miércoles, 23 de noviembre de 2011

La pelea del frasquito.

A medida que se acercaba noviembre crecía la expectativa por la pelea por el título mundial de los pesos mosca. Desde el penúltimo salón del primer pasillo de la escuela José Luis Ramos, varias veces me encontré hablando sólo. “Será que Betulio acompañará a Vicente Paul Rondón, Alfredo Marcano y Antonio Gómez para que Venezuela tenga cuatro campeonatos mundiales”. Juan, Leo y Santiago se reían cada vez que me sorprendían en aquella meditación.

Betulio González se iba a enfrentar con el filipino Erbito Salabarría por la corona de los mosca del Consejo Mundial de Boxeo. Desde principios de mes anunciaban la pelea por Radio Caracas Televisión. “Sábado 20 de noviembre de 1971. Betulio González buscará la cuarta diadema universal para Venezuela en 1971”.

A medida que se acercaba la pelea, en cada recreo sacaba las páginas deportivas de El Universal y El Nacional. Una vez la pelota de baloncesto cayó en las raíces del flamboyant del medio del patio. Juan estiró el cuello. “No creo que Betulio tenga chance de ganar. En abril perdió con el japonés Ohba”. Le respondí que en esa ocasión le habían robado la pelea a Betulio. “Hasta los mismo japoneses pitaron a los árbitros y al campeón”. Juan agarró la pelota y le dio un puntapié mientras se quejaba de que Betulio era pura corredera y no se paraba a cambiar golpes. En el periódico decían que después de la pelea con Ohba, Betulio había derrotado al californiano Tony Moreno por decisión en 10 asaltos, al dominicano Natalio Jiménez por decisión en 10 asaltos y al filipino San Sacristán por decisión en 12 asaltos en la eliminatoria para pelear por el título de Salabarría.

La noche siguiente registré los cerros de la revista Sport Gráfico que mis hermanos guardaban bajo la cama. Entre las hojas amarillentas encontré una especie de biografía de Betulio. “Sus sueños de boxeador empezaron a los 14 años cuando vio la película “Pepe, el Toro”, donde el famoso actor Pedro Infante interpretaba a un aguerrido boxeador. En 1965 inició su carrera en el amateur. Allí representó a su estado en varias competencias importante. Nunca tuvo oportunidad de integrar la selección nacional debido a que tenía por delante a un gigante llamado Francisco “Morochito” Rodríguez, Félix Márquez, Luis “Lumumba” Estaba y Armando “Mono” Mendoza.

Saltó al profesional en 1968 bajo la tutela de Ángel Atilio Leal. Debutó el 24 de abril de aquel año y venció por nocaut técnico en tres asaltos a Elio Monzant.

Hilvanó una seguidilla de diez victorias hasta que el primero de agosto de 1969 entabló con el argentino José Brizuelas en Caracas. El 19 de septiembre de ese año, en Maracaibo, Betulio venció por decisión en 10 rounds a Brizuelas y quedó listo para disputar el campeonato nacional mosca ante Héctor Criollo.

El 10 de octubre noqueó a Criollo en 7 asaltos, en Caracas. Entonces el cumanés Félix Márquez retó a González. Betulio realizó tres peleas que ganó por la vía de la anestesia. El 06 de marzo de 1970 se efectuó el esperado combate ante Márquez, aunque sin la corona en juego. Con esta pelea renació una añeja rivalidad entre caraqueños y zulianos, aunque Márquez venía del estado Sucre, fue adoptado como local. Los capitalinos se quejaban de que Betulio era un estilista que arriesgaba poco y algo cómico en el ensogado, al tiempo que Márquez se había ganado los afectos de la afición por la agresividad mostrada en cada combate.

El 20 de noviembre me senté en los muebles de ratán del comedor. Felipe ajustó la nitidez de la imagen y Miguel Thoddé empezó a describir los movimientos de González y Salavarría. Los asaltos avanzaban y los púgiles se mantenían amagando sin concretar. Thoddé se preguntaba si la pelea había comenzado o estaban en una sesión de sombras.

Las páginas de Sport Gráfico regresaron a mi campo visual. Carlos González escribió una reseña que resaltaba la espectacularidad del combate donde Félix Márquez fue muy superior a Betulio, quién había derrochado coraje, pero había quedado claro que no era el mejor. Márquez arrebató el invicto a Betulio, más este continuaba siendo el campeón nacional. Betulio volvió al ring el 17 de abril de 1970 y derrotó por decisión al colombiano Nestor Jiménez en una pelea insípida. Luego fue derrotado, vía tarjetas, por el dominicano Ignacio Espinal el 08 de mayo.

La pelea avanzaba entre los adjetivos de Miguel Thodde y las quejas de Felipe. “En esa pelea no pasa nada”.

La revancha ante Márquez se realizó en 15 de junio de 1970. Betulio llegaba con marca de 16 victorias, dos reveses y un empate. Márquez mostraba récord de 10 triunfos y un empate. Era el favorito de los entendidos y el público que otra vez llenó el Nuevo Circo. Esta vez Betulio cambió el planteamiento de la pelea al seguir las ordenes de Juan Medina, su nuevo entrenador, debía sacar partido de su mejor boxeo y evitar pararse a intercambiar golpes con Márquez. Siguió las instrucciones y pese a casi perder por nocaut en el séptimo round, completó la pelea y se adjudicó la victoria por decisión dividida.

El 03 de agosto también se desquitó de Ignacio Espinal al vencerlo por nocaut en el décimo round en Maracaibo.

A partir del duodécimo asalto Felipe adelantó su asiento hasta casi meter la cara en la pantalla del televisor. Guillermo Vílchez comentaba que ocurría algo extraño en la esquina de Salavarría. “Algo se traen entre manos el entrenador y los “seconds”. Se meten mucho las manos en los bolsillo y a cada momento se hablan en los oídos”.

El 18 de septiembre Betulio venció por decisión en 10 asaltos al argentino Ubaldo Duarte quién había noqueado a Félix Márquez en Puerto Cabello. Desde ese momento el público de la capital empezó a tomarlo en serio. Se afianzaba en el noveno lugar del ranking de la AMB. Luego subió al segundo lugar al noquear en sucesión a los mexicanos José García y Rodolfo López. La AMB ordenó una pelea eliminatoria entre el venezolano y el filipino Bernabé Villacampo, segundo aspirante del monarca Masao Ohba.

La pelea fue a 12 asaltos y se realizó el 21 de diciembre en Caracas. El panorama se presentaba cuesta arriba para Betulio. El asiático tenía una foja de 35 victorias y 3 reveses. Había ostentado la corona mundial. Betulio hizo alarde de velocidad y logró superar por amplio margen a su adversario. La pelea ante Ohba se aproximaba a pasos agigantados. González noqueó al mexicano Lucio del Río el 20 de febrero de 1971 y todo quedó listo para disputarle el cetro mundial a Ohba el 01 de abril.

Al sonar el campanazo final, Felipe bostezó y se retiró al fondo del comedor. Los jueces decretaron tablas. Se formó un maremagno alrededor del ring hasta que el presidente de la Comisión de Boxeo del Zulia, Ramón Barrios subió al ensogado y declaró nuevo campeón mundial a Betulio, alegando que Salavarría había utilizado sustancias prohibidas. Luego el Presidente del Consejo Mundial de Boxeo ordenó congelar el título hasta que el comité ejecutivo de la entidad se reuniera y decidiera en base a los resultados de los examenes practicados al contenido del frasquito. El test arrojó que el asiático había consumido anfetaminas, sustancia ilegal. A finales de diciembre de 1971 el CMB reiteró a Betulio González como nuevo campeón mundial del peso mosca con la condición de brindarle la revancha a Salavarría en un lapso de tres meses.



Alfonso L. Tusa C.

martes, 8 de noviembre de 2011

Un tren humeante

El ferrocarril cruzaba en diagonal el cuadrilátero, registraba las verticales, escrutaba las horizontales, la lona se iba llenando de rieles cargados de esgrima, protectores bucales apretados, temperaturas de fusión, y sobre todo un gancho de izquierda que relumbraba en lo más intenso del enfrentamiento. Esa es la imagen que ilustró mis ojos cuando me enteré que Joe Frazier había dejado este mundo bajo una andanada de impactos de un cáncer hepático este lunes 07 de noviembre de 2011.

La pantalla del Zenith tenía un vendaval de interferencias, la voz del narrador nos hacía buscar a los boxeadores entre el ruido del televisor. Papá abrió la puerta y pasó de largo hasta el poste de la antena, tuvo un intercambio de impactos con el tubo de acero tan o más vibrante que la de Alí con Frazier. “No me vine de jugar dominó para ver puras rayas”.

Billy Joe Frazier nació el 12 de enero de 1944 en Laurel Bay, Carolina del Sur. En sus días infantiles era llamado Billy Boy por su padre Rubin y su madre Dolly. A los 13 años abandonó la escuela y se fue a perseguir el sueño de ser como Joe Louis, Ezzard Charles o Archie Moore.

Más por la emoción del narrador que por la nitidez de la imagen nos enteramos de los avances imparables de Frazier buscando la pelea adentro mientras Ali lo mantenía a raya a punta de jabs y bailoteos. Papá reclamaba que “ese manganzón se pare a pelear. ¡No le da pena que el pequeño lo persigue y el lo que hace es correr!”.

Yank Durham descubrió a Frazier en un gimnasio de Filadelfia sudando la gota gorda para perder peso. Lo apodo “Smokin’ Joe” (Joe el humeante) porque cada vez que le daba los últimos consejos antes de salir a pelear le decía “Sal a pelear y haz que salga humo de tus guantes”. De la mano de Durham, Frazier ganó el campeonato de los guantes de oro y la medalla áurea en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964.

Luego mis hermanos empezaron a justificar a Alí por su posición de no ir a la guerra del VietCong. Felipe decía que fue injusto encarcelarlo por no ir a una guerra ajena. Jesús Mario alegaba que si Alí perdía era por haber permanecido todo ese tiempo tras las rejas. Mientras tanto la voz del narrador hacía ver la pelea en toda su magnitud.

Frazier saltó al profesional en 1965 y ganó sus primeros 11 desafíos por la vía rápida. Para el invierno de 1968 tenía marca de 21-0.

Papá refirió que Frazier tenía razón cuando había dicho que Ali había renegado de sus orígenes al renunciar al nombre que le dieron sus padres. “Que no me venga con ese cuento de, nombre de esclavos, ese concepto lo lleva cada quién en su cabeza, y aún cuando en algún momento hayan sido esclavos, le corresponde a cada quién modificar esa situación, y para eso no hay que cambiar de nombre, hay que demostrar que los seres humanos merecen respeto”.

En febrero de 1970 Frazier se apoderó del título de los pesos pesados de la Asociación Mundial de Boxeo. Y en el verano de aquel año Alí ganó una batalla en los tribunales que le permitió recuperar su licencia para boxear. Luego venció a Jerry Quarry y Oscar Bonavena para dejar todo listo para la “Pelea del Siglo”, el 08 de marzo de 1971.

En el round 15 las modulaciones del narrador subieron hasta la platabanda, Papá se levantó de la silla, Jesús Mario descruzó los brazos y Felipe se atragantó con un vaso de agua. Frazier había logrado colocar su mortífero gancho izquierdo a la mandíbula y Alí había caìdo por tercera ocasión en su carrera.

Luego vendría la revancha en una pelea a 12 asaltos en enero de 1974. Alí ganó por decisión unánime. Frazier se quejó que su contrincante pasó todo el tiempo agarrándose de él.

