miércoles, 20 de enero de 2016

¿Qué significa cuando los animales sufren una vasta mortandad?

James Gorman. The New York Times. 18-01-2016. ¿Están las mortandades ocurriendo más a menudo? Para el lector casual, puede parecer cierto con la regularidad de los reportes de miles de animales de una especie que mueren de repente. Las últimas víctimas son somormujos comunes del Pacífico Norte. Han estado muriendo por meses, pero las cifras estimadas se incrementaron dramáticamente cuando David Irons, un biólogo retirado del Fish and Wildlife Service de Estados Unidos, al caminar por una playa en Whittier, Alaska, encontró cerca de 8000 aves muertas a principios de enero. Desde entonces, equipos de búsqueda en botes desde Fish and Wildlife, United States Geological Survey y el Prince William Sound Science Center contaron otros 10.000 a 12.000 murres muertos en las playas y mar abierto de Prince William Sound, dijo Kathy Kuletz, una especialista en aves marinas para la región de Alaska del Fish and Wildlife Service. Como con la mayoría de las mortandades, las teorías están a la mano. Los somormujos pesan alrededor de un kilogramo y viven en grandes bandadas, se sumergen para alimentarse de pescado. En invierno, ellos usualmente cerca de la costa continental, y necesitan comer mucho para sobrevivir, para subir hasta la mitad del peso de su cuerpo en un día. Hay más de dos millones de ellos nada más en aguas de Alaska. Pero el año pasado no fue bueno para ellos. Los pájaros están desgastados y parecen estar pasando hambre, de acuerdo al National Wildlife Health Center de Wisconsin, el cual no ha encontrado evidencia de enfermedad o toxinas que puedan causar tales muertes. Cuando hay cambio en la temperatura del agua, como ha estado ocurriendo en el Pacífico Noreste, la comida de los pescados puede desaparecer. Aún así, esta mortandad ha sorprendió a los expertos, porque se ha mantenido por alrededor de un año y cubre una vasta area. La mayoría de la mortandades del pasado han estado más concentradas en el tiempo y el espacio, dijo John F. Piatt, experto en aves marinas con el United States Geological Survey de Anchorage. Los efectos de El Niño actual, un cambio en las corrientes oceánicas, aún no ha alcanzado Alaska. Si la historia es una guía, El Niño significa problemas para los somormujos. “Pienso que aun no hemos visto lo peor”, dijo el Dr. Piatt, quien dijo que habían muerto 100.000 o más aves y especuló que si pasaba lo peor, las muertes podían alcanzar muchos cientos de miles. Una pregunta más difícil para los investigadores es tratar de entender como el desastre de una población encaja con la mortandad de otros animales y si las mortandades han estado incrementándose en años recientes. Ciertamente, hay eventos recientes destacados, como la muerte de la mitad de todos los antílope saiga el año pasado. Y los renos, abejas y delfines de la costa este tambien han tenido mortandades en años recientes. Samuel Fey, un investigador en biología de Yale University, fue motivado por las noticias de los medios sobre las mortandades para investigar si ellas estaban aumentando en el tiempo. “Estos eventos individuales llaman muho la atención”, dijo él. “Ellas tienen mucho impacto”. Así que él y Stephanie Carlson, una especialista en ciencia ambiental en University of California, Berkeley, y un grupo de otros investigadores hicieron una base de datos de más de 700 eventos alrededor del mundo en 2.400 poblaciones animales desde finales del siglo 19. Su análisis, publicado hace un año, mostró que la magnitud de las mortandades desde 1940 se había incrementado. Pero en términos de frecuencia, todos ellos podrían decir que esos reportes de mortandades estaban ciertamente incrementándose. Ellos no podrían decir si los reportes representaban un incremento real o solo incrementaron la atención porque, como el Dr. Fey dijo la semana pasada luego de los reportes de las muertes de los somormujos, no hay base de datos central de grandes mortandades de aves, peces, ranas y otros animales. Él está sin embargo, trabajando para remediar esto con Julie Lenoch, una veterinaria y directora diputada del National Wildlife Health Center de la medición geológica en Madison, Wis. El centro hace necropsias de animales salvajes enviados allí por agencias como Fish and Wildlife y mantiene archivado lo que encuentra. Pero, la Dra. Lenoch dijo, “Solo probamos las muestras que recibimos”. Y debido a que es su único lente del fenómeno de las mortandades, ellos están en desventaja al tratar de contestar preguntas mayores. “Entender la causa y la consecuencia de las mortandades de animales es críticamente importante”, dijo ella, porque pueden estar involucradas enfermedades como la rabia, West Nile o gripe aviar, que se podrían dispersar hacia animales de granjas, animales domésticos o humanos. Los tóxicos químicos pueden ser una causa, estos pueden afectar otros animales y humanos. O pueden estar involucrados cambios climáticos o del tiempo, y reconocer patrones podría ayudar a preparase para futuros eventos y entender mejor los sistemas naturales. Ahora existen algunas bases de datos. La National Oceanic and Atmospheric Administration tiene una para vida salvaje oceánica. Y la medición geológica tiene una base de datos histórica de mortandades animales llamada Whispers que apareció en línea hace como un año. Bases de datos separadas no son adecuadas, sin embargo, dijo ella. Así que ella y el Dr, Fey esperan tener una reunión de representativos de estado y agencias federales y otros involucrados en el cuidado animal para empezar el trabajo de crear una base de datos central. Para los somormujos, no hay nada que hacer más que observar, estudiar y registrar las muertes, con un ojo en entender lo que esto dice de los efectos de los cambios en el océano. Las aves tienen una gran capacidad de reponerse, dijo el Dr. Piatt. Desde 1984 hasta 1985, dijo él, 95 porciento de los somormujos comunes de Barents Sea en Rusia y Noruega desaparecieron, aparentemente debido a la pesca excesiva de capelin. Hoy, hay más de ellos que nunca. Por otro lado, cuando los somormujos cercanos a las Farallon Islands de California tuvieron una caída de su población en 1983, algunas colonias casi se desvanecieron, y el crecimiento de la población fue muy lento después de la mortandad. “Los somormujos pueden reponerse”, dijo el Dr. Piatt. “Pero a veces, no lo hacen”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

sábado, 16 de enero de 2016

Cheo Feliciano, Cortés cantante de salsa, fallece a los 78 años de edad

Bruce Weber. The new York Times. 19-04-2015. Cheo Feliciano, un importante intérprete de salsa renombrado por sus canciones de amor y sus improvisaciones vanguardistas, falleció en un accidente automovilístico el jueves 16 de abril en San Juan, P.R. Él murió cuando el carro que manejaba solo chocó contra un poste, le dijo la policía a The Associated Press. No usaba el cinturón de seguridad, dijeron ellos. Un barítono bien parecido y cortés, Mr. Feliciano se recuperó de la adicción a las drogas y se convirtió en una celebridad en Puerto Rico y en la comunidad mayor de la música latina. Él fue igualmente impresionante como sonero y cantante quien podía improvisar rimas y melodías de ritmos afrocaribeños, y como intérprete romántico, al cantar boleros. Durante los años ’70 él se convirtió en una gran estrella de la salsa (el nombre fue usado por los publicistas estadounidenses como un atractivo de varios ritmos latinos) cuando grabó para el sello de Nueva York, Fania. Su primer álbum como solista, “Cheo”, incluía canciones que se convirtieron en sus cartas de presentación: “Anacaona” y “Mi Triste Problema”. “Él fue un ícono, amado por las mujeres”, dijo Joe Conzo Sr., un historiador musical y amigo de mucho tiempo de Mr. Feliciano, en una entrevista el jueves. “Sus boleros, hacían delirar a las mujeres”. Mr. Feliciano pasó varios años a finales de los años ’50 y comienzos de los ’60 cantando, en castellano e inglés, con el sexteto de Joe Cuba, un ensamble que ayudaba a introducir la música latina a la gran audiencia estadounidense. Él también grabó con importantes músicos latinos incluyendo a Eddie Palmieri y Tito Puente, y fue miembro por mucho tiempo de la Fania All-Stars, el grupo organizado por Fania Records que incluía a las principales figuras de la salsa de los años ’70. En 1973, Mr.Feliciano estaba con Fania All-Star cuando actuaron en Yankee Stadium. Un álbum de 1975 de ese concierto, “Live at Yankee Stadium”, fue inducido en el registro nacional de grabaciones de la Librería del Congreso que son “cultural, histórica y estéticamente importantes”. En 2008, en el Latin Grammy Awards, Mr. Feliciano fue homenajeado por su carrera vitalicia. El mismo año, celebró sus 50 años en la música con un concierto en Madison Square Garden, una actuación reportada por Jon Pareles, el principal crítico de música pop de The Times. “Mr. Feliciano, quien cumple 73 años el 3 de julio, aún es un cantante formidable a cualquier velocidad”, escribió Mr. Pareles. “Su voz de barítono suena firme, hasta cuando canta, como a menudo lo hace, de los dolores del amor. Respaldado con las rumbas y guaguancó de la salsa dura, él es un sonero quién modula sílabas percusivas y rimas improvisadas sobre la marcha. Al avanzar al tempo del bolero, él también es un consumado intérprete romántico de baladas latinas, con un toque de Sinatra, quién es suave pero rítmicamente impredecible. Varios invitados grabaron a dueto con Mr. Feliciano, algunos improvisaron sus rimas propias en tributo a él. Ninguno lo superó”. Cheo Feliciano nació como José Luis Feliciano Vega en Ponce, Puerto Rico, el 3 de julio de 1935. Su padre era carpintero, y la familia era pobre pero musical. El joven Cheo (un apelativo común por José), quien recibió alguna educación musical rudimentaria en una escuela patrocinada por el gobierno, fue inicialmente un percusionista y estableció su primer grupo antes de los 10 años, lo llamó El Combo Las Latas, porque hacían sus instrumentos con perolas. “Todo lo que pasaba entre nosotros tenía que ver de alguna manera con la música”, dijo Mr. Feliciano en una entrevista de 2000 con la página web descarga.com. El Combo Las Latas, agregó él, “era de puros niños, pero a esa edad tan temprana nosotros entendíamos de percusión, melodía y canto”. Cuando Cheo era adolescente su familia se mudó a la ciudad de Nueva York, donde él tocaba las congas y cantaba cuando un grupo necesitaba un vocalista. Él conoció músicos reconocidos luego de registrarse como percusionista en el sindicato musical, y sirvió como atrilero, una especie de muchacho de diligencias, para muchos de ellos, incluyendo al destacado Tito Rodríguez, quien le dio al joven Cheo su primera oportunidad de actuar en público. Mr. Feliciano se hizo adicto a la heroína en los años ’60 y para el final de la década fue forzado a suspender su carrera de cantante. Regresó a Puerto Rico, donde entró a un programa conocido como Hogar CREA, para tratar su dependencia de la droga. Él pasó tres años de retiro autoimpuesto, y cuando sintió que estaba listo, empezó su regreso, al firmar con Fania. En las décadas siguientes hizo docenas de grabaciones, para fania y otras compañías, y viajó por LatinoAmérica y Europa. A Mr. Feliciano le sobrevive su esposa, Socorro Prieto de Feliciano, conocida como Coco, con quién él se casó el 5 de octubre de 1957, el mismo día que debutó con el sexteto de Joe Cuba. The Asociated Press reportó que también le sobreviven cuatro hijos. En la entrevista de 2000, Mr. Feliciano recordó las circunstancias juveniles que lo llevaron al escenario como cantante por primera vez. Alguien, dijo él, le había dicho a Tito Rodríguez que un hombre joven llamado Cheo podía cantar un poco. “Tito me conocía como Cheo pero no sabía que ellos hablaban de mí”, recordó Mr. Feliciano. “ ‘¿Cual Cheo?’ ‘Cheo, Cheo, tu atrilero’. Él dijo, ‘Cheo, ¿Tu cantas?’ Y tuve el impulso para decir, “Soy el mejor cantante del mundo’. Y él rió. Dijo, ‘Bien, vas a tener que probarlo ahora’”. Una noche poco después, estando en escena con su orquesta en el Palladium de Nueva York, Mr. Rodríguez lo presentó a la multitud. “Él me dio las maracas y dijo: ‘Canta. Muéstrame que eres el más grande’”, dijo Mr. Feliciano. “Y canté”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 13 de enero de 2016

