostensiblemente, un momento en el cual no vi nada que no hubiese visto antes. Pero hubo una pausa en el tiempo, y supe que tenía que escribir acerca de un hombre quien va a una calle como esa o vive en una calle como esa. Y lo que sea que mueva la novela siguió eventualmente, creo que mantuve la idea de esa calle tranquila solo como un contrapunto, como la inocencia perdida. Entrevistador: ¿Piensa usted que haber empezado a escribir novelas tarde, cuando se acercaba a los treinta años, significo una diferencia en su carrera? DeLillo: Bien, deseo haber empezado más temprano, pero evidentemente no estaba listo. Primero me faltaba ambición. Puedo haber tenido novelas en la cabeza pero muy poco sobre el papel y nada de metas personales, ni de deseo ardiente por llegar a un objetivo. Segundo, yo no tenía idea de lo que hacia falta para ser un escritor en serio. Me tomó mucho tiempo desarrollar eso. Aún cuando estaba bien avanzado en mi primera novela yo no tenía un sistema de trabajo, una rutina confiable. Trabajaba desventajosamente, a veces tarde en la noche, a veces en la tarde. Pasaba mucho tiempo haciendo otras cosas o nada. La noches húmedas de verano yo perseguía libélulas por el apartamento y las mataba, no para comerlas sino porque me estaban enloqueciendo con su zumbido. No había desarrollado un sentido del nivel de dedicación necesario para hacer este tipo de trabajo. Entrevistador: ¿Cuáles son sus hábitos de trabajo ahora? DeLillo: Trabajo en la mañana en una máquina de escribir manual. Lo hago por cuatro horas, luego voy a correr. Eso me ayuda a desconectarme de un mundo y entrar a otro. Árboles, pájaros, llovizna, un tipo de interludio agradable. Entonces trabajo otra vez, más adelante en la tarde, por dos o tres horas. De vuelta en el tiempo del libro, el cual es transparente, no sabes que está avanzando. Nada de merienda o café. Ni cigarrillos, dejé de fumar hace mucho tiempo. El espacio es claro, la casa está tranquila. Un escritor toma las medidas más rigurosas para asegurar su soledad y entonces encuentra infinitas maneras para franquearla. Mirar a través de la ventana, hacer consultas aleatorias en el diccionario. Para romper las distracciones miraba una fotografía de Borges, una gran gráfica que me había enviado el escritor irlandés Colm Tóin. La cara de Borges contra un fondo oscuro, Borges feroz, ciego, las fosas nasales expandidas, su piel estirada, su boca sorprendentemente vívida; parece pintada; parece un shaman pintado desde visiones, y la cara entera tiene una especie de ruptura acerada. He leído a Borges, por supuesto, aunque ni de cerca toda su obra, y no sé nada de la forma como él trabajaba, pero la fotografía nos muestra a un escritor que no pierde el tiempo en la ventana u otro lugar. Así que he tratado de hacerlo mi guía para salir del letargo y la divagación, hacia el mundo de lo mágico, el arte y la divinidad. Entrevistador: ¿Sus versiones tipeadas se acumulan alrededor? DeLillo: Eso es correcto. Quiero esas páginas cerca porque siempre hay la oportunidad de referirse a algo que se ha garabateado al final de una hoja de papel en alguna parte. Las páginas descartadas marcan las dimensiones físicas del trabajo de un escritor, usted sabe, cuantos intentos toma llegar a cierto párrafo correcto. O la inmensa acumulación, la gruesa carga, de versiones de primeras páginas. La primera versión de Libra reposa en diez cajas de manuscritos. Me gusta saber que está en la casa. Me siento conectado con ella. Es el libro completo, la experiencia íntegra contenida en papel. Siento que estoy más listo para descartar páginas de lo que solía ser. Solía buscar cosas que mantener. Solía encontrar maneras de salvar un párrafo o una oración, tal vez reubicándolo. Ahora busco maneras de descartar cosas. Si descarto una oración que me gusta, es casi tan satisfactorio como si mantengo una oración que me gusta. No pienso que me he convertido en descuidado o perverso, solo un poco más inclinado a pensar que la naturaleza se repondrá por su cuenta. El instinto para descartar es un tipo de fe. Me dice que hay una mejor manera de hacer esta página aunque la evidencia no esté presente en el presente. Entrevistador: Los atletas, baloncestistas, futbolistas, hablan de “entrar en la zona” ¿hay una zona del escritor en la cual entrar? DeLillo: Hay una zona a la que yo aspiro. Encontrar es otra pregunta. Es un estado de escritura automática, y representa la paradoja que está en el centro de la conciencia de un escritor, del todos modos de este escritor. Primero buscas la disciplina y el control. Quieres ejercitar la voluntad, inclinar el lenguaje a tu manera, inclinar el mundo a tu manera. Quieres controlar el flujo de los impulsos, imágenes, palabras, rostros, ideas. Pero hay un lugar más alto, una aspiración secreta. Quieres dejarte ir. Quieres perderte en el lenguaje, convertirte en correo o mensajero. Los mejores momentos involucran una pérdida de control. Es un tipo de ruptura, y puede ocurrir con palabras y frases a menudo, combinaciones sorprendentes que hacen un tipo de sentido más alto, que vienen a ti de la nada. Pero raramente por períodos extensos, por párrafos y páginas, pienso que los poetas deben tener más acceso a este estado que los novelistas. En End Zone, un número de personajes ejecuta un juego de futbol en una tormenta de nieve. No hay nada rompiente o mágico acerca de la escritura. La escritura es simple. Pero escribí el pasaje, tal vez cinco o seis páginas, en un estado de momento puro, sin la más mínima pausa o deliberación. Entrevistador: ¿Cómo imagina usted su audiencia? DeLillo: Cuando mi cabeza está en la máquina de escribir la última cosa que hay en mi mente es algún lector imaginario. No tengo una audiencia; tengo un juego de patrones. Pero cuando pienso en mi trabajo en el mundo, escrito y publicado, me gusta imaginarlo siendo leído por algun extraño en alguna parte quien no tiene a su alrededor alguien para hablar de libros y escritura, tal vez un poco solitario, quien depende de un cierto tipo de escritura para sentirse más cómodo en el mundo. Entrevistador: He leído algunos críticos quienes dicen que los libros de usted tienen la tendencia de hacer sentir incómodas a las personas. DeLillo: Bien, es bueno saber eso. Pero este lector del que hablamos, se siente