lunes, 11 de mayo de 2015

Adiós Little Joe

Mark Goodman. People Magazine. 15-07-1991. Vol. 36. Nro. 1. Luego de una feroz batalla final, Michael Landon sucumbió al cáncer rápida y tranquilamente, la familia que él valoraba estaba reunida alrededor de su cama. Para incontables televidentes de las últimas tres décadas, Michael Landon era el tipo de cabellos largos que personificaba individuos juveniles de gran corazón. Como Little Joe Cartwright (Bonanza) y Charles Ingalls (Little House on the Prairie-La Pequeña Casa de la Pradera), él irradiaba la calidez del hogar, la armonía de la antígua familiaridad estadounidense, así como el sentido de perseverancia ante todas las calamidades, de manera natural y humana. Como Jonathan Smith, el ángel consciente de los problemas humanos en Highway to Heaven (Autopista al cielo), él trazó un camino hacia la comunidad del espíritu humano. Mas allá, como escritor, director y productor, se convirtió en un a fuerza fenomenal de entretenimiento, uno de pocos actores capaces de tomar las riendas de su carrera y enrumbarla según su visión personal. Fuera de la pantalla, Landon representaba facetas más rudas del sueño estadounidense. La calidez y el sentido de lealtad familiar estaban ahí, de seguro. Él fue padre de seis hijos y adoptó tres más y se adaptó con fiereza a los ritmos de la familia, quizás, en parte, debido a que él fue el clásico niño infeliz determinado a alcanzar, a fuerza de voluntad, los logros más grandes en un mundo hostil. Así cuando el 8 de abril fue anunciado que Landon de 54 años, había caído víctima de cáncer pancreático, un público desconcertado veía con expresión solemne como él había hecho la sentencia de su vida. “Si voy a morir”, le dijo a la revista LIFE tres semanas después de su diagnóstico, “la muerte tendrá que pelear mucho para vencerme”. De hecho fue una dura pelea pero Landon perdió, por supuesto, en un final de una escena dolorosa que el deseó que solo su esposa compartiera. Luego del descubrimiento del cáncer, el cual se había extendido a su hígado, Landon se retiró con su tercera esposa, Cindy, de 34 años, y sus dos pequeños hijos a su rancho de 10 acres en Malibu, donde él se preparó para la batalla con un a dieta vegetariana, un programa de vitaminas, enzimas y acupuntura. Se sometió a quimioterapia el 18 de abril. A principios de mayo se sometió a un procedimiento experimental consistente en la administración intravenosa de una droga anticancerígena. Estos tratamientos tenían poca oportunidad de éxito. Solo el 3 % de los pacientes de cáncer pancreático y el 5 % de quienes sufren cáncer de hígado sobreviven cinco años. De acuerdo a la Sociedad Estadounidense de Cáncer, los estudios relacionan al cigarrillo y el alcohol con estas formas de malignidad. Landon ha admitido que él practicó mucho ambos vicios. El publicista retirado de NBC, Bill Kiley dice: “Solíamos apostar a que sus calcetines olían a humo, porque inhalaba muy profundamente”. A mediada que se regó su condición, miles de cartas de aliento y apoyo llegaban diariamente. Grupos de amigos visitaban la casa y hacían vigilias en las puertas del rancho. “Tengo una cantidad X de energía”, decía Landon, “y la que tengo la quiero compartir con mi familia”. Los hijos más pequeños de Landon, Sean de 4 años y Jennifer de 7, estaban “emocionalmente distraídos”, dice el amigo de mucho tiempo y socio de negocios Kent McCray, “pero Michael les pasaba su fuerza a ellos”. De acuerdo al colega John Warren, Landon también pasaba tiempo grabando cintas de video con sus últimos deseos para la familia y amigos. Hasta el final, dice McCray, “su mente se perdía de vista…Contaba chistes, estaba muy lúcido, muy brillante, no mostraba ningún decaimiento”. Cuando su publicista, Harry Flynn, dudaba hace dos semanas si tomar unas cortas vacaciones, Landon dijo. “No seas tonto. Pásala bien. Estaré bien”. Dice Flynn. “Él sonaba bien. Pero entonces decayó en pocos días”. En aquellos últimos días su salud se deterioró rápidamente. En su último fin