Sugar Ray Leonard: ‘Me sentía seguro en el cuadrilátero. Mi corazón se ponía de hielo’.

El legendario campeón habla de abuso sexual, cocaína, alcohol, y como venció algunos de sus oponentes más duros en el pugilismo. Lunes, 19 de marzo de 2012. Donald McRae. The Guardian. “Hombre, eso es tenebroso”, dice Sugar Ray Leonard mientras sus ojos se abren y palmea mi brazo. “Eso me golpea como un trueno. Es sorprendente como la verdad te llega así”. Aún cuando es espectral, Leonard aún parece como de un millón de dólares. El rostro bien parecido y el brillo de su sonrisa permanecen, aún si están desgastados por años de dolor. Más allá de sus peleas épicas en los años ’80 contra Thomas Hearns, Roberto Durán y Marvin Hagler, Leonard ha vivido batallas más solitarias. El hombre de 55 años de edad cargó por décadas con el secreto de que había sido objeto de abuso sexual dos veces cuando era niño por hombres de mediana edad, mientras sus más recientes episodios con las drogas y el alcoholismo cruzaban un terreno desolado. Esta es la forma como se despliega la entrevista con uno de los peleadores más grandes de la historia, Leonard reacciona con inmediatez cruda. “Dígame otra vez lo que él dijo”, apremia él. Y así recuento con más detalle, como hace años en Las Vegas, Hugh McIlvanney, el gran periodista de boxeo, quien entonces trabajaba para el Observer, escuchaba pacientemente mientras yo hablaba de las “malas intenciones” de Mike Tyson. McIlvanney sonrió sagazmente y preguntó que pensaba yo del retirado Ray Leonard. Yo solo había visto pelear a Leonard por televisión y aprecié algo del arte sublime de Sugar. McIlvanney apuntó a la yugular. Habló vívidamente de la dura coraza de hielo que Leonard tenía en su corazón de peleador. Sugar Ray debió haber tenido que enfrentar una terrible oscuridad para pelear con tal brillantez glacial. “Eso es verdad”, dice Leonard. “Eso es exactamente lo que sentía. Cada vez que entraba al cuadrilátero yo tenía esa coraza de hielo. Mi hermano, Roger, la veía cuando entrenábamos. Me movía hacia él y él decía, ¡Párate Ray! Mírate los condenados ojos. ¡Parece como si quisieras matarme!’ Tal vez yo usaba lo que me pasó afuera cuando estaba entre las cuerdas”. “Pero eso era inconsciente. ¿Peleaba yo intensamente porque estaba molesto por el abuso sexual? No para mi conocimiento. Afuera, no soy un tipo de confrontación. Aún cuando estoy acostumbrado a hablar en televisión, en realidad soy reservado y tranquilo, casi tímido. Pero podría ser un tipo cruel en ese cuadrilátero porque me siento en confianza”. Leonard mira hacia arriba mientras la luminosidad del sol se cuela por su ventana del hotel London. “Yo transité por la verdadera oscuridad pero el cuadrilátero era mi luz. Ese era el único lugar donde me sentía seguro. Podía controlar lo que pasara allí. Mi corazón se llenaba de hielo”. En su atrapante y reveladora autobiografía, Leonard descubre la imagen que una vez definió y lo separó como la amenaza callejera que Durán, Hearns y Hagler trajeron a su violento entorno. Un ganador de la medalla de oro olímpica, a quien el entrenador Angelo Dundee le entregó su toalla como el único posible sucesor de Muhammad Ali, Leonard mantuvo secreta su vida real. La cruda realidad se sabe ahora. Aún luego de su victoria en los Juegos Olímpicos de 1976, Leonard casi abandonó el boxeo. Él cuenta una anécdota molesta de cuan cercano estuvo de claudicar ante la heroína solo meses después de ganar el oro en Montreal. “Quería ser como Bruce Jenner”, dice el del melenudo estadounidense quien ganó el decatlón en esos mismos Olímpicos. “Pero él era blanco y solo semanas después de los juegos me sentí como un negro de nuevo”. Un Leonard desesperado terminó en un apartamento donde un grupo de hombres negros se inyectaban con heroína. Él les rogó: “Golpéame, hombre, golpéame”. Leonard me muestra su brazo y recuerda como uno de los drogadictos apretó una cuerda alrededor para hacerle brotar la vena. El peleador viejo estrecha en espacio entre su pulgar y su índice hasta unos poco milímetros. “Estaba tan cerca de la aguja. Pero un tipo se paró. Él dijo: ‘Epa Ray, no dañes tu vida. Eres el campeón hombre’. Estos tipos estaban adentrados en la tierra de nunca jamás pero aun tenían suficiente integridad para decir. ‘¡No, Ray!’” Él sucumbió en la cocaina y la bebida años después pero, antes, como dice Leonard, “Me embarqué en esa tumultuosa montaña rusa. Yo venía de la nada y había logrado fama y fortuna. Pero yo trabajaba duro. Tenía disciplina y determinación. Tenía esa frialdad en mí”. Ali fue uno de los primeros en reconocer la extraordinaria capacidad de resolución de Leonard. “No mucho después de esa escena con la aguja fui invitado a la tercera pelea de Ali contra Ken Norton (en septiembre de 1976). Norton había ganado la primera, Ali la segunda. Se aproximaba una noche difícil para Ali. “Pero el me pidió que lo viera en su camerino antes de la pelea. Era inexplicable que Ali pudiera pensar en mi salto al profesional solo minutos antes del campanazo. Él dijo: ‘Asegúrate de que nadie sea tu dueño. Se tu propio administrador’”. Leonard dio un paso al costado de la red controladora de Don King y Bob Arum y tomó un camino independiente. Se confió a un abogado blanco, Mike Trainer, para que lo guiase a través del campo minado del medio promocional y siguió la instrucción de Ali mientras hizo y mantuvo la mayoría de sus millones. Aunque el legado de Leonard arde con más intensidad en el cuadrilátero. Regresemos otra vez a las peleas viejas, Leonard insiste en viajar hacia el camino andado una vez más, a pesar de mi reticencia. Él me muestra como aún disfruta hablando de Durán, Hearns y Hagler al revivir aquellas noches en detalles gráficos e intrincados. Leonard recurre al truco de hacerme creer que sus historias son aun tan atractivas para él como para mí. Días después, algunas todavía burbujean en mi cabeza. “Joe Frazier decía que Roberto Durán se parecía a Charles Manson”, suelta Leonard. “Y se parecía. Dios, Durán era tan violento, tan cruel. Algunas personas, afuera, en las calles, pueden dispararte en la cara y después ir a almorzar. Ellos no tienen conciencia. Durán era así. Eso me abrumaba porque Durán era muy agresivo. Me atrapó la primera vez”. Leonard perdió su invicto ante Durán en junio de 1980, en una decisión clara. Pero, cinco meses después, Leonard llegó a la revancha con un plan distinto. “Mi hermano Roger me lo dio. El me dijo en el gimnasio: ‘Tienes que burlarte de él’. Le dije: ’Tienes que estar bromeando’. Pero Roger me siguió diciendo. ‘Tienes que avergonzar a ese tipo. Tienes que hacer que se enfurezca contigo’”. En la revancha con Durán yo estaba boxeando con inteligencia y, entonces, empecé a bromear. Lancé esos bolo punches locos y la audiencia estaba riendo. Riendo de verdad. Yo podía ver en los ojos de Durán que no le gustaba eso. Él era malo para que se burlaran de él y yo lo estaba ridiculizando. Eventualmente, él abandonó. Lanzó sus manos en frustración y se fue. Él nunca se dio cuenta de las consecuencias que eso tendría en el resto de su vida. Pero esa pelea no debe dictar su legado. Durán fue un gran peleador”. Leonard habla aquí con intención real; y ahora él casi siente ternura hacia Durán. “Recuerdo verlo mientras salíamos de la arena esa noche. Yo estaba en mi carro. Él iba en el asiento trasero de su carro. ¿Cuáles son las oportunidades de que eso ocurra, luego de una de las peleas más grandes de l a historia? Pensé, ‘Mierda, Durán’. Lo saludé. Él levantó su mano hacia mí, pero no había vida en él. “Eso todavía le molesta hasta el día de hoy. Pienso que no pasa un día en que no se recuerda de eso. Lo sé porque me preguntan por eso todos los días porque es uno de esos momentos de la historia deportiva que fascina a la gente”. “¿Qué le pasó a Roberto Durán? Él oye esa pregunta todos los días y yo me pongo en su lugar. Yo lo respeto y lo estimo ahora. Pero sé que él no respondería. Él no se pasearía por ese escenario. Es como cuando yo evité hablar del abuso sexual por tanto tiempo”. Leonard derrotó a Durán, y venció a Hearns. También impactó al mundo al regvresar del retiro en 1987 para robarse una decisión con frialdad ante el feroz Hagler, quien aún debe perdonarlo. Pero más que esas famosas peleas, son las batallas fuera del cuadrilátero las que ahora lo definen. Como muchos peleadores, él se sintió perdido cuando desaparecieron sus atributos pugilísticos. Él aun tenía dinero y un amplio conjunto de acólitos y grupos a su alrededor, y Leonard empezó a usar cocaína como manera de conseguir la intensidad que había sentido como boxeador. “También empecé a frecuentar los periodistas”, dice él, “porque hacía televisión para HBO. Esos tipos siempre decían, tarde en la noche, ‘Vamos, Sugar Ray, tienes una más…’ Las drogas fueron primero pero el alcohol se convirtió en el problema principal. “Mi segunda esposa, Bernadette, estaba preocupada por todas estas revelaciones, el abuso, las drogas, la bebida. Cuando empecé el libro teníamos un hijo en cuarto grado y otro en sexto grado. Mi esposa se preocupaba porque pensaba desde el punto de vista de la esposa y la madre y trataba de protegernos. Pero si yo hubiese seguido escondiendo eso, eso habría terminado matándome. No me importa que, al hablar de eso, algunas veces lloro. Ahora siento que finalmente llegó la claridad. Cuando Leonard asistió a su primera reunión de alcohólicos anónimos de inmediato fue reconocido. “Se podía saber que era un recién llegado porque dije, ‘Hola, mi nombre es Ray Leonard’. Ellos dijeron, ‘Solo tu primer nombre, Ray, eso es todo lo que necesitamos. Pasó un buen tiempo antes que pudiera decir, ‘Hola soy Ray y soy alcohólico’. Al final lo hice. Pero, aún aquí, abro el mini-bar y pienso en eso un poco. Una parte de mi cabeza dice, ‘Vamos, puedes hacerlo’. La otra lo cierra. Me mantengo fuerte”. “Sabes que mi padre cumple 90 años en junio. Él me cuenta las mismas historias cada vez que voy a la casa. Cinco minutos después, empieza a contarlas todas otra vez. Pero él está viejo. Ha estado casado 62 años con mi madre”. “Solía encontrar difícil ir allá y nunca iba a menos que me hubiera tomado unos tragos o tuviera alguna sustancia en mi cuerpo. Pero esa no es mi forma de vivir. Ahora estoy sobrio cada vez que voy a casa”. “Es difícil, porque todos sabemos lo brutal que se pone la vida. Pero sentí algo especial cuando estuve ahí recientemente. Estábamos sentados tomando café y dije, ‘Papá, sabes que estoy aquí y no he bebido. No he bebido por años’. Él me miró y dijo, ‘Hijo, estoy muy orgulloso de ti’. Eso se sintió muy bien”. “Ha sido un infierno el trayecto pero me bajé de esa montaña rusa en un movimiento. No cambiaría nada porque los errores y el dolor son importantes como en las grandes peleas. Ellos me hicieron quien soy ahora. Sugar sigue aquí, en el entorno, pero Ray está aquí ahora. Solo soy Ray Leonard. Es tan simple, tan dulce, como eso”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Meadowlark Lemon, el bufón de la corte de los Trotamundos de Harlem, fallece a los 83 años de edad.

Bruce Weber. 28-12-2015. The New York Times. Meadowlark Lemon, cuyos disparos en gancho desde media cancha, pases por la espalda sin mirar, y payasadas vívidas fueron su marca de presentación en el conocido espectáculo de baloncesto itinerante para divertir al público de los Trotamundos de Harlem por casi un cuarto de siglo, falleció el domingo 27 de diciembre en Scottsdale, Ariz. Su muerte fue confirmada por su esposa, Cynthia Lemon, quién no especificó la causa. Un atleta talentoso con voracidad para entretener en público, Lemon, quien soñaba con jugar para los Trotamundos desde que era niño en Carolina del Norte, se unió al equipo en 1954, poco después de salir del ejército. En pocos años el asumió el papel central de hombre espectáculo, tomando el testigo del príncipe payaso de los Trotamundos por mucho tiempo Reece Tatum, a quien todos llamaban Goose. Tatum, quién había abandonado el equipo alrededor del momento cuando Lemon llegó, era un gran jugador cuyas parodias en la cancha habían establecido la reputación del equipo para inducir la magia de las risas a nivel de campeonato. Ese era un tiempo cuando los Trotamundos eran conocidos por más que sus rutinas de comedia y magia basketera, también eran reconocidos por ser un formidable equipo competitivo. Su victoria sobre los Lakers de Indianapolis en 1948 fue decisiva en la integración de la National Basketball Association, y una década después su dueño, Abe Saperstein, firmó a un gigante de la University of Kansas a un contrato de un año antes que fuera elegible para la NBA: Wilt Chamberlain. Para entonces, Lemon, quien también era alto y flaco, era el líder del equipo, como tal jugaba como centro mientras Chamberlain jugaba de poste. Lemon era un gran manejador de balón y un pasador virtuoso, y se especializaba en el gancho de larga distancia, un lanzamiento trucado que hacía con gran regularidad. Pero era su carisma y actitud cómica lo que lo hizo quizás el Trotamundo más famoso. Por 22 años, hasta que salió del equipo en 1978, Lemon fue el maestro del espectáculo de los Trotamundos. Imitaba las parodias de Tatum, incluyendo espiar en la banca de los rivales, y agregó las suyas. Él amenazaba a los árbitros o aficionados con un balde que parecía pero no estaba lleno de agua sino de caramelos. Driblaba por encima de su cabeza y caminaba con zancadas exageradas. Imitaba a un bateador en la caja de bateo, con sus compañeros, hacía pantomimas de un juego de beisbol. Y para atormentar al equipo rival, a medida que avanzó el tiempo, a menudo era un escuadrón contratado de bromistas, y divertir a los espectadores apreciativos, sonreía y carcajeaba y bromeaba y hablaba; como Tatum, él hablaba la mayor parte del tiempo que estaba en la cancha. Los Trotamundos jugaban en arenas grandes y en canchas de tierra en villas africanas. Jugaron en Roma ante el Papa; jugaron en Moscú durante la guerra fría ante el líder soviético Nikita S. Khrushchev. En los Estados Unidos, jugaban en pueblos pequeños y ciudades grandes, en el Madison Square Garden, en gimnasios de liceos, en auditorios desocupados, hasta en el suelo de una piscina vaciada. Mostraban sus trucos más entretenidos de manejo de balón, acompañados de su melodía identificativa, “Sweet Georgia Brown” en “The Ed Sullivan Show”. A través del tiempo, Lemon se convirtió en “una institución estadounidense como el Monumento de Washignton o la Estatua de la Libertad cuyo “uniforme algún día colgara en el Smithsonian al lado del aeroplano de Lindbergh”, como una vez lo describiera el columnista Jim Murray de Los Angeles Times. Significativamente, el tiempo de Lemon con los Trotamundos fue paralelo al despegue de la NBA. Cuando el se unió al equipo, los Trotamundos eran aun mejor conocidos que los Knicks y los Celtics de Boston y jugaban ante multitudes más grandes que ellos. Cuando desaparecieron, Larry Bird y Magic Johnson estaban por debutar en la NBA y propulsarla a la popularidad mundial. En el interin, la liga se hizo completamente receptiva para los jugadores negros, compitiendo con los Trotamundos por sus servicios y eventualmente usurpándolos como el empleador más viable del talento basketero más alto. Parcialmente como resultado, los Trotamundos se hicieron un equipo de baloncesto menos competitivo y más un grupo de entretenimiento a través de los años ’60 y ’70. Se convirtieron en estrellas de televisión, eran anfitriones de especiales de variedades y se interpretaban a si mismos en programas como “The White Shadow” y una película para la televisión de “Gilligan’s Island”; ellos inspiraron un programa matinal sabatino de dibujos animados. En los primeros años de Lemon con el equipo, mientras los Trotamundos se enfrentaban a equipos locales y equipos universitarios con los mejores jugadores, ellos jugaban para ganar, generalmente usaban destrezas de baloncesto hasta que el resultado estaba asegurado. Pero a medida que avanzó el tiempo, el resultado ya no fue lo más importante para los aficionados que los iban a ver. El 5 de enero de 1971, los Trotamundos fueron vencido en Martin, Tenn., por un equipo ordinario, los Reds de New Jersey. Era la primera vez que perdían en casi nueve años, el fin de una seguidilla de victorias de 2495 juegos. Pero quizás más notorio que la seguidilla fue el hecho de que terminara, dado que los rivales de los Trotamundos para entonces generalmente tenían prohibido interferir los pases hacia Lemon en el medio o interrumpir las parodias familiares. Lemon, como la atracción estelar, brillaba en este ambiente, pero también se convirtió en foco de problemas dentro de la organización de los Trotamundos. Mientras el movimiento de los derechos civiles ganaba fuerza, las acciones de los jugadores en la cancha ocasionaron críticas desde afuera por reforzar lo que muchos consideraban estereotipos negros, y Lemon se tomó las críticas para sí. Él no solo era el líder de lo que muchos pensaban era una incómoda resurrección del espectáculo de los trovadores, él también era, de lejos, el Trotamundo mejor pagado, y sus compañeros lo asociaban más con la gerencia que con ellos mismos. Cuando los jugadores fueron a la huelga por aumento de salario en 1971, Lemon, quien negociaba su propio salario, no se les unió. Luego que Saperstein falleciera en 1965, el equipo cambio de manos varias veces, y en 1978, de acuerdo a “Spinning the Globe: The Rise, Fall and Return to Greatness of the Harlem Globetrotters” (2005), de Ben Green, Lemon fue despedido luego de una disputa salarial. Él subsecuentemente formó sus propios equipos itinerantes, Meadowlark Lemon’s Bucketeers, Shooting Stars y Meadowlark Lemon’s Harlem All-Stars y continuo actuando hasta sus 70 años y más allá. Su página web dice que él jugó 16.000 juegos, una cifra impactante, implica más de 300 juegos anuales por 50 años, y en 100 paises, lo cual, es probablemente cierto. Lemon fue inducido al Naismith Memorial Basketball Hall of Fame de Springfield, Mass., en 2003. Ahí se unió con otro Trotamundo, Marques Haynes, quien fue inducido en 1998 y a quien algunos llamaban el driblador más grande del mundo. Haynes murió en mayo a los 89 años. Cualesquiera fuesen los sentimientos enfermos durante los dias de Lemon con los Trotamundos, estos fueron drenados por su celebridad y el afecto con el cual era recibido en todo el mundo. “Meadowlark fue el baloncetista más sensacional, maravilloso e increíble que haya visto”, dijo Chamberlain en una entrevista televisiva poco antes de morir en 1999. “Las personas dirían que ese jugador sería Dr. J o Jordan”, siguió Chamberlain, refiriéndose a Julius Erving y Michael Jordan. “Para mí, sería Meadowlark Lemon”. Los hechos de la vida temprana de Lemon eran borrosos, y evidentemente él lo quería de esa manera. Su fecha de nacimiento, lugar de nacimiento y nacimiento tieen varias versiones. La fecha más citada es 25 de abril de 1932. Muchas fuentes dicen que nació en Wilmington, N.C., pero The Wilmington Star-News reportó en 1996 que él nació en Lexington County, S.C., y se mudó a Wilmington en 1938. Su página web dice que nació como Meadow Lemon, aunque muchas fuentes dicen que su nombre de pila fue George Meadow Lemon o Meadow George Lemon. The Star-News dijo que era George Meadow Lemon III. Se hizo conocido como Meadowlark luego que se unió a los Trotamundos. Cuando era niño en Wilmington, aprendió baloncesto en un club local de niños; le dijo a The Hartford Courant en 1999 que él era tan pobre que practicaba usando un gancho de ropa como canasta, un saco de cebollas como red y una lata de leche Carnation como pelota. Luego de la escuela secundaria, él atendió brevemente Florida A&M University antes de pasar dos años en el ejército. Estacionado en Austria, jugó unos juegos con los Trotamundos, quienes estaban de gira por Europa, y él lo suficientemente bien para ganarse una prueba después que cumpliera el servicio militar. Fue asignado al equipo de desarrollo de los Trotamundos, los Stars de Kansas City, antes de unirse a los Trotamundos en 1954. Cuando le preguntaron sobre no haber jugado nunca en la NBA, Lemon le dijo a Sports Illustrated en 2010, “Me tiene sin cuidado que nunca haya jugado contra algunos de esos tipos”. Él agregó: “Lo pondré de esta manera. Cuando vas a las Ice Capades, ves todos esos maravillosos patinadores, y entonces ves al payaso salir al hielo, tambaleándose y pretendiendo que apenas se puede sostener en sus patines, para hacerte reir. Muchas veces, ese payaso es el mejor patinador de todos”. Lemon vivía en Scottsdale. Su primer matrimonio, con Willye Maultsby, terminó en divorcio. (En 1978, ella fue arrestada luego de acuchillarlo en una calle de Manhattan). Él tuvo 10 hijos. No fue suministrada información completa de sobrevivientes al momento. En 1986, Lemon se convirtió en ministro cristiano, él y su esposa fundaron una organización evangélica sin fines de lucro, Meadowlark Lemon Ministries, en 1994. “Hombre, he tenido una buena carrera”, dijo él en su ceremonia de inducción al Salón de la Fama, al recordar la primera vez que vio el juego de los Trotamundos, en una película en un cine de Wilmington cuando tenía 11 años. “Cuando ellos iban a la cancha de baloncesto, parecían hablarle a la pelota”, dijo él. “Yo dije, ‘Eso es mío; eso es para mí’. Estaba recibiendo una visión. Estaba recibiendo un sueño en mi corazón”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 11 de enero de 2016

