jueves, 14 de mayo de 2015

La última entrevista de Neil Armstrong: una rara mirada de un hombre y su misión lunar Neil Armstrong's last interview: rare glimpse of man and moon mission El astronaut concede pocas entrevistas, pero le regaló a la audiencia australiana sus memorias del Apolo 11 y preocupaciones por la Nasa. Paul Gallagher Sábado 25-08-2012 La última entrevista de Neil Armstrong fue imprevista. Pero quizás apropiada, dados sus logros. En mayo the Certified Practicing Accountants de Australia reservaron casi una hora del tiempo del antíguo astronauta para discutir su expedición a la luna en 1969. El jefe ejecutivo Alex Malley le dio un toque de profundidad al momento apelando a detalles de la familia de Armstrong, su padre Stephen trabajó como auditor para el gobierno del estado de Ohio. Armstrong, quién raramente concedía entrevistas, obsequió a su audiencia con noticias de cómo él pensaba que el Apolo 11, el cual los llevó a él, Buzz Aldrin y Michael Collins a la luna, solo tenía una “posibilidad del 50%” de hacer contacto seguro con su superficie y un 90% de regresar a casa. Él dijo que era “triste” que las ambiciones del gobierno actual de Estados Unidos con la Nasa fuese tan reducidas comparadas con los logros de los años ’60. “La Nasa ha sido una de las inversiones públicas más exitosas para motivar a los estudiantes a hacerlo bien y alcanzar todo lo que puedan lograr”, dijo Armstrong. “Es triste que estemos llevando al programa en una dirección que reducirá la motivación y estimulación que da a la gente joven”. Él dijo que a corto plazo, aquella decisión le estaba causando un contrasentido a la agencia, agregó: “Estoy muy preocupado por las nuevas políticas de la agencia espacial. Tenemos una situación en Estados Unidos donde la Casa Blanca y el Congreso tienen una posición extraña sobre cual debe ser la dirección a tomar en el futuro. Ellos están como jugando un juego y la Nasa es el control que mueven hacia delante y atrás”. Armstrong había hablado de sus padres, la fascinación de su juventud por volar y sus experiencias de pilotar aviones de combate en la guerra coreana. Él también expresó un sentido de predestinación acerca de su trabajo como piloto de prueba, al rechazar preocuparse por tareas futuras porque él pensaba que algo podía salir mal y entonces estaría ocupado en activar la eyección o en reparar una válvula. Mientras se acercaba el día del lanzamiento, Armstrong dijo que tenían todo preparado en un cronograma. “Un mes antes del lanzamiento del Apolo 11, decidimos que teníamos suficiente confianza para tratar e intentar…un descenso a la superficie”. Armstrong recordó el momento cuando recibió la llamada para preguntarle si el resto de la tripulación del Apolo 11 estaba listo para hacer aterrizar en la luna. “Los jefes preguntaron, ‘¿Piensas que tú y tus muchachos están listos?’ Les dije que sería agradable tener otro mes, pero estábamos en una carrera y teníamos que aprovechar la oportunidad que teníamos. Tenía que decir que estábamos listos, que estábamos listos para el alunizaje”. Él describió los tormentosos 12 minutos del descenso a la luna, cuando notó que el piloto automático del módulo lunar Eagle estaba preparando hacer aterrizar a la tripulación en la pendiente de un cráter lunar. “La computadora nos mostró donde se pretendía aterrizar, era un lugar muy malo, en el costado de un gran cráter de aproximadamente 100-150 metros de diámetro con pendientes muy pronunciadas cubiertas con rocas muy grandes, para nada un buen lugar donde aterrizar”, dijo él. Armstrong tomó los controles manuales y ejecutó los comandos para aterrizar como un helicóptero en un area más plana hacia el oeste con solo 20 segundos de combustible. En referencia a “un pequeño paso para un hombre, un salto gigantesco para la humanidad”, Armstrong dice que no pensó en esas palabras hasta después que habían aterrizado a salvo. De su tiempo en la superficie lunar, él dijo: “Fue especial y memorable pero instantáneo porque había trabajo que hacer. No estábamos ahí para meditar. Estábamos ahí para cumplir unas tareas. Así que nos dispusimos a hacerlas”. Armstrtong también tuvo tiempo de responder a la pregunta favorita de los teóricos de la conspiración: ¿Fue el aterrizaje en la luna un montaje? “Las personas aman las teorías de conspiración”, replicó él. “Me refiero a que son muy atractivas. Pero nunca fueron una preocupación para mí porque sé que un día, alguien va a regresar allá y va atraer la cámara que dejé”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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