miércoles, 6 de mayo de 2015

Costas marinas silenciosas

Deborah Cramer. 01-05-2015. The New York Times. Gloucester, Mass. – A medida que los días de la primavera se alargan, los pájaros costeros han iniciado sus migraciones hemisféricas desde Sudamérica hacia el territorio de anidar en los bosques de pino del noreste canadiense y el helado Ártico. Ellos están entre los voladores de las distancias más largas de la Tierra, viajan miles de millas hacia delante y atrás cada año. Los he visto en varias paradas a lo largo de su ruta: rudos tirapiedras con plumaje de tela estampada escarbando entre las piedras pequeñas y semillas marinas en búsqueda de caracoles y mejillones; un guanaguanare solitario parado en las algas, su largo y curvo pico apuntando para capturar un cangrejo; un pinzón dorado avanzando sobre el lodo plano, su plumaje relumbra en el sol de la tarde. Yo solía pensar que los areneros saltando en la orilla del mar, escurriéndose ante las olas, eran una parte inmutable de la playa. Ya no es así. Este año, mientras los pájaros vienen al norte, uno de ellos, el lazo rojo, Calidris canutus rufa, habrá adquirido un nuevo status. Ahora está listado como amenazado por la oficina federal de especies en peligro de extinción. Se une a otros pájaros costeros en la lista gubernamental de especies amenazadas y en peligro. Tristemente, este no será el último. Mientras los pájaros hacen sus largos viajes, enfrentan muchas amenazas. Los guanaguanares navegan a través de tormentas tropicales hasta aterrizar en el Caribe, solo para recibir disparos de cazadores. Los pinzones de Wilson perderán sus sitios de anidar en la playa ante el desarrollo, y sus huevos y pichones ante mapaches, perros y gatos, cuyo número aumenta a medida que más personas construyen a lo largo de la costa. Las llanuras de las mareas y entradas donde los lazos rojos, tirapiedras y otros pájaros costeros se alimentan están desapareciendo de la misma forma como surge una tormenta y un mar de leva se traga la costa. La pérdida de los pájaros costeros ya es impactante. En el Estados Unidos continental, más de la mitad fueron incluídos en la Lista del Estado de los Pájaros en Vigilancia 2014, compilada por Iniciativa de Conservación de los Pájaros Norteamericanos. Su inclusión significa que sus pequeños o menguantes números los colocan en necesidad urgente de protección adicional. El número de pájaros norteamericanos migratorios de largas distancias que los científicos han monitoreado ha caído en más de la mitad desde 1974, una pérdida alarmante de 12 millones de pájaros. Las evidencias de los rudos tirapiedras, han caído en 75 por ciento. Los areneros semipalmeados se han reducido en un 80 por ciento en su hogar invernal al norte de Sudamérica. Y en Churchill, Manitoba, la temporada de anidar de los tigüi-tigüis hudsonianos ha sido abismal. Estos pájaros robustos viajan miles de millas desde el Estrecho de Magallanes para llegar a la costa oeste de la Bahía de Hudson en Canadá. Pero ahora están amenazados por el cambio climático, el cual de acuerdo a una investigación realizada por Tufts University, representa un aumento del riesgo de extinción de casi el 90 por ciento de los pájaros costeros de Norteamérica. A medida que el planeta se recalienta, la población de insectos llegan a su pico dos semanas antes que los huevos de tigüi-tigüis hagan eclosión. Como resultado, muchos pichones terminan pasando hambre. Los ultimo tres años, he viajado más de 40000 millas siguiendo pájaros costeros. Día tras día anduve a través de la nevada tundra ártica, buscando los rudos tirapiedras que no se habían mostrado para anidar, y a través de millas de senderos donde los areneros semipalmeados solían poner sus huevos. En una tranquila isla frente a la costa de Georgia, seguí el delicado rastro de los pinzones de Wilson, cuyo rango se está contrayendo y cuyos números han bajado en 78 por ciento. En Carolina del Sur en 1831, John James Audubon, mientras vigilaba espátulas volar para descansar en el atardecer, vio varios miles de pájaros. Yo vi uno, en un refugio de vida salvaje casi sin arena y desapareciendo en un mar creciente. Hoy existen alrededor de 10000 especies de pájaros vivientes. Los científicos estiman que antes que los humanos aceleraran la tasa de extinciones, la extinción de un pájaro podría ocurrir cada 1000 años. Durante mi vida, por lo menos han desaparecido 19 especies de pájaros. Un pájaro costero, el espátula esquimal, podría desaparecer pronto, si ya no lo ha hecho. Cientos de miles una vez volaron desde las pampas sudamericanas hasta las grandes planicies, y luego de vuelta a través de Labrador, donde se provisionaban de moras. La última evidencia física confirmada, fue en 1963, cuando yo era una muchacha joven. También hemos visto la conservación agresiva y dedicada para devolver a los pájaros al ambiente, El águila calva, el halcón peregrino y el pelícano marrón fueron rescatados de las garras del DDT luego que el pesticida fuese aplicado, aunque sus rescates tomaron de 30 a 40 años. Apenas 20 cóndores de California sobrevivían en vida salvaje antes de que un programa de alimentación en cautiverio empezara a comienzos de los años ’80; esto ha aumentado los números de este ave en vida salvaje a más de 200. No es fácil determinar la compleja míríada de amenazas que enfrentas estos pájaros costeros a lo largo de una ruta aérea que abarca dos continentes, pero muchas personas están tratando. Este trabajo incluye controlar el desarrollo a lo largo de las costas congestionadas; minimizar el daño de la actividad humana; restringir la cacería en Sudamérica y el Caribe; proteger el hábitat que se pierde ante el dragado, rediseñar las entradas y estabilizar la orilla marina; conservar la tierra adicional; y finalmente realizar investigación para entender como un los cambios rápidos en el Ártico afectan las nidadas. Espero no tener nunca que caminar en playas vacías de tigüi-tigüis y pinzones. Pero es posible que esto ocurra. En el caso de algunos pájaros costeros, es cada vez más inminente. Por esto es que debemos comprometer el dinero y las voluntades necesarias para darles a estos pájaros un ambiente seguro. Si lo hacemos, podríamos mantener nuestras costas animadas con pájaros costeros. Trtaducción: Alfonso L. Tusa C.

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