Janis Joplin en sus propias palabras

Ty Burr. The Boston Globe. 07-01-2016. La cineaste Amy Berg cuenta la historia de Janis Joplin de manera directa y armoniosa en “Janis: Little Girl Blue”, y eso está bien: la propia Janis aporta todo el exceso. Un recurso útil para neófitos y bien recibido recordatorio para aquellos quienes la conocen (o piensan conocerla), el documental habla de Joplin como la gran cantante de blues no solo de los años ’60, sino de todos los tiempos. Eso es más que probable, pero la tragedia de la muerte de la cantante a los 27 años por una sobredosis de heroína es que el tiempo y las grabaciones han probado el asunto más allá de la duda. Su último álbum “Pearl” en 1970, fue de lejos el más enigmático y el mejor. Hay mucho que nunca llegamos a oir”. Como indica el título, el documental presenta a Joplin como una niña-mujer cuyas numerosas heridas emocionales la hacen dura y triste. Berg (Deliver Us From Evil) pinta al pueblo de la cantante, Port Arthur, Texas, como una calle de dos dimensiones donde una muchacha quien no era convencionalmente bella o quien no se comportaba estaba destinada al ridículo. Joplin fue expulsada del coro de la escuela por “no seguir directrices”, fue acosada por hablar a favor de la integración. Un amigo de la niñez dice, “Ella no podía encontrar como se como los demás”. Aún así, cuando ella empezó a imitar canciones de Odetta en fiestas, las personas se asombraron. “¿Quien iba a saber que esta pequeña niña problemática cantaba tan bien?” recuerda un observador. Joplin se mudó a Austin, donde se hizo famosa en lugares de música tradicional y fue humillada cuando los chicos de la fraternidad de University of Texas la eligieron el “hombre más feo” de Austin. Para 1963, ella estaba en San Francisco, lo cual era el calentamiento para su gran demostración de los años ’60. La leyenda es que Joplin fue de lejos lo mejor de Big Brother and the Holding Company, el grupo con el cual se hizo famosa. La leyenda no miente. Hasta los grisaceos miembros de la banda, el baterista Dave Getz, el guitarrista Sam Andrew, el bajista Peter Albin, admiten que su rock no habría llegado muy lejos sin Joplin al frente, interpretando “Piece of My Heart,” Big Mama Thornton’s “Ball and Chain,” y hasta “Summertime” con los nervios expuestos. “Little Girl Blue” incluye grabaciones en vivo desde el Fillmore West, la consagración en el Monterey Pop Festival de 1967, y muchos, muchos otros momentos, y el espectador es impresionado por el don innato de Joplin para sincronizar y colocar sus emociones tan frontales y centradas que la actuación entera parece sangrar. Ella también podía hacer humear una canción con gritos, una tendencia alentada cuando Joplin salió por su cuenta con la Kozmic Blues Band. Ahí sus cortas apariciones como líder del grupo se hicieron aparentes y el intento de recrear un soul de cornetas pesado, al estilo de su ídolo Otis Redding, opacó el canto. Ella actuó mucho mejor con su final Full Tilt Boogie Band, con la cual grabó “Pearl” y su éxito más grande lanzado en 1970 despues de morir, “Me and Bobby McGee”. “Little Girl Blue” trae a Chan Marshall, a.k.a cantante Cat Power, para leer las cartas festivas y a menudo sentidas de Joplin para la familia y amigos, y oímos de los hermanos adultos de la cantante, los amigos músicos, y ex amantes. Ella era muy divertida, terriblemente necesitada. En sus propias palabras, ella hacia el amor con 25000 personas en escena y se iba a casa sola. Bob Weir cuenta anécdotas del romance de Joplin con Dick Cavett, amigo, anfitrión de programa de variedades y Grateful Dead’s Pigpen McKernan, sus segmentes de entrevistas televisados son editados aquí y son maravillosos, diplomáticamente muestran como él y Joplin pudieron haber tenido una cosa breve si la memoria de él fuera algo mejor, lo cual no es así. (La mente oscila). La heroína no fue su amor más grande pero, después del alcohol, puede haber sido su solaz más confiable. Ella dejó la droga varias veces y parecía limpia al final; su muerte fue más sorpresiva para quienes la conocían que para los que no. “Little Girl Blue” establece una resemblanza en su arco y su empatía con “Amy”, el documental del año pasado de Amy Winehouse, pero Joplin parece de lejos el ave más dura, al recibir la fama y finalmente empezar a darle sentido a esta antes de morir. Berg toca quizás muy someramente la relación romántica de la cantante con mujeres, y ella ciertamente podría justificarse en el indiscutible hecho de que Janis Joplin fue la primera intérprete de rock ‘n’ roll, de siempre, y la única hasta que llegó Patti Smith. Me gustaría imaginar a la cantante viendo esta película en algún lugar, sonriendo para agradecer por lo que está bien y rompiendo en carcajadas por lo que falta. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

viernes, 8 de enero de 2016

Dick y Joan.

18 de diciembre de 2015. The Players Tribune. Doug Flutie. Quaterback/NFL (Retirado) El 19 de noviembre de 2015, Dick y Joan Flutie, los padres del antiguo quarterback de la NFL, Doug Flutie, fallecieron con una hora diferencia, ambos de ataques cardíacos. *** En los años ’60, mi papá tocaba el órgano en un grupo de 12 piezas de big band, así que mientras crecía siempre había un teclado de algún tipo en nuestra casa. Así mis hermanos y yo nos metimos en la música. Yo toco la batería ahora, pero también toqué la trompeta de niño y puedo teclear un poco el piano. No es que ellos amaban la música que tocábamos, pero cuando mi hermano menor Darren y yo hicimos una banda, eso le dio a papá mucha satisfacción. Él se sentaba con mamá hacia el fondo de la casa porque la música era muy estridente…pero le gustaba eso. En los años ’90, papá decidió reclutar algunos de los mejores músicos de las escuelas secundarias de Melbourne Beach, Florida, y formó otro big band. Ellos salían y tocaban en varios lugares, y hasta grabaron un CD. Una vez, Darren y yo le dijimos que queríamos tocar con el grupo. Él hizo todo lo necesario para coordinar y publicitar el evento. Quería que todo saliera bien. Para nosotros, ese fue un momento agradable. Algo divertido que podíamos hacer por él. Pero para papá, eso fue algo muy especial, uno de sus días favoritos de siempre. Se podía ver en su rostro. Papá puede haber disfrutado vernos tocar música aún más que practicar deportes. La música era una de sus verdaderas pasiones. Era mucho más personal para él. En el fondo de su mente, pienso que el sueño de papá cuando éramos jóvenes era tener una banda familiar. Pero al crecer en Florida, estar afuera todo el tiempo, el deporte era nuestro interés. Y cualquier que fuese nuestro interés, él y mamá iban a estar apoyándonos por completo. En la primavera de 1976, mi familia se mudó desde Melbourne Beach hasta Natick, Massachusetts, en las cercanías de Boston. Ellos habían tenido prácticas para Babe Ruth Baseball. Pero, papá quería un cupo para que sus muchachos jugaran. Le dijeron que no, porque ya los equipos estaban completos, y bla, bla, bla. Así que papá dijo que le dieron todos los muchachos que habían dejado fuera. Él haría con ellos un equipo donde estaría yo y mi hermano mayor Bill, y él sería el entrenador. Básicamente, le estaba dando la oportunidad a 15 muchachos quienes de otra manera no habrían tenido como jugar. Casi ganamos un campeonato. El otoño siguiente, queríamos una oportunidad para jugar futbol, pro Natick no tenía programa Pop Warner. Así que papá se alió con un amigo y comenzaron uno. Él no tenía una verdadera experiencia deportiva. Él jugaba en el equipo del golf de la escuela secundaria, pero su atleticismo era prácticamente nulo. Así que papá leyó y aprendió por su cuenta sobre los deportes que nos gustaban. Lo recuerdo estudiando “The Science of Hitting”, de Ted Williams. Como batear. Como lanzar. Cuando llegó el momento de dirigir, él se hizo más conocedor que los otros tipos de la liga. Papá tenía esa sorprendente habilidad para ser obsesivo con una cosa a la vez. Encerrarse, enfocarse en los detalles más pequeños para tratar de manejarlos, fuera con la música, la fotografía o aprender un deporte desde afuera hasta adentro. El atleticismo y la fuerza de mamá trascendía el deporte. Ellos eran parte de una energía y una determinación que eran sorprendentes. Yo mi enfoque de él. Mi atleticismo, sin embargo, viene de mamá. La única cosa organizada que ella jugó cuando era joven fue baloncesto de escuela secundaria, cuando hacían que las muchachas jugarán 6 contra 6, solo se permitían dos dribles antes del pase, y medio equipo no podía cruzar de la mitad de la cancha. (La primera vez que me lo describió, no le creí). Pero sin embargo, ella era una atleta sorprendente. Déjenme ponérselo de esta manera: Nuestra casa estaba hacia el fondo de una colina. Cerca de tres cuartos de colina hacia arriba, uno de nuestros amigos tenía una media cancha de baloncesto. Jugábamos un 3 para 3, cerca de la hora de la cena. Mamá subía la calle a buscarnos. Estábamos en la secundaria, yo estaba en primer o segundo año, y Bill era un año mayor. Ella nos retaba a correr hacia abajo por la colina hasta nuestra casa. Ella se subía los blue jeans, y estaba descalza. Ellas nos dejaba botados. El atleticismo y la fuerza de mama trascendía el deporte. Ellos eran parte de una energía y determinación que eran sorprendentes. Cuando ella estaba entre los 50 y 60 años, mamá y papá vivían en un terreno grande con una larga pendiente en bajada hacia el lago de la parte trasera. Estaba todo lleno de maleza, con pinos grandes. No se podía caminar por ahí. Ella deforestó toda la colina. Cortó los árboles, convirtió los troncos en leña, luego plantó semillas de grama. Mamá compró durmientes de ferrocarril e hizo un camino hacia el agua. Luego que los paisajistas que ella contrató dijeron que no cortarían más la grama porque la pendiente era muy empinada, mamá salió afuera con sus zapatos de golf, bajando con la podadora de grama, y luego la halaba hacia arriba. Pienso que fue para su cumpleaños 68 que le compramos una sierra portátil nueva. Mamá fue tan instrumental en nuestros deportes como papá. Ella entrenó al equipo de softbol de mi hermana Denise, y empezó un programa de chicas animadoras en Pop Warner. Por años, ella estuvo a cargo de la concesión de la venta de comestibles en el estadio, siempre atravesaba la ciudad para traer hielo, o caramelos para vender. Ella era la primera en llegar allí y la última en irse en la noche, cerraba todo. Era como un trabajo a tiempo completo. Como niño, das por sentado los sacrificios que hacen tus padres para estar tan involucrados. Mirando en retrospectiva, no fue hasta la universidad que me di cuenta que lo que ellos hacían no era típico. Las batallas que libraban por nuestras oportunidades. Como ajustaban sus vidas a nuestros intereses. Como durante mi tercer año en secundaria, a papá le ofrecieron una promoción que nos habría llevado de vuelta a Florida, lejos de mi ciudad y compañeros. Él me dejó la decisión a mí, y yo quería quedarme en Natick. Así que lo hicimos. Cuando crecíamos, no teníamos mucho dinero. Donde vivíamos en Melbourne Beach, había que pagar por la recolección de la basura. Mamá solía ir y regar nuestra basura entre la de los vecinos, luego regresaba con una silla rota y la ordenaba. No teníamos ni un centavo y las cuentas a veces se pagaban con retraso, pero siempre teníamos un guante nuevo de beisbol o un bate si lo necesitábamos. Pero no se trataba solo de mi y mis hermanos. Mis padres siempre abogaban para que otros niños tuviesen sus oportunidades. Más allá de arrancar y luego dirigir diferentes ligas (la mayoría de las cuales todavía existen), si los niños necesitaban que los llevaran al estadio, ellos iban a buscarlos y se aseguraban de que el equipo tuviese suficientes jugadores para jugar. Como entrenador, papá amaba y apreciaba a los niños quienes no eran estrella. Él no necesitaba pasar horas con los mejores bateadores del equipo, como hacen algunos entrenadores. Cada equipo de pequeñas ligas tiene tres o cuatro muchachos que no son jugadores, solo van al plato esperando el boleto. Papá pasaba más tiempo con esos niños para que ellos pudieran pegarle a la pelota con el bate y ser parte del equipo. Cuando esos niños tenían éxito, él celebraba como si ellos fueran sus hijos. Esa es una cualidad que ellos ayudaron a transmitir a mis hijos. Mi hijo Dougie tiene autismo. Él poco activo y diferente. Cuando mi hija Alexa trae amigos a la casa, los lleva directo a Dougie, hace que se presenten e interactúen con él. Sus maestros siempre dijeron que cuando Alexa iba a clase, ella actuaba fuera de tono para hacer que los niños con dificultades se sintiesen parte del grupo. Eso es algo que he tratado de hacer toda mi vida. Primero con los niños de los equipos donde jugué, y luego con mi hijo. Mientras envejeces, entiendes quien te enseñó esas lecciones. Papá nunca podría haber salido adelante sin mi mamá, si ella hubiese muerto antes que él. Él la adoraba. Aún a los 70 años de edad, él pensaba que ella era más sexy que cualquier mujer viva. Él siempre ha sido así con mi mamá. Pero mientras la salud de papá desmejoraba por asuntos de diabetes y riñón, mamá estaba sana. Ella era fuerte, aún jugando tennis tres veces a la semana, aún golpeando una pelota de golf, aún cortando árboles en el patio. Veíamos cuan duro trabajaba ella para cuidarlo, 24 horas al día, envolviendo sus piernas, ayudándolo a entrar y salir del carro, así que pensábamos que cuando llegara el tiempo de papá, ella tendría una mejor calidad de vida para sí. Pero eso no era lo que mamá quería. La manera como ocurrieron las cosas, era muy obvio que ella no podría seguir sin él, tampoco. Aunque es difícil para mí entender eso, tienes que entender la filosofía de que ella quería estar con papá, cuidarlo. Pero eso es algo con lo que debo lidiar. Mas que un poco. *** Bill y yo estamos en nuestros 50, aún jugamos beisbol para divertirnos. Mamá y papá iban a cada juego. Yo siempre bromeaba, “Ustedes consiguieron los boletos para la temporada temprano este año. Consiguieron los asientos buenos, ¡justo al frente!” No había nadie más en la tribuna. Papá no tenía tanta movilidad como solía tener, así que llevaba una silla de ruedas eléctrica hasta el borde de la grada. Mamá colocaba su silla plegable al lado de él, y se ponían a ver el juego. Podía ser una noche fría y nublada, podía ser una mañana caliente y soleada. Siempre estaban ahí. Habían estado ahí , desde los años ’70. En ese lugar, siempre juntos, como siempre había estado desde la secundaria, y a través de 56 años de matrimonio. Recuerdo un juego donde golpearon a Bill con un lanzamiento. La pelota tal vez iba a 50 millas por hora. Pudo haberla agarrado y lanzarla de vuelta. Aún así, mamá se molestó. Papá gritó e increpó al pitcher. Otra vez, uno de los tipos quería jugar segunda base. Mi posición. En estas ligas de adultos, “beisbol de viejos” lo llamamos, los jugadores se sustituyen libremente y rotan posiciones. Se trata de que todos salgan y jueguen. Así que me fui a los jardines. Entonces los oi. “¡Doug no es jardinero! ¡Él es segunda base!” “Mamá”, grité, “¡Relájate! ¡Tenemos 50 años, para estar llorando en voz alta!” No importaba que tan viejos éramos. Nuestros padres nunca dejaron de pelear por nosotros o de protegernos. Y nosotros nunca dejaremos de extrañarlos. Doug Flutie/ Colaborador Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Diane Disney Miller habla acerca de crecer como la hija de Walt Disney, dentro del apartamento de Disneylandia de Walt y el museo Walt Disney Family.

Martes, 7 de febrero de 2012. Peter Sciretta. El siguiente reportaje fue realizado por el periodista de cine Reza Lackey Cuando estás creciendo, siempre hay algo que esperas. Los días feriados, tu cumpleaños, el inicio del verano, etc. Cuando yo era más joven, había un evento que esperaba más que cualquier otro, mi vacación familiar anual en el sur de California donde pasaba un día entero en Disneylandia. De acuerdo a lo que puedo recordar, mi familia y yo pasábamos un día entero (algunas veces dos) de nuestro verano en el lugar más feliz de La Tierra. Pensaba en ese día todo el año. Planeaba ese día entero semanas antes. Cuales atracciones veríamos en que orden, cuando tendríamos nuestras comidas y cuando retiraríamos nuestros boletos para los espectáculos. Imaginaba el sonido del tren entrando a la Main St. Station. El anuncio decía: “Desde aquí sales hoy y entras al mundo del ayer, mañana y la fantasía”. Yo esperaba 364 días para estar ahí. Y finalmente cuando llegaba ese día, veía, oía y olía Main Street U.S.A., me convertía en la niña más feliz de La Tierra. Mi papá me miraba mientras yo abría mi mapa nuevo del parque: “¿A dónde vamos? Te seguiremos”. Era mi día. Ahora mientras vivo como adulto en el sur de California, soy capaz de visitar el parque mucho más a menudo para revisar las nuevas cosas locas que aparecen y obsesionarme con los detalles de lo que crecí apreciando. A lo largo de los años lentamente me he interesado más y más por la historia del parque, las personas quienes lo construyeron y como este es una de las historias más grandes de éxito en Estados Unidos. Eso no empezó con un ratón, empezó con un hombre quien tenía 42 $, sin un lugar donde ir y una idea loca. Cuando caminas hacia el centro del parque y ves la estatua de los socios de Walt y Mickey, no se puede dejar uno de preguntar lo que se ha logrado. Me enorgullezco al compartir hechos del parque y al jugar el “quien sabe más acerca del parque” con otros nerds de Disneylandia. Una cosa que aun sorprende a muchas personas hasta este día es que Walt tenía un apartamento para vivir dentro del parque mientras supervisaba la construcción del mismo. Es un espacio de una pequeña habitación con una cocina pequeña ubicada sobre la estación de bomberos de Main Street USA. También tiene un pequeño balcón donde Walt invitaba amistades para ver el desfile después que abría el parque. El 7 de febrero, Walt Disney Pictures lanzó la edición diamante de La Dama y el Vagabundo. En el disco está un corto especial de ocho minutos, “Diane Disney Miller: Recordando a Papá”, en el cual la hija mayor de Walt recuerda el tiempo alrededor de 1955 cuando Walt trabajaba para completar la Dama y el Vagabundo y Disneylandia. Los espectadores tendrán una vista del apartamento de Walt en Main Street USA en Disneylandia donde el pasó la mayor parte del tiempo de este período histórico. Aquí está un extracto de ese especial: Diane Disney Miller tambien es cofundadora del museo Walt Disney Family el cual es administrado y operado por la organización sin fines de lucro, Fundación Walt Disney Family. Para celebrar el lanzamiento de La Dama y el Vagabundo, el museo tuvo un evento especial en el cual Diane Disney Miller hizo una aparición con una producción de arte de la película nunca antes vista. Yo iba a tener la oportunidad de hablar con ella. De preguntarle algo al la hija mayor de Walt. Recordándome cuando tenía seis años me preguntaba a quien representaba la estatua de Main Street. Cuando me dijeron que su nombre es Walt Disney. Ël construyó este lugar. Me preguntaba como era él. ¿Quién era él? La mente en blanco. Me llamaron a un pequeño salón de conferencias donde Diane Disney Miller estaba esperando. Me presentaron ante ella y me dio un hola gigante y afectuoso y un apretón de manos firme. La mesa grande en el centro del salón estaba cubierta por una producción de arte nunca antes vista de La Dama y el Vagabundo. Pasé unos pocos minutos para decirle cuanto me gustaba el museo que ella construyó y cuan importante es tenerlo. Ella me escuchó con una sonrisa cálida mientras yo balbuceaba acerca del lugar. Luego le hice unas preguntas. Reza: Cuando estabas creciendo y Walt estaba ocupado trabajando en sus películas y los parques, ¿Él tenía algunas características que indicaban que estaba pensando en algo? Diane Disney Miller: Bien cuando él estaba en casa se dedicaba a la familia, pero siempre tenía algo que leer. Siempre tenía un maletín…Nada de su arte de animado estaba en nuestro hogar. Lei esto después cuando alguien le había preguntado y él dijo, “Vivo con eso todo el día. Quiero mi hogar alejado de eso. Mantengo mi familia y mi hogar alejados de lo que hago en el trabajo”, y lo hacía, excepto que en los fines de semana nos llevaba cuando éramos pequeños al estudio y corríamos alrededor y manejábamos nuestras bicicletas y cosas como esas, pero si el siempre estaba ahí. Nos contaba historias que después me daba cuenta que eran parte de algo en lo que había estado trabajando. Él pensaba todo el tiempo, pero su mente estaba hecha de pequeños compartimientos con varios proyectos. Siempre estaba buscando algo más. Reza: ¿Le preguntó alguna vez a la familia por ideas o lo que ellos pensaban de las cosas en que estaba trabajando? Diane Disney Miller: No. (Risas). No. Reza: ¿Dirías que él era secretivo con sus proyectos? Diane Disney Miller: No, pero él…Entiendo que él tenía que hablar de eso con la gente. Él hablaba con alguien, uno de los tipos, como “Qué piensas si hacemos esto o aquello” y luego después si ellos ofrecían sugerencias él las tomaba en su propio escenario sin darse cuenta, pero pienso que él hacía pruebas. Le gustaba tener conferencias con muchas personas. Le gustaba oir opiniones e ideas. Reza; Mientras crecías cuando Walt estaba diseñando Disneylandia, entiendo que pasaste muho tiempo en el parque antes que este abriera al público y años depues mientras llevabas a tus hijos. Viste el parque tomar vida… Diane Disney Miller. Él habló de eso por muchos años. Desde la época cuando yo era una niña pequeña el hablaba de un parque de diversiones y lo que quería hacer, así que era algo con lo que crecimos, el pensamiento de “Voy a hacer esto algún día” y entonces supe que desde Kansas City cuando él tenía alrededor de veinte años, le había dicho a uno de los muchachos en su compañía, Rudy Ising, porque es una cita de Ising. “Walt…” Ellos estaban en un parque de Kansas City, “Electric Park” o algo como eso y papá dijo “Algún día voy a tener un parque de diversiones, pero el mío será limpio”. Así que eso se remonta hasta atrás, ¿sabes? Reza: ¿Cuando el parque finalmente abrió al público, dirías que Walt se convirtió en una figura pública más grande? Diane Disney Miller: Y con el programa de televisión. Ambos aparecieron al mismo tiempo ¿no? Reza: Si. ¿Fue difícil para la familia dejar a papá convertirse en figura pública? Diane Disney Miller: No podías ir a ningún lugar sin que la gente lo reconociera, si. (Risas) Reza: ¿Fue dificil tener que empezar a compartir a papá? Diane Disney Miller: Siempre sentimos algo de eso, pero no mucho. Pero cuando él estaba en TV, cada quien pensaba que él también era su papá, o su tío, ¿sabes? Reza: En Disneylandia, su parque, ¿Cual dirías es la cosa, atracción, restaurant, cualquier cosa, que más habla de Walt como lo conociste? Diane Disney Miller: ¿Todavía esta ahí el Tiki Room? Reza: Si Diane Disney Miller: Citaría ese, porque el se emocionaba tanto ahí, pero todo el parque es él. Reza: ¿Debido a la tecnología involucrada? Diane Disney Miller: Si, los audio-animatronics, ¿sabes? Vamos a tener un pájaro Tiki aquí. Alguien, Gardner Holt tiene una compañía en california y él ofreció darnos un tipo de promoción por él, pero eso estará abajo en el fondo de la galería 9 y será interactivo, él amaba esas cosas. (Risas). Se emocionaba con cada parte de eso. Él amaba Main Street. Reza: ¿Hay planes para expandir el museo o para sacarlo de gira? Diane Disney Miller: Oh no, no podemos hacer eso con lo que tenemos aquí. Es muy costoso mantener este lugar. La colección que hemos adquirido es muy costosa, y vamos a tener una exhibición de Blanca Nieves este año en el otoño. Es el aniversario 75 de Blanca Nieves, pero aquí es donde está. Nunca tomaremos más espacio. Lo que tenemos tiene que ser acomodado en este lugar. El edificio de allá es parte de esto también. ¿Sabías eso? Reza: No sabía eso, no. Diane Disney Miller: Si miras afuera por la ventana, hay un edificio de ladrillos. Ese era el gimnasio del puesto de la armada y ahí es donde serán nuestras exhibiciones, pero la exhibición de Blanca Nieves tendrá la oportunidad de mostrarse ahí, pero no es que estamos cambiando las cosas todo el tiempo con las otras exhibiciones. El ERL no stá ayudando, y Lella Smith del Ozark la está curando, pero eso es todo. Reza: Bien, es un logar sorprendente. Diane Disney Miller: Hey, es muy bueno conversar contigo. Reza: Muchas gracias. Lo aprecio. Fue un honor. Diane Disney Miller:Gracias por todas las cosas buenas que has dicho. Reza: Gracias. Diane Disney Miller: Eso me hace sentir que eso está funcionando. Reza: Creéme, eso está funcionando. Diane Disney Miller: Muchas gracias. El museo reside en el Presidio de San Francisco y tiene 10 despliegues permanentes sobre 40.000 pies cuadrados. El museo lleva a los invitados por la vida de Walt desde que sus padres se conocieron hasta las palabras de reacción por su muerte. Si usted es alguien como yo, que ve películas de Walt y se pregunta quién es él y la clase de persona que era, este es un lugar donde ir. Aprenderá sobre como creció él, las cosas que lo inspiraron y las cosas que amaba. Verá los obstáculos que enfrentó y las dificultades que venció. Para los aficionados de Walt y su marca, aquí descansa una experiencia que no se debe perder. Es un viaje emocional en el cual vemos como sus retos y éxito lo modelaron en el hombre que muchos celebran. Algunas personas preguntan porque soy tan apasionado con Disneylandia y cuando lo hacen no estoy seguro de que decir. Todo lo que puedo pensar es caminar bajo el puente mientras el vapor de la máquina del tren asciende. Caminar hacia la luz del sol de una atiborrada Main Street USA con mis padres preguntándome si este será el año que seré lo suficientemente alto para la Montaña Espacial. El olor de chocolate, cotufa y un centenar de otros sabores atractivos acosándome. Anticipando ver la estatua del hombre quien se me ha dicho es responsable de este lugar a través de la multitud. El sonido de la alegría. No tengo idea de cómo contestarles. “Estás muerto si apuntas solo a los niños. Los adultos son solo niños grandes”. Walt Disney. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 6 de enero de 2016

