jueves, 28 de mayo de 2015

Entrevista con Emil Zatopek, el famoso corredor de larga distancia

Frank Csongos 20-06-1996. Praga- Fue el sistema deportivo comunista que creó al legendario Emil Zatopek. Pero el mismo sistema buscó destruirlo cuando el corredor de larga distancia hizo declaraciones contra la invasión soviética de Checoslovaquia. Y él todavía paga el precio. Vive muy modestamente. Tiene problemas de salud. Pero no se lamenta de nada. Zatopek es uno de los grandes héroes de los Juegos Olímpicos modernos. En la cita olímpica de Londres de 1948, ganó oro en los 10000 metros y plata en los 5000. En Helsinki 1952, ganó tres medallas de oro: en los 5000 metros, 10000 metros y la maratón. Una lesión le impidió ganar más medallas cuatro años después. Ahora, a los 73 años le es difícil caminar debido a una infección viral, Zatopek habló de su vida en una amplia entrevista con RFE-RL en su casa de un suburbio de Praga. Comparte su vida con su esposa, Dana Zatopkova. Dana también es una campeona olímpica. Ella ganó oro en jabalina en Helsinki en 1952 y plata en Roma en 1960. Ambos nacieron el 19 de septiembre de 1922. “Emil es cuatro horas mayor que yo”, dice ella con una sonrisa. “Yo no quería ser un corredor”, dijo Zatopek en la entrevista. “Estaba trabajando en una fábrica de zapatos durante la guerra y ellos me pidieron correr en una competencia. Dije que me dolía la rodilla. El doctor me examinó. Dijo, ‘Puedes correr’. Así que lo hice y llegué segundo. Así es como empezó todo”. Cuando los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia, Zatopek y otros atletas talentosos recibió privilegios y recursos solo disponibles para unos pocos. “¿Quién podía viajar en un país comunista?” recordó Zatopek. “Sólo un diplomático o un deportista. Ninguna persona normal. Era una gran ventaja, pero también era desventaja. Porque estas personas podían ver el progreso en el mundo. Y regresar a casa, a un país donde el tiempo se había detenido”. Zatopek estableció 18 records mundiales en carreras de larga distancia durante una impresionante carrera desde finales de los años 1940 hasta finales de los ’50. Le fue entregado el rango de coronel de la armada. Era el consentido del sistema. “El sistema usaba al deporte como propaganda”, dijo Zatopek. “Teníamos todo, tiempo para entrenar, ropas para entrenar, buena comida para entrenar. Todo. Solo había un problema: resultados”. Cuando las tropas soviéticas invadieron Checoslovaquia en agosto de 1968, Zatopek hizo pública su oposición. Dijo que a los soviéticos no se les debería permitir participar en los Juegos Olímpicos de 1968 porque tal acto de fuerza iba contra el espíritu olímpico. Una semana después, fue citado al ministerio de la defensa y expulsado de la armada. “Fui sentenciado a trabajos manuales en una mina de uranio”. Zatopek dice que pudo resistir la experiencia debido a que “para un deportista el trabajo duro no es malo”. Además, dice él, le pagaban mejor que en la oficina. Trabajó en la mina por unos meses. Él solo fue rehabilitado después del colapso del comunismo en 1989. Zatopek dice que el deporte amateur se acabó, “todo depende del patrocinio”. Pero dice que este sistema produce mejores atletas. “Los de Atlanta este año, serán los mejores Juegos Olímpicos jamás organizados”, dice él. Pero Zatopek dice que no tiene planes de asistir. “No conocemos a los campeones nuevos. Tenemos un buen televisor”. Zatopek dice que duda si en la actualidad sería dueño de alguna marca mundial porque los corredores más talentosos de larga distancia ahora vienen del mundo subdesarrollado. “Nuestros niños van a la escuela en auto o bus”, dice él. “Ven televisión. Los niños de África, caminan y corren”. Zatopek dice que no tiene de que lamentarse en el mundo de los deportes. “Quería probar que podía ganar”, dice él. “Estoy satisfecho. Soy feliz”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 21 de mayo de 2015

Joey Alexander, una sensación de 11 años del jazz clásico quien rara vez limpia las teclas del piano.

Joey Alexander, una sensación de 11 años del jazz clásico quien rara vez limpia las teclas del piano. Nate Chinen. The New York Times. 12-05-2015. Los aplausos se hicieron largos y sonoros para Joey Alexander luego que había interpretado su última pieza al piano en una presentación reciente y a casa llena en el Dizzy’s Club Coca-Cola de Manhattan. Al mirar su ovación, él se paró entre su bajista y su baterista, en un intento por recibir el reconocimiento como grupo. La escena fue dulcemente cómica: Su cabeza apenas alcanzaba el pecho de ellos. Lo cual tenía sentido, dado que Joey, la última estrella mediática del jazz, tiene 11 años. Esto estaba muy lejos de ser su primera aparición en público. Él se convirtió en una sensación de la noche a la mañana, con su actuación como invitado hace un año en una gala de Jazz en Lincoln Center, la cual le ganó profusos elogios. Su primer álbum, “My Favorite Things” (Motéma), sale esta semana, y él está programado para una serie de apariciones en los meses venideros, incluyendo una en el Newport Jazz festival en agosto. Descubierto en Jakarta, Indonesia, hace tres años, Joey se mudó con sus padres a Nueva York el año pasado, con la ayuda de luminarias del jazz como el trompetista Wynton Marsalis, quien lo llamó “mi héroe” en Facebook y con quien ahora comparte un manager. Todo es parte de la vida improbable de un niño prodigio. Joey puede ser de quien más se haya hablado en el jazz por un rato, aunque él no está solo. Hay un José André Montaño, un pianista ciego de 10 años de Bolivia; Kojo Roney, un baterista de diez años quien dio un concierto el mes pasado en Brooklyn; y Grace Kelly, 22 años, una saxofonista alto quién tuvo su primer álbum a los 12 años. La lista sigue, con algunos prodigios que desarrollan carreras exitosas y otros que se quedan cortos de su promesa inicial. Es natural guardar sentimientos mezclados sobre este fenómeno, y para un crítico es todo menos imperativo. La aclamación entregada a los prodigios musicales usualmente involucra algún tipo de mezcla de impresión de acto circense e intercambio de comodidades futuras. Toda la atención puesta en ellos puede distorsionar la ecología de una forma de arte, aún mientras trae noticias positivas de su supervivencia. Y, como con cualquier talento joven célebre, hay una pregunta de intención: ¿Quién se beneficia más del renombre que reciben estos intérpretes? ¿Hay una manera de maravillar la precocidad sin alterar el desarrollo de un artista? Joey parecía un ángel hace varios años cuando se empezó a formar su reputación en los círculos del jazz: pequeño de estatura, con una gruesa pollina sobre la cara que aún mostraba trazas de gordura infantil. Ahora es más alto, aunque la imagen de él en un piano grande aun puede ser desconcertante, especialmente cuando se escucha lo que interpreta. En persona se presenta como cualquier muchacho amable e inteligente de escuela secundaria. Salió a una caminata en Central Park la semana pasada en jeans y una franela de Joy Division. “Um, no conozco mucho la banda”, admitió, “pero me gusta la franela”. Él respeta y ama claramente su forma de arte. “El jazz es una música difícil”, respondió a una pregunta sobre grandes expectativas, “y de verdad hay que trabajar muy duro y también disfrutar la interpretación; esa es la parte más importante”. Los prodigios del jazz rara vez tienen comando total de su arte. Ellos tienden a exhibir una superabundancia de técnica y conocimiento general pero un suplemento deficiente de los intangibles, lo que los partisanos del jazz llaman “madurez”. Y aún la más virtuosa interpretación de una composición es de uso limitado en el jazz, por lo menos cuando se trata de una carrera de solista. Para un pianista de jazz, la maestría significa mucho conocimiento de armonía, ritmo y orquestación, todo convergiendo en síntesis elocuente. Joey Alexander tiene control sobre bastante de eso. “My Favorite Things”, producido por Jason Olaine, el director de programación y giras de jazz en Lincoln Center, le muestra como ser un músico reflexivo así como uno natural, con una paleta de armonía sofisticada y una sensibilidad dinámica. En el álbum, Joey trabajó con intérpretes elitescos como el bajista Larry Grenadier. “Yo estaba capcioso”, dijo Mr. Grenadier de la invitación para grabar. “Lo que típicamente encuentro con los niños prodigio es que vienen de esta clínica, el estilo de Europa occidental para acumular conocimiento. Lo que encontré con Joey es que proviene de un estilo más intuitiva y comunitario de tocar música, lo cual es muy hermoso ver”. Por mucho el álbum está caracterizado por desarmar la autoposesión, especialmente por su historia de fondo, la cual es difícil de ignorar. Joey, cuyo nombre completo es Josiah Alexander Sila, nació en Bali, a muchas millas del establecimiento de jazz más cercano. Sus primeros encuentros con el jazz fueron a través de los discos compactos que su padre, Denny Sila, había llevado a casa en los años 1990, después de conseguir un grado en finanzas en Pace University en Manhattan. Él y la madre de Joey, Fara, tenían un negocio de turismo. Ellos son de hablar suave, amigables y poco presumidos: en apariencia la cosa más alejada de unos padres de escenario, aunque ellos sienten un claro orgullo por el talento de Joey. Y por su carrera, “Fluimos con eso”, dijo Mr. Sila almorzando en Central Park. “Nunca esperamos nada”. Joey empezó a tocar piano a los 6 años, al interpretar una melodía de Thelonius Monk de oído, lo cual llevó a Mr. Sila, un pianista amateur, a enseñarle algunos fundamentos. Más allá de eso, Joey recordó, “Oía discos, y también YouTube, por supuesto”. Él tocó en sesiones de descarga en Bali y luego en Jakarta, cuando su familia se mudó allí. A los 8 años, tocó para el pianista Herbie Hancock, quién estuvo en Jakarta como embajador de buena voluntad de Unesco. (“Usted me dijo que creía en mí”, recordó Joey el pasado otoño, dirigiéndose a Mr. Hancock en una gala para la Jazz Foundation of America, “y ese fue el día cuando decidí dedicar mi niñez al jazz”). Él tenía 9 años cuando entró al primer Master-Jam Fest, una competencia de jazz para todas las edades en Ucrania. Ganó el premio grande. Pronto uno de sus videos en YouTube llamó la atención de Mr. Marsalis, director artístico de Jazz en el Lincoln Center, quien lo invitó a presentarse en la gala de 2014 de la organización. Joey interpretó una versión como solista de la balada de Monk “Round Midnight” para cerrar y se ganó una ovación de pie, críticas relucientes y algunos promotores influyentes. Jeanne Moutoussamy-Ashe, la fotógrafa y viuda de la estrella de tenis Arthur Ashe, invitó a Joey para actuar en la gala del Arthur Ashe Learning Center, ante una multitud que incluía al antíguo Presidente Bill Clinton. Ella luego presentó a Joey y su familia a Gordon Uehling III, fundador del CourtSense Tennis Training center; él los alojó en su finca de Alpine, N.J., donde Novak Djokovic a menudo se queda durante el Abierto de Estados Unidos. (Joey tiene acceso a un piano Steinway ahí, el cual toca cuando no toma lecciones escolares en línea). Jazz at Lincoln Center ve no solo un prodigio, sino un embajador. “Estamos muy interesados en incorporar a Joey en nuestra extensión educativa”, dijo Mr. Olaine, “llevarlo a las escuelas medias para que toque frente a niños de su edad. Él podría inspirar a la gente joven a escuchar y disfrutar la música de jazz”. La pregunta que sobresale con un músico tan joven y bueno como este es si es prematuro seguir carrera como solista. Normalmente, un prodigio aprende al lado de los maestros, dijo Mr. Olaine. “Pero Joey es un caso tan extraordinario que pienso que ninguno de nosotros lo haya visto antes. Él todavía no es un músico formado por completo, no sabemos en que se va a convertir. Pero justo ahora, está listo para ser un líder”. Eso puede ser verdad. Pero había espacio para crecer en el trío reciente de Joey. Al trabajar con el baterista Sammy Miller y el bajista Russel Hall, quienes aparecen en su álbum, él se sumergió en las baladas, el blues y los standards, incluyendo “Giant Steps” (Pasos Gigantes) la pieza de John Coltrane cuyas tortuosidades armónicas siempre han sido territorio de prueba para los improvisadores. (Es el primer surco del álbum de Joey). La melodía alcanzó un nivel impresionante, provocaba gritos, pero durante el progreso de la interpretación, Joey no siempre estuvo en el punto rítmico más firme. Un original, “Ma Blues”, fue hermoso pero derivativo. Y mientras tocaba una brillante introducción a “Monk’s Mood”, su instrumento no delineaba la arquitectura interna de la canción, ocasionalmente tomaba un desvío hacia el blues. Hay una razón por la cual hasta los más portentosos prodigios del jazz pasan por un aprendizaje. Esto ha sido una realidad para Gadi Lehavi, de Israel, y Beka Gochiashvili, de Georgia, pianistas acostumbradas a los elogios desde la niñez, ambas ahora tienen 19 años, con altos créditos como instrumentistas. Fue real para Julian Lage, un guitarrista quien recibió atención nacional a los 8 años, él antes de su carrera como solista fue tutoreado por el vibrafonista Gary Burton, un antíguo prodigio. Por su talento excepcional, Joey es un candidato principal para consejos similares. Cuando le preguntaron si recordaba algún consejo importante de un jazzista experimentado, él momentáneamente se quedó sin palabras. Con sus ojos brillantes, dijo, “algo que las personas siempre me dicen es: ‘Sigue tocando’”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 20 de mayo de 2015

50 años de aquella película The Sound of Music

Marzo 2015 Este año marca el quincuagésimo aniversario de The Sound of Music, película que cautivó audiencias en 1965. Julie Andrews y Christopher Plummer reflexionan sobre la realización del clásico, su amistad de décadas, así como de las montañas que han escalado desde entonces Alex Witchel No sorprendería a nadie, quizás, saber que Julie Andrews viaja con su propia tetera. Hacia el final de una tarde del pasado invierno, ella y Christopher Plummer se reunieron en el Loews Regency Hotel, en Manhattan, para hablar del quincuagésimo aniversario de la versión de cine de The Sound of Music, la cual está siendo relanzada en abril. Para cualquiera que haya visto la original en 1965, le parecerá imposible que haya pasado tanto tiempo. Ahora que Plummer tiene 85 años y Andrews 79, se podrá imaginar como se sienten ellos. Fue durante la filmación de The Sound of Music que Andrews y Plummer iniciaron una amistad, la cual, medio siglo después, sigue aún fortaleciéndose. El esposo de Andrews, Blake Edwards, dirigió a Plummer en The Return of the Pink Panther en 1975, y su amistad persistió hasta la muerte del director, en 2010. (Edwards y Andrews estuvieron casados por 41 años; Plummer ha estado casado con su esposa, Elaine, desde 1970). En 2001, Andrews y Plummer coprotagonizaron una producción televisiva de On Golden Pond, y en 2002 ellos fueron de gira por Estados Unidos y Canadá en una pieza teatral llamada A Royal Christmas. Ahora ellos tienen la apariencia de una vieja pareja de esposos. Una vez que la tetera de Andrews fue puesta en funcionamiento y el té fue preparado y servido, los dos se sentaron en el sofá de una habitación para hablar. Acababan de regresar de una sesión de fotografías. Pregunté como les fue, y Andrews saltó: “bien yo estaba vestida de negro. Él estaba vestido de negro. Estábamos en un ambiente blanco. Tenía un gran par de aretes, y mi cabello estaba de verdad excitante. Todo se hizo de manera improvisada”. “No me notaste para nada ¿verdad?” preguntó Plummer “No lo hice”, respondió ella con vigor. Él anunció. “No he comido nada en días”. Ella respondió en ascuas. “Oh, cariño, eso es terrible”. Él continuó, “Había una cena de caridad anoche, y la comida era tan mala que nadie comió nada”. Ella registró en sus bolsos. El miraba esperanzado, todo lo que ella sacó fue un frasco de Advil. “Tengo que tomar estas, lo siento”, dijo ella, agitando algunas píldoras, las cuales cayeron en la alfombra. Ella las agarró y las tragó. “Hubo muchas escaleras hoy”, dijo ella, mientras continuaba escarbando hasta que encontró una barra de granola y mantequilla de mani Kashi. “Traje media galleta de mantequilla de maní”, le dijo ella bromeando. Él miró la galleta de reojo. “No media”, dijo . “Un cuarto”. Bien muchachos. Parte de la razón por la que estamos aquí es hablar de su amistad de 50 años. “A que se refiere con amistad”, preguntó Andrews. “Exactamente”, dijo Plummer. No era su asunto favorito A través e las décadas, Plummer ha permanecido reticente sobre interpretar al Capitán von Trapp. Él era, a principios de los ’60, un celebrado actor de teatro y decidió hacer la película principalmente como entrenamiento para personificar a Cyrano de Bergerac en un musical de Broadway (un papel que no se materializaría hasta 1973). En su lugar, a los 34 años, con manchones grises en su cabello, se encontró a bordo de un barco a la deriva, lo que consideró de un buen barco de juguete como padre de siete niños entusiastas, una monja melodiosa, y el silbido de un oficial de la armada. De hecho, cuando se estrenó The Sound of Music, las críticas fueron feas. Pauline Kael la catalogó de “diseñada mecánicamente” para transformar a la audiencia en “en imbéciles emocionales cuando nos oímos tarareando las enfermizas, buenas canciones”. En el New York Times, Bosley Crowther concedió que Andrews “actúa con armonía y valentía”, mientras condena a los otros actores adultos “son completamente horrendos, especialmente Christopher Plummer como el Capitán von Trapp”. Plummer regresó al teatro, donde era, es y siempre será un gigante. (Su Iago fue una maestría, igual que su Lear). Diez años después de The Sound of Music, él se encontró trabajando en la pantalla grande interpretando a Rudyard Kipling, como contrafigura de Sean Connery y Michael Caine, en la película de John Huston, The Man Who Would Be King, desde entonces ha trabajado con frecuencia en las películas. En 2012, ganó el premio de la Academia para el mejor actor de reparto por la película Beginners, en la cual interpretó a un esposo y padre quién se convierte en homosexual más adelante en su vida. Él ha conseguido el papel principal en Remember, una película de terror dirigida por Atom Egoyan y está escogiendo entre dos nuevos papeles en sendas películas. Si a Plummer le gusta o no, el legado de The Sound of Music alimenta su capital. El bien parecido, sutilmente triste, viudo Capitán von Trapp fue siempre el romántico de la película, nunca Rolf, el acartonado mensajero adolescente. El hecho de que una monja guitarrista, de mal vestir y buenos valores tomara el elegante puesto de la Baronesa es pura justicia hollywoodense. Fuera de pantalla, el bien nacido Plummer (su bisabuelo, Sir John Abbott fue primer ministro de Canadá) pasó su vida compensando esto como un notorio chico malo, bebiendo en exceso, burlándose de sí con humor autodespreciativo mientras alegremente desperdiciaba lo que le convenía . Su memoria de 2008, A pesar de mí, es un recorrido por el negocio del espectáculo. Andrews es un animal diferente. The Sound of Music siguió a Mary Poppins seis meses despues, estas fueron precedidas por su triunfo en Broadway como Eliza Doolittle en My Fair Lady. Jack Warner la rechazó para la versión cinematográfica de My Fair Lady, y contrató a Audrey Hepburn en su lugar (dobló su voz para cantar). Durante la ceremonia de los premios Golden Globe, cuando Andrews ganó como mejor actriz de musical o comedia por Mary Poppins, ella le agradeció a Warner en su discurso de aceptación. Desde entonces ella ha sido una estrella del cine. Aunque congelada en las mentes de millones como un híbrido improbable de niñera y monja, Andrews es mucho más, su triunfo en el cine y el teatro en Victor/Victoria de su esposo es un ejemplo de su rango, junto a su giro dramático aclamado por la crítica en la versión cinematográfica de Duet for One. Además de su voz cantante natural, lo que siempre la ha definido es el trabajo duro. Durante los ensayos de My Fair Lady, su coprotagonista, Rex Harrison, mostraba desdén por sus habilidades dramáticas y quería que la reemplazaran. El director, Moss Hart, detuvo los ensayos para trabajar a solas con Andrews por 48 horas para mejorar su actuación. Como ella lo dice en su memoria, Home, cuando Hart terminó, su esposa, Kitty Carlisle Hart, le preguntó como le había ido. “Ella estará bien”, replicó Moss. “Ella tiene esa terrible fuerza británica que te hace preguntar como fue que perdieron la India”. En el caso de Andrews, ella se ganó cada parte de esa fuerza. Su mujeriego abuelo materno contrajo sífilis y murió a los 43 años: la causa fue “parálisis de lo insano”. Él había infectado a su esposa, y ella falleció dos años después. La madre de Andrews, una dotada pianista, dejó a su padre para casarse con un intérprete de vaudeville, Ted Andrews, y ellos y Julie trabajaron juntos muchos años viajando por varios lugares. Su padre alcohólico trato de abusar de ella varias veces. Su madre también se convirtió en alcohólica. Cuando Julie tenía 14 años, su madre confesó que su primer esposo no era el padre biológico de Julie. Su padre real provenía de una relación de un solo encuentro. Aunque Andrews lo conoció, ella nunca permitió una relación. Ella trabajó para mantener financieramente a su familia a través de toda su niñez, también ayudo a criar a sus hermanos menores. Su inamovible personalidad de buena muchacha servía como un antídoto para sus complicadas circunstancias, y eso también sirvió para convertirla en una política experta, entrenamiento ideal para una estrella. Ella estrecha manos, hace contacto visual, usa nombres apropiados, y ha perfeccionado el arte de contestar una pregunta, no con la respuesta real sino con la que decide dar. Mientras ella y Plummer engulláin sus respectivas fracciones de barra de mantequilla de maní, recordaron A Royal Christmas. “Actuamos en cada desagradable pista de hockey desde Canadá hasta Florida”, dijo Andrews. “Teníamos buses grandes donde dormir. También iban la London Philarmonic y el Westminster Choir y los Somebody Bell Ringers y el Something Ballet. Y Chris y yo haciendo nuestra parte. Resultó ser una gran diversión bajo circunstancias dificiles”. “La mayor diversión estaba en el bus”, dijo él. “Teníamos nuestro propio bar, así que no esperábamos a llegar a donde fuésemos”. Si, pero como ahora tomábamos té, quizás podría regresar a The Sound of Music, la cual empezó su vida como un musical de Rodgers y Hammerstein que ganó un Tony en 1959. William Wyler firmó para dirigir la versión cinematográfica pero nunca se entusiasmó con la historia; la abandonó para hacer The Collector. Robert Wise, ganador de un premio de la academia por codirigir West Side Story con Jerome Robbins (y nominado por mejor edición en Ciudadano Kane), se encargó, y The Sound of Music ganó el premio a la mejor película de 1965, y él ganó su segundo Oscar como mejor director. Pero al menos alguien en esta habitación parece parece importarle esto como al niño que él nunca quiso y que no puede quitarse de encima. “Bien, nunca noté eso”, dijo Andrews, “porque ese fue el momento de mi carrera