incómodo. Está muy incómodo. Y tal vez lo que necesita es un libro que lo ayude a darse cuenta que no está solo. Entrevistador: ¿Cómo empieza usted? ¿Cuales son los materiales crudos de una historia? DeLillo: Pienso que primero viene la escena, la idea de un personaje en un lugar. Eso es visual, es Technicolor, algo que veo de una manera vaga. Entonces oración por oración se va al grano. Sin encabezados, tal vez una lista corta de objetos, cronológica, que puede representar las próximas veinte páginas. Pero el trabajo básico es construido alrededor de la oración. Esto es lo que quiero decir cuando me llamo escritor. Construyo oraciones. Hay un ritmo. Percibo que me lleva a través de una oración. Y las palabras tipeadas en la página en blanco tienen una cualidad escultural. Forman correspondencias extrañas. Encajan no solo a través del significado sino a través del sonido y la apariencia. El ritmo de una oración se acomodará a cierto número de sílabas. Si hay una sílaba de mas, busco otra palabra. Siempre hay otra palabra que significa casi la misma cosa, y si no entonces consideraré alterar el significado de una oración para mantener el ritmo, el latido silábico. Estoy completamente dispuesto a dejar que el lenguaje presione el significado en mi. Mirar la manera como las palabras encajan, para mantener el balance en una oración, espaciadas de una manera particular, exactamente distanciadas. Yo podría querer romper lo encajado con peligro, me gusta comparar palabras finales. Tipeo más que escribo largo porque me gusta la manera como las palabras y letras lucen cuando salen de los martillos a la página, terminadas, impresas, hermosamente formadas. Entrevistador: ¿Tiene usted en cuenta los párrafos? DeLillo: Cuando estaba trabajando en The Names ideé un método nuevo, nuevo para mi. Cuando terminaba un párrafo, así fuese un párrafo de tres líneas, automáticamente iba a otra página para empezar el párrafo siguiente. Nada de páginas llenas. Esto me permitió ver un número dado de oraciones con más claridad. Hizo la reescritura más fácil y más efectiva. El espacio en blanco de la página me ayudaba a concentrarme más profundamente en lo que había escrito. Y con este libro también traté de encontrar un nivel más profundo de seriedad. The Names es el libro que marca el comienzo de una dedicación nueva. Necesitaba el vigor de lenguajes desconocidos y paisajes nuevos, y trabajé para encontrar una prosa de claridad que pudiera servir como equivalente a la luz clara de aquellas islas Egeas. Los griegos hicieron del alfabeto un arte, un arte visual, y yo estudié las formas de las letras cinceladas en piedra en toda Atenas. Esto me dio una energía fresca y me forzó a pensar más profundamente en lo que estaba colocando en la página. Una parte del trabajo que hice en los años ’70 no estaba motivado poderosamente. Pienso que forcé mi ruta en un par de libros que no estaban listos para ser escritos, o tal vez estaba escribiendo muy rápido. Desde entonces he tratado de ser paciente, de esperar que un tema me invada, se haga parte de mi vida más allá del escritorio y la máquina de escribir. Libra fue una gran experiencia que sigue resonando en mi mente debido a las vidas fascinantes y trágicas que fueron parte de la historia. Y The Names se mantiene resonando debido a los lenguajes que oí y leí y toqué y traté de hablar y hablé un poco y debido a la luz solar y los paisajes elementales que traté de mezclar en las oraciones y párrafos del libro. Entrevistador: Su diálogo es diferente del diálogo de otras personas. DeLillo: Bien, hay cincuenta y dos maneras de escribir diálogo que son fieles a la manera como hablan las personas. Y entonces hay veces cuando no tratas de ser fiel. Lo he hecho de diferentes maneras y pienso que me concentré en el diálogo con más profundidad en Players. Es hiperrealística, hablada por hombres y mujeres urbanos quienes viven juntos, quienes conocen los patrones del discurso y pensamiento del otro y terminan las oraciones del otro o ni se molestan en hacerlo porque no es necesario. Inesperado, al límite, un poco hostil, un diálogo que es casi obsesivo acerca de ser divertido cualquiera sea la circunstancia. Voces de Nueva York. Entrevistador: ¿Ha evolucionado la manera como maneja el diálogo? DeLillo: Ha evolucionado, pero tal vez lateralmente. No tengo una gran teoría unificada. Pienso de manera diferente en el diálogo de cada libro. En The Names aumenté el nivel de inteligencia y percepción. Las personas hablan un tipo de diálogo de café idealizado. En Libra aplané las cosas. Los personajes son más grandes y amplios, el diálogo es más plano- Hubo veces con Oswald, con sus amigos de la marina y con su esposa y madre, cuando usé un acercamiento documental. Ellos hablan la prosa plana de The Warren Report. Entrevistador: Mencionó primeros cuentos. ¿Ha escrito más cuentos? DeLillo: Menos cada vez. Entrevistador: ¿Podría la pieza fija, pienso en la boda de la Unification Church en Mao II o en la película durante el vuelo de Players, ser su alternativa al cuento? DeLillo: No pienso en ellas de esa manera. Lo que me atrae de este formato es su ausencia de cuentos, el alto grado de estilización. En Players todos los personajes principales de la novela aparecen en el prólogo, en embrión, sin ser nombrados o definidos. Son personas bajo penumbras viendo una película en un avión. Esta pieza es la novela en miniatura. Yace fuera de la novela. Es modular, se puede mantener o quitar. La boda masiva en Mao II es más convencional. Introduce un solo personaje principal y fija temas y resonancias. El libro no tiene sentido sin eso. Entrevistador: Hablamos un poco de Americana. Cuénteme de su segunda novela, ¿Cuál fue su idea para la forma de End Zone? DeLillo: Pienso que no tenía una idea. Tenía un lugar y algunos personajes, y yo más o menos atrás, escuchando. En algun punto noté que tenía que haber un centro estructural, y me decidí por realizar un juego de futbol americano. Esto se convirtió en epicentro de la novela. Lo mismo ocurre en White Noise. Hay una evasiva desenfocada hacia un evento de alta intensidad, esta vez es un derrame tóxico que obliga a la personas a evacuar sus hogares. Entonces, en cada libro, hay una especie de declinación, una pérdida de energía con propósito. Por otro lado, pienso que los dos libros son diferentes. End Zone trata de juegos, guerra, lenguaje, futbol americano. En White Noise hay menos lenguaje y más miedo humano. Hay una cierta ecuación en el trabajo. A medida que la tecnología avanza en complejidad y alcance, el miedo se hace más primitivo. Entrevistador: El argumento, en forma de conspiración sombría, aparece por primera vez en su tercera novela, Great Jones Street. ¿Qué lo llevó a escribir acerca de la idea de una droga misteriosa posiblemente ligada a la represión gubernamental? DeLillo: Eso estaba en el aire. Era la forma como pensaban las personas. Aquellos eran los días cuando el enemigo era alguna presencia que percolara fuera del gobierno, y el tipo más paranoico de miedo era indistinguible desde el sentido común. Pienso que traté de llegar a la suavidad conectada a la palabra paranoia. Se estaba convirtiendo en un tipo de comodidad. Solía significar una cosa y después de un rato comenzó a significar todo. Se convirtió en algo en el que comprabas, como el Club Med. Entrevistador: ¿Estaba buscando un argumento? DeLillo: Pienso que el argumento me encontró. En un libro acerca de miedo y paranoia, un argumento estaba en la dirección de afirmarse a si mismo. No es el tipo de argumento más ajustado, es más como las fantasías de la drogas, ver familiares muertos salir de las paredes. Lo que finalmente tenemos es un hombre en una habitación pequeña, un hombre que se ha aislado, y esto es algo que ocurre en mi trabajo, el hombre escondiéndose de actos de violencia o planeando actos de violencia, o el individuo reducido al silencio por las fuerzas alrededor de él. Entrevistador: El lenguaje más lírico de Great Jones Street está reservado para el último capítulo. Bucky Wunderlick, privado de la facultad del discurso, vaga por las calles del bajo Manhattan. ¿Por qué aplica usted tal belleza poética en estas escenas de delincuencia? DeLillo: Pienso que así es como las personas urbanas reaccionan ante la situación deteriorada que les rodea, pienso que necesitamos inventar la belleza, investigar alguna fuerza restauradora. Un escritor puede describir la fealdad y el dolor en términos gráficos pero también puede tratar de encontrar una dignidad y significancia en las partes arruinadas de la ciudad, y las personas que ve ahí. Lo feo y lo bello, esto es parte de la tensión de Great Jones Street. Cuando yo estaba trabajando en el libro había mendigos y delincuentes en partes de la ciudad donde ellos nunca habían estado antes. Una sensación de almas fallidas y vidas olvidadas en una escala nueva. Y el lugar empezó a sentirse un poco como una comunidad de la Eda Media. Enfermedad en las calles, gente insana hablando solos, la cultura de la droga extendiéndose entre los jóvenes. Hablamos de comienzos de los años ’70, y recuerdo pensar a Nueva York como una ciudad europea del siglo catorce. Tal vez por esto es que buscaba un tipo de grandeza arruinada en el lenguaje al final del libro. Entrevistador: Hay un período de tres años entre Great Jones Street y su próximo libro, Ratner’s Star. ¿Le tomó todo ese tiempo escribirlo? DeLillo: Tomó un poco más de dos años de trabajo extremadamente concentrado. Estoy sorprendido ahora de que fui capaz de hacer el libro en ese período de tiempo. Yo estaba inclinado hacia la belleza del lenguaje científico, al misterio de los números, la idea de la matemática pura como una historia secreta y un lenguaje secreto, y la noción de un genio matemático de catorce años de edad en el centro de todo esto. Me parece que también es un libro de juegos, la matemática es el principal entre ellos. Es un libro en el cual predomina la estructura. Las paredes, la armadura, la fundación, vagué dentro de esta cosa que estaba construyendo y a veces me sentí absorbido por ella, no tanto perdido dentro como incapaz de prevenir a la cosa de construir nuevas conexiones, nuevos vínculos subterráneos. Entrevistador: ¿Qué le hizo interesarse tanto en la matemática? DeLillo: La matemática es un lenguaje subterráneo. Solo los practicantes reales conocen los términos y referencias. Y yo estaba inclinado a la idea de una novela acerca de un campo del pensamiento humano inmensamente importante que permanece desconocido. Pero tenía que entrar como novicio, con cierta deferencia. Tenía que avanzar en mi tema. Ningun otro libro que he hecho fue a la vez tan divertido y laborioso. Y todo el tiempo que estuve escribiendo el libro, escribía un libro de sombra en otra parte de mi mente, la misma historia, el mismo personaje central pero en un libro pequeño, del tamaño de un libro de niños, tal vez era un libro de niños, con menos estructura, menos peso, cuatro personajes en vez de ochenta y cuatro o ciento cuatro. Entrevistador: Lo que usted escribió es muy diferente de sus primeros tres libros. DeLillo: Alguien dijo que Ratner’s Star es el monstruo en el medio de mi trabajo. Pero tal vez está en órbita alrededor de los otros libros. Pienso que los otros libros constituyen una unidad compacta y que Ratner’s Star gira en órbita alrededor de esta unidad a una distancia muy grande. Entrevistador: Su próximo libro fue Players. DeLillo: La estructura otra vez pero de una manera completamente diferente. La estructura como algo que las personas necesitan en sus vidas. Trata de dobles vidas. La segunda vida no solo es la secreta. Es la vida más estructurada. Las personas necesitan reglas y límites, y si la sociedad no las provee en la medida suficiente, los individuos afectados pueden terminar en algo más profundo y peligroso. El terrorismo se crea sobre la estructura. Un acto terrorista es una narrativa estructurada ensayada por días o semanas o hasta años si hay rehenes involucrados. Lo que llamamos vida en la sombra de los terroristas, o pistoleros, o doble agentes es de hecho el lugar donde una cierta claridad toma efecto, donde importan las definiciones, y ambos lados tienden a seguir el mismo grupo de reglas. Entrevistador: Owen Brademas, un personaje en The Names, hace algunas observaciones interesantes acerca de la novela. En un punto dice, “Si yo fuera escritor, como disfrutaría si me dijeran que la novela está muerta. Cuan liberador es trabajar en los márgenes externos de la percepción central. Eres el demonio de la literatura”. DeLillo: La novela no está muerta, ni siquiera seriamente herida, pero pienso que estamos trabajando en los márgenes, trabajando en las sombras de la grandeza y la influencia de la novela. Hay mucho talento impresionante alrededor, y hay fuerte evidencia de que los escritores jóvenes se están moviendo hacia lo histórico, encontrando temas más amplios. Pero cuando hablamos de la novela tenemos que considerar la cultura en la cual opera. Todo en la cultura reclama contra la novela, particularmente la novela que trata de ser igual a las complejidades y excesos de la cultura. Por eso es que libros como JR y Harlot’s Ghost y Gravity’s Rainbow y The Public Burning son importantes, por nombrar solo cuatro. Ellos ofrecen muchos placeres sin hacer concesiones al lector de rango medio, y absorben e incorporan la cultura en vez de divertirse con ella. Y está el trabajo de Robert Stone y Joan Didion, quienes son escritores de conciencia y trabajadores sufridos de la oración y el párrafo. No quiero hacer listas de nombres porque las listas son una forma de histeria cultural, pero tengo que mencionar Blood Meridian por su belleza y honor. Estos libros y escritores nos muestran que la novela todavía es lo suficientemente espaciosa y valiente para abarcar enormes areas de experiencia. Tenemos una literatura rica. Pero a veces es una literatura muy propensa a ser neutralizada, a ser incorporada al ruido del ambiente. Por eso necesitamos al escritor en la oposición, al novelista que escribe contra el poder, quien escribe contra la corporación o el estado o el aparato completo de asimilación. Estamos a un latido de convertirnos en música de ascensor. Entrevistador: ¿Podría contarme acerca del pasaje de White Noise en el cual Jack escucha a su hija Steffie hablando dormida, y ella repite las palabras Toyota Celica? DeLillo: Hay algo casi místico acerca de ciertas palabras y frases que flotan a través de nuestras vidas. Es misticismo de computadoras. Palabras que son generadas por computadoras para ser usadas en productos que podrían ser vendidos en cualquier parte desde Japón hasta Dinamarca, palabras ideadas para ser pronunciables en cientos de lenguajes. Y cuando sacas una de estas palabras del producto que fue diseñado para servir, la palabra adquiere calidad de cántico. Hace años alguien decidió, no sé como se llegó a esa conclusión. Que la frase más hermosa en el lenguaje inglés era cellar door. Si te concentras en el sonido, si disocias las palabras del objeto que denotan, y si dices las palabras una y otra vez, se convierten en una especie de esperanto superior. Por eso es que Toyota Celica empezó su vida. Era puro cántico al principio. Entonces tuvieron que buscar un objeto para relacionarlo a las palabras. Entrevistador: Cuénteme de la investigación que hizo para Libra. DeLillo: Hubo varios niveles de investigación, investigación de escritor de ficción. Yo indagaba acerca de fantasmas, no de personas vivas. Fui a Nueva Orleans, Dallas, Fort Worth, y Miami y miré casas y calles y hospitales, escuelas y bibliotecas, esto era principalmente para buscar a Oswald pero también a otros, y después de un tiempo empezaron a salir los personajes desde mi mente y mis cuadernos hacia el mundo. Entonces hubo libros, revistas viejas, fotografías viejas, reportes científicos, material impreso por periódicos oscuros, material que mi esposa consiguió con familiares de Texas. Y un tipo de Canadá con un garaje lleno de cosas sorprendentes, cintas de audio de Oswald hablando en un programa radial, cintas de audio de su madre leyendo cartas de él. Y miré películas aficionadas filmadas en Dallas el día del asesinato, poderosas tomas crudas que incluían la película de Zapruder. Y hubo momentos cuando sentí una excitación supersticiosa, que llegó a través de un objeto que pareció alcanzar mis propias teorías. Cualquiera que entre en este laberinto sabe que tienes que convertirte en parte en científico, novelista, biógrafo, historiador y detective existencial. El paisaje estaba lleno de secretos, y esta novela en progreso era mi propio secreto precioso, le dije a muy pocas personas lo que estaba haciendo. Luego estaba The Warren Report, el cual es el Oxford English Dictionary del asesinato y también la novela joiceana. Este es el documento que captura la riqueza completa y la locura y significado del evento, a pesar del hecho que omite cerca de tonelada y media de material. No soy un investigador obsesivo, y pienso que leí tal vez la mitad de The Warren Report, el cual totaliza veintiseis volúmenes. Hay acres de reportes del FBI que apenas toqué. Pero para mi los momentos más aburridos e insignificantes son parte de la experiencia. Por eso es que una vida se refleja en su forma más simple, registros escolares, listas de posesiones, fotografías seriadas encontradas en una gaveta de la cocina. Tomó siete segundos matar al presidente, y todavía estamos recogiendo evidencia y hojeando documentos y buscando personas con quien hablar y trabajando a través de la trivia. La trivia es excepcional. Cuando vi los registros dentales de la madre de Jack Ruby sentí un acceso de admiración. ¿De verdad ellos se ponían esto? El testimonio de los testigos fue un gran recurso, lenguaje puntual, expresiones regionales, la sintaxis doblada de Marguerite Oswald y otros como un tipo de genio improvisado y las vidas de obreros de trenes y nudistas y recepcionistas telefónicos. Yo tenía que ser práctico con eso, así resistí la urgencia de leer todo. Entrevistador: Cuando salió Libra, sentí que ese era un opus magno, el logro de una vida. ¿Sabía usted lo próximo que haría? DeLillo: Pensé que estaría atormentado por esta historia y estos personajes por algun tiempo, y resultó ser así. Pero eso no afectó la búsqueda del nuevo material, el sentido de que era tiempo de empezar a pensar en un libro nuevo. Libra tendrá un efecto de permanencia en mi parcialmente porque me involucré profundamente con la historia y parcialmente porque la historia no tiene un final aquí en el mundo más allá del libro, nuevas teorías, nuevos sospechosos y nuevos documentos siguen apareciendo. Eso nunca terminará. Y no hay razón de que debería terminar. Cuando se cumplió el aniversario veinticinco un periódico tituló su historia acerca del asesinato. “El día que Estados Unidos se volvió loco”. Alrededor del mismo tiempo supe de tres grupos de rock, o tal vez dos grupos de rock y uno de música folklórica, de gira al mismo tiempo: los Oswalds, los Jack Rubies, y los Dead Kennedys. Entrevistador: ¿Cómo se siente normalmente al terminar de escribir una novela? ¿Se siente disgustado con lo que ha hecho? ¿Complacido? DeLillo: Usualmente me siento feliz de terminar y dudoso de lo que he hecho. Aquí es donde tienes que depender de otras personas, editores, amigos, otros lectores. Pero la cosa más extraña que me ha pasado al finalizar un libro tiene que ver con Libra. Yo tenía una fotografía de Oswald recostada en un estante de libros sobre mi escritorio, la foto en la cual el sostiene un rifle y algunos periódicos de izquierda. Estuvo ahí por casi todo el tiempo que estuve trabajando en el libro, alrededor de tres años y tres meses. Cuando llegué a la última oración, una oración cuyas palabras precisas yo conocía mucho antes de llegar a la última página, una oración a la que había estado deseoso de llegar, cuando finalmente llegué a ella, probablemente la tipeé a una velocidad más rápida de lo usual, sentí el alivio y satisfacción más profundos, la foto empezó a deslizarse del estante, y tuve que hacer una pausa para tomarla. Entrevistador: Hay un pasaje en un trabajo crítico sobre usted que me molestó un poco, no sé si eso provino de una entrevista que usted dio o solo una suposición sobre el escritor, en el cual se planteó que usted no cuida sus personajes. DeLillo: Un personaje es parte del placer que un escritor le quiere dar a sus lectores. Un personaje vivo, que dice cosas interesantes. Quiero dar placer a través del lenguaje, de la arquitectura de un libro o de una oración, y a través de personajes quienes puedan ser divertidos, duros, violentos, o todo eso. Pero no soy el tipo de escritor que modela ciertos personajes y quiere que los lectores actúen igual. El hecho es que a cada escritor le gustan sus personajes al grado de que es capaz de trabajar su existencia. Digamos que inventas un personaje quien empuja a su madre por unas escaleras. Ella es una dama de edad avanzada en silla de ruedas y tu personaje viene a casa borracho y la empuja por una larga fila de escalones. ¿Automáticamente te disgusta este hombre? Él ha hecho una cosa terrible. Pero no creo que eso sea así de simple. Tus sentimientos hacia este personaje dependen de si o no te has dado cuenta de él completamente, si lo entiendes. No se trata de una simple pregunta de gustar o disgustar. Y no necesariamente muestras tus sentimientos hacia un personaje de la misma forma como lo haces con las personas reales. En Mao II sentí enorme simpatía hacia Karen Janney, simpatía, comprensión, afinidad. Fui capaz de entrar a su conciencia rápida y fácilmente. Y traté de mostrar esta simpatía y afinidad a través del lenguaje que usé cuando escribí desde su punto de vista, una presencia descuidada de libre flujo completamente diferente de los puntos de vista e los otros personajes. Karen no es especialmente jovial. Pero una vez que le di una vida independiente de mi propia voluntad, no tuve otra elección que quererla, aunque sea simplista ponerlo de esa manera, y eso se muestra en las oraciones que escribí, las cuales están libras de las restricciones usuales que unen a las palabras en una oración de cierta manera. Entrevistador: ¿Escribió usted Libra para una audiencia mayor que la que había logrado en su momento para The Names? DeLillo: Yo no sabía como hacer eso. Mi mente trabaja de una manera, hacia hacer un momento complejo de otro simple, y esa no es la manera de ganar una audiencia más grande. Pienso que tengo la audiencia que mi trabajo debe tener. No es un trabajo fácil. Y tienes que entender que empecé a escribir novelas tarde y con pocas expectativas. Ni siquiera pensaba en mi como escritor hasta que estuve dos años escribiendo mi primera novela. Cuando tenía dificultades con ese libro, me sentía sin suerte, sin bendición del destino ni del futuro, y casi todo lo que ha ocurrido desde entonces ha probado que yo estaba equivocado. Así que algo de mis naturales escepticismo y pesimismo han sido atemperados por la aceptación. Esto no ha suavizado el tono de mi trabajo, eso simplemente me ha hecho notar que he tenido una vida sortaria como escritor. Entrevistador: Puedo ver como Mao II saldría naturalmente de Libra, desde un punto de vista temático, el terrorista y el hombre de la habitación pequeña. Pero soy curioso del por qué, luego de Libra, usted regresó a la forma y el sentir de sus novelas previas. Hay algo acerca de la vagancia en Mao II que va de regreso a Players o Running Dog. DeLillo: La estructura desnuda de Mao II es similar a la manera como Players es desplegada, incluyendo un prólogo y un epílogo. Pero Mao II es una suerte de libro de movimiento y descanso, para inventar una categoría. La primera mitad del libro pudo haber sido llamada “The Book”. Bill Gray hablando de su libro, acumulando páginas de manuscrito, viviendo en una casa que opera como un tipo de gabinete de archivo para su trabajo y todo el otro trabajo que engendra. Y la segunda parte del libro podría haber sido llamada “The World”. Aquí, Bill escapa de su libro y entra al mundo. Este resulta ser el mundo de la violencia política. Yo había casi terminado la primera mitad del libro antes de darme cuenta como debía ser modelada la segunda mitad. Estaba escribiendo a ciegas. Fue una dificultad hasta ese punto, pero una vez que entendí que Bill tenía que escapar de sus manejadores, las cosas más obvias tienden a tomar la forma de revelaciones, sentí un surgimiento de excitación porque el libro finalmente se había revelado ante mi. Entrevistador: Hablamos brevemente acerca de hombres en habitaciones pequeñas. Bill Gray el escritor. Lee Oswald el que argumenta. Owen Brademas en la ciudad vieja de Lahore. Bucky Wunderlick lanzado de la tarima del concierto y escondido. ¿Pero que hay de la multitud? “El futuro pertenece a las multitudes”, escribió usted en Mao II. La oración fue citada mucho. DeLillo: En Mao II pensé en escritor recluido, el arco individualista, vivir fuera de la imagen del mundo. Y entonces la multitud, muchos tipos de multitudes, personas en estadio de futbol, personas reunidas alrededor de enormes fotografía de santos o jefes de estado. Este libro es un argumento del futuro. ¿Quién gana la batalla por la imaginación del mundo? Hubo un tiempo cuando el mundo interno del novelista, la visión privada de Kafka y tal vez la de Beckett, eventualmente se doblaba en un mundo de tres dimensiones en el que vivíamos. Estos hombres escribieron una especia de narrativa mundial. Y así hizo Joyce en otro sentido. Joyce convirtió el libro en un mundo con Ulises y Finnegans Wake. Hoy, el mundo se ha convertido en libro, más precisamente una historia de noticias o programa de televisión o filmación de película. Y la narrativa mundial está siendo escrita por hombres quienes orquestan eventos desastrosos, líderes militares, líderes totalitarios, terroristas, hombres enfermos de poder. Las noticias del mundo es la novela que las personas quieren leer. Llevan la narrativa trágica que solía pertenecer a la novela. Las multitudes de Mao II, excepto por la boda masiva, son multitudes televisivas, masas de personas que vemos en la cobertura de noticias de eventos terribles. La noticia ha estado llena de multitudes, y la audiencia televisiva representa otro tipo de multitud. La multitud partida en millones de habitaciones pequeñas. Entrevistador: Uno de los momentos más divertidos de Mao II, un momento divertido feroz, ocurre cuando Bill Gray ha sido atropellado por un carro, y él se acerca a un grupo de veterinarios para tratar de determinar la magnitud de su daño. ¿De donde salió eso? DeLillo: Dije algo antes acerca de ir de momentos simples a complejos. Esta es una de esas instancias. Yo quería revelar la seriedad de la condición física de Bill Gray, pero parecía ridículamente simple hacerlo caminar hacia lo oficina de un médico. En parte porque el no quería ver un médico, temía la dura realidad, pero principalmente porque yo quería hacer algo más interesante. Así que tomé una ruta indirecta e intenté enriquecer el trayecto. Yo quería hacer de la información médica básica una ocasión para el diálogo cómico y para el interesante juego de los niveles. Lo que quiero decir es que Bill pretende ser escritor, por supuesto él es escritor, hacer la investigación de un asunto médico él quiere colocar eso en su libro. Esto resulta ser exactamente lo que yo hice antes de escribir el pasaje. Hablé con un médico acerca del tipo de lesión que Bill sufrió cuando el carro lo golpeó y que consecuencias podría tener y como podrían manifestarse los efectos de la lesión. Y reflejé sus respuestas a través de tres veterinarios británicos que tratan de comprometer a un extraño quien podría estar gravemente enfermo y no está seguro como se siente al respecto. Bill el escritor se convierte en su propio personaje. Él trata de atenuar la información, suavizarla un poco, al establecer un tipo de ficción. Él necesita eso para un libro, les dice, pero resultó ser que era mi libro, no el de él. Entrevistador: Hay varios personajes en su trabajo quienes descubren que van a morir más pronto de lo que pensaban, aunque no saben exactamente cuando. Bucky Wunderlick no va a morir, pero le ha dado algo muy feo, y por todo lo que sabe los efectos colaterales son muy duros; Jack Gladney, envenenado por el derrame tóxico, es otro ejemplo obvio; y entonces llegamos a Bill Gray con su accidente automovilístico. ¿Qué significa esta mortalidad acelerada pero vaga? DeLillo: ¿Quién lo sabe? Si escribir es una forma concentrada de pensar, entonces la escritura más concentrada termina en algún tipo de reflexión sobre morir. Esto es lo que eventualmente confrontamos si pensamos si pensamos mucho por largo tiempo. Entrevistador: Podría eso estar relacionado a la idea de Libra de que… DeLillo: …¿todos los argumentos llevan a la muerte? Me parece que es posible. Eso ocurre en Libra, y ocurre en White Noise, lo cual no necesariamente significa que estas sean novelas altamente argumentadas. Libra tiene muchas disgresiones y meditaciones, y la vida de Oswald drena a lo largo de buena parte del libro. Es el argumentista original, Win Everett, quien se pregunta si su conspiración podría desarrollar tentáculos que convertirán un susto de asesinato en un homicidio real, y por supuesto eso es lo que ocurre. El argumento extiende su propia lógica hasta el último punto. Y White Noise desarrolla un argumento de adulterio que atrapa al héroe, justificando sus miedos acerca de las energía mortales contenidas en los argumentos. Cuando pienso en novelas altamente argumentadas pienso en ficción detectivesca o ficción misteriosa, el tipo de trabajo que siempre produce unos pocos cadáveres. Pero esos cadáveres son solo puntos del argumento, no personajes trabajados. El argumento del libro o se mueve inexorablemente hacia el cadáver o fluye directamente desde él, y mientras la situación sea mas artificial, mejor. Los lectores pueden visualizar sus miedos al enfrentar la experiencia de la muerte de manera superficial. Una novela de misterio localiza la fuerza de la muerte real fuera del libro, la presenta ajustadamente en un argumento, la hace menos tenebrosa al contenerla en una especie de formato de juego. Entrevistador: Usted ha dicho que sus libros no podían ser escritos en el mundo que existió antes del asesinato de Kennedy. DeLillo: Nuestra cultura cambió de muchas formas. Y estos cambios están entre las cosas que aparecen en mi trabajo. Está la dispersión aleatoria del evento, el motivo extraviado, la violencia que las personas no solo cometen sino que parecen ver simultáneamente desde una distancia desinteresada. Luego la incertidumbre que sentimos acerca de los hechos básicos que rodean el caso, número de pistoleros, número de disparos, y así sucesivamente. Nuestro contacto con la realidad se ha sentido un poco amenazada. Cada revelación sobre el evento parece producir nuevos niveles de secrecía, vínculos inesperados, y me parece que esto ha sido parte de mi trabajo, la mentalidad clandestina, como la gente ordinaria se espía a si misma, como los centros de poder operan y manipulan. Nuestra historia de posguerra ha sido tanques en las calles y fuerza masiva ocasional. . Pero principalmente tenemos al individuo en la habitación pequeña, el desconocido quien sale de las sombras y cambia todo. Esa semana en Maine, esa calle que vi que me hizo pensar que tenía que escribir una novela, bien, compré un periódico el mismo día o quizás más adelante en la semana, había una historia acerca de Charles Whitman, el hombre joven quien subió al tope de una torre en Austin, Texas y disparó y mató a más de una docena de personas e hirió cerca de treinta más. Llevó varias pistolas allá arriba. Llevó provisiones con él, listo para una persecución larga, incluyendo desodorante axilar. Y recordé pensar, otra vez Texas. Y también, desodorante axilar. Esa fue mi semana en Maine. Entrevistador: Una de las otras cosas que es muy importante en Libra es la existencia de una versión filmada del asesinato. Uno de los puntos que usted hace es que la televisión no actuó por su cuenta hasta que filmó el asesinato de Oswald. ¿es posible que una de las cosas que lo marca como escritor es que usted es un escritor postelevisión? DeLillo: A Kennedy le dispararon mientras era filmado, a Oswald en la tv. ¿Significa eso algo? Tal vez que la muerte de Oswald se hizo instantáneamente repetible. Pertenecía a todos. La película de Zapruder, la película de la muerte de Kennedy, fue vendida, distribuida y promocionada muy selectivamente. Fue una grabación exclusiva. Así que las diferencias sociales seguían haciendo estragos, la jerarquía surgía rápido, podías ver a Oswald morir mientras cenabas frente al televisor, y él todavía moría al momento cuando te ibas a la cama, pero si querías ver la película de Zapruder tenías que ser muy importante o tenías que esperar hasta los años ’70 cuando creo que fue mostrada una vez en televisión, o tenías que pagarle a alguien treinta mil dólares para verla, pienso que esa era la tarifa. La película de Zapruder es una pieza casera que dura alrededor de dieciocho segundos y probablemente podría inspirar cursos universitarios en una docena de asignaturas desde física hasta historia. Y cada nueva generación de expertos técnicos llega a inspirarse con la película de Zapruder. Esa película representa toda la esperanza que invertimos en la tecnología. Una nueva técnica mejorada o un nuevo análisis computacional, no solo de Zapruder sino de otras grabaciones clave y hasta de fotografías, finalmente nos dirán con precisión que ocurrió. Entrevistador: Lei eso exactamente de la manera opuesta, lo cual puede ser a lo que usted se aproxima. A pesar de la existencia de la película, es una gran ironía, que no sepamos que ocurrió. DeLillo: Todavía estamos en la oscuridad. Lo que finalmente tenemos son parches y sombras. Todavía es un misterio. Aún hay un elemento de pesadilla. Y una de la pesadillas terribles es que nuestro presidente más fotogénico es asesinado en en una película. Pero hay algo inevitable en la película de Zapruder. Tenía que pasar de esta manera. El momento pertenece al siglo veinte, lo cual significa que tenía que ser capturado en una película. Entrevistador: ¿Podemos ir más lejos y decir que parte de la confusión es creada por la película? Despues de todo, si la película no existiera sería mucho más difícil hablar de una teoría de la conspiración. DeLillo: Pienso que cada emoción que sentimos es parte de esa película, y ciertamente la confusión es una de las más grandes, si. La confusión y el horror. El disparo a la cabeza es como un momento pornográfico y feo que ocurre sin advertencias en nuestras salas, alguna verdad acerca del mundo, alguna actividad innombrable en la que se compromete la gente de la que no queremos saber. Y luego de la confusión cuando Kennedy es impactado la primera vez, y cuando Connally es impactado, y por qué la esposa del presidente se revuelve en el asiento, y simultanea con el horror del disparo en la cabeza, parte del horror quizás, hay una revelación. Porque el disparo en la cabeza es la declaración más directa de que la bala letal fue disparada desde adelante. Cualesquiera que sean las posibilidades físicas relacionadas con impacto y reflejo, miras esta cosa y preguntas que está pasando. ¿Estás viendo alguna distorsión en el medio de la película o en tu percepción de las cosas? ¿Eres la víctima de alguna enorme mentira del estado, una mentira, un deseo, un sueño? O, ¿Simplemente el disparo vino desde adelante, como te dice cada célula de tu cuerpo que ocurrió? Entrevistador: Desde David Bell al hacer una película de si mismo en Americana, hasta la película porno tipo Fuhrer-bunker de Running Dog, hasta la minilectura del cineasta Volterra en The Names, usted regresa incesantemente al tema de las películas. “El siglo veinte está en una película”, escribió usted en The Names, ese es “el siglo filmado”. DeLillo: La película nos permite examinarnos de maneras que no podían las sociedades anteriores, examinarnos, imitarnos, extendernos, reformular nuestra realidad. Eso permea nuestras vidas, esa doble visión, y también nos abstrae, nos convierte a algunos en actores ensayando. En mi trabajo, el cine y la televisión están a menudo ligados con el desastre. Porque esta es una de las energías que carga la cultura. La tv tiene una especie de morbo por las malas noticias y la calamidad debido a que es visual. Hemos llegado al punto donde si las cosas existen, estas pueden ser filmadas e interpretadas y reinterpretadas. Algunas personas pueden haber tenido la impresión de que la guerra del golfo fue hecha para la televisión. Y cuando el Pentágono censuró la cobertura cercana, las personas se deprimieron. Toda esa euforia que oscilaba a través del país de pronto colapsó, no porque no fuésemos ganando sino porque les habían quitado su filmación del combate. Piensa en las imágenes más repetidas. El video de Rodney King o el desastre del Challenger o Ruby disparándole a Oswald. Estas son las imágenes que nos conectan con la manera como Betty Grable solía adherirnos a su traje de baño blanco, mirándonos por encima del hombro en la famosa toma. Y ellos las pasan una y otra, y otra, y otra, y otra vez. Esa es la narrativa del mundo, así que las muestran hasta que todos en el mundo las han visto. Entrevistador: Frank Letricchia se refiere a usted como el tipo de escritor quien cree que la forma y el destino de la cultura dicta la forma y el destino del ser. DeLillo: Si, y tal vez podemos pensar acerca de Running Dog en ese respecto. Este libro no trata exactamente de la obsesión, trata del mercadeo de la obsesión. La obsesión como producto que se ofrece al mayor postor o al tonto más emprendedor, lo cual es una especie de la misma cosa en este libro en particular. Tal ves esta novela es una respuesta a la guerra de Vietnam, a eso es a lo que me aproximo, y como la guerra afectó la manera como las personas trabajaban sus estrategias propias, como los individuos conducían sus vidas. Hay una necesidad creciente entre los personajes, una urgencia que sienten ciertos personajes por adquirir el objeto sagrado del libro, una película casera hecha en el comando de Hitler. Toda la paranoia, la manipulación, la violencia, los deseos son una forma de caída desde la experiencia de Vietnam. Y en Libra, por supuesto, aquí tenemos a Oswald viendo tv, Oswald ajustando su rifle, Oswald imaginando que él y el presidente son similares de muchas maneras. Veo a Oswald desde Rusia, como un hombre rodeado de promesas de realización, realización de consumidor, realización personal. Pero él es pobre, inestable, cruel con su esposa, difícilmente empleable, un hombre quien tiene que entrar a su propia película de Hollywood para ver quien es y como debe dirigir su destino. Esta es la fuerza de la cultura y el poder de la imagen. Y esta también es una historia que hemos visto actualizada a través de los años. Es la historia del hombre joven desafectado quien sospecha que hay emanaciones sacras que fluyen desde los cielos de los medios y quien siente que la única manera de entrar a ese remolino bendito es a través de algun acto de teatro de violencia. Pienso que Oswald fue una persona quien perdió su fe, su fe en la política y en la posibilidad de cambio, y quien entró a los últimos meses de su vida no muy diferente de los muchachos envenenados por los medios a quienes seguía. Entrevistador: En The New York Review of Books usted fue llamado “el shaman principal de la escuela paranoica de la ficción americana”. ¿Qué significa ese título para usted, si tiene alguno? DeLillo: Me doy cuenta que este es un título que uno podría llevar honorablemente. Pero no estoy seguro de habérmelo ganado. Ciertamente hay un elemento de paranoia en mi trabajo, Libra, si, aunque no tan pronunciado como piensan algunos. En este libro el elemento de la oportunidad y la coincidencia puede ser tan fuerte como el sentido de una historia diseñada. La historia es diseñada después del asesinato, no antes. Running Dog y Great Jones Street pueden tener también un guiño paranoico. Pero yo no soy paranoico. He sacado este elemento del aire que me rodea, y eso era una fuerza mayor en los años sesenta y setenta de lo que es ahora. Lo importante acerca de la paranoia en mis personajes es que opera como una forma de reverencia religiosa. Es algo viejo, un residuo de una parte olvidada del alma. Y las agencias de inteligencia que crean y sirven a esta paranoia no son interesantes para mi como manejadores de espías o maestros del espionaje. Ellas representan misterios viejos y fascinaciones, cosas inefables. Inteligencia central. Ellas son como iglesias que mantienen los secretos finales. Entrevistador: Se ha dicho que usted tiene una “visión ostensiblemente oscura de la sociedad estadounidense”. DeLillo: No estoy de acuerdo, pero puedo entender como cierta clase de lector vería el lado oscuro de las cosas. Mi trabajo no ofrece las comodidades de otros tipos de ficción, trabajo que sugiere que nuestras vidas y nuestros problemas y nuestras percepciones no son diferentes hoy de lo que fueron cincuenta o sesenta años atrás. Yo no ofrezco comodidades excepto aquellas que residen en la comedia, la estructura y el lenguaje, y la comedia probablemente no es tan suave. Pero antes que todo hay lenguaje. Antes que la historia y la política hay lenguaje. Y es el lenguaje, el placer de hacerlo y doblarlo y verlo formarse en la página y silbar en mi cabeza, esto es lo que hace que mi trabajo se mueva. Y el arte puede ser estimulante a pesar de la oscuridad, y ciertamente hay material mucho más oscuro que el mío, si el lector es sensible a la música. Lo que trato de hacer es crear seres humanos complejos, hombres ordinarios extraordinarios y mujeres quienes viven en la piel particular de finales del siglo veinte. Trato de registrar lo que veo y oigo y siento a mi alrededor, lo que siento en las corrientes, en el material eléctrico de la cultura. Pienso que estas son fuerzas y energías estadounidenses. Y ellas pertenecen a nuestro tiempo. Entrevistador: ¿En que ha estado trabajando recientemente? DeLillo: En algun momento a finales de 1991 empecé a escribir algo nuevo que no sabía que sería, una novela, un cuento, una historia larga. Era simplemente unam pieza de escritura, y me dio más placer que cualquier otra escritura que haya hecho. Se convirtió en una novela corta. “Pafko at the Wall” y apareció en Harper’s cerca de un año después que la había empezado. En cierto punto decidí que no había la pieza. Yo estaba enviando señales al espacio y recibía ecos de vuelta, como un delfín o un murciélago. Así que la pieza, ligeramente alterada, es ahora el prólogo de una novela en progreso, la cual tendrá un título diferente. Y el placer se ha degradado hacia la realidad de la tierra. de nadie de la novela larga. Pero todavía escucho los ecos. Entrevistador: ¿Tienes usted algunos planes para después de la novela en progreso? DeLillo: No hay planes específicos. Pero estoy consciente de que el tiempo está limitado. Cada novela nueva estira el término del contrato, me da vida suficiente para hacer un libro más. ¿Cuántos libros conseguimos? ¿Cuánto trabajo bueno? Los dividendos de la novela dicen que veinte años de nuestro mejor trabajo y después de barrer la playa en búsqueda de piedras brillantes. No necesariamente estoy de acuerdo, pero estoy consciente de la velocidad del tiempo. Entrevistador: ¿Eso lo pone nervioso? DeLillo: No, eso no me pone nervioso, eso me hacer querer escribir un poco más rápido. Entrevistador: ¿Pero seguirá escribiendo? DeLillo: Seguiré escribiendo algo, seguro. Entrevistador: Me refiero, ¿no podría dedicarse a la jardinería? DeLillo: No, no, no, no, no. Entrevistador: ¿Handball? DeLillo: ¿Sabe lo que es un matón chino? Es un término de handball, cuando golpeas la pelota justo en la unión de la pared y el suelo, y el rebote es imposible de contestar. Eso solía ser llamado un matón chino. Traducción: Alfonso L. Tusa C.