Mis hermanos respiraron profundo cuando Alí se levantó a la cuenta de cuatro y continuó fajándose con aquel tren indetenible. Puños arriba, metía los hombros para buscar espacio, embestía con la cabeza al tiempo que los brazos parecía aspas de radiador.

El punto culminante de aquella rivalidad llegó el 01 de octubre de 1975 en Manila, cuando Frazier y Ali se batieron en una espeluznante pelea que sacó no sólo humo sino los vahos más ardientes de dos pugilistas que salieron a dejar el alma sobre aquel ensogado. Alí empezó mandando. Frazier arremetió a mediados de la pelea hasta que Alí lo golpeó varias veces en la cara a partir del round 12. Frazier se fajó con él y seguía hacia adelante a pesar del vendaval. Hasta que las hematomas cerraron por completo su ojo izquierdo y no pudo salir para el décimoquinto asalto. “Es lo más cerca que he estado de la muerte”, declaró Alí al final del combate.

Al conocer la decisión Felipe y Jesús Mario protestaron y anunciaron que Ali se desquitaría.

Toda la intensidad de aquella enemistad empezó a cambiar cuando en marzo de 2001 Alí dijo que en el fragor de la rivalidad había expresado cosas que nunca debió decir. Frazier respondió que era tiempo de abrazarse, de reunirse y conversar, que la vida era muy corta. Cuando la lucha de Frazier contra el cáncer se hizo pública, Alí declaró: “Mi familia y yo tenemos a Joe y a su familia en nuestras oraciones diarias”.

Papá se levantó de la silla soltó que había que reconocer que Frazier había ganado en buena lid.

Yank Durham dijo una vez de Frazier: “He tenido muchos boxeadores con mucho más talento bruto que él, pero ninguno tiene más dedicación ni fuerza que Joe”.



Alfonso L. Tusa C.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Treinta años de aquella fulgurante pelea de Ray Leonard y Tommy Hearns.

Acabábamos de regresar a clases luego de una larga huelga. El
Instituto Tecnológico de Cumaná recuperaba la vida de la actividad
académica, aunque la desazón flotaba en toda la comunidad. El gobierno
había violentado el funcionamiento de la institución al nombrar
unilateralmente nuevas autoridades. Los temas deportivos resultaban
bálsamos que aliviaban aquellas heridas infligidas por una democracia
dictatorial.
En aquellos días de inicios de septiembre de 1981 un enfrentamiento
pugilístico martillaba las páginas deportivas, programas de radio y
televisión además de las tertulias deportivas. Ray Sugar Leonard
campeón de los pesos welter del Concejo Mundial de Boxeo, enfrentaría
a Thomas Hearns campeón welter de la Asociación Mundial de Boxeo, para
unificar el título de la categoría.
Mientras discutíamos una clase sobre la basicidad de las aminas
después de la clase, Luis sacó el Meridiano y poco a poco la discusión
llegó hasta el gimnasio. Luis decía que Leonard le ganaba a Hearns.
Ramón y Armindore replicaban que Hearns tenía dos mandarrias en las
manos y Leonard no iba a resistir esos impactos. Pedro y Alfredo
opinaban que era una pelea muy difícil. Para ponerle más picante al
ambiente me incliné por Leonard y así todo estaba super parejo.
Leonard había ganado el campeonato de los pesos Welter del CMB al
noquear a Wilfredo Beníez en el décimoquinto asalto en 1979. Luego
perdió ese título ante Roberto Mano è piedra Durán en una decisión muy
cerrada en junio de 1980 y lo recuperó cinco meses después en aquella
recordada pelea del “No más” en la cual Durán abandonó en el quinto
round. En junio de 1981 Leonard subió a la categoría de los pesos
medio medianos para realizar una pelea. Noqueó a Ayub Kalule en nueve
rounds para ganar el título de los medio medianos de la AMB.
Hearns ganó el campeonato de los welter de la AMB en 1980 al noquear
a José Pipino Cuevas en el segundo round de un combate escenificado en
Detroit, Michigan. Hizo tres defensas exitosas ante Luis Primera,
Randy Shields y Pablo Baez.
Leonard llegaba con record de 30-1 (21 KO). Hearns estaba invicto en
32 peleas (30 KO). La pelea estaba pautada para el 16 de septiembre de
1981 en el Caesars Palace de Las Vegas, Nevada.
Antes, durante y después de las clases, los trabajos dirigidos y las
prácticas de laboratorio, la discusión por la pelea subía en
vehemencia. Más de una vez los profesores nos pidieron silencio.
Cuando faltaba una semana para la pelea el ambiente empezó a
caldearse con emociones y discusiones que llegaban hasta que
desmontábamos el último experimento en el laboratorio. La porfía
llegaba a los asientos del autobús, el chofer nos quedaba mirando. “Me
parece que esa pelea ya empezó aquí”. Una tarde los epítetos subieron
tanto de volumen que decidimos apostar algo para amortiguar la
disputa. Acordamos que los que perdieran debían comprar lo necesario
para hacer un sancocho de pescado a la orilla del río, además de
prepararla y por supuesto comprar la bebida. Eso calmó un poco los
ánimos. Tanto Ramón y Armindore como Luis y yo nos frotábamos las
manos pensando en lo fácil que iba a ser almorzar a costa de los
perdedores al día siguiente de la pelea. Sin embargo cada vez que
aparecía una noticia nueva, la discusión reaparecía.
Aquel enfrentamiento convocó a 23.618 aficionados alrededor del ring
y una teleaudiencia de algunos 300 millones.
Los primeros asaltos se desarrollaron de acuerdo a lo esperado.
Leonard boxeaba desde afuera y Hearns lo perseguía. Cuando terminó el
quinto round empecé a visualizarme en la avenida Perimetral a las seis
de la mañana para comprar el pescado del sancocho. Leonard había
tenido dificultades para escapar del incisivo y largo jab de Hearns.
Tenía una apreciable hematoma debajo del ojo izquierdo. Hearns había
tomado una ventaja considerable en las tarjetas.
En el sexto round me levanté de la mecedora. Leonard se fue encima y
conectó un gancho de izquierda a la barbilla. Mientras Ray Sugar
zarandeaba a Tommy recorrí todo el salón. Eso duró hasta el octavo
round cuando round se recuperó con una estrategia de pegar y moverse,
así empezó a ganar puntos otra vez. Los papeles se invirtieron: ahora
Leonard era el perseguidor y Hearns el boxeador.
El día de la pelea los únicos que hablaban de boxeo eran Alfredo y
Pedro. Decían que Hearns se veía grande. Que Leonard iba a tener que
echarle un cerro para poder ganar. Le dije a Luis entredientes: “Eso
lo vamos a ver esta noche”. Armindore y Ramón chocaban las manos con
una sonrisa que atravesaba el aula.
Hearns ganó desde el noveno hasta el duodécimo round en las tarjetas
de los jueces y el árbitro. Volvíeron las imágenes de nosotros
preparando el sancocho a la orilla del río. Me llamó la atención de
los gritos que daba el legendario entrenador Angelo Dundee en la
esquina de Leonard. Tenía los ojos afilados y una maraña de venas
brotadas en el cuello. “¡Estás botando la pelea hijo! ¡La estás
botando!”
Leonard salió a echar el resto en el décimo tercer round. Aún cuando
tenía el ojo izquierdo muy hinchado. Después de impactar a Hearns con
un derechazo, logró asestarle una combinación explosiva que lanzó a
Hearns contra las cuerdas. Hearns se levantó, pero se volvió a caer al
final del round.
En el décimocuarto round, luego de golpear a Hearns con una derecha
por encima del brazo, Leonard llevó a Hearns contra las cuerdas, allí
desarrolló otra combinación intensa que obligó al árbitro a detener el
combate y acreditarle a Sugar Ray Leonard el Campeonato Mundial
Unificado del peso Welter. Hearns dominaba las tarjetas 124-122,
125-122 y 125-121.
Estuve saltando como dos minutos, mientras veía la celebración de
Leonard a hombros de sus segundos, suspiré profundo, me había salvado
de ir a comprar pescado y vituallas a la boca del Manzanares. Deseaba
con todas mis fuerzas que amaneciera rápido para echarle broma a los
muchachos e irnos para el río.
Antes de apagar el televisor hablaban de una discusión debida a los
puntajes de los rounds seis y siete. Aún cuando Leonard dominó,
zarandeando a Hearns, los tres jueces le dieron ambos asaltos por
margen de 10-9. Muchos sintieron que la puntuación no fue apropiada y
que esos rounds debieron haber sido anotados 10-8.
Luis llegó temprano a la casa. Nos reunimos con Armindore y Ramón en
“las cuatro esquinas” para agarrar el bus hacia San Juan. Alfredo
llegó a última hora y agarró una de las bolsas que le entregaron
Armindore y Ramón. Pedro se adelantó en su motocicleta. Cuando el
autobús remontaba el “policía acostado” de la alcabala, los agentes
hicieron la señal de alto. Revisaron lo que llevaba cada pasajero. Se
quedaron viendo las bolsas que llevaban Ramón y Armindore. Hicieron
una seña a Alfredo y se los llevaron a la caseta. Mientras caminaban
por el pasillo nos señalaron “¿Y a estos no los van a registrar? Ellos
vienen con nosotros”. Desde la ventanilla vimos como los policías
ordenaban a los muchachos a pegarse contra la pared mientras los
revisaban de la cabeza hasta los pies. A la distancia se escuchaban
los lamentos de Ramón: “Perdió Hearns. Tuvimos que ir a comprar el
pescado, la vitualla,. Y ahora nos requisan como malandros”.

Alfonso L. Tusa C.

martes, 6 de septiembre de 2011

El desquite de Antonio Gómez.

Podría decirse que a partir de la derrota (por decisión) de Pedro Gómez a
manos de Shozo Saijo el 09 de febrero de 1969, la carrera de Antonio Gómez
dio un vuelco en cuanto a su actitud sobre el ensogado. Hasta esa fecha
Antonio se había caracterizado por enfatizar el arte de la esgrima que lo
hacía practicar una gran defensa. El público lo calificaba de “apático y
frío”. La derrota de su hermano lo hizo jurar que lo vengaría y a partir de
allí empezó a complementar su defensa con efectivas combinaciones de
certeros impactos.

Antonio había decidido practicar el pugilismo animado por las
demostraciones de Pedro. “Siempre me gustó verlo pelear y entrenar, tanto
que un día Heli Montes me preguntó si quería boxear. Le contesté que sí y me
dijo que me fuese al día siguiente por la tarde con un pantaloncito corto y
unas vendas”.

El salto al pugilismo rentado ocurrió a los 22 años. Gómez arregló la
transición a través de Heli Montes. “Mi esperanza era llegar a ser campeón
nacional, no campeón mundial. Cuando conquiste el título nacional, me
retiro. Así lo dije varias veces”.

Debutó el 18 de febrero de 1967 en Caracas ante el tambien venezolano
Eduardo Blanco. Lo anestesió en el tercer round. Labró un invicto de 7
peleas hasta que se atravesó Domingo Bastidas el 01 de septiembre de aquel
1967. Salió vencido por nocaut técnico. Antonio alegó que Bastidas lo había
golpeado en el cuello, por lo que debió abandonar. Pidió la revancha. El 29
de enero de 1968 y se desquitó en una clara decisión de 8 rounds. Este
triunfo resultó el cuarto de otra seguidilla de victorias, esta vez de 9.
Entonces perdió una discutida decisión el 04 de noviembre de 1968 (8 rounds)
ante Gustavo Briceño. Derrotó a Manuel Arnal y a Mario Enrique antes de
cobrar venganza de Briceño al noquearlo en 9 asaltos el 30 de marzo de 1969.