cuando todo explotó. Eso y Poppins”. (Andrews ganó 225000 $ por un acuerdo de dos películas que incluía su papel como María.) “Tan cínico como siempre fui sobre The Sound of Music”, dijo Plummer, “Respeto que representa un alivio ante todos los tiroteos y persecuciones de carros que se ve por estos días. Es algo maravilloso, anticuadamente universal. Tiene chicos malos y los Alpes, tiene a Julie y sentimientos a borbotones. Nuestro director, el querido viejo Bob Wise, mantuvo todo bajo control. Un hombre agradable. Dios, que personaje. Quedan muy pocos de ellos en nuestro negocio”. Eso probablemente es verdad, aunque considerando todo, Plummer parece estar haciéndolo muy bien estos días. “No me estoy quejando de mí”, dijo él, levantando sus manos. “Es agradable ser descubierto de nuevo a esta avanzada edad. De verás me quito el sombrero ante Mikey Rooney. Él andaba de gira en sus 90”. Que poco apropiada persona para él admirar. “Pienso que de todos los tipos viejos quienes vivieron hasta una edad extraordinaria y se mantuvieron trabajando”, continuó Plummer, “él fue el más vital. John Gielgud todavía trabajaba cuando tenía 96, pero lo que John llevaba a las tablas era una vida de ornato. Mickey Rooney era un pequeño animal que atacaba todo con mucho fuego como lo hacia cuando era un muchacho. Era tan bueno en todo, bailando tap, cantando con Judy, rompiéndote el corazón como el entrenador en The Black Stallion. Y se las arregló para casarse 18 veces. Todas eran altas. Dios lo bendiga”. Parece como si hacerse viejo mientras se permanece bien parecido en Hollywood equivale a pasar desapercibido. “Si”, dijo el riendo. “Es extraordinario ¿no? Pero estoy impresionado de que me convertí en un actor de carácter muy temprano. Odiaba ser galán. Empiezas a preocuparte por tu rostro. Por favor” Bien, de regreso a la mistad de ustedes dos. Ellos se miraron uno al otro. “Ella no tiene nada que decir”, dijo Plummer, divertido. Andrews avanzó. “Él era un actor tan grande que cuando fue probado para The Sound of Music todo lo que pensé fue, ¿Cómo voy a enfrentar esto? Pero pasamos un tiempo muy bueno. Nunca tuvimos un cruce de palabras, nada”. “No”, aceptó él. “Ella puede ser terrible con su disciplina, pero lo hace de manera agradable”. “¿Quién fue que me llamó monja con navaja?” preguntó ella Él suspiró. “Es verdad. Monja con navaja”. “Pensaba que fuiste tú”, dijo ella. “No”. ¿Es verdad que Plummer solo estuvo 11 días en Austria? “Algo como eso”, dijo él. “Fue un calendario terriblemente corto”. “No pudo haber sido solo 11 días”, protestó ella. “Vamos”. “No, realmente, hubo muy pocos días. Tuve mucho tiempo para mí, por eso engordé. Bebí mucho y comí todos esos maravillosos dulces austríacos. Cuando fui a grabar, Robert Wise dijo, ‘Dios mío, te pareces a Orson Welles’. Tuvimos que rehacer los trajes”. “Nunca lo noté. No lo hice”, insistió ella. “Sé que tu y yo conectamos un par de veces. Una fue cuando estaba empapada, después que se volteó el bote donde estaba con los niños. Es uno de mis momentos favoritos de la película. Nunca te he dicho esto, fue justo antes de que fuésemos al gazebo y tú te había despedido de la Baronesa. Estabas tratando de decir que estabas contento de que María regresara. Y como un niño, dijiste que estuvo mal que me largara y estaría muy mal si me fuera de nuevo. Fue tan sentido”. Él fijó la Mirada, mientras yo señalaba que ella ha dicho esto antes. Muchas veces. “¿Lo he hecho? Ella miró sorprendida. “Bien, es la primera vez que he oído esto”, protestó él lealmente. “Era difícil hallar escenas actuables. Ernest Lehman, quién era un maravilloso guionista, lo hizo muy bien en The Sound of Music, considerando que fue escrita como un musical, no como una obra de teatro”. Andrews sonrió. “Había muchas posibilidades potenciales de distracción. Tú fuiste el pegamento que nos unió porque nunca permitirías eso y yo traté de colaborar”. “Era más fácil para el Baron, por supuesto”, dijo Plummer, “porque era un poco malicioso”. La Baronesa real, María von Trapp, madrastra de los siete niños von Trapp, la última de los cuales, también llamada María, falleció en 2014 a los 99 años, quería tener más influencia en la película de la que tuvo; fue relegada a aparecer como extra. “Nos conocimos, pero tuve que ver más con ella después”, dijo Plummer. “Un amigo mío de las Bahamas nos invitó a Elaine y a mí, oh no, Elaine no estaba conmigo; bien, la esposa que haya tenido ese momento, a tomar el té, y fui a la casa de mi amigo, sus otros invitados eran el gobernador general de las Bahamas y la baronesa. Allí estaba ella de nuevo. Había nadado en una famosa competencia de natación de las Bahamas, y ganó, por supuesto. Hicieron que un bote la siguiera, y le lanzaban bananas de vez en cuando. Pero pensé, Dios mío, que extraordinario contraste con esta criatura”. Él señaló a Andrews. “Ella era muy grande”. Andrews sonrió. “Ella era una muchacha de mucho peso. Después, cuando yo tenía mi propia serie de televisión, ella fue y cantó conmigo. Ella era muy dulce”. En 1997, la voz cantor de Andrews fue destruida en su esencia luego que ella se sometiera a una cirugía para remover nódulos no cancerígenos de su garganta. “No hablo mucho de eso”, dijo ella, lució muy mal cuando lo mencioné. En lo sucesivo, ella buscó apoyo para su dolor en el centro de rehabilitación Sierra Tucson. “Fue devastador”, dijo ella. “Pensé que tal vez la recuperaría. Eso fue antes que notara que habían removido tejido. Pero por el año y medio que esperé que algo milagroso ocurriera, pensé que debía hacer algo o me volvería loca. Mi hija Emma y yo empezamos a trabajar juntas y formamos nuestra pequeña compañía para publicar libros”. (Las dos han escrito 26 libros para niños juntas bajo el propio sello de Andrews). Un día me estaba quejando de mi destino y dije, ‘Dios, extraño cantar Emma. No sé como explicarte’. Y ella me dijo, ‘Lo sé, pero mira, has encontrado una nueva forma de usar tu voz’. Uno de nuestros libros se ha convertido en musical, The Great American Mousical, el cual dirigí en la Goodspeed Opera House, en Connecticut. Y otro, Simeon’s Gift, ha sido adaptado para una orquesta sinfónica y cinco intérpretes. También soy una miembro orgullosa del equipo de Los Angeles Philharmonic”. “La música clásica fue mi primer amor”, intervino Plummer. “Ella me ha dado un disfrute extraordinario y ha sido una gran influencia en mi trabajo, particularmente en los clásicos, donde tienes que saber cuando viene el coda y cuando el climax. Haces tu propia sinfonía con las palabras. Lamento no haber continuado estudiando piano clásico, lo cual empecé a hacer de niño”. “Y yo lamento no haber ido a la universidad”, agregó Andrews. “No tuve educación nunca, y mi madre dijo, ‘Tendrás una educación mucho mejor en la vida’. Lo hice hasta cierto punto, aunque siempre desearé poder haberlo intentado”. Bien, como íconos de una película clásica que durará por siempre, si cada uno pudiera cambiar una cosa, ¿Cuál sería? “Me hubiese cambiado a mí y conseguido a alguien más”, dijo Plummer. “Oh, cállate”, replicó Andrews. “Yo probablemente cambiaría un par de maneras de cómo canté algo”, siguió ella, “porque siempre me parece muy descontrolado cuando comienza la película. Pero ¿sabes que? También es una película de una época particular que se ha mantenido a través de los años. Nunca empiezas siendo una estrella. Tomas cualquier trabajo que se presenta, y si tienes suerte, la película es exitosa. Mi madre me inculcó eso: ‘No seas presumida. Siempre habrá alguien que puede hacer lo que tu haces y probablemente hasta mejor que tú’. Eso fue un gran entrenamiento”. En años recientes, las canciones de The Sound of Music se han hecho populares, desde Salzburgo hasta London’s West End hasta Hollywood Bowl, con audiencias atendiendo a las presentaciones completamente disfrazados. Ni Andrews, ni Plummer han asistido a una. “Hay esta gran historia de un joven en Londres”, dijo ella, “quién estaba pintado de dorado de pies a cabeza. Le preguntaron, ‘¿Qué eres en la película?’ Y él dijo, ‘Soy Ray, una gota de sol dorado’”. Habíamos pasado de la hora del té a la hora de la cena. Andres insistió en que los acompañara abajo al Regency Bar & Grill para tomar un trago. Ahí, se les unió su tripulación de carretera: Steve Sauer, el manager de Andrews; Rick Sharp, su maquillador; John Isaacs, su peluquero; Elaine Plummer; Lou Pitt, el manager de Plummer; y la esposa de Pitt, Berta. Por estos días, Plummer vive en Connecticut y pasa los inviernos en Florida; Andrews vive en Long Island para estar cerca de Emma y el negocio de ambas, aunque ella mantiene un apartamento en Santa Monica. Andrews y Plummer se sentaron uno al lado del otro en el centro de una mesa larga, de espaldas a la habitación. Él ordenó vino, sus días serios de bebida terminaron, me lo había dicho antes. Andrews ordenó su usual Martini, con aceitunas. Mientras se brindaba en la mesa, agradecía a los dos por invitarme. Andrews sonrió graciosamente, mientras Plummer soltó, “Bien, ¡yo no te invité!” Todos bebieron y ordenaron la cena. Este grupo ha estado en la carretera por tanto tiempo, ellos podrían haber estado celebrando su propia navidad. Cuando Plummer y Andrews hablaron, se recostaron uno contra el otro, sus frentes casi se tocaban. Gradualmente, las personas de las otras mesas empezaron a identificarlos, volteaban hacia adelante para ver si podían creerle a sus ojos. Después de todo, la última vez que la mayoría de nosotros los vio juntos, estaban subiendo esa montaña hacia la libertad. Y 50 años después, seguían aquí. Seguros. Y aun en familia. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 14 de mayo de 2015

La última entrevista de Neil Armstrong: una rara mirada de un hombre y su misión lunar Neil Armstrong's last interview: rare glimpse of man and moon mission El astronaut concede pocas entrevistas, pero le regaló a la audiencia australiana sus memorias del Apolo 11 y preocupaciones por la Nasa. Paul Gallagher Sábado 25-08-2012 La última entrevista de Neil Armstrong fue imprevista. Pero quizás apropiada, dados sus logros. En mayo the Certified Practicing Accountants de Australia reservaron casi una hora del tiempo del antíguo astronauta para discutir su expedición a la luna en 1969. El jefe ejecutivo Alex Malley le dio un toque de profundidad al momento apelando a detalles de la familia de Armstrong, su padre Stephen trabajó como auditor para el gobierno del estado de Ohio. Armstrong, quién raramente concedía entrevistas, obsequió a su audiencia con noticias de cómo él pensaba que el Apolo 11, el cual los llevó a él, Buzz Aldrin y Michael Collins a la luna, solo tenía una “posibilidad del 50%” de hacer contacto seguro con su superficie y un 90% de regresar a casa. Él dijo que era “triste” que las ambiciones del gobierno actual de Estados Unidos con la Nasa fuese tan reducidas comparadas con los logros de los años ’60. “La Nasa ha sido una de las inversiones públicas más exitosas para motivar a los estudiantes a hacerlo bien y alcanzar todo lo que puedan lograr”, dijo Armstrong. “Es triste que estemos llevando al programa en una dirección que reducirá la motivación y estimulación que da a la gente joven”. Él dijo que a corto plazo, aquella decisión le estaba causando un contrasentido a la agencia, agregó: “Estoy muy preocupado por las nuevas políticas de la agencia espacial. Tenemos una situación en Estados Unidos donde la Casa Blanca y el Congreso tienen una posición extraña sobre cual debe ser la dirección a tomar en el futuro. Ellos están como jugando un juego y la Nasa es el control que mueven hacia delante y atrás”. Armstrong había hablado de sus padres, la fascinación de su juventud por volar y sus experiencias de pilotar aviones de combate en la guerra coreana. Él también expresó un sentido de predestinación acerca de su trabajo como piloto de prueba, al rechazar preocuparse por tareas futuras porque él pensaba que algo podía salir mal y entonces estaría ocupado en activar la eyección o en reparar una válvula. Mientras se acercaba el día del lanzamiento, Armstrong dijo que tenían todo preparado en un cronograma. “Un mes antes del lanzamiento del Apolo 11, decidimos que teníamos suficiente confianza para tratar e intentar…un descenso a la superficie”. Armstrong recordó el momento cuando recibió la llamada para preguntarle si el resto de la tripulación del Apolo 11 estaba listo para hacer aterrizar en la luna. “Los jefes preguntaron, ‘¿Piensas que tú y tus muchachos están listos?’ Les dije que sería agradable tener otro mes, pero estábamos en una carrera y teníamos que aprovechar la oportunidad que teníamos. Tenía que decir que estábamos listos, que estábamos listos para el alunizaje”. Él describió los tormentosos 12 minutos del descenso a la luna, cuando notó que el piloto automático del módulo lunar Eagle estaba preparando hacer aterrizar a la tripulación en la pendiente de un cráter lunar. “La computadora nos mostró donde se pretendía aterrizar, era un lugar muy malo, en el costado de un gran cráter de aproximadamente 100-150 metros de diámetro con pendientes muy pronunciadas cubiertas con rocas muy grandes, para nada un buen lugar donde aterrizar”, dijo él. Armstrong tomó los controles manuales y ejecutó los comandos para aterrizar como un helicóptero en un area más plana hacia el oeste con solo 20 segundos de combustible. En referencia a “un pequeño paso para un hombre, un salto gigantesco para la humanidad”, Armstrong dice que no pensó en esas palabras hasta después que habían aterrizado a salvo. De su tiempo en la superficie lunar, él dijo: “Fue especial y memorable pero instantáneo porque había trabajo que hacer. No estábamos ahí para meditar. Estábamos ahí para cumplir unas tareas. Así que nos dispusimos a hacerlas”. Armstrtong también tuvo tiempo de responder a la pregunta favorita de los teóricos de la conspiración: ¿Fue el aterrizaje en la luna un montaje? “Las personas aman las teorías de conspiración”, replicó él. “Me refiero a que son muy atractivas. Pero nunca fueron una preocupación para mí porque sé que un día, alguien va a regresar allá y va atraer la cámara que dejé”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 11 de mayo de 2015

Adiós Little Joe

Mark Goodman. People Magazine. 15-07-1991. Vol. 36. Nro. 1. Luego de una feroz batalla final, Michael Landon sucumbió al cáncer rápida y tranquilamente, la familia que él valoraba estaba reunida alrededor de su cama. Para incontables televidentes de las últimas tres décadas, Michael Landon era el tipo de cabellos largos que personificaba individuos juveniles de gran corazón. Como Little Joe Cartwright (Bonanza) y Charles Ingalls (Little House on the Prairie-La Pequeña Casa de la Pradera), él irradiaba la calidez del hogar, la armonía de la antígua familiaridad estadounidense, así como el sentido de perseverancia ante todas las calamidades, de manera natural y humana. Como Jonathan Smith, el ángel consciente de los problemas humanos en Highway to Heaven (Autopista al cielo), él trazó un camino hacia la comunidad del espíritu humano. Mas allá, como escritor, director y productor, se convirtió en un a fuerza fenomenal de entretenimiento, uno de pocos actores capaces de tomar las riendas de su carrera y enrumbarla según su visión personal. Fuera de la pantalla, Landon representaba facetas más rudas del sueño estadounidense. La calidez y el sentido de lealtad familiar estaban ahí, de seguro. Él fue padre de seis hijos y adoptó tres más y se adaptó con fiereza a los ritmos de la familia, quizás, en parte, debido a que él fue el clásico niño infeliz determinado a alcanzar, a fuerza de voluntad, los logros más grandes en un mundo hostil. Así cuando el 8 de abril fue anunciado que Landon de 54 años, había caído víctima de cáncer pancreático, un público desconcertado veía con expresión solemne como él había hecho la sentencia de su vida. “Si voy a morir”, le dijo a la revista LIFE tres semanas después de su diagnóstico, “la muerte tendrá que pelear mucho para vencerme”. De hecho fue una dura pelea pero Landon perdió, por supuesto, en un final de una escena dolorosa que el deseó que solo su esposa compartiera. Luego del descubrimiento del cáncer, el cual se había extendido a su hígado, Landon se retiró con su tercera esposa, Cindy, de 34 años, y sus dos pequeños hijos a su rancho de 10 acres en Malibu, donde él se preparó para la batalla con un a dieta vegetariana, un programa de vitaminas, enzimas y acupuntura. Se sometió a quimioterapia el 18 de abril. A principios de mayo se sometió a un procedimiento experimental consistente en la administración intravenosa de una droga anticancerígena. Estos tratamientos tenían poca oportunidad de éxito. Solo el 3 % de los pacientes de cáncer pancreático y el 5 % de quienes sufren cáncer de hígado sobreviven cinco años. De acuerdo a la Sociedad Estadounidense de Cáncer, los estudios relacionan al cigarrillo y el alcohol con estas formas de malignidad. Landon ha admitido que él practicó mucho ambos vicios. El publicista retirado de NBC, Bill Kiley dice: “Solíamos apostar a que sus calcetines olían a humo, porque inhalaba muy profundamente”. A mediada que se regó su condición, miles de cartas de aliento y apoyo llegaban diariamente. Grupos de amigos visitaban la casa y hacían vigilias en las puertas del rancho. “Tengo una cantidad X de energía”, decía Landon, “y la que tengo la quiero compartir con mi familia”. Los hijos más pequeños de Landon, Sean de 4 años y Jennifer de 7, estaban “emocionalmente distraídos”, dice el amigo de mucho tiempo y socio de negocios Kent McCray, “pero Michael les pasaba su fuerza a ellos”. De acuerdo al colega John Warren, Landon también pasaba tiempo grabando cintas de video con sus últimos deseos para la familia y amigos. Hasta el final, dice McCray, “su mente se perdía de vista…Contaba chistes, estaba muy lúcido, muy brillante, no mostraba ningún decaimiento”. Cuando su publicista, Harry Flynn, dudaba hace dos semanas si tomar unas cortas vacaciones, Landon dijo. “No seas tonto. Pásala bien. Estaré bien”. Dice Flynn. “Él sonaba bien. Pero entonces decayó en pocos días”. En aquellos últimos días su salud se deterioró rápidamente. En su último fin de semana, Landon reunió a su círculo íntimo en el rancho, incluyendo a Cindy, sus nueve hijos y McCray y esposa. Ellos hicieron una vigilia en la habitación de Landon en el primer piso, donde muy cerca del fin, de acuerdo a McCray, Landon dijo, “Los amo mucho a todos pero ¿podrían bajar y darme algo de tiempo con Cindy?” Ella fue la única que estaba a su lado cuando falleció, alrededor de la 1:20 p.m. del lunes 1 de julio. El cuerpo de Landon fue cremado el día siguiente, y para ese momento, no se habían anunciado planes para un funeral. Si sus amigos y familia tuvieron solaz, fue en la extraordinaria calma de Landon. Flynn habla de las últimas horas de su viejo amigo: “Era como saltar de un trampolín. Él sabía lo que venía, y fue valiente hasta el final”. Landon fue un perfeccionista paradójico quien se pasó la vida tratando de modelar y representar actos que valieran la pena y si no pateaba traseros cuando alguien se atravesaba en su camino. “Si, yo soy perfecto. Es un problema que he tenido toda mi vida”, le comunicó a Ed Friendly, cocreador de Little House on the Prairie, durante una acalorada discusión en 1974. (Friendly se había ido antes que la serie empezara a transmitirse). Este sentido de moral solitaria, y los métodos extremos de cumplir su voluntad, le fueron inculcados a Landon desde temprano. Nació como Eugene Oowitz el 31 de octubre de 1936, en Forest Hills, N.Y., y creció con su hermana en Collingswood, N.J. Su padre judío, Eli Orowitz, era un gerente de teatro y publicista de películas; su madre irlandesa-católica, Peggy O’Neill, era una actriz menor que abandonó su carrera. Eugene veía a sus padres discutir todo el tiempo. “Dile a tu padre que la cena está lista”, recuerda Landon que le decía su madre, aunque Eli estaba en la habitación. Los muchachos de la escuela secundaria le gritaban a Landon “Judío bastardo” desde los carros. En una gran comunidad cristiana, los padres no les permitían a sus hijas salir con él. Las presiones familiares y sociales lo hicieron un orinador de camas crónico. La humillación fue incrementada por la práctica de su madre de colgar las sábanas empapadas en la ventana de su habitación. (Landon documentó su traumatica niñez en la película de NBC de 1976 The Loneliest Runner-El corredor más solitario). En verdad su formación incluía una noción profunda de la televisión como promotora del entretenimiento. Rodeado por muros de silencio, él una vez explicó, “Creé relaciones familiars donde las personas permanecen juntas porque se comunican”. La universidad reforzó su sentido de aislamiento. Eugene (quién cambió su nombre a Michael Lane en los años ’50 y finalmente a Michael Landon) se convirtió en un lanzador de jabalina élite en la secundaria y estableció una marca nacional en su año final con un envío de 211 pies y 7 pulgadas. Eso le proporcionó una beca de pista y campo en la University of Southern California. Pero atleta a o no, un muchacho soñador de Nueva Jersey, con cabellos rizados hasta los hombros no iba a ser bien recibido en un campus de los años ’50. Sus compañeros de equipo lo persiguieron y hasta lo tumbaron para cortarle el cabello. Landon, furioso, lanzó sus brazos en protesta, perdió su beca y pronto abandonó la escuela. Antes del corte de cabello y la pérdida de la beca hubo un momento de melancholia que dejó una herida más profunda en Landon. En 1954, Landon viajó a Los Angeles con su padre agente publicitario, quien creía que sus antíguos colegas de RKO Radio Pictures, ahora en Paramount Studios, le ofrecerían un trabajo. “Espera aquí”, le dijo a su hijo en la puerta. “Regresaré en un minuto”. Treinta minutes después regresó su padre, cabizbajo, ni siquiera pudo pasar del guardia. Años después Landon le contó a un reporter que aquel momento humillante le hizo tomar una decisión en la vida. “Sin importar lo que hiciera”, dijo él, “No iba a deberle a nadie un favor. Y no esperaba nada de nadie que tuviese que ver con negocios…No iba a recibir basura de nadie”. Como resultaron las cosas, él no tuvo necesidad de eso: Un ejecutivo del cine lo vio y sugirió que se enrolara en la escuela de actuación de Warner Bros. Pronto, Landon estaba actuando en prestigiosas producciones de TV en Studio One y G.E. Theater. Hizo su debut en el cine en 1957 en una favorita de la época, I Was a Teenage Werewolf, como el hombre lobo estrella. Aproximadamente al mismo tiempo, Landon empezó una tormentosa carrera marital. En 1956 se casó con la secretaria legal Dodie Fraser, una relación que duró seis años. Él adoptó al hijo de Dodie, Mark, y otro niño, Josh. La pareja se divorció en 1962 y en 1963 Landon se casó con la modelo Lynn Noe, con quien tuvo cuatro hijos (Michael Jr., Christopher, Leslie y Shawna). También adoptó a la hija de Noe, Cheryl. Su carrera actoral despegó realmente dos años despues cuando aceptó el papel de Little Joe en Bonanza, la primera serie del oeste transmitida a color. Landon, Lorne Greene, Dan Blocker y Pernell Roberts hicieron del viudo Cartwright y sus muchachos la primera familia del oeste, y la serie duró 14 años. Greene tomó a Landon bajo su protección y una vez lo describió de esta manera: “¡Mike es un tipo muy dulce pero extremo! Terco…Él es muy impulsivo. Mike hará una cosa un día que lamentará ocho días después. Cuando se trata de sentido del humor, Mike tiene uno muy bueno”. Roberts no pensaba así. Él y Landon, quién para mediados de los años ’60 también dirigía y producía episodios, chocaban en las grabaciones. Roberts abandonó el programa luego de seis años. (El ahora último sobreviviente de Bonanza, Roberts diría la semana pasada que se sentía “profundamente afectado por la muerte de Michael”.) La dedicación feroz de Landon empezó a desplegarse durante los años de Bonanza. Para contrarrestar su fama emergente, durante la segunda temporada del programa, él empezó a tomar docenas de píldoras tranquilizantes al día. Eventualmente dejó el hábito de las píldoras. “Todavía tengo días muy laboriosos”, reconoció Landon su tendencia a trabajar en exceso. “Siempre he tenido que trabajar muy duro para ser feliz”. Y hacía el trabajo, ante y detrás de las cámaras. Para el tiempo cuando desarrolló Little House on the Prairie en 1974, Landon había entendido que los actores pueden comandar en la escena pero los productores son los dueños de la casa. Landon empezó a escribir episodios de Little House on the Prairie y demandó, y ganó, el control creativo del programa. Como Jay Bernstein, para entonces publicista de Landon, reflexionó: “Su asunto siempre fue sobre control…la etiqueta nunca significó nada para él…Sentía que tenía una visión que podía usar para dirigir y producir y quería hacer los movimientos que lo pusieran en posición de hacerlo”. Veintidos temporadas de series exitosas hicieron eso para Landon. Cuando el fue con la idea de Highway to Heaven a NBC, el joven presidente Brandon Tartikoff tuv que escuchar. Landon no solo obtuvo su programa, sino que Highway junto a The Cosby Show, sacaron a NBC del sótano de las mediciones. Y como Cosby, Landon era el productor ejecutivo de su programa, y a menudo dirigía y escribía por muy poca cosa. Como dijera Tartikoff, “Lo aprecio mucho. Mi canal de ensueño tendría 22 horas de talentos como el suyo”. En sus últimas semanas en el rancho, su enfermedad llamó la atención de cientos de miles de seguidores, muchos de ellos jóvenes televidentes quienes habían crecido con Landon como nuestro repositorio cultural de un sentido de decencia común, de la integridad moral de las cosas. Esta cuerda universal templada por Landon tuvo su eco por su viejo colega, el antíguo presidente Ronald Reagan, quien dijo, “Su trágica batalla con el cáncer tocó los corazones de cada estadounidense, como lo hizo su espíritu indomable”. Y Landon cerró su propio libro con una gracia serena que rechazó sucumbir a la tragedia. “No es como si hubiese perdido mucho”, dijo él. “He tenido algo muy bueno aquí”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

sábado, 9 de mayo de 2015

Siete puntos que deberías saber de los elefantes

Conoce lo básico del mamífero terrestre más grande. Los elefantes, nativos de África y Asia, son vitales para mantener la rica biodiversidad de los ecosistemas que comparten con otras especies. WWF se enfoca en realizar esfuerzos para salvar al mamífero más grande del mundo en varios sitios de ambos continentes. Trabajan con gerentes de vida salvaje, gobiernos y comunidades locales para detener la caza furtiva, reducir el conflicto de los humanos con la vida salvaje y mejorar el monitoreo y la investigación. Aquí tenemos un resumen de lo que se debe saber de la especie: 1. Los elefantes asiáticos y africanos difieren tanto en el tamaño como la forma de sus orejas. Los elefantes asiáticos son más pequeños que sus semejantes africanos, y sus orejas son rectas en la base, distintas de las grandes orejas con forma de abanico de las especies africanas. Solo algunos elefantes machos asiáticos tienen colmillos, mientras todos los elefantes africanos, machos y hembras, lucen el marfil. 2. Los elefantes tiene el período de gestación más largo de todos los mamíferos, 22 meses. Las hembras paren cada cuatro a cinco años. Las matriarcas también dominan la compleja estructura social de los elefantes y sus crías, mientras los elefantes machos tienden a vivir en aislamiento. 3. Los elefantes son derechos o zurdos en el uso del colmillo, y el colmillo dominante es generalmente más pequeño debido al uso y desgaste por el uso frecuente. 4. La trompa de un elefante tiene más de 15000 músculos. Un ser humano tiene más de 600 músculos en su cuerpo entero. Los elefantes usan sus trompas para tomar objetos, como trompeta para indicar precauciones y para saludarse entre sí. 5. Al menos un tercio de las especies de árboles de los bosques de África central se reproducen a través de las semillas que pasan a través del tracto digestivo de un elefante antes de germinar. 6. A medida que se reducen los espacios de vida salvaje, se fuerza el contacto entre humanos y elefantes y a menudo chocan. WWF ayuda a mitigar el conflicto elefante-humano mediante varios programas, incluyendo el “escuadrón volador” de elefantes para conducir con seguridad a los elefantes salvajes lejos de las granjas y de vuelta a los bosques. 7. Decenas de miles de elefantes mueren anualmente a manos de cazadores furtivos por su marfil. WWF combate esta cacería furtiva e ilegal intercambio de vida salvaje mediante el entrenamiento y equipamiento de los vigilantes y las organizaciones basadas en la comunidad, y el reforzamiento de las leyes nacionales e internacionales. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 7 de mayo de 2015

El doble ‘doble’ de Lasse Viren

21-04-2009. Hay algunas estrellas del atletismo que sería difícil reconocer un año o dos después de terminar su carrera; se entregan a la buena vida luego de la disciplina requerida para mantenerse en el tope de sus condiciones. Casi 30 años después de su retiro de las pistas, Lasse Viren no es una de esas personas. A pesar del inevitable cabello gris, y los anteojos, y su opinión de que pesa alrededor de cinco kilos más que los “59 o 60 kilos” de sus días grandes, cuando toco su puerta para acordar una hora para esta entrevista, él viene directamente desde el baño en pantalones cortos, mostrando una delgada figura, bronceada, torso tonificado, que lo hace la persona de 59 años más flaco y en forma que haya visto. Nos encontramos en Belgrado, durante la semana del maratón en la capital serbia. Los organizadores tienen una tradición de invitar antiguas superestrellas, para ayudar a promover el evento en los medios locales. No podían haberlo hecho mejor. El finlandés es uno de los grandes de todos los tiempos. Seis hombres y una mujer han ganado la doble distancia olímpica de 5000 y 10000 metros. Viren es el único que lo ha realizados dos veces seguridad, en 1972 y 1976, el doble ‘doble’. Además, eso ocurrió en los días cuando había rondas eliminatorias para los 10000 metros, en vez de la final directa que vemos en el presente. Y en su primera final olímpica, los 10000 metros de Munich ’72, un Viren desconocido se cayó en las primeras vueltas, y quedó rezagado a unos 50 metros de los lideres. Él no entró en pánico. Se levantó, mantuvo un paso estable, regresó al pelotón, tomo la delantera, y ganó desprendido. ¡Nada menos que con record mundial! En Montreal ’76, él piensa que si hubiese tenido un par de días de descanso lego de su épica victoria en los 5000 metros, también podría haber ganado la maratón. “Corrí la final de los 5000, mi cuarta carrera en una semana, fui a la prueba de dopaje, luego a cenar. Para entonces era muy tarde, no dormí mucho. Fui directo a la salida de la maratón. Me sentí bien hasta el kilometro 37, entonces no tuve más energía”. Terminó quinto en su primera maratón, y el record de Emil Zatopek de ganar las tres pruebas de aliento, 5000, 10000 metros y la maratón en su debut de Helsinki 1952, seguía intacto. Viren es un personaje reservado pero amigable, y se tiene la impresión de que una sonrisa raramente está lejos de sus labios. Esta se amplia cuando él habla de cómo su entrenador le indicó seguir al campeón defensor, Frank Shorter de Estados Unidos, en la maratón de Montreal. “Luego de un rato Shorter se dio cuenta de mi táctica”, dice Viren, “porque cada vez que veía alrededor, yo estaba detrás de él. Pero cuando llegamos a una de las estaciones de beber agua, había tanta gente que no podía verlo. Frank levantó su mano, y me llamó, ‘Lasse, aquí estoy’”. La confianza de Shorter fue perforada por el alemán oriental Waldemar Cierpinski, quien ganó el primero de dos títulos de la maratón olímpica. Viren clasificó para los 10000 metros de los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, pero dice que para entonces su motivación se había desvanecido. Aún así fue competitivo hasta 300 metros de la meta cuando Miruts Yifter se desprendió para ganar la primera porción de su doblete olímpico. Viren terminó quinto, pero había ayudado a su joven compatriota, Kaarlo Maaninka a mantenerse en contención por el tiempo suficiente para ganar la plata. Viren volvió a correr la maratón, pero abandonó en el kilómetro 35 con problemas estomacales. Ël anunció su retiro luego de Moscú, pero admite que aceptó invitaciones a varias carreras largas en los siguientes dos o tres años. Maaninka después encontró a Dios, y admitió haberse dopado con sangre cuando consiguió las dos medallas olímpicas (bronce en los 5000 metros de Moscú también). Para el momento eso no era ilegal, esto siempre arrojó alguna sospecha sobre Viren. Su semblante permanece inalterable cuando le hago la pregunta. “Siempre he dicho que no hice nada malo. Sé lo que hice, el trabajo duro que hice”. También está la curiosa historia de hace varios años de él intentando vender sus medallas, pero dice que fue una broma. Un periódico finlandés hizo una historia de cuanto costaba una medalla de oro olímpica, con los años de entrenamiento, los equipos, alimentación, fisioterapia, etc. Legaron a una cifra de cinco millones e marcos finlandeses, supongo que eso equivale a un millón de euros ahora. Les pregunté si me pagarían 20 millones de marcos por mis medallas, Pero era una broma”. A pesar de la figura tallada, Viren, quien cumplirá 60 años en julio, dice que raramente corre en la actualidad. Eso es en parte la consecuencia de un accidente de tránsito de hace más de 20 años. Debi hacerme una operación, pero no me duele cuando camino, así que no me molestaré. Camino con mi perro en un circuito de dos o tres kilómetros cada mañana, y troto una o dos veces al mes”. El hombre que comparte su fama en la historia del atletismo mundial y finlandés con una impresionante legión de leyendas, desde Hannes Kohlemainen y Paavo Nurmi hasta sus contemporáneos, Juha Vaatainen y Pekka Vasala, permanece tan esperanzado como cualquier otro en el llamado primer mundo en referencia a la sequía de campeones en la actualidad. “Cuando yo corría siempre había tres finlandeses, tres ingleses, tres italianos, y otros de Europa occidental y Estados Unidos. Ahora los jóvenes tienen tantas cosas que hacer en casa: computadoras, teléfonos celulares, juegos, deportes de equipo. Es la hora de los africanos, pero tal vez cuando ellos se hagan ricos, en aproximadamente 30 años, también engordarán y se harán flojos”. Hay una larga tradición de atletas élite hombres y mujeres que migran hacia la política en Finlandia, el mejor ejemplo probablemente sea el antíguo saltador de altura ( 1.85 m. en 1924), y presidente por mucho tiempo (36 años), Urho Kekkonen. Un antíguo policía a comienzos de su carrera, Viren recibió la propuesta del partido conservador hace diez años, para lanzarse al parlamento, y ganó dos períodos de cuatro años cada uno. Desde 2007 ha participado como orador en el parlamento local de Myrskyla, el pueblo de 2000 personas, a una hora de Helsinki, donde él ha pasado la mayor parte de su vida. Él parece un hombre aparentemente contento con su vida, algo que aflora con cada respuesta ecuánime a una sucesión de solicitudes de autógrafos y fotografías en la maratón de Belgrado, y en la recepción posterior. Aunque él come y bebe de manera abstemia en la cena, testamento de su delgada figura, no se niega cuando nuestro anfitrión sugiere una copa nocturna, aunque él se debe levantar cinco horas más tarde para tomar un avión a casa. Mientras bajamos un rakija o dos, el aguardiente local, le pregunto por Steve Prefontaine, el campeón estadounidense relegado al cuarto lugar en los 5000 metros de Munich pero quién, muchos en Estados Unidos pensaban que lo retaría en Montreal si no hubiese fallecido en un accidente automovilístico el año anterior. En una de varias películas sobre la vida de Prefontaine se ha reportado que Viren estaba presente en Eugene la noche cuando la estrella de atletismo de Estados Unidos tuvo un accidente con su carro. “Debía estar en Eugene ese fin de semana”, dice Viren, “pero estaba lesionado, y no fui. A menudo me pregunto que habría pasado si hubiese estado ahí. ¿Habría estado en el carro con él?” El resto se desconoce. El año siguiente, Viren ejecutó uno de los grandes remates de cualquier distancia en la historia de los Juegos Olímpicos. Arrancó punteando dese el inicio en los 5000 metros, y se mantuvo delante de renombrados rematadores como Dick Quax, Klaus Peter Hildenbrand, Rod Dixon, y Brendan Foster, todos ellos antíguos corredores de 1500 metros. Fue el segundo brazo de su ‘doble’ doble. Por lo tanto el nombre de Lasse Viren quedó grabado de manera indeleble en las mentes de aquellos quienes lo vieron; y en la memoria colectiva que es la historia olímpica en sí. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Costas marinas silenciosas

Deborah Cramer. 01-05-2015. The New York Times. Gloucester, Mass. – A medida que los días de la primavera se alargan, los pájaros costeros han iniciado sus migraciones hemisféricas desde Sudamérica hacia el territorio de anidar en los bosques de pino del noreste canadiense y el helado Ártico. Ellos están entre los voladores de las distancias más largas de la Tierra, viajan miles de millas hacia delante y atrás cada año. Los he visto en varias paradas a lo largo de su ruta: rudos tirapiedras con plumaje de tela estampada escarbando entre las piedras pequeñas y semillas marinas en búsqueda de caracoles y mejillones; un guanaguanare solitario parado en las algas, su largo y curvo pico apuntando para capturar un cangrejo; un pinzón dorado avanzando sobre el lodo plano, su plumaje relumbra en el sol de la tarde. Yo solía pensar que los areneros saltando en la orilla del mar, escurriéndose ante las olas, eran una parte inmutable de la playa. Ya no es así. Este año, mientras los pájaros vienen al norte, uno de ellos, el lazo rojo, Calidris canutus rufa, habrá adquirido un nuevo status. Ahora está listado como amenazado por la oficina federal de especies en peligro de extinción. Se une a otros pájaros costeros en la lista gubernamental de especies amenazadas y en peligro. Tristemente, este no será el último. Mientras los pájaros hacen sus largos viajes, enfrentan muchas amenazas. Los guanaguanares navegan a través de tormentas tropicales hasta aterrizar en el Caribe, solo para recibir disparos de cazadores. Los pinzones de Wilson perderán sus sitios de anidar en la playa ante el desarrollo, y sus huevos y pichones ante mapaches, perros y gatos, cuyo número aumenta a medida que más personas construyen a lo largo de la costa. Las llanuras de las mareas y entradas donde los lazos rojos, tirapiedras y otros pájaros costeros se alimentan están desapareciendo de la misma forma como surge una tormenta y un mar de leva se traga la costa. La pérdida de los pájaros costeros ya es impactante. En el Estados Unidos continental, más de la mitad fueron incluídos en la Lista del Estado de los Pájaros en Vigilancia 2014, compilada por Iniciativa de Conservación de los Pájaros Norteamericanos. Su inclusión significa que sus pequeños o menguantes números los colocan en necesidad urgente de protección adicional. El número de pájaros norteamericanos migratorios de largas distancias que los científicos han monitoreado ha caído en más de la mitad desde 1974, una pérdida alarmante de 12 millones de pájaros. Las evidencias de los rudos tirapiedras, han caído en 75 por ciento. Los areneros semipalmeados se han reducido en un 80 por ciento en su hogar invernal al norte de Sudamérica. Y en Churchill, Manitoba, la temporada de anidar de los tigüi-tigüis hudsonianos ha sido abismal. Estos pájaros robustos viajan miles de millas desde el Estrecho de Magallanes para llegar a la costa oeste de la Bahía de Hudson en Canadá. Pero ahora están amenazados por el cambio climático, el cual de acuerdo a una investigación realizada por Tufts University, representa un aumento del riesgo de extinción de casi el 90 por ciento de los pájaros costeros de Norteamérica. A medida que el planeta se recalienta, la población de insectos llegan a su pico dos semanas antes que los huevos de tigüi-tigüis hagan eclosión. Como resultado, muchos pichones terminan pasando hambre. Los ultimo tres años, he viajado más de 40000 millas siguiendo pájaros costeros. Día tras día anduve a través de la nevada tundra ártica, buscando los rudos tirapiedras que no se habían mostrado para anidar, y a través de millas de senderos donde los areneros semipalmeados solían poner sus huevos. En una tranquila isla frente a la costa de Georgia, seguí el delicado rastro de los pinzones de Wilson, cuyo rango se está contrayendo y cuyos números han bajado en 78 por ciento. En Carolina del Sur en 1831, John James Audubon, mientras vigilaba espátulas volar para descansar en el atardecer, vio varios miles de pájaros. Yo vi uno, en un refugio de vida salvaje casi sin arena y desapareciendo en un mar creciente. Hoy existen alrededor de 10000 especies de pájaros vivientes. Los científicos estiman que antes que los humanos aceleraran la tasa de extinciones, la extinción de un pájaro podría ocurrir cada 1000 años. Durante mi vida, por lo menos han desaparecido 19 especies de pájaros. Un pájaro costero, el espátula esquimal, podría desaparecer pronto, si ya no lo ha hecho. Cientos de miles una vez volaron desde las pampas sudamericanas hasta las grandes planicies, y luego de vuelta a través de Labrador, donde se provisionaban de moras. La última evidencia física confirmada, fue en 1963, cuando yo era una muchacha joven. También hemos visto la conservación agresiva y dedicada para devolver a los pájaros al ambiente, El águila calva, el halcón peregrino y el pelícano marrón fueron rescatados de las garras del DDT luego que el pesticida fuese aplicado, aunque sus rescates tomaron de 30 a 40 años. Apenas 20 cóndores de California sobrevivían en vida salvaje antes de que un programa de alimentación en cautiverio empezara a comienzos de los años ’80; esto ha aumentado los números de este ave en vida salvaje a más de 200. No es fácil determinar la compleja míríada de amenazas que enfrentas estos pájaros costeros a lo largo de una ruta aérea que abarca dos continentes, pero muchas personas están tratando. Este trabajo incluye controlar el desarrollo a lo largo de las costas congestionadas; minimizar el daño de la actividad humana; restringir la cacería en Sudamérica y el Caribe; proteger el hábitat que se pierde ante el dragado, rediseñar las entradas y estabilizar la orilla marina; conservar la tierra adicional; y finalmente realizar investigación para entender como un los cambios rápidos en el Ártico afectan las nidadas. Espero no tener nunca que caminar en playas vacías de tigüi-tigüis y pinzones. Pero es posible que esto ocurra. En el caso de algunos pájaros costeros, es cada vez más inminente. Por esto es que debemos comprometer el dinero y las voluntades necesarias para darles a estos pájaros un ambiente seguro. Si lo hacemos, podríamos mantener nuestras costas animadas con pájaros costeros. Trtaducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 4 de mayo de 2015

Entrevista con Ken Buchanan.

27-03-2005 Ken Buchanan pasó momentos difíciles cuando terminó su gloriosa carrera como boxeador pero dice que ahora está contento con la vida. A primera vista no se ve por ninguna parte. “Nos vemos en Moriarty’s”, había dicho. “Estaré ahí a la 1 pm”. El bar está lleno por la hora del almuerzo, el murmullo de voces cuelga en el aire como humo de cigarrillo, y él está camuflajeado entre el tropel de caras ordinarias. Me toma una vuelta alrededor de la habitación para eventualmente divisar una figura que luce familiar, está sentado con otros dos hombres que también dejaron atrás hace rato la mediana edad. Uno está enrollando un tabaco cuidadosamente, el otro estudia su boleto de futbol y el tercero es él. “Hola Ken”. Él salta en la punta de sus pies, impulsado por sus pensamientos. Aún ahora, a sus casi 60 años, los pasos no le preocupan a Ken Buchanan. Su cuerpo es firme y magro y sus ropas parecen apretarlo con fiereza. “Ah, Sonny”, dice él, extendiendo la mano. “¿Te gustaría ir un lugar más tranquilo para hablar?” Él se dirige a una habitación lateral, su estilo de caminar está un poco rígido y desajustado, una o dos personas sonríen un hola o dicen su nombre. Han pasado 23 años desde que él efectuó su última pelea profesional y la vida fuera del cuadrilátero ha sido dura, aunque su reputación permanece intacta. Hay dos Ken Buchanan, uno que vive el día a día, trabajando por casi todo lo que tiene, y el otro suspendido en el tiempo, el muchacho de 25 años que alcanzó su sueño y encontró que lo podía tocar. En 1970 se convirtió en el primer boxeador británico en 55 años, y el único escocés, en ganar un campeonato mundial a domicilio cuando derrotó a Ismael Laguna en Puerto Rico. Defendió el título liviano exitosamente dos veces antes de perderlo dos años después ante Roberto Duran en una pelea angustiante. Peleó en el Madison Square Garden de Nueva York seis veces; compartió un camerino con Muhammad Ali; es el único británico viviente en ser inducido al Salón de la Fama Internacional de boxeo de Nueva Jersey. Él fue desde una casa de asbesto prefabricada de Edinburgo a conquistar el mundo. “¿Para hablar de qué estás aquí? Pregunta mientras se sienta. “Estoy aquí para hablar de tu pelea con Jim Watt. Para hablar de tu carrera. Para hablar de tí, Ken”. Se enfrentaron al anochecer del 29 de enero de 1973, en el cuadrilátero del recién estrenado St. Andrew’s Sporting Club de Glasgow. Watt, un joven de 24 años de Glasgow, defendía su cinturón británico de pesos livianos, ante Buchanan, un tipo de 28 años de Edinburgo, quien intentaba ganar el título por tercera vez. Aunque esa no fue la pelea decisiva de ninguna de las carreras de ambos hombres, más el hecho de que se realizó prácticamente en privado, solo se vendieron 500 boletos, este encuentro aun resuena con significancia. Dos de los boxeadores escoceses más grandes enfrentándose, golpe a golpe. En los preliminares del combate, el preparador de Watt, Jim Murray, caldeó los ánimos con afrentas hacia Buchanan, quién respondió. Se creó un sentido de enemistad en la competencia y esto se reflejó en lo ocurrido sobre el ring. Por 15 vueltas intercambiaron impulsos, pero al final habló la experiencia. Fue el compromiso profesional 48 de Buchanan y el 18 de Watt. El retador se llevó la victoria por puntos. Al final, los dos hombres se abrazaron. “La gente solía pensar ‘Jimmy odía a Ken y Ken odia a Jimmy’, pero esto no tenía nada que ver con eso. Yo solo quería pelear con él porque si ganaba, ganaría el cinturón Lonsdale completo”. “Imagínate esa pelea en el presente”, dice Buchanan, ladeando la cabeza. “Me refiero a que fui un antiguo campeón mundial y Jimmy iba a ser campeón mundial. Ahora nos reimos. Jim lo entiende ahora. Siempre lo vi así”: Un viernes de una semana, dos de los mejores boxeadores actuales de Escocia se enfrentarán para competir por el título británico; Alex Arthur, de Edinburgo, contra Craig Docherty, de Glasgow, por el título vacante del peso superpluma. Esto es un eco desteñido de la pelea de hace 32 años, pero trae una inocultable luminosidad al rostro de Buchanan. “Llamé a Alex”, sonríe. “Me dijo que si pierde correrá desnudo por Princess Street. Le respondí, ‘Mira, si pierdes con Craig Docherty, correré contigo. Y llevaré un palo grande para pegarte en el trasero, también’” Él ríe, un sonido leve que parece frágil. La pelea sera en Meadowbank, Buchanan nunca boxeó en su ciudad. Se pensaba que en Edinburgo no había afición por el boxeo, ni siquiera por un campeón mundial nativo de allí. “Hice 69 peleas en el profesional, 40 en Inglaterra, seis en Escocia y el resto en otros lugares”, dice él. “Supongo que nunca tuve el reconocimiento que tal vez debí tener”. Mientras él baja su café a la mesa, hay una mirada lejana en sus ojos, una visión opaca, como si tuviese que saltar para revisar su pasado. Sus largos brazos rara vez se mantienen quietos y él está incansable en su silla, como si su cuerpo fuese un animal que no siempre puede controlar. Algunas preguntas lo tornan sombrío, otras hacen que sus labios dibujen una sonrisa. Es como si caminara a través de sus memorias, pasa por trechos de sombra y luz. Él todavía asiste a espectáculos de boxeo y siempre es bien recibido por aquellos que entienden la trascendencia de sus logros. Sería interesante saber si él extraña ser figura central del boxeo. “Seguro”, suspira. “Lo extraño”. “He llevado el boxeo en la sangre desde que tenía ocho años y gané mi primer título. Es algo natural”. Fue una serie de eventos en la niñez de Buchanan que convergieron en una firme ambición de hacerse boxeador. Su papá, Tommy, lo llevó a ver The Brown Bomber, una película acerca de la vida de Joe Louis; su tía Agnes le compró un par de guantes de boxeo; y su abuela lo llevó a un espectáculo de boxeo escondido en su abrigo. Se puede sentir que él siempre ha estado desplazándose contra algo, que pelear se le da naturalmente. A menudo se enzarzaba con muchachos mayores que él durante sus días escolares, creció con un sentido de persecución que llevó consigo en su vida adulta. Sin embargo eso era suplementado, con una gran dedicación y un estilo refinado, porque Buchanan poseía un recto de izquierda casi ejemplar y unos movimientos fluidos y rápidos. Con su piel pálida, cabellos arena y pantalones cortos sintéticos, se convirtió en una figura icónica, aunque siempre con un mínimo nexo con el Reino Unido. Su momento más grande llegó en el sofocante calor de una tarde puertorriqueña cuando ganó el título de la Asociación Mundial de Boxeo contra Ismael Laguna, una pelea a la que solo asistió un reportero británico. Entre rounds, Buchanan tenía que aplicar loción bronceadora en su espalda y su papá tuvo que comprar un parasol a un espectador para procurarse alguna sombra, pero él peleó con corazón y precisión para alcanzar una victoria a los puntos. “Debo ser el único tipo en boxear y conseguir un título mundial y un bronceado”, dice con brillo en los ojos. Algunas memorias pueden estar perdidas en el tiempo, pero otras permanecen reales con intensidad. Su próxima pelea fue contra Donato Paduano en Madison Square Garden, cuando compartió camerino con Ali. “Había algo de tiza en un cenicero y el piso era de linóleo o algo parecido, yo dibujé una línea en el medio de la habitación”, dice él, saltando en sus pies. “Imagina esto. Toda la habitación quedó en silencio. Entonces Ali dice, ‘Qué estás haciendo’” Buchanan imita a Ali con el más puro acento estadounidense mientras da pasos adelante y atrás. “Le digo, ‘Bien, este es mi camerino y te permito compartirlo. Ese es tu lado y este el mío’. La boca de mi padre estaba en su trasero, pero entonces Ali empezó a reir”. Otras historias aparecen con facilidad, como su enfrentamiento con Durán. En el décimotercer round, con Buchanan detrás en las tarjetas, el panameño aplicó un contundente puñetazo debajo del cinturón que inhabilitó a Buchanan y lo dejó orinando sangre por días. “En esa época el protector tenía metal y eso me rompió el testículo derecho”, dice él con propiedad. “Hasta el día de hoy sufro dolores por eso, un dolor punzante que sube hasta mi estómago, hasta el ombligo”. Buchanan era el británico de mayores ganancias económicas en 1972, por encima de Jackie Stewart, Mick Jagger y Tony Jacklin, pero un divorcio lo forzó a vender su hotel y una serie de inversiones equivocadas lo forzaron a regresar a la carpintería, su oficio, después de retirarse en 1982. “La gente solía decir, ‘¿Por qué regresas a eso?’ Yo no era lo suficientemente inteligente para hacer algo más, porque todo lo que quería ser era boxeador. Entonces ¿por qué desacreditarme porque me ven con pantalones blue jeans y un cinturón de herramientas en la cintura? Lo que de verdad dolía era cuando la gente decía ‘Ken, botaste todo’. Podría contarte algunas historias de dinero que perdí estúpidamente. Yo confiaba mucho en la gente”. Ahora él vive en la austeridad. A pesar de todas las cicatrices de su rostro, él aún tiene vigor. Cuando él lanza su recto para simular un golpe, no se tiene más remedio que retroceder rápidamente, porque todavía flota con fuerza elemental. Y aunque su cuerpo aún recuerda los golpes que absorbió, es una lesión sufrida fuera del cuadrilátero la que deja el legado más duradero. Mientras estaba en una casa de citas a mediados de los ’90, Buchanan fue asaltado sexualmente, un incidente que él recuerda vívidamente en la biografía que escribió sin la ayuda de ningún escritor. Cuando intentó defenderse, se cayó sobre una cama y se dañó una de sus vértebras. “Por eso no puedo trabajar”, se lamenta él. A medida que pasan los años tengo que tomar más calmantes. Y ellos no son baratos”. Fue valiente revelar en su libro todo lo que había ocurrido. “Tal vez eso sale del corazón”, dice él solemnemente. “Algunas veces cuando se esconden las cosas, es peor. Eso me ayudó mucho. Lo que ocurrió fue ofensivo. Me alegra que eso me ocurrió a mí y no a alguna dama. Yo era lo suficientemente fuerte”. Aunque la vida se le ha venido encima desde que dejó el cuadrilátero, la amargura no ha tomado su alma. Hay momentos cuando él debe sentir que le deben algo más por lo que él logró, pero eso no nubla su apariencia. Todavía hay entusiasmo y esperanza. Si se le pregunta si es feliz. Responde, “Soy muy feliz. Las cosas están empezando a salir ahora. He tenido una buena vida en muchos aspectos”. Mientras nos acercamos a la barra para cancelar nuestros tragos, la encargada ladea la cabeza y le hace un guiño a Buchanan. “No te preocupes Ken, déjalo así”. Entonces él se vuelve a sentar con sus dos acompañantes. De vuelta a la vida que vive ahora. Traducción: Alfonso L. Tusa C.