de semana, Landon reunió a su círculo íntimo en el rancho, incluyendo a Cindy, sus nueve hijos y McCray y esposa. Ellos hicieron una vigilia en la habitación de Landon en el primer piso, donde muy cerca del fin, de acuerdo a McCray, Landon dijo, “Los amo mucho a todos pero ¿podrían bajar y darme algo de tiempo con Cindy?” Ella fue la única que estaba a su lado cuando falleció, alrededor de la 1:20 p.m. del lunes 1 de julio. El cuerpo de Landon fue cremado el día siguiente, y para ese momento, no se habían anunciado planes para un funeral. Si sus amigos y familia tuvieron solaz, fue en la extraordinaria calma de Landon. Flynn habla de las últimas horas de su viejo amigo: “Era como saltar de un trampolín. Él sabía lo que venía, y fue valiente hasta el final”. Landon fue un perfeccionista paradójico quien se pasó la vida tratando de modelar y representar actos que valieran la pena y si no pateaba traseros cuando alguien se atravesaba en su camino. “Si, yo soy perfecto. Es un problema que he tenido toda mi vida”, le comunicó a Ed Friendly, cocreador de Little House on the Prairie, durante una acalorada discusión en 1974. (Friendly se había ido antes que la serie empezara a transmitirse). Este sentido de moral solitaria, y los métodos extremos de cumplir su voluntad, le fueron inculcados a Landon desde temprano. Nació como Eugene Oowitz el 31 de octubre de 1936, en Forest Hills, N.Y., y creció con su hermana en Collingswood, N.J. Su padre judío, Eli Orowitz, era un gerente de teatro y publicista de películas; su madre irlandesa-católica, Peggy O’Neill, era una actriz menor que abandonó su carrera. Eugene veía a sus padres discutir todo el tiempo. “Dile a tu padre que la cena está lista”, recuerda Landon que le decía su madre, aunque Eli estaba en la habitación. Los muchachos de la escuela secundaria le gritaban a Landon “Judío bastardo” desde los carros. En una gran comunidad cristiana, los padres no les permitían a sus hijas salir con él. Las presiones familiares y sociales lo hicieron un orinador de camas crónico. La humillación fue incrementada por la práctica de su madre de colgar las sábanas empapadas en la ventana de su habitación. (Landon documentó su traumatica niñez en la película de NBC de 1976 The Loneliest Runner-El corredor más solitario). En verdad su formación incluía una noción profunda de la televisión como promotora del entretenimiento. Rodeado por muros de silencio, él una vez explicó, “Creé relaciones familiars donde las personas permanecen juntas porque se comunican”. La universidad reforzó su sentido de aislamiento. Eugene (quién cambió su nombre a Michael Lane en los años ’50 y finalmente a Michael Landon) se convirtió en un lanzador de jabalina élite en la secundaria y estableció una marca nacional en su año final con un envío de 211 pies y 7 pulgadas. Eso le proporcionó una beca de pista y campo en la University of Southern California. Pero atleta a o no, un muchacho soñador de Nueva Jersey, con cabellos rizados hasta los hombros no iba a ser bien recibido en un campus de los años ’50. Sus compañeros de equipo lo persiguieron y hasta lo tumbaron para cortarle el cabello. Landon, furioso, lanzó sus brazos en protesta, perdió su beca y pronto abandonó la escuela. Antes del corte de cabello y la pérdida de la beca hubo un momento de melancholia que dejó una herida más profunda en Landon. En 1954, Landon viajó a Los Angeles con su padre agente publicitario, quien creía que sus antíguos colegas de RKO Radio Pictures, ahora en Paramount Studios, le ofrecerían un trabajo. “Espera aquí”, le dijo a su hijo en la puerta. “Regresaré en un minuto”. Treinta minutes después regresó su padre, cabizbajo, ni siquiera pudo pasar del guardia. Años después Landon le contó a un reporter que aquel momento humillante le hizo tomar una decisión en la vida. “Sin importar lo que hiciera”, dijo él, “No iba a deberle a nadie un favor. Y no esperaba nada de nadie que tuviese que ver con negocios…No iba a recibir basura de nadie”. Como resultaron las cosas, él no tuvo necesidad de eso: Un ejecutivo del cine lo vio y sugirió que se enrolara en la escuela de actuación de Warner Bros. Pronto, Landon estaba actuando en prestigiosas producciones de TV en Studio One y G.E. Theater. Hizo su debut en el cine en 1957 en una favorita de la época, I Was a Teenage Werewolf, como el hombre lobo estrella. Aproximadamente al mismo tiempo, Landon empezó una tormentosa carrera marital. En 1956 se casó con la secretaria legal Dodie Fraser, una relación que duró seis años. Él adoptó al hijo de Dodie, Mark, y otro niño, Josh. La pareja se divorció en 1962 y en 1963 Landon se casó con la modelo Lynn Noe, con quien tuvo cuatro hijos (Michael Jr., Christopher, Leslie y Shawna). También adoptó a la hija de Noe, Cheryl. Su carrera actoral despegó realmente dos años despues cuando aceptó el papel de Little Joe en Bonanza, la primera serie del oeste transmitida a color. Landon, Lorne Greene, Dan Blocker y Pernell Roberts hicieron del viudo Cartwright y sus muchachos la primera familia del oeste, y la serie duró 14 años. Greene tomó a Landon bajo su protección y una vez lo describió de esta manera: “¡Mike es un tipo muy dulce pero extremo! Terco…Él es muy impulsivo. Mike hará una cosa un día que lamentará ocho días después. Cuando se trata de sentido del humor, Mike tiene uno muy bueno”. Roberts no pensaba así. Él y Landon, quién para mediados de los años ’60 también dirigía y producía episodios, chocaban en las grabaciones. Roberts abandonó el programa luego de seis años. (El ahora último sobreviviente de Bonanza, Roberts diría la semana pasada que se sentía “profundamente afectado por la muerte de Michael”.) La dedicación feroz de Landon empezó a desplegarse durante los años de Bonanza. Para contrarrestar su fama emergente, durante la segunda temporada del programa, él empezó a tomar docenas de píldoras tranquilizantes al día. Eventualmente dejó el hábito de las píldoras. “Todavía tengo días muy laboriosos”, reconoció Landon su tendencia a trabajar en exceso. “Siempre he tenido que trabajar muy duro para ser feliz”. Y hacía el trabajo, ante y detrás de las cámaras. Para el tiempo cuando desarrolló Little House on the Prairie en 1974, Landon había entendido que los actores pueden comandar en la escena pero los productores son los dueños de la casa. Landon empezó a escribir episodios de Little House on the Prairie y demandó, y ganó, el control creativo del programa. Como Jay Bernstein, para entonces publicista de Landon, reflexionó: “Su asunto siempre fue sobre control…la etiqueta nunca significó nada para él…Sentía que tenía una visión que podía usar para dirigir y producir y quería hacer los movimientos que lo pusieran en posición de hacerlo”. Veintidos temporadas de series exitosas hicieron eso para Landon. Cuando el fue con la idea de Highway to Heaven a NBC, el joven presidente Brandon Tartikoff tuv que escuchar. Landon no solo obtuvo su programa, sino que Highway junto a The Cosby Show, sacaron a NBC del sótano de las mediciones. Y como Cosby, Landon era el productor ejecutivo de su programa, y a menudo dirigía y escribía por muy poca cosa. Como dijera Tartikoff, “Lo aprecio mucho. Mi canal de ensueño tendría 22 horas de talentos como el suyo”. En sus últimas semanas en el rancho, su enfermedad llamó la atención de cientos de miles de seguidores, muchos de ellos jóvenes televidentes quienes habían crecido con Landon como nuestro repositorio cultural de un sentido de decencia común, de la integridad moral de las cosas. Esta cuerda universal templada por Landon tuvo su eco por su viejo colega, el antíguo presidente Ronald Reagan, quien dijo, “Su trágica batalla con el cáncer tocó los corazones de cada estadounidense, como lo hizo su espíritu indomable”. Y Landon cerró su propio libro con una gracia serena que rechazó sucumbir a la tragedia. “No es como si hubiese perdido mucho”, dijo él. “He tenido algo muy bueno aquí”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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