El 02 de septiembre de 1971 Antonio Gómez salió a buscar a Shozo Saijo
desde el principio. En el primer round lo alcanzó con un jab y el japonés
fue a la lona pero el árbitro Alfred Giarruso no hizo el conteo de
protección por considerar que había sido un resbalón del hasta entonces
campeón mundial.

La primera gran oportunidad de Antonio Gómez se presentó el 22 de agosto de
1969 en Los Ángeles, Estados Unidos. “Habían llamado a Ramiro Machado para
que Cruz Marcano peleara con Hawkins, pero el Loco estaba de farra y me
dijeron a mì. Fui como carne de cañón a pelear con el tipo. Pedro me estuvo
explicando varias cosas antes de viajar, y como el tenía más experiencia que
yo, hice lo que me dijo”. El boxeador cumanés se impuso por nocaut en el
décimo asalto y quedó listo para enemigos de cartel como el colombiano Kid
Pambelé y el mexicano Gil Noriega.

En el segundo round Gómez se desplazó con elegancia y la seguridad que
reflejó mientras hablaba con los entrenadores Willie Ketchum y Heli Montes,
con su representante Ramiro Machado y con los 17 venezolanos que estaban con
él en el hotel. Sacudió tres veces el jab y aplicó el upper en un
contragolpe. Las esperanzas de que el título mundial de los plumas pasara a
manos venezolanas crecían.

El careo con Gil Noriega se realizó el 14 de febrero de 1970 en Los
Angeles. Gómez ganó por nocaut en 7 asaltos. Empezaron a llamarlo “El
noqueador de Los Angeles”.

El 20 de abril de 1970 enfrentó en Tijuana, México, al “manito” Memo
Morales quién había derrotado al campeón nacional de los plumas Cruz Marcano
el 20 de febrero de 1970. Gómez lo anestesió en 3 rounds y vengó a su
paisano. Le ganó decisión en 10 rounds al tambien mexicano Antonio Hernández
en Los Angeles. Entonces fue en búsqueda del campeonato de los pesos pluma
del estado de California frente a Fernando Sotelo. El 05 de septiembre de
1970, en Los Angeles, Gómez noqueó en el noveno salto.

En el tercer round Saijo salió a echar del resto. Antonio lo recibió con
izquierdazo al mentón. Algunos venezolanos empezaron a saltar en el ring
side. Tuvieron que regresar a sus asientos cuando Saijo se levantó a los ocho
segundos de conteo y atacó con garra. Llevó a Gómez contra las cuerdas y lo
zarandeó con impactos de ambas manos. Antonio se sorprendió y respondió con
derecha fuerte al mentón.

Extendió su seguidilla de victorias a 14 con triunfos ante Ray Vega, por
nocaut en 7 rounds, el 09 de noviembre en Caracas. Y ante el dominicano Juan
Collado por decisión en 10 rounds, el 14 de diciembre en Caracas.

En el cuarto asalto Gómez impactaba sin contemplación ante un hombre que
resistía gallardamente en defensa del título que había ganado en1968.

El 27 de febrero de 1970 en Caracas, derrotó por decisión apretada al
joven Esteban DeJesus que venía invicto en 18 peleas (17 nocauts). El 28 de
mayo, en Caracas, terminó de reiterar su condición de aspirante número 1 al
título de los plumas de la AMB. Entonces fulminó en el primer round al
mexicano Vicente García.

En el quinto, Gómez metió dos veces el jab y cuando el campeón respondía con
otro, el venezolano lanzó su mano derecha en recto y Saijo dobló las piernas
y cayó de espaldas. El ábitro Giarruso frotó los guantes de Saijo cuando
este se levantó con la guardia erguida. Gómez se abalanzó de nuevo y golpeó
a los costados. Lo tumbó por 8 segundos con derechazo en gancho. Saijo
volvió a levantarse tambaleándose. Pero se volvió a encontrar con el ataque
del venezolano. Saijo cayó por vez definitiva a los 2:07 minutos. Era el
primer nocaut que recibía en su carrera.



Alfonso L. Tusa C.

lunes, 22 de agosto de 2011

La gesta de Alfredo Marcano



El ambiente previo a la pelea por el título lígero junior de la Asociación Mundial de Boxeo entre el campeón Hiroshi Kobayashi y el retador Alfredo Marcano, empezó a calentarse cuando empezaron a llegar elogios a través de la prensa. El ex campeón mundial mosca japonés Yoshio Shirai, para 1971 uno de los comentaristas de boxeo más destacados de aquel país declaró: “Kobayashi se enfrentará a muchas dificultades cuando defienda su título esta vez, a menos que disponga de todo su poder para esta pelea.
Luego de observar los entrenamientos del púgil cumanés, Shirai comentó: “Los ganchos de Marcano serán una amenaza para el campeón”.
Marcano llegó a Japón el lunes 19 de julio y declaró que no se sentía en su mejor forma debido al viaje. Sin embargo cuando Shirai lo vio el 23 de julio notó que se encontraba en óptimas condiciones. Para ese momento Marcano ocupaba el quinto lugar en el ranking de la división.
Un intercambio pugilístico entre Sucre y Nueva Esparta marcó el inicio de Marcano como boxeador aficionado. En aquellos días de 1961 Alfredo alternaba los estudios con labores de limpiabotas en los alrededores del Teatro Humboldt. De allí se iba a ver los entrenamientos de Pedro Gómez y José Luis Vallejo en el Gimnasio Cabrujas. Empezó a practicar y lo seleccionaron para el intercambio. Fue catalogado como el mejor peso mosca al vencer en la final a Esteban Marcano. Estuvo un tiempo alejado del cuadrilátero. Cuando regresó lo llevaron a Caracas junto a otro gran boxeador: Cruz Marcano. Participaron en una eliminatoria para asistir al torneo “Guantes de Oro” de Puerto Rico. Ambos sortearon la primera eliminatoria. Para la siguiente Marcano debía enfrentar a Pedro Gómez. “Pedro dijo que no pelearía conmigo, que prefería saltar al profesional. Esa pelea no se dio porque entre nosotros había una gran amistad”. Gómez se hizo profesional y Marcano viajó al “Guantes de Oro” donde fue subcampeón.
La afición y los periodistas estaban escépticos de lo que pudiese hacer Marcano ante Kobayashi. Durante el último año el púgil cumanés había experimentado muchos altibajos, de allí la incertidumbre. Marcano había librado tremendos combates ante Bernardo Caraballo o Miguel Herrera en el Nuevo Circo y solo dos meses después desconcertó al abandonar la pelea luego de recibir un impacto del mexicano Fernando Sotelo en el tercer round. Alegó que tenía un cólico. También cayó lastimosamente en mayo de aquel año ante el panameño Ernesto “Ñato” Marcel. Esto ocurre luego de reaparecer en grande con nocauts ante el mexicano Memo Morales en el tercer round y ante el japonés Nobuo Chiba en el sexto. Ante Marcel perdió por decisión unánime. Quizás este decepcionante resultado fue lo que ocasionó la oportunidad que tenía de pelear por el título ante Kobayashi.
Marcano decide saltar al boxeo profesional en 1966 con la idea de comprarle una casa a su madre. El 01 de marzo debuta ante el tambien venezolano Pedro Chirinos y lo vence por decisión en 4 asaltos. Formaba filas con la empresa Gondell, dirigida por los periodistas Carlos González y Delio Amado León. Su primera pelea importante ocurrió el 19 de julio de 1968, entonces noqueó al mexicano Raimundo Vera en 2 asaltos y dejó su marca en 17 triunfos, 3 empates y 2 derrotas. Lo más llamativo eran los 8 nocauts en sus últimos 9 refriegas.
El 15 de agosto de 1969 se enfrentó a Cruz Marcano en “La pelea del año”. Durante los primeros 5 rounds Alfredo dio una lección de esgrima y buenos desplazamientos. Pero se dedicó a correr del sexto al décimo tramo. En principio Alfredo fue declarado ganador, pero minutos después los jueces rectificaron y dieron tablas.
La pelea por el campeonato ligero jr., comenzó alrededor de las 6 de la mañana (hora venezolana). Aquel 29 de julio Marcano salió a fajarse con Kobayashi. Al entrar al noveno asalto el nipón aventajaba en las tarjetas, aún cuando la refriega había presentado muchas alternativas, entonces el retador recibió un impacto que lo paralizó por lo cual el árbitro efectuó un conteo de protección. Marcano recuerda con lujo de detalles. “Estaba demasiado cansado porque hacía mucho calor. La temperatura era de 42 grados y nos estábamos deshidratando. Cuando me hicieron el conteo me fui caminando y me recosté de las cuerdas. El maestro Heli Montes me hacía señas para que me quedara en la esquina. Cuando la cuenta llegó a ocho, continué la pelea. El japonés me lanzó un recto de derecha, yo lo cambié por un upper de derecha y lo tumbé. Allí sonó la campana. Ya en mi esquina, el maestro Montes me atendió muy bien y tomé otro aire. Para el décimo salí a gastar el último carburo que me quedaba, la última pólvora. Lo tiré a la lona otra vez y se puso de pie. Se volvió a caer y se volvió a levantar. Por más que le daba, se caía y se levantaba. Yo tenía que dar lo último que me quedaba porque estaba agotado. Lo había tirado tres veces y todavía se levantaba. El hombre estaba cansadísimo pero aún se mantenía en el ensogado en posición de combate. Kobayashi salió a pelear otra vez, le di un golpe fuerte y cayó arrodillado. Me quedé parado frente a él y me dije a mí mismo, en forma de broma, que si volvía a pararse le iba a dar una patada. Parecía imposible que resistiera tanto”.
El profesor Heli Montes tambien tiene sus impresiones al respecto: “Alfredo era un elemento que pegaba bien a la zona media, lo que demostró en la pelea por el campeonato mundial con Kobayashi. El estaba casi perdido.Había una temperatura que según los japoneses, nos iba a perjudicar a nosotros, pero los perjudicados fueron ellos, porque nos pusieron una lámpara a casi un metro de la cabeza de los boxeadores y eso generaba un calorón, pero los japoneses no sabían que Alfredo era de un sitio donde hace mucho más calor como es Cumaná, y eso en parte no nos afectó tanto como al japonés. Cuando los dos estaban deshidratados, entonces Alfredo aplicó la táctica de la pegada abajo. En el round en que se decidió la pelea, ambos estaban desgastados, pero más lo estaba el japonés. Alfredo estaba tan agobiado que no quería continuar. Entonces apliqué una de las tácticas que yo tenía en el boxeo, y le di una cachetada para que se enfureciera y cuando se enfureció le dije: ‘Pégale a ése que viene allá, es a él a quien tienes que pegarle’”.

Alfonso L. Tusa C.

Arrecifes en peligro.

Los jardines de coral se están extinguiendo en todo el mundo. Steve Chapple se sumerge en las aguas de Hawaii para investigar las causas.

Selecciones Reader’s Digest.