Natalie Cole, voz ‘Unforgettable’ (‘Inolvidable’) y vendedora millonaria de éxitos, fallece a los 65 años.

Jon Pareles. The New York Times. 01-01-2016. Natalie Cole, una cantante de jazz quién se convirtió en vendedora millonaria, ganadora del Grammy Award con su álbum de estreno con éxitos pop en 1975 y luego llegó a una popularidad mayor cuando siguió el ejemplo de su padre, Nat King Cole, al interpretar, pre-rock pop standards, falleció el jueves 31 de diciembre en Los Angeles. La causa fue “asuntos de salud en curso” dijo su familia. Ms. Cole había superado un trasplante de riñón en 2009 y había sufrido otras dolencias recientemente, lo cual forzó la cancelación de giras programadas para noviembre y diciembre. Ms. Cole tenía una voz siempre optimista, ligera, flexible, llena de giros sincopados y escarceos aéreos, que rozaba los matices del jazz y la dinámica del góspel. Eso le trajo millones del álbumes vendidos en los años ’70, ’80 y ’90 mientras se mudaba desde el sonido de su generación al de sus padres. “Las similitudes más grandes entre Ms. Cole y su padre son de actitud. En vez de trabajar hacia la catarsis, ellos aspiran a una elegancia gentíl, balance y buen sentimiento” escribió Stephen Holden en The New York Times en 1993. “Pero mientras la dirección del canto del padre era un asiento en un portal a la luz de la luna, el canto más tenso y rígido de su hija evoca una escena urbana, dentro de la casa. Ella le da al decoroso fraseo de una cantante de big band una corriente estable de música soul”. Ms. Cole se inspiró igual en el hogar para su éxito No. 1 soul-pop de 1975 en las carteleras, “This Will Be (An Everlasting Love), y en el dueto con su padre de 1991 asistido por la tecnología, basado en la grabación de él de “Unforgettable” en 1951. Ambas canciones le valieron Grammy Awards. El álbum “Unforgettable…With Love”, en el cual Ms. Cole cantó los éxitos de su padre, también barrió los principales Grammy Awards, incluyendo álbum, grabación y canción del año, y vendió siete millones de copias solo en Estados Unidos. En una larga carrera, Ms. Cole grabó amplias selecciones de material, incluyendo lo básico de Tin Pan Alley, canciones escritas para y por ella, entre otros, Fiona Apple y Bruce Springsteen. Su álbum más reciente, de 2013, fue “Natalie Cole en Español”, una colección de favoritas latinas pop que fue nominada a los Latin Grammy Awards. Su primer encuentro con el éxito en los años ’70 fue seguido por dificultades con adición a la heroína, alcohol y cocaína crack a principios de los años ’80, un príodo dl cual escribió en su autobiografía de 2000, “Angel on My Shoulder”. (Se interpretó en “Livin’ For Love; The Natalie Cole Story”, una película de TV basada en el libro). Ella se rehabilitó en 1983. “No puedo divertirme con las drogas como pueden hacerlo algunas personas”, le dijo a The Los Angeles times en 1985. “Ellos se pueden ennotar, o tomar un trago e ir a casa. No soy así”. En 2009, como resultado de la hepatitis C que ella creía había contraído mediante el uso intravenoso de drogas, se sometió a quimioterapia y a un trasplante de riñón. Su libro de 2010, “Love Brought Me Back”, es una crónica de la búsqueda de un donante. Pero ella continuó actuando bien en 2015. Natalie Cole nació el 6 de febrero de 1950, de nat Cole y su esposa, María Cole, quién había cantado con la orquesta de Duke Ellington. Natalie creció rodeada de música y celebridades, y debutó en las grabaciones siendo una niña, al cantar con su padre en un álbum de Navidad. Pero luego de la muerte de nat Cole en 1965, ella se alejó de la música. Estudió psicología infantil y se graduó en University of Massachusetts Amherst en 1972. Pero pronto estuvo cantando en clubes, aunque se resistía a cantar el material de su padre. “Tenía que hacer mis propias canciones a mi manera”, le dijo a Rolling Stone en 1977. Ella fue percibida por los productores establecidos en Chicago, Chuck Jackson y Marvin Yancy, quienes escribieron mucho del material inicial de ella. Ella se casó con Mr. Yancy en 1976, el primero de tres matrimonios. A Ms. Cole le sobreviven su hijo, Robert Yancy, y sus dos hermanas, Timolin Cole y Casey Cole. Capitol Records, el cual también fue el sello de Nat Cole, firmó a Natalie Cole y lanzó, en 1975, su álbum de estreno, “Inseparable”, el cual promovió comparaciones con Aretha Franklin. Ella fue nombrada “Mejor Artista Novel” (“Best New Artist”) en los Grammy Awards de 1976, donde “This Will Be” también ganó como “Mejor Interpretación Femenina de R&B”. El tercer álbum de Ms. Cole “Unpredictable” en 1977, fue también un álbum pop Top 10. Ella mostró la acrobacia de sus atributos vocales en “Natalie Live” en 1978 e hizo un álbum de duetos “We’re the Best of Friends”, con el cantante de R&B (Rhtyhm & Blues) Peabo Bryson en 1979. Pero su perfil pop declinó, en parte debido a sus problemas de drogas. Su carrera revivió en 1987, luego de la rehabilitación, con “Everlasting” el cual incluyó tres sencillos pop Top 10: “Jump Start”, la balada “I Live for Your Love” y su versión de “Pink Cadillac” de Bruce Springsteen. Aún así, fue con “Unforgettable...With Love” en 1991, en un salto atrás, a las canciones de la generación previa, como Ms. Cole establecería la parte final de su carrera. “Unforgettable” le recordó a los programadores de la radio y al negocio de las grabaciones que había una gran audiencia para la música que ofrecía comodidad lejos del límite filoso. “El impacto de todo eso es que esta grabación está cogiendo vuelo”, dijo Ms. Cole en una entrevista en ese momento. “Es absolutamente impactante verla entre Van Halen y Skid Row en las carteleras, totalmente fuera de su elemento. Eso debería ser alentador para las compañías de grabación y para mis contemporáneos”. A pesar de la barrida de “Unforgettable” en el Grammy, en 1992 hubo algunas críticas, particularmente porque la Canción del Año tenía cuatro décadas de edad. En 1993, la National Academy of Recording Arts and Sciences cambió las reglas de la Canción del Año para que solo fuesen elegibles canciones en el primer año de su grabación o que rozaran la prominencia. Pero la nueva dirección de Ms. Cole continuó enrumbada hacia los éxitos y premios. Su álbum de 1993, “Take a Look” y un álbum de Navidad en 1994, “Holly & Ivy”, ambos vendieron medio millón de copias; “Stardust”, otra colección de standards en 1996, vendió un millón de copias y le trajo un Grammy por otro dueto con su padre, “When I Fall in Love”. Su álbum de 2008, “Still Unforgettable”, fue nombrado Mejor Álbum de Pop Tradicional. Ms. Cole también hizo algo de actuación, apareció en series de televisión incluyendo “Grey’s Anatomy.” Ms. Cole se acercó más a la herencia de su familia. A finales de los años ’90 ella actuó con su tío, el cantante de jazz Freddie Cole. Y los duetos virtuales con su padre continuaron con “Natalie Cole en Español”. El álbum “Cole Español” de él fue lanzado en 1958. “Él se basaba en la fé para hacer algo musicalmente”, le dijo ella a “CBS This Morning” en 2013. “Él tomaría ese riesgo, y eso es algo que he tomado de él. Él nunca fue de tendencias”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 5 de enero de 2016

La terrible mancha de Cleveland

Comité Editorial. The New York Times. 29-12-2015. Tamir Rice de Cleveland estaría vivo hoy si hubiese sido un muchacho blanco de 12 años de edad que jugaba con una pistola de juguete en cualquier vecindad de clase media del país la tarde del 22 de noviembre de 2014. Pero Tamir, quien fue tiroteado de muerte por un oficial de policía blanco, tuvo el infortunio de ser negro en un area pobre de Cleveland, donde la policía históricamente se ha comportado como una fuerza de ocupación que dispara y luego pregunta. Crecer negro y varón en tal lugar es como vivir una vida extremadamente circunscrita, acorralado por las fuerzas que niegan tu humanidad y conspiran para matarte. Esas fuerzas dudaron de los procedimientos el lunes cuando un gran jurado declinó indiciar al oficial Timothy Loehmann en el asesinato y Timothy McGinty, el fiscal de Cuyahoga County, explicó porqué le había pedido a los jurados principales no presentar cargos. Mr. McGinty describió los eventos que llevaron a la muerte de Tamir como una trágica serie de errores y “faltas de comunicación” que empezaron cuando alguien llamó al 911 y dijo que un “jovencito” estaba esgrimiendo una pistola “probablemente falsa” ante la gente en un parque. El hecho de que esas advertencias nunca alcanzaran al oficial Loehmann, quien le disparó al muchacho a segundos de llegar a la escena, fue más que un descalabro administrativo. Eso reflejo un descuido por las vidas de los residentes negros de la ciudad. Ese descuido permea cada aspecto de este caso y comienza con el hecho de que el departamento falló en revisar el historial de trabajo del oficial Loehmann antes de darle el poder de vida y muerte sobre los ciudadanos de Cleveland. Si el departamento hubiera hecho eso, se hubiese encontrado que el oficial Loehmann había renunciado a un departamento de policía suburbano donde él había mostrado una “pérdida de compostura peligrosa” durante el entrenamiento de armas de fuego y se encontró que no estaba emocionalmente capacitado para la presión del trabajo. El oficial Loehmann se unió a un departamento de policía que por sí mismo había adquirido una bien documentada reputación de violencia desaforada y de disparar a personas que no representaban ninguna amenaza para la policía u otros. En un evento particularmente impactante, documentado el año pasado por el Departamento de Justicia, los oficiales confundieron el sonido del encendido de un carro con un disparo de pistola. Salieron en persecución y le dispararon al vehículo 137 veces, matando a dos ocupantes quienes resultaron estar desarmados. El largo reporte del Departamento de Justicia muestra claramente porqué la comunidad negra consideraba a la policía de Cleveland tan peligrosa y profundamente fuera de control. En mayo, el Departamento de Policía llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia, bajo el cual se adoptarán reformas importantes. El descuido por la vida del Departamento de Policía era evidente por completo en la manera como los oficiales se comportaron luego de tirotear a Tamir. Un video de vigilancia los muestra parados alrededor del muchacho por cuatro minutos sin prestarle asistencia médica, la cual finalmente fue suministrada por un agente del F.B.I quien andaba por el vecindario. El oficial Frank Garmback, el compañero del oficial Loehmann, golpeó a la hermana de 14 años del muchacho herido mientras ella trataba de correr a su lado. Uno solo puede imaginar el sufrimiento de ella al verla esposada en el asiento trasero del carro patrulla mientras su hermano yace sangrando en el suelo. Además de mostrar la matanza como resultado de un trágico malentendido, los fiscales también han sugerido que la decisión del oficial de matar a Tamir fue forjada por el hecho de que la vecindad de los alrededores tenía una historia de violencia y que el muchacho pareció ser mayor de 12 años debido a que era grande para su edad. Estos argumentos son adyacentes a la historia de acciones policiales violentas y discriminatorias que llevaron a la muerte de este muchacho. Ellos también tienen el reprimible efecto de cambiar la responsabilidad de la muerte hacia los hombros de esta muy joven víctima. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 4 de enero de 2016

Porqué dar no es suficiente

Darren Walker. The New York Times. 17-12-2015. Durante esta temporada de dar, me uniré a millones de estadounidenses como voluntario para alimentar a los sin techo, contribuir con ropas y donar a la caridad que batalla contra la pobreza. Aún así me temo que a través de estos actos de bondad, me absuelva de hacer preguntas más profundas acerca de la injusticia y la desigualdad. Los estadounidenses somos personas de gran corazón, pero creo que el propósito de nuestra filantropía no deber ser solo por generosidad, sino por justicia. Los orígenes de la filantropía formal se remontan por lo menos a 1889, cuando el industrial estadounidense, Andrew Carnegie compuso su “Gospel of Wealth”. Él generó esta pieza intelectual en el apogeo de la Gilded Age (época de expansión económica) cuando la desigualdad había alcanzado niveles extremos. Carnegie alegaba, como muchos aún hacen, que la desigualdad a esta escala es una condición inevitable del sistema de libre mercado, y que eso era deseable, si la promesa de riqueza incentivaba el trabajo duro. La filantropía, creía él, bajaría la presión de la ansiedad en la escalada social que venía luego de la desigualdad, aliviando las aflicciones del mercado sin alterar el sistema de mercado en sí. Durante el siglo 20, emergió un campo completo de filantropía institucional emergió y floreció en el patrón del molde de Carnegie. Familias icónicas estadounidenses, Gates, Knight, MacArthur, Mellon, Rockefeller, establecieron y expandieron fundaciones que construyeron escuelas y librerías, desarrollaron nuevas vacunas, revolucionaron la agricultura y la libertad humana avanzada. Mi propia organización, la Fundación Ford, ha dado millardos para apoyar cualquier cosa desde la televisión pública en Estados Unidos hasta microcréditos en Bangladesh. Nuestro trabajo ha sido indiscutiblemente por lo bueno: Millones de personas alrededor del mundo tienen acceso a nuevas herramientas y recursos con los cuales mejorar sus vidas. Hace pocos meses el Banco Mundial estimó que, por primera vez en la historia, menos de uno de cada 10 seres humanos vive en pobreza extrema. Eso es progreso. Y aún así, con todos los avances hechos en el último siglo, los retos de la sociedad puedes haber sobrepasado los recursos de la filantropía. Hoy, la riqueza acumulada de los donantes más generosos parece insignificante comparada con los trillones de dólares que necesita el mundo. La generosidad, floreciente como puede ser desde los legados de la era de Carnegie y los nuevos ricos, ya no es suficiente. El mundo puede necesitar una versión reimaginada de la filantropía, un “Gospel of Wealth” del siglo 21, que la suman no solo los filántropos estadounidenses, sino la vasta variedad de nuevos donantes que han surgido alrededor del mundo. Este nuevo góspel podría empezar donde el previo se atascó: determinar las causas subyacentes que perpetúan el sufrimiento humano. En otras palabras, la filantropía no se puede basar simplemente en lo que pasa en el mundo, sino también en como y porqué. Alimentar al hambriento está entre las obligaciones más fundamentales de nuestra sociedad, pero también deberíamos preguntar porque nuestros vecinos no tienen comida nutritiva que comer. Darle hogar a los sin techo es un imperativo, pero deberíamos preguntar porque nuestros mercados de bienes raíces están tan distorsionados. Como nación, necesitamos más inversiones en educación, pero sin dejar de cuestionar las disparidades basadas en raza, clase y geografía. Nuestro alerta, nuestra humildad, no debería estar limitada a examinar los problemas. Debería incluir las estructuras de las soluciones, como dar. Como dijera el reverendo Martin Luther King Jr. poco antes de su asesinato, “La filantropía es encomiable, pero eso no debe hacer que el filántropo obvie las circunstancias de la injusticia económica que hace necesaria la filantropía”. Eso es, después de todo, un producto del libre mercado, es activado por los retornos de capital. Y aún, también a mundo, hemos declinado a criticar nuestras circunstancias: un sistema que produce vastas diferencias en privilegios, y luego grava a los más privilegiados para mejorar el sistema. Cualesquiera sean nuestras intenciones, la verdad es que inadvertidamente podemos ampliar la desigualdad en el trayecto de hacer dinero, aunque clamamos por apoyar la igualdad y la justicia cuando lo entregamos. Y mientras nuestras contribuciones de fin de año podrían apoyar organizaciones valiosas, también debemos preguntar si estas donaciones financieras contribuyen a un cambio social más grande. En otras palabras, ”dar” es importante, pero no suficiente. Deberíamos buscar un cambio sistémico y duradero, aún si ese cambio pudiese afectarnos. Debemos encauzar cada acto de la generosidad hacia la justicia. Nosotros, como fundaciones e individuos, deberíamos motivar a las personas, hacer que sus ideas y organizaciones sean capaces de desarraigar la injusticia. Debemos asegurarnos de que los más afectados por la injusticia; mujeres, minorías raciales, los pobres, las minorías étnicas y religiosas e individuos L.G.B.T; apoyen para decidir donde y cual dinero debe aportar la filantropía, no simplemente recibir lo que la filantropía decida darles. Podemos revisar los datos y la tecnología, ver a través de una diversidad de puntos de vista, y buscar en un siglo de éxitos y fracasos de la filantropía para identificar y derrumbar las barreras que rezagan a las personas. Esta versión moderna de dar debería mirar diferente en distintos escenarios. En la Fundación Ford, nuestros esfuerzos se enfocarán en la desigualdad: no solo en las irregularidades de riqueza, sino en las injusticias en política, cultura y sociedad que integran la desigualdad y limitan las oportunidades. Realizaremos preguntas como, ¿Estamos oyendo, y prestando atención, a quienes conocen mejor los problemas? ¿Qué podemos hacer para apalancar nuestro privilegio en función de neutralizar los factores de la desigualdad? Otros filántropos tomarán diferentes, pero no menos efectivos, caminos. Muchos ya están respondiendo al llamado de King, trabajar intensamente hacia un mundo que considere innecesaria la filantropía. En fin, cada uno de nosotros debe hacer su parte para asegurarse de que dar no solo nos haga sentir mejor, sino también haga más justa a nuestra sociedad. Traducción: Alfonso L. Tusa C.