Flotando en absoluto silencio sobre la superficie de la bahía Kealakekua, frente a la isla mayor de Hawaii, alcanzo a oir a los peces royendo el coral. Suena a papel lija frotado contra una piedra. Kealakekua (“senda hacia Dios, en hawaiano antíguo) es uno de los sitios más bellos de la tierra, y el lugar donde he venido para iniciar mi investigación submarina de un desastre ecológico en ciernes: la desaparición del coral del planeta.
Con mis gafas y tubo de buceo, me sumerjo en el agua cristalina y tibia. Veo un pez loro azul, de cabeza grande y mandíbulas potentes, triturar un pedazo de coral lobular de color amarillo limón. Un par de peces cirujanos de Aquiles, negros con motas anaranjadas, mordisquean las algas. Más cerca de la orilla se arremolina un cardumen de peces cirujanos de color amarillo brillante. En espera de que llegue la noche, un tiburón de arrecife con aletas de punta blanca duerme en una cueva poco profunda.
Estos peces, junto con los erizos de mar, son los jardineros de los arrecifes de coral. Raspan las algas como si fueran pequeñas segadoras y engullen los animales blandos, llamados pólipos, que forman las colonias de coral en las aguas someras de los mares del planeta, desde Hawaii hasta Florida, desde el mar Rojas hasta la Gran Barrera de Arrecifes de Australia, el ecosistema más grande y diverso del mundo. Los pólipos llevan una vida muy sencilla: toman calcio y bióxido de carbono del agua para formar sus hogares de piedra caliza, y por la noche extienden sus pequeños tentáculos para atrapar el plancton del que se alimentan. Su color proviene de las algas simbióticas que viven en sus tejidos. Por medio de la fotosíntesis, estas plantas unicelulares elaboran azucares a partir de la luz solar y dan al coral la energía que necesita para crecer.
Los arrecifes son el hogar de millones de seres vivos: por lo menos 25 % de todas las especies de peces. Estos mundos submarinos son tan exuberantes que se les conoce como los bosques tropicales de los océanos. Sin embargo, tal como ocurre con los bosques en tierra, los submarinos corren grave peligro. Ya ha desaparecido la mitad de los arrecifes del planeta, y el resto podría extinguirse a mediados de este siglo. La mitad del coral existente en aguas territoriales de Estados Unidos se encuentra en un estado de salud de regular a malo. Los corales cuerno de ciervo y cuerno de alce ahora figuran en la lista de especies en peligro de extinción, los primeros en tener esta categoría.
Si desaparecen los arrecifes, perderemos una fuente de extraordinaria biodiversidad y belleza. También perderemos una barrera que detiene el oleaje levantado por los huracanes; un criadero de peces que alimentan a miles de millones de personas en todo el mundo y que genera 200 millones de empleos en la industria pesquera; el hogar de muchas plantas y animales que se utilizan para combatir el cáncer, el sida y otras enfermedades, y una fuente de ingresos turísticos que tan sólo en el Caribe se calculan en 105.000 millones de dólares al año. La amenaza al coral es una amenaza para la especie humana.
En la zona que colinda con el Parque Nacional Histórico Ciudad de Refugio, el mar se ve tan claro como en la bahía de Kealakekua, a ocho kilómetros de distancia; sin embargo, a 12 metros de profundidad, una capa viscosa y pardusca, del tamaño de una cancha de futbol, cubre el coral. Con aspecto de gelatina echada a perder, son algas que se reproducen sin control. Floto por encima de tres buzos investigadores de dependencias estatales y federales, quienes toman fotos a intervalos y recogen muestras de algas para analizarlas posteriormente. Al ver aquel caos, deducen lo que sucedió: en su camino al mar, una lluvia torrencial pasó por las fosas sépticas locales y los campos de cultivo abonados. Esto agregó nitrógeno al arrecife e hizo que las algas se multiplicaran, tal como el fertilizante estimula el crecimiento del césped.
“Durante décadas fue un arrecife muy feliz, pero hoy se encuentra en estado de alerta roja”, me comenta más tarde Bill Walsh, jefe de la División de Recursos Acuáticos de la Isla Mayor de Hawaii. Cerca de allí, colina debajo de un conjunto de casas de recreo valuado en muchos millones de dólares, la historia es parecida. El agua de lluvia corrió por una barranca hasta el mar y arrastró a su paso toneladas de tierra y limo. Ahora el arrecife es un cementerio de coral.
Tomo un vuelo a través del canal Alenuihaha a la isla de Maui, y una hora después estoy buceando cerca del famoso Centro Oceánico de Maui, en el puerto de Ma’alaea. Aquí, bajo el agua, parece haber una ensalada mixta podrida. Veo hectáreas de algo que parece lechuga francesa, salpicada con miles de cabezas de pelo oscuro rizado: una invasión sucia y descontrolada de macroalgas.
En años recientes, estas algas han provocado una fetidez temporal en las playas de Kihei. Los turistas han abandonado la zona, y los pocos visitantes y los buzos se niegan a meterse en el agua turbia. En Maui, en otro tiempo, el problema era el remedio: pozos de inyección. Las aguas negras de casas y hoteles se recolectaban y se inyectaban en pozos a través de tuberías. Ésta es una medida limpia y sensata en el territorio continental de Estados Unidos, pero en el suelo volcánico poroso de Hawaii, las aguas residuales vuelven a aflorar en la orilla del mar y ocasionan un crecimiento desenfrenado de las algas.
A continuación tomo un vuelo a California para reunirme con dos científicos comprometidos con la misión de salvar los mares del planeta: Nancy Knowlton y su esposo, Jeremy Jackson, quienes no dudan en hacer predicciones funestas respecto al coral.
“Mientras sigamos lanzando gases de invernadero a la atmósfera, sobreexplotando la pesca y contaminando nuestras fuentes de agua, nos dirigimos hacia un desastre ecológico por lo que respecta a los arrecifes”, señala Knowlton en su oficina del Instituto Oceanográfico Scripps, en La Jolla. Esta mujer es uno de los mayores expertos en corales del mundo y ocupa una cátedra subvencionada en ciencias marinas en el Instituto Smithsoniano, en Washington, D.C.
“En todo el planeta, el coral es como una ciudad en ruinas”, dice Jackson. “Aunque se están construyendo algunos edificios, son más los que caen derribados por la bola de demolición. Así que, si bien la ciudad persiste, se está muriendo”.
Cuando habla de las múltiples causas de la destrucción de los arrecifes, Knowlton hace una comparación con las personas que sufren infartos: “No es un factor en particular lo que las mata. Tienen sobrepeso, fuman, no hacen ejercicio, llevan una dieta alta en colesterol. A eso se enfrentan los arrecifes de coral. Los hemos convertido en personas inactivas que pesan 200 kilos y fuman”.
La pareja se conoció en la estación de investigaciones de la bahía Discovery, en Jamaica, y a lo largo de 30 años han sido testigos de la destrucción de los arrecifes de la isla, que antes eran un animado jardín lleno de pólipos y peces loro y ahora es un páramo de pececillos flacos y corales muertos. En 2003 Knowlton fundó el Centro para la Biodiversidad y Conservación Marinas en el Instituto Scripps, donde ella y su esposo realizan investigaciones para inspirar a una nueva generación de científicos a ver los arrecifes y los mares como sistemas interconectados. De acuerdo con esta visión, los peces loro son vitales para la salud de los arrecifes porque se comen las algas que matan el coral. También lo es el tiburón con aletas de punta blanca, el cual se alimenta de peces que podrían consumir demasiado coral.
La misión de la pareja ahora es concienciar a la gente de que, si bien la situación de los arrecifes es grave, tiene remedio. “Faltan 10 años para que ocurra una verdadera catástofre”, afirma Knowlton. “Podemos ganar tiempo tratando bien los ecosistemas de coral a nivel local”.
Jennifer Smith, profesora adjunta del Instituto Scripps y la primera en descubrir esa gelatina echada a perder en la Isla mayor de Hawaii, busca maneras de combatir las algas para ganar tiempo. En un ambicioso proyecto que iniciará este año frente a la isla caribeña de Curazao, unos buzos encerrarán con redes cirulares secciones de 20 metros de arrecife infectado de algas; luego meterán bajo las redes peces loro, peces cirujanos y algunos erizos de mar para que limpien el fondo. “Les compraremos los peces loro a los pescadores locales, que de otra forma los matarían para venderlos en el mercado a unos dos dólares por kilo”, dice Smith.
“Trabajar con los pescadores locales es fundamental”, comenta Ayana Johnson, quién pronto obtendrá un doctorado en el Instituto Scripps. Hoy día está investigando maneras de detener la sobrepesca, que tanto coral destruye, y permitir a la vez que los pescadores se ganen la vida. Ha creado trampas en forma de puntas de flecha que deja escapar a los pargos, meros y peces cirujanos jóvenes. Una trampa ordinaria mata 12 peces en promedio; las de Jonson permiten que seis escapen. “Si se usaran 100 trampas en la isla 100 días al año”, dice, “quedarían 60000 peces vivos que podrían devorar las algas y reproducirse. Es una gran cantidad de peces, y preservarlos es mucho mejor que decirles a los pescadores que dejen su oficio y busquen oficio en un hotel”.

En Cayo Largo, Florida, los investigadores están enfrascados en otro plan alentador para salvar los arrecifes de coral: los están recultivando. Científicos y estudiantes se reunen aquí para el desove anual del coral, que tiene lugar dos o tres días después de la luna llena a finales del verano.
Los participantes zarpan en barco hacia el arrecife al ponerse el sol para estar allí a medianoche. Del esqueleto calcáreo de cada pólipo salen óvulos o esperma hasta que el agua circundante adquiere un aspecto lechoso. Los buzos, a veces acompañados de miles de peces hambrientos, recogen montones de óvulos fecundados, los sacan del mar y los colocan en tanques de recolección.
“El desove es un acontecimiento mágico y muy divertido”, afirma Tali Vardi, estudiante de posgrado de ecología de arrecifes de coral. “La sincronía de todas estas criaturas, que saben cual es el momento preciso para liberar sus gametos, es un verdadero espectáculo de la naturaleza”. Los investigadores clasifican los óvulos por especie, tarea que puede durar toda la noche. Aunque se llevarán muchas de estas crías de coral al laboratorio con fines de estudio, a otras las cultivarán como plantas de semillero para sembrarlas posteriormente en las rocas, donde empezarán a fijar el calcio disuelto en el mar para formar sus nuevos hogares.

Mil seiscientos kilómetros al noroeste del lugar donde me metí por primera vez en aguas hawaianas se encuentra el Monumento Nacional Marino Papahanaumokuakea, establecido por el ex presidente George W. Bush en junio de 2006. esta zona protegida del tamaño de California es un refugio para especies raras como la foca monje hawaiana y la tortuga verde, así como para los corales.
Los parques marinos son muy importantes porque permiten a corales y peces evitar los estragos de la contaminación y la sobrepesca. En ellos, los peces tienen oportunidad de crecer; no se captura a las hembras fértiles para alimento de los humanos, y los frágiles arrecifes se conservan. La extensión de estos parques también es importante, ya que las crías de coral pueden flotar a la deriva cierta distancia antes de adherirse a las rocas. En los parques marinos muy pequeños, se atrapan demasiados peces justo fuera de sus límites.
La creación de zonas marinas protegidas en todo el mundo ha sido tal vez el acto humano más grato para los corales desde que el añorado capitán Jacques Cousteau inventó el sistema de buceo autónomo, se ató al cuerpo una cámara submarina e introdujo a millones de terrícolas a la serena belleza de los arrecifes.
Antes de que el noroeste hawaiano fuera designado zona protegida, Australia ya había reservado un tercio de su Gran Barrera de Arrecifes, lo que permitió que en esa zona vedada millones de peces se salvaran de morir en palangres y redes de arrastre. Siguiendo el ejemplo de Australia, la nación insular de Kiribati prohibió la pesca alrededor de las islas Fénix, en el Pacífico central, con lo cual creó el santuario marino más grande del mundo. Éste ha sido superado por el Papahanaumokuakea, con una extensión de 360000 kilómetros cuadrados.
Estas reservas gigantescas nos permiten ganar tiempo valioso para los arrecifes de coral del planeta, tal como aconsejan Knowlton y Jackson. A medida que más de nosotros descubramos su importancia y su belleza, podremos actuar para cambiar nuestros hábitos en tierra a fin de lograr que estas hermosas criaturas pétreas sobrevivan debajo del mar.

miércoles, 6 de julio de 2011

De mañanita a tardecita

Aquel mediodía el canto de las chicharras develaba una tranquilidad que sólo duró el momento en que la maestra de quinto grado nos indicó que hiciéramos la fila. Juan empezó a sacarle punta a su lápiz. Leo empezó a cantar con la boca cerrada el tema musical de una comiquita. Santiago se acercó al otro extremo del salón para abrir el ventanal que daba al patio de las acacias y la alambrada de la calle las Flores. La maestra me llamó “¿Qué animalito es ese que está asomando en tu bulto?” En medio de las sonrisas ahogadas de la clase, tuve que salir con el bulto para liberar una lagartija al pie del araguaney.
Cuando la maestra Hildegar deslizó la tiza sobre el esmeralda del pizarrón, empezó a circular nuestro código secreto de papelitos. “¿Vieron quién vino?” Todos volteamos hacía el fondo del salón. En un pupitre de los más viejos, con las manos sobre su cuaderno de cuadritos azules, estaba un muchacho corpulento de piernas largas, barriga de pera y rostro a medio camino entre feroz y taciturno. La maestra caminó hasta las sombras del fondo. “A ver, León. Veamos si podemos entusiasmarlo para que venga más seguido a clases. Conjúgueme el verbo ‘asistir’” Dos goterones surcaron la frente del muchacho. Trató de pedir permiso para ir al baño, intentó meterse debajo del pupitre. La maestra lo tomó de la mano y lo llevó al pizarrón. “Yo asis…” León se quedaba mirando los labios de toda la clase y replicó. “…to. Yo asisto”.
El timbre del recreo encontró a Juan conversando con León. Leo y Santiago llegaron de la dirección con el balón de baloncesto. Desde el pasillo se escuchaban las notas de “Mañanita caraqueña”. Le hice señas a Leo y Santiago. Juan quería decirles algo. En la escogencia de los equipos León fue seleccionado por el equipo de Juan y Santiago. Ese día tuvimos que jugar en el otro lado del patio porque había un juego de sebucán en el lugar donde siempre jugábamos.
Las dos piedras de nuestra portería quedó justo en frente de la ventana de la dirección del plantel. Podíamos escuchar los tarareos de la sub-directora Dora Bárcenas y los silbidos de la directora Delmira Núñez, aquella canción nos hacía desear que el disco no terminara nunca para que se olvidaran del timbre y el recreo durara hasta las seis de la tarde.
En una de las alternativas del juego León logró escapar de mi marca y mandó un zambombazo que pasó muy por encima de la portería. Cuando ví la dirección del balón me precipité hacia el pasillo, choqué contra la pared, el balón llegó en cámara lenta y convirtió en fragmentos el vidrio de la ventana. Leo se llevó las manos a la cabeza. Juan dio dos zapatazos sobre el cemento rústico. Santiago enterró el mentón en el pecho.
Dora nos hizo señas desde la dirección y pasamos uno a uno al recinto. Luego del correspondiente jarabe mandibular, nos conminó a traer al día siguiente una cantidad de bolívares para reponer la ventana. “Caramba muchachos. Tan buena que estaba la “Mañanita caraqueña” y ahora ustedes la convirtieron en “Tardecita de Cumanacoa”. Nos quedamos mirando a León a través de la ventana. Al reanudar las clases, la voz de la maestra rebotó sobre el pupitre vacío del fondo. “…¿y donde está León?”.

Alfonso L. Tusa C.

domingo, 5 de junio de 2011

El resto de Cañonero

Luego del carrerón del Preakness había muchas expectativas de que Cañonero se hiciera con la triple corona del hipismo estadounidense. El escepticismo llegaba a su nivel más alto porque todos irían por Cañonero. Sin embargo además llegaban más noticias sobre la condición física del caballo, específicamente en uno de sus cascos. Mis hermanos decían que difícilmente Cañonero ganaba el Belmont Stakes. “Los gringos no dejarán que gane un caballo de afuera, así haya nacido allá”. Jesús Mario casi se acostaba debajo de la cama buscando una moneda de dos bolívares. Felipe se tronó lo dedos de la manos antes de abrir la regadera. “¡Que va! Ya Cañonero hizo lo que podía. Ya no puede más con esa lesión del casco. Cuidado y no llega fuera de carrera”. Saqué el radio transistor del primer tramo del escaparate y le subí el volumen. “I really want to see you lord. But it takes son long my Lord. My sweet Lord…”
Gustavo Ávila mantenía el optimismo. Decía que sacaría al caballo adelante y que ganaría de punta a punta. No había manera de planificar una atropellada. Allí estaba la crema de la crema del hipismo norteamericano y había que echar el resto desde la arrancada.
En el pasillo posterior, a un lado de la casa, simulé mi particular pista de carrera. La mata de uña de danta era la partida. El limonero la mitad de la carrera y la pared de bloques de dibujos del fondo la llegada. Más de una vez mamá vino a regañarme por los impactos que daba sobre la pared al grito de “…y ganó Cañonero”.
Los sábados antes del Belmont Stakes me iba con el radio transistor y sintonizaba las carreras de caballos hasta que hacían los comentarios sobre la preparación de Cañonero. Se sentía algo de resignación en la voz de los comentaristas. Hablaban mucho del casco del caballo. De que sólo enfrentaría a uno de los rivales del Preakness, “De seguro todos esos caballos son puros verdugos”.
El día de la carrera jugaba pelota de goma en una construcción a medio acabar. Me resbalé corriendo hacia primera base cuando escuché la voz de Aly Khan: “Partida. Arranca el Belmont Stakes…” Salí de la construcción ante los gritos de disgusto de mis amigos. Por toda la calle se escuchaba la transmisión radial. Cañonero había salido adelante. Cuando llegué a la esquina de la mata de uña de danta, Aly Khan bajó un poco la voz. “Cuando entran a la recta final Pass Catcher es el que más corre…” Me senté en la acera del jardín con la cabeza entre los hombros. Al terminar la carrera me fui hasta la pared de los bloques de dibujo. Allí me quedé como hasta las seis de la tarde.
Mamá me fue a buscar varias veces para que fuese a cenar. Solo después que la luna volcaba su plata nocturna en el anochecer cumanacoense me levanté de la base de la pared. Papá se agachó en la acera del pasillo. Hablamos un rato de la victoria y la derrota. De seguir adelante en la vida a pesar de ellas. “Porque siempre hay un mañana para mejorar”. Todo el trayecto hasta el comedor me imaginé en la pared del pasillo esperando la noticia sobre la lesión que tenía Cañonero en uno de sus cascos. Al parecer había algo de ella en las dos primeras carreras de la triple corona, sólo que esta vez se complicó. He aquí el gran mérito de la actuación de Cañonero. Realmente una historia para llevar al cine.

Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 18 de mayo de 2011

La reina del bambú.

El negocio que inició en su jardín podría ayudar a sanar nuestro planeta.

Margaret Hefferman.

La pasión de Jackie Heinricher por el bambú empezó en su jardín. “De niña jugaba entre las cañas de bambú dorado que plantó mi papá”, recuerda hoy a sus 47 años, “y cuando soplaba el viento sonaba una música increíble. Era mi tierra mágica”. Jackie estudió biología pesquera y pensaba trabajar en la industria del salmón en Seattle, Washington, donde vivía con su esposo Guy Thornburgh, pero había mucha competencia.
Su jardín le inspiró la idea para un negocio: luego de sembrar 20 cañizales de bambú en su granja de 2.8 hectáreas y alcanzar un éxito parcial en la propagación de especies no invasivas (para jardines pequeños, no las que crecen cinco centímetros por hora y se adueñan del terreno), creó la empresa Boo-Shoot Gardens, en 1998. Pronto notó algo que apenas ahora empieza a saber el resto del mundo: el bambú es increiblemente versátil y muy amigable con el medio ambiente. Se utiliza para fabricar cañas de pescar, patinetas, edificios, muebles, pisos e incluso ropa de vestir y de cama (la tela es tan suave como la seda). Otra ventaja del bambú es que absorbe cuatro veces más bióxido de carbono que un grupo de árboles de madera dura, y libera 35 % más oxígeno.
Jackie quería usar sus conocimientos de jardinería para contribuir a la causa ecologista, pero antes debía hallar una manera de cultivar las plantas en grandes cantidades. Era una tarea muy complicada, pues las flores de bambú producen semillas cada 50 o 100 años, y dividir una planta de bambú a menudo la mata. Así que pidió ayuda a Randy Burr, experto en cultivo de tejidos vegetales. “La gente decía que jamás lo conseguiríamos”, cuenta Jackie. “¡Algunos llevan 27 años trabajando en eso! Sin embargo yo creía en lo que estábamos haciendo, y seguimos adelante”.
Tenía razón para perseverar. Los bosques de bambú se están acabando con rapidez, y un informe de la ONU señala que aunque esta planta es altamente renovable, casi la mitad de las especies del mundo se encuentra en peligro de extinción. Jackie sabía que el bambú puede tener un gran impacto en la calidad del aire y en la economía mundial, pero sólo si se produce en cantidades masivas. Eso fue justo lo que ella y Burr lograron tras nueve años de experimentos: hallaron la manera de cultivar millones de plantas. Luego de poner esquejes esterilizados en tubos de ensayo con sales, vitaminas, hormonas vegetales y un gel de algas marinas, consiguieron que las plantas retoñaran y luego sembraron los brotes en invernaderos.
Poco después de superar ese reto, el laboratorio de Burr tuvo dificultades financieras. Jackie no tenía experiencia en el cultivo de tejidos vegetales, pero no estaba dispuesta a rendirse, así que compró el laboratorio. “Fue un salto enorme”, dice. “De pronto estaba al mando de 55 empleados (entre ellos Burr). No dormía mucho. A veces me pregunto como llegué a esto”.
Hoy día es la directora general de una próspera empresa valuada en millones de dólares, donde trabaja con especies de bambú de todo el mundo y las vende a mayoristas. “Es muy difícil cultivar esta planta sin los retoños, pero por suerte nosotros los tenemos”, señala.
El desafío que enfrenta ahora es aumentar la producción para satisfacer la demanda. Eso cuesta mucho dinero, así que está buscando maneras de atraer inversionistas. “Estamos en el comienzo de una era increíble”, afirma. “Paso mucho tiempo decidiendo en que concentrarme: en apoyar a los fabricantes de productos de bambú, en vender plantas a los jardineros, en cultivar más variedades, en instruir a los agricultores respecto al valor económico y ecológico de los bosques de bambú, o en convencer a los legisladores para que siembren bambú a la orilla de las carreteras a fin de reducir la contaminación del aire”.
Como actualmente Jackie Heinricher cultiva millones de plantas, todo eso y más es posible.

sábado, 14 de mayo de 2011

Lo de Cañonero II iba en serio.

El sábado 15 de mayo de 1971 escondí la cara entre la cobija y la almohada cuando los primeros rayos de luz tamizaron a través de las persianas. El chorro del lavamanos y la cascada de la regadera se confundieron con las voces de Felipe y Jesús Mario. La voz del primero emergía mezclada con la espuma de la pasta dental. “La carrera es en la tarde. Esta vez si la van a transmitir por radio. Menos mal porque ni siquiera Rafael El Plástico pudo hacer que aquí se viera Venevisión ni el canal 8”. Me quité la almohada de los ojos y la cobija fue a dar al piso. Un golpe de jabón sobre el piso dejó colar la voz de Jesús Mario. “¿Sabes la hora exacta? Es para saber a que hora me tengo que venir del juego de voleibol”. En cuanto Felipe regresó al dormitorio y sacó su ropa del escaparate, saqué dos motas de espuma jabonosa y la estrujé sobre mi rostro, convertí el cepillo dental en un tren hasta sentir un fresco que me llegaba a la garganta. Me subí a la cama y de un salta agarré mis cuadernos de cuarto grado. Mamá entornó los ojos cuando me vió afilando el grafito del lápiz en la mesa del comedor. “Hoy si es verdad que hay que anotar el día y la hora. ¿Y eso que estás haciendo la tarea escolar tan temprano?” A la distancia escuchaba la tertulia de mis hermanos. Fue la primera vez que oi levantar la voz a Jesús Mario. “¿Tú de verdad crees que Cañonero va a volver a ganar hoy en una carrera donde todos esos caballos que venció seguro vendrán con todo por la revancha? Los expertos dicen que cañonero no podrá repetir la carrerav anterior”. Ignoro si fue que me concentré en la tarea pero no oí respuesta alguna de Felipe.
A media mañana salí para arrancar el óxido acumulado en mis piernas luego de pasar alrededor de una hora resolviendo la tarea escolar. En la esquina los hijos de Clemente ayudaban a su papá a reparar los frenos de unos carros. Las voces de una discusión templaron mis pasos en dirección de la escuela “José Luis Ramos”. Dos hombres de mediana edad parecían enzarzados en una disputa sin cuartel. “¡Ya vas a ver que Cañonero no pasa de hoy! ¡Eso fue un lechazo! ¡Está compitiendo contra los mejores caballos del mundo!” “Bueno pero él ya le ganó a esos caballos. Por algo sería ¿no? ¿Qué quieres apostar? Le voy un sancocho de guaraguara en el río a que Cañonero vuelve a ganar hoy”. Sólo los gritos que venían del patio posterior de la escuela me sacaron de la discusión. Salté por un hueco de la alambrada. Un puñetazo había descargado la pelota de goma en línea hacía el tubo que servía de segunda base.
El audio de las carreras de caballos llegaba a la escuela desde las casas adyacentes. A medida que avanzaba el mediodía cada vez volteaba más hacia la alambrada trasera de la escuela. Varias veces mis compañeros me llamaron la atención. “Si no le vas a prestar atención del juego entonces te sales”. Cuando escuché la voz de Aly Khan “…estamos próximos para la partida aquí en el Hipódromo de Pimlico, Maryland, Estados Unidos de América…” corrí hacia el hueco de la alambrada. Al pisar la acera toda la vegetación de la calle Bolívar era sólo una mancha verde hasta que salté la baranda del jardín. Cuando entré al cuarto Felipe y Jesús Mario le daban más volumen al radiecito transistor. “…Radio Barcelona en Barcelona, La Voz del Tigre en El Tigre, Radio Upata en Upata..” En ese momento se cortó la transmisión y el narrador de guardia dijo: “… y Radio Cumaná en Cumaná.”
Me quise sentar en la cama. Una vez que la voz de Aly Khan inundó el cuarto se acabó la gravedad, empezamos a flotar con cada resuello del narrador. “Atención oyentes de toda Venezuela, acaba de cuadrar el caballo Cañonero…. Se va a la punta Eastern Fleet…dominando Eastern Fleet el Preakness Stakes…” Felipe agitaba los puños sobre las rodillas. Quería meterme por los orificios de la corneta para ver la carrera. “…ya Cañonero va a controlar a Eastern Fleet…los primeros 400 en 23 2/5…” Jesús Mario se tropezó en el baño y chocó contra la puerta, levantó los brazos bajo el marco de la puerta y dijo varias palabras sin pronunciarlas. El torrente de aquella voz me hacía saltar en las ancas de Cañonero. El cabeza a cabeza que se mandó Cañonero con Eastern Fleet es el más emocionante que haya visto. Fueron alrededor de 800 metros donde oscilaba el puntero de un milímetro a otro. “…peleando Eastern Fleet con Cañonero, 47 clavados los primeros 800. Eastern Fleet por dentro, Cañonero por fuera. El caballo Cañonero va en las manos acompañando a Eastern Fleet..” Felipe se movía de una esquina a otra de la cama con cada metro de carrera, los resortes sonaban cual timbal de los Carrizos Pre-Colombinos. Quería cerrar la ventana para escuchar mejor la carrera, la imnercia del momento sólo me dejaba respirar a duras penas. “…Eastern Fleet por dentro…Cañonero por fuera 70:02 los 1200…entran en la recta final y ya Cañonero con el campeón de Venezuela Gustavo Ávila está dando cuenta de Eastern Fleet. Sin embargo Eastern Fleet se le resiste y vuelve a la pelea por dentro…” Jesús Mario saltó a su cama y luego bajó las manos. En mi mente resonaba “¡Vamos Cañonero, vamos!” Felipe le dio todo el volumen al radio. “…Cañonero por fuera dominando el Preakness Stakes…Cañonero para todo el mundo…Venezuela asegurando la segunda prueba de la triple con el gran Gustavo Ávila….Ganó Cañonero…” La algarabía que tronó en el cuarto la escuchamos en toda la cuadra y a lo lejos retumbó un cohete.
Cañonero II impuso record en Preakness Stakes con 1:54:00. En 1984 Gate Dancer bajó el tiempo a 1:53:60.

Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 4 de mayo de 2011

La afición de Papá

Lo había visto jugar dominó muchas noches, me llegaba hasta la esquina en frente a la bodega de María La Catira para pedirle unas monedas a fin de ir al cine.

Sabía cuanto le agradaba el fútbol, mientras trataba de entender el béisbol siempre hacía analogías. “¡Ah, eso de extrainning es como la prórroga en el futbol!” Las veces que lo vi siguiendo la liga italiana de fútbol le preguntaba cual era su equipo favorito, un largo silencio se extendía, disimuladamente cambiaba la conversación o levantaba el brazo hacia el televisor “Caramba ¿viste esa jugada?”

Siempre compraba Il Corriere Della Sera en Cumaná para llevárselo a unos amigos de Cumanacoa. Muchas veces se quedaba un rato leyendo aquel periódico frente al volante del carro, por lo general pasaba unos cinco minutos hojeándolo, luego lo ordenaba, lo doblaba y lo dejaba sobre el asiento del copiloto. Una tarde del sol más encendido de Cumaná Papá pasó de largo los cinco minutos cuando iba por quince me levanté del asiento trasero con un reguero de hilos de sudor bajando desde la cabeza a la cara. Los titulares llenaban el primer cuarto de página de un reportaje. “La tragedia di Superga….Il Grande Torino”. Varias fotografías de un avión lleno de humo y los rostros de varios futbolistas ilustraban varios lugares de la página. “Papá ¿qué es la tragedia de Superga y el Grande Torino?”

Me quedó mirando mientras se mordía la lengua y respiraba profundo. “Es una historia muy triste y muy larga”. Insistí varias veces sobre el tema. Siempre me respondía que “Después te cuento”. De lo que si hablaba era del próximo juego que haría el Torino en la Liga italiana y sus posibilidades de ganar.

Andando el tiempo empecé a investigar en Internet y en hemerotecas y empecé a develar aquella larga historia que papá prefirió callar. Los pasillos de la red me dejaron saber que el 04 de mayo de 1949 a las 17:05 el avión Fiat G.212 CP que llevaba al equipo de Torino en su interior, se estrelló contra el murallón del terraplen posterior de la Basílica de Superga en las afueras de Torino. Hubo 31 víctimas mortales, incluyendo 18 jugadores del mítico equipo turinés, oficiales del club, periodistas y la tripulación del avión. Venían de disputar un partido de despedida para el futbolista luso Xico Ferreira en Lisboa contra el SL Benfica.

Valerio Bacigalupo, Aldo Ballarin, Dino Ballarin, Emile Bongiorni, Eusebio Castigliano, Rubens Fadini, Guglielmo Gabetto, Ruggero Grava, Giuseppe Grezar, Ezio Loik, Virgilio Maroso, Danilo Martelli, Valentino Mazzola, Romeo Menti, Piero Operto, Franco Ossola, Mario Rigamonti, Giulio Schubert. (Entrenadores) Egri Erbstein, Leslie Levesley.

Aquel equipo era considerado uno de los más fuertes del mundo en aquella época. Había ganado 5 campeonatos de liga seguidos desde la temporada 1942-43 hasta la 1948-49 (los campeonatos 1943-44 y 1944-45 no fueron disputados a causa de la Segunda Guerra Mundial), el club granata vivía los mejores momentos de su historia. Diez de los once jugadores de la selección italiana pertenecían al Torino.

Tambien fallecieron los dirigentes el equipo (Arnaldo Agnisetta, Ippolito Civalleri) y sus acompañantes y tres de los mejores periodistas deportivos italianos: Renato Casalbore (fundador de Tuttosport), Renato Tosatti (Gazzetta del Popolo) y Luigi Cavallero (La Stampa). Vittorio Pozzo el director técnico de la selección italiana de la década de los años 30 fue llamado entre varios para identificar los cadáveres. El jugador Sauro Tomá que padecía un menisco lesionado se salvó milagrosamente del accidente.

Cada vez que jugaba la selección italiana y aplicaban el fastidioso “catenaccio” papá ladeaba la cabeza y dejaba de ver el televisor por momentos. “No siempre fue así. Hubo una época cuando atacaban a la mínima oportunidad. El Grande Torino jugaba 4-2-4”.

La tragedia tuvo un impacto tremendo en Italia. El Torino fue proclamado campeón del torneo y los rivales presentaron formaciones juveniles cuando les correspondía enfrentarlo. Medio millón de personas fue a la plaza principal de Torino para despedir a los campeones.

El club River Plate de Argentina jugó un partido amistoso a beneficio de los familiares de los jugadores fallecidos, el 26 de mayo de 1949, contra un combinado llamado Torino Símbolo. El equipo argentino viajó con todas sus figuras (Alfredo Di Stéfano, Ángel Labruna, Amadeo Carrizo y Pipo Rossi). Aún cuando el costo de las entradas fue bastante alto el estadio se llenó a reventar.

Años más tarde el equipo de Torino de tradicional camiseta borravino, estrena una camiseta alternativa blanca con banda transversal violeta en el pecho, similar a la del River, en homenaje y agradecimiento al club argentino. Al enterarse de este hecho el club millonario devuelve gentilezas en 1975 jugando varios partidos con una camiseta violeta.

En 1994, la empresa Adidas confecciona un nuevo modelo para River que como tercer alternativa tenía nuevamente una camiseta color granate, en un nuevo homenaje a 45 años del trágico y solidario hecho. En la actualidad, el equipo de Torino tiene como divisa alternativa la camiseta blanca con la banda violeta.

En la temporada 2008-2009 el equipo argentino presentó el modelo nuevamente en un acto con la presencia de Zinedine Zidane y Enzo Francescoli, en honor a los 60 años de la tragedia, y también aprovechando que este color hizo furor en la temporada otoño-invierno en Buenos Aires.

Una mañana sorprendí a papá leyendo un ejemplar del Corriere Della Sera que guardaba en la última gaveta de su escritorio. Cuando se levantó para ir a calentar el carro en el garaje. Agarré el periódico. “La llamada ‘Tragedia de Superga’ conmocionó a todo un país y a todo el mundo del fútbol. Frustró de golpe las esperanzas de un club que estaba en lo mejor y diezmó seriamente las aspiraciones de la selección italiana que al año siguiente disputaría el Mundial de 1950. De esta forma, para poder competir al nivel esperado, el equipo tenía que encontrar fórmulas para ponerse al nivel de las grandes potencias futbolísticas del momento. Así, adoptó un sistema ultradefensivo basado en el trabajo duro, los marcajes férreos al hombre y las faltas tácticas, una actitud natural en el fútbol en condiciones de inferioridad”.

Cuando papá regresó de calentar el carro le volvía a preguntar por “Il Grande Torino”. Entonces me contó está anécdota: “ El 27 de mayo de 1964, el Inter de Helenio Herrera disputa la final de la Copa de Europa contra un envejecido Real Madrid. En el túnel de vestuarios del Prater vienés un joven italiano de nombre Sandro se queda de piedra contemplando a Alfredo Di Stéfano, su ídolo. Luis Suárez, socarrón, le dice que se quede ahí mirando a Alfredo, que ellos van a jugar la final. Sandro marca dos goles, es el hombre del partido, y el Inter gana su primera Copa de Europa. Cuando el árbitro señala el final, Sandro sólo quiere llegar hasta Di Stéfano para intercambiar las camisetas pero en su camino se cruza Puskas: "Enhorabuena, yo jugué contra tu padre, eres digno de ser su hijo". De esa manera Sandro Mazzola se quedó la camiseta de Puskas.



Alfonso L. Tusa C.

viernes, 29 de abril de 2011

Un desconocido en Kentucky Derby

Aquel 01 de mayo de 1971 fue sábado y todo el mediodía y parte de la tarde Papá nos llamó para apoyar a Rafael “El Plástico”, con el propósito de que ubicara el poste de la antena del televisor en el lugar de mejor recepción. Teníamos la esperanza de que se viera el canal 8 (VTV) y el cuatro (Venevisión), además del 2 (RCTV). Lo único que vimos fue un montón de rayas y al momento de sintonizar el 2, Amador Bendayán, en su programa “Sábado Espectacular” anunciaba que Cañonero II había ganado en tremenda carrera el Kentucky Derby “contra todos los pronósticos”.
El repiqueteo de los comentarios emocionados se extendió por toda la tarde cual reguero de pólvora en combustión. En la televisión, en la radio, en la casa, en la calle, todos hablaban del caballo que se inscribió a última hora, y a cuyo dueño, Pedro Baptista se había tildado de soñador e iluso. Llegó a Churchill Downs luego de un largo viaje que lo dejó en condiciones desventajosas. Entre los caballos más aptos para adjudicarse la Carrera de las Rosas estaban Executioner, ganador del Flamingo Stakes. Jim French (Ángel Cordero Jr.) el campeón del Derby de Santa Rita. Unconcious (Laffit Pincay Jr.) ganador del Handicap de San Felipe y el Derby de California. Además de tres productos de Calumet Farm: Impetuosity, el ganador del Blue Grass Stakes; Bold and Able (Jorge Velásquez), y Eastern Fleet (Eddie Maple) el campeón del Derby de Florida.
Al poco rato Rafael logró una imagen nítida del canal cuatro y vimos la partida y los comentarios informando que Cañonero esta botado por el puesto 18. Por más que nos acercábamos a la pantalla la imagen parpadeaba y se iba. El audio se mantenía por momentos y era una traducción muy lenta del inglés que borboteaba en el fondo.
Cañonero provenía de Pretendre, un ganador del Derby Inglés en Epsom Downs, y de Dixieland II. Los tres fueron adquiridos por el agente venezolano Luis Navas en Keeneland por 1.200 $, este a su vez los vendió al hombre de negocios venezolano Pedro Baptista en 4.500 $. Cañonero agregó el II porque ya había otro purasangre en Estados Unidos con ese nombre. Baptista contactó a Juan Arias para que entrenara a Cañonero II. Arias rápidamente se cansó de las debilidades físicas del caballo. La pierna delantera derecha arqueada que causaba un movimiento como de cangrejo, un casco partido y dificultades estomacales.
El caballo ganó en su debut en el norte y fue inscrito en el American Del Mar Futurity del otoño de 1970 con la esperanza de venderlo. Al no tener representantes que hablaran inglés fue difícil hacer negocios y Cañonero II regresó a su tierra. De vuelta en Venezuela, Cañonero II corrió distancias más largas con un nuevo jinete, Gustavo Ávila, venció a caballos más viejos y empezó a llamar la atención del público local.
Los sábados luego de almorzar cuando me iba a jugar pelota de goma con Juan de Dios, Alberi, Santiago y Leo escuchaba las carreras de caballos que se colaban desde una zapatería ubicada en la esquina colindante con el parque adyacente a la escuela José Luis Ramos. Varias veces la pelota llegaba hasta las paredes de la zapatería y en
una ocasión escuché la voz del narrador hípico: "...cuando faltan doscientos metros para la raya Cañonero II es el que más corre pegado a la baranda..." Alberi gritaba desde el parque que llevara la pelota. Mientras corría bajo los jabillos se oía la algarabía del narrador: "....y ganó Cañoneroooooo..." Dos palmadas de papá en el hombro me sacaron de los jabillos. “Epa hijo ¿estabas lejísimo? Anda a comprar un rollo de teipe. Rafael lo necesita…”.
Cañonero II empezó su campaña de dosañero el 08 de agosto de 1970, consiguiendo su primera victoria por seis cuerpos y medio sobre Comenvé, con la monta de J.E Contreras. En las pistas americanas corre el 05 de septiembre en un Allowance, llega tercero a cuerpo y medio de King Cross, el jinete es Ignacio Jesús Ferrer y la semana siguiente corre el Del Mar Futurity, prueba en la que arribaría 5° a menos de ocho cuerpos de June Darling, el jinete tambien fue Ferrer, luego de sortear una serie de tropiezos.
De regreso a Venezuela, ganó en distancias largas sus tres primeras carreras, quedando en último lugar en el Clásico Gobernador del Distrito Federal, obtuvo 3 triunfos más en esa temporada para quedar con seis triunfos en diez salidas, con tres terceros.
Baptista sorprendió a todo el mundo al solicitar inscribir a Cañonero II en el Kentucky Derby de Churchill Downs, debió pasar por una pesadilla porque tuvo que poner al día toda la documentación del caballo. Los expertos tanto en Venezuela como en Estados Unidos lo tildaron de chiflado. Faltando una semana para la carrera aceptaron la solicitud. El Daily Racing Form registró como información no disponible las últimas tres carreras de Cañonero II. Tenía las apuestas 500-1.
El viaje de Cañonero II a Estados Unidos fue largo y cansón, el caballo llegó al Hipódromo de Churchill Downs bajo de peso y deshidratado, no parecía un pura sangre que iba a participar en el Derby.
Tres días antes de la carrera, llegó a Churchill Downs el afamado jinete venezolano Gustavo Ávila, mejor conocido como “El Monstruo”. Ávila ya había ganado con Cañonero en La Rinconada, no sabía nada de las condiciones actuales del potro pero fue contagiado casi de inmediato por la confianza de Arias y del peón de Cañonero, Juan Quintero.
Arias, en una movida que nadie supo sino 2 años después de la hazaña, sacó a ejercitar en la madrugada a Cañonero con una silla y el mismo Ávila y lo hizo maravillosamente al dejar 35” exactos para 600 metros, ejercicio éste que lo dejaría listo para la gran carrera.
Aquel Derby dio la partida con 20 ejemplares. Cañonero II largó en el puesto 16. Bold and Able, Knight Counter, Jr's Arrowhead, y Barbizon Streak salieron adelante y marcaron 23 segundos exactos para el primer cuarto de carrera.
Luego de bajar al puesto 18, Cañonero II se movió hacia fuera donde Ávila decidió jugarse su oportunidad de hacer correr al caballo. Bold and Able y Eastern Fleet luchaban por el primer lugar mientras Unconscious y Jim French se alistaban para atacar.
Corrí durísimo hacia la bodega. De vuelta debí frenar en la punta de mis zapatos sobre la orilla de la acera, una camioneta anaranjada llenó de caucho quemado unos treinta metros de la calle La Florida. Aún con el vaho de azufre y dióxido de carbono en el aire y el rollo de teipe bailando en mis manos, apreté el paso y llegué a la casa con ganas de saber más detalles de la carrera.
Al entrar a la recta final Cañonero II remató y pasó por fuera cuando faltaban varios centenares de metros. Entonces era cuando parecía un tren expreso, sacó más de tres cuerpos de ventaja y dejó perplejos a propios y extraños, un completo desconocido se llevaba la primera joya de la triple corona estadounidense.
Cuando llegué, otra vez las rayas habían invadido la pantalla del televisor. Solo se escuchaba la narración en inglés de la carrera “Cañoñero II wins the 1971 Kentucky Derby…”.
En 2009 Gustavo Ávila fue homenajeado con el premio Gallop to Glory que fue creado para hacerle un reconocimiento a todos los jinetes ganadores del Kentucky Derby.

Alfonso L. Tusa C.

viernes, 8 de abril de 2011

Bartali y Coppi: Dos grandes del ciclismo

Mientras cambiaban el lanzador en el juego entre Magallanes y
Bravos, cambié al canal 58. Un hombre sudado entraba a una sala de
hospital. Gino Bartali había hecho el trayecto desde Milano para ver a
su hijo recien nacido.
Las imágenes de un ciclista ganando el Giro de Italia y un
enjambre de reporteros asediándolo. “Signor Fausto Coppi ¿Cuál es su
opinión de Gino Bartali?” Coppi sonrió. “Es un león dormido. Yo
solo soy un cazador. Los leones dormidos son los más peligrosos porque
cuando duermen sueñan y no hay cazador que los alcance”.
Aquellos nombres hicieron click en algún compartimiento de la
memoria. Papá había salido de la oficina y se quedó mirando la
contraportada de la revista Sport Gráfico que descansaba sobre la
mesita del porche. “Eddy Merkxx el monstruo del Tour”. Papá sonrió.
“Podrá ser muy bueno. Pero me quedo con Bartali y Coppi”. Cada
vez que trataba de que me explicara esos nombres, ocurría algún
imprevisto y tenía que irse. Esa fue una de varias conversaciones
que me quedaron pendientes con mi padre.
Bartali tenía 34 años en 1948. Coppi 30 y no compitió en el Tour de
Francia de ese año “porque si ganaba dirían que le gané a un jubilado
y si perdía me caerían encima diciendo que me había ganado un viejo”.
En aquella Europa de post-guerra los nacionalismos a ultranza
proliferaban a flor de piel, por eso Bartali debió soportar varios
ataques de fanáticos franceses en el aeropuerto de Paris. “Italiano,
fascista. Estás acabado. Más nunca un italiano ganará el Tour…” Cuando
los periodistas lo entrevistaron tras ese desagradable incidente
Bartalí declaró: “En la montaña desaparecen los italianos y los
franceses, solo quedan los hombres”. Bartali había nacido el 18 de
julio de 1914 en Ponte a Ema (Firenze). Luego de sus clases de
bachillerato trabajaba en un comercio de bicicletas, así empezó su
relación con los caballitos de acero. Durante la guerra ayudó a salvar
a muchos judíos recorriendo en sus bicicletas carreteras secundarias
para llevar documentos falsos para la fuga de los perseguidos.
El favorito para ganar el Tour en 1948 era el francés Luis Bobet. Sin
embargo la actitud de este era de mucho respeto y veneración por el
hombre que había ganado la competencia en 1938 a pesar de correr
enfermo. En un momento de la carrera Bobet llegó a sacarle más de 20
minutos de ventaja a Bartali. Su hijo lo llamaba por teléfono y le
decía que su amigo de la escuela, Sandro, le echaba broma diciendo que
su papá estaba viejo y no iba para ninguna parte en esa carrera.
Bartali le respondió: “Dile a Sandro que por lo menos alcanzaré a
Bobet”. Resultó impresionante el coraje y la fuerza de voluntad de
aquel ciclista que remontó las cuestas más empinadas de los Pirineos
hasta alcanzar al galo para acreditarse el Tour de 1948.
En cada corte de la película veía la sonrisa de Papá y entendía más
porque había mencionado aquellos nombres ante la contraportada de Eddy
Merkxx. Regresé por un momento al juego de pelota y Magallanes había
tomado ventaja de 7-1.
Para el Tour de Francia de 1949 hubo una discordia porque los
federativos hicieron que Coppi compitiera, venía de ganar la carrera
San Remo-Milano y el Giro de Italia lo dominó en solitario a través de
sus 192 kilometros. La disputa se presentó porque tanto Bartali como
Coppi ponían como condición ser el corredor principal de la firma
Legnano. Cuando parecía que Bartali se iba a correr con los belgas o
los franceses, el entrenador del equipo propuso que habría dos
corredores principales y que de acuerdo a como les fuera en la carrera
se decidiría quién sería el segundo. Coppi terminó llevándose la
carrera. Bartali lo apoyó y aconsejó en pleno agite de la competencia.
Llegaron uno-dos en esa carrera. Hay una escena inolvidable cuando en
el fragor de la carrera comparten la botella de agua.
El 15 de noviembre de 1952 Bartali sufrió un accidente cuando fue
arrollado por un automóvil mientras circulaba en bicicleta. Mientras
convalecía, Coppi lo fue a visitar y la esposa temía que pudiera
perder una pierna. “Dice que no la siente”. Bartali despertó y le
pidió a Coppi que le tocará la pierna. Tras varios intentos decía que
no sentía nada. Coppi le dio un manotazo y Bartali dio un grito que se
escuchó en todo el hospital. Pasaron como tres minutos riendo a
carcajadas. En la noche llegó una madre desesperada porque su hijo
decía que no quería vivir más. Gino escuchó la conversación y llegó a
la cama donde yacía el muchacho de algunos 10 años. “La vida es una
carrera larga y hay que tener ganas para correrla. Cuando estoy en la
montaña y tengo que subir esas cuestas ¿Cómo crees que las subo? Con
ganas. No bastan los músculos, los ejercicios, la bicicleta. Hay que
tener muchas ganas de mover un pie después del otro”. El niño le pidió
que le mostrara su bicicleta y que si podía correrla. La esposa se
quedó mirando a Bartali. Este levantó la pierna herida sobre el
sillín, tambaleó sobre la bicicleta. La esposa se llevó la mano a la
boca. “Cuidado Gino, no”. Bartali empezó a pedalear con cuidado, luego
empezó a acelerar alrededor de la cama. Cuando alcanzó velocidad de
competencia el niño grito: “Bravo Gino, Bravo”.
Bartali se recuperó y fue capaz de correr la San Remo-Milano, haberla
completado fue un gran logro para el tipo de accidente que tuvo en su
rodilla. En ese 1953 Coppi llegó al tope de su carrera al ganar el
Campeonato Mundial de Ciclismo en Lugano. Bartali estuvo presente en
la premiación y lo felicitó. “En el próximo mundial vamos a ver si me
puedes ganar”.
Fausto Coppi nació el 15 de septiembre de 1919 en Castellania.
Provincia de Alesandria. Tuvo su primera bicicleta a los 8 años, con
ella trabajaba de repartidor en una tienda de comestibles de la vecina
población Novi Ligure.
En el ocaso de su carrera cuando casi nadie creía en Coppi, Bartali,
quién fungía como técnico del equipo Pellegrini, llamó a Coppi para
que corriera para él. En la rueda de prensa para presentarlo como el
nuevo integrante de Pellegrini, Bartali le dijo a los reporteros que
preguntaran lo que quisieran y uno de ellos interrogó sobre un aspecto
delicado de la vida personal de Coppi. Bartali se levantó y señaló la
puerta. “Señores pueden retirarse. Hasta aquí llegó la rueda de
prensa”.
La película para televisión “L’intramontabile” (2006) dirigida por
Alberto Negrin y protagonizada por Pierfrancesco Favino (Bartali) y
Simone Gandolfo (Coppi), resultó de alguna manera ver a papá hojear la
revista Sport Gráfico y decir. “Esto del deporte es mucho más que
condiciones físicas y adrenalina. Tiene que ver con el carácter y la
calidad humana de la persona. De eso, Bartali y Coppi tenían mucho”.
Bartali ganó 2 Tour de Francia (1938, 1948), 3 Giros de Italia (
1936, 1937, 1946), 4 Milano-SanRemo (1939, 1940, 1947, 1950), 3 Giros
de Lombardía (1936, 1939, 1940), 2 Giros de Suiza (1946, 1947), 4
campeonatos (ruta) de Italia (1935, 1937, 1940, 1952), 5 Giros de
Toscana (1939, 1940, 1948, 1950, 1953), 3 Giros de Piemonte (1937,
1939, 1951).
Coppi ganó 2 Tour de Francia (1949, 1952), 5 Giros de Italia (1940,
1947, 1949, 1952, 1953), 3 Milano-San Remo (1946, 1948, 1949), 5 Giros
de Lombardía (1946, 1947, 1948, 1949, 1954), 4 campeonatos (ruta) de
Italia (1942,1947, 1949, 1955), 1 Giro de Toscana (1941). 1 Campeonato
Mundial de Ruta. Lugano (1953) Coppi falleció en 1959 luego de
contraer la malaria en un viaje a Alto Volta (actual Burkina Faso)
donde hizo ciclismo y participó en una cacería. La enfermedad no fue
tratada a tiempo.
Bartali dejó de existir en 2000, en su casa de Florencia de un ataque
al corazón. En esos días había dicho. “El último traje no tiene
bolsillos”.

Alfonso L. Tusa C.

martes, 22 de marzo de 2011

Pasos punzantes

La presión de los deberes del laboratorio amenazaba atenazar la tranquilidad de los técnicos. Luego de las once y media empezaban a relajarse los rostros. Los teléfonos aserraban la dinámica de trabajo. “¡Qué pasó! ¿Qué toca hoy? ¿Repeticiones de 300 metros?” El bolso rebotaba en las espaldas y cada quién traspasaba la puerta verde. El esfuerzo físico empezaba en los pasillos, había urgencia de llegar a la pista.
La adrenalina flotaba sobre la arena. En los calentamientos ya afloraban los primeros intentos de competitividad. Algún forcejeo, una que otra cabalgata semidisparada revolvía el ambiente de tensión relajada en la posibilidad de demostrar que si se podía hacer un buen tiempo y aún seguir respirando sin dificultad. El sudor bajaba por los cabellos, los ojos ardían, los pies casi repelían la tierra.
El entrenador señalaba el lugar de partida y todos enfilaban sus latidos hacia la raya marcada a pulso de suelas de goma. Algunos daban los últimos arranques en frío pocos metros detrás de la raya, esa que una vez traspasada abría un horizonte que se modificaba con cada zancada, cada pulmón perforado de oxígeno, cada músculo estirado hasta que los zapatos brillaban a la altura de las rodillas, cada grito que liberaba el arsenal de metas alojado en la franela de cada quién. Así arrancaban. A un resoplido del entrenador, el pelotón de zapatos calcinaba la pista y el sol hervía en las piernas.
Las carreras de 100 y 200 metros ardían en esos momentos previos a la arrancada. Cada carrera paralizaba la respiración con todo el esfuerzo muscular descargado. En ese momento se veía volar por las ventanillas toda la porquería de estrés acumulado en el trabajo, o en la casa. Y al llegar a la meta se escuchaban gritos de artes marciales y algunos se lanzaban a la grama con una mirada de agradecimiento ceñida al cielo. Al poco rato todos estaban otra vez caminando o trotando hacia la punta de partida. Algunos alardeaban que en la próxima carrera mejorarían su tiempo y terminaban boqueando en la cola del pelotón, pero al aproximarse a la raya intentaban rematar con una perola de leche en la cara.
Quizás las jornadas más disfrutábadas llegaban adheridas de las carreras que trascendían los confines de la pista para dejar los pulmones en las subidas del cerro posterior al edificio del almacén, o cuando salíamos por el portón 2 rumbo al campamento Nora o más allá. Luego no sabíamos como nos rendía el tiempo para regresar, bañarnos, almorzar y regresar a los laboratorios. Otras veces íbamos al Nora vía interna y debíamos saltar quebradas y matorrales en un recorrido tan o más exigente que el externo. El tropel de las zancadas activaba la adrenalina. Nadie se quedaba rezagado, el orgullo flotaba sobre el miedo a llegar tarde y encontrar el comedor cerrado. De alguna manera todos nos sentíamos parte de una satisfacción que fluía con cada gota de sudor derramada sobre las aristas de un equipo que desplegaba sus alas a través del esfuerzo compartido, las respiraciones entrecortadas y las sonrisas apretadas cuando alguien apuraba el paso para tratar de adelantar y quién iba adelante sacaba fuerzas de flaqueza para resistir la embestida. De esta materia consistía el cemento que nos amalgamaba como grupo. Zancadas empalmadas con brazadas, una conversación de respiraciones que estallaba al regresar a la pista con cien mil kilos de estrés descargados de nuestros hombros y una tarde de sonrisas y relajación en el horizonte.

Alfonso L. Tusa C.

lunes, 7 de marzo de 2011

Alrededor de aquella medianoche

La primera “Pelea del Siglo” de la cual tuve conocimiento ocurrió el 08 de marzo de 1971. La iban a transmitir por el canal cuatro (Venevisión), esa señal entraba con muchas interferencias en la casa. “No importa. Algo haremos. Esta noche me vengo temprano del dominó”, nos había dicho Papá en la cena.
Muhammad Ali (Cassius Clay) venía de un receso carcelario de 3 años por negarse a ir a la guerra de Vietnam. A su regreso había derrotado a Jerry Quarry y a Ringo Bonavena. Pero algo decía que distaba de estar al tope de sus condiciones. Joe Frazier era el Campeón Mundial y aquella noche expondría su título en el Madison Square Garden.
Papá llegó como a las nueve y media de la noche. Primero Felipe movió la antena y las voces de Carlos González y Delio Amado León inundaron el comedor. Luego Jesús Mario se subió al techo y estiró algunos tubos de la antena, así mejoró la imagen pero permanecía un ruido de interferencia.
Antes o después de la pelea Frazier vino a Venezuela con un grupo musical llamado “Los Noqueadores” o algo por el estilo. Se presentaron en un espacio musical que tenía Amador Bendayán en RCTV: “Sábado Espectacular”.
Cuando se hicieron las 11 de la noche y la pelea aun estaba por comenzar papá se paró a un lado de la jardinera. “Tan buena que estaba la partida de dominó. Hubiéramos podido jugar otra. Pero cuando María La Catira dijo que iba a empezar la pelea hasta Andrés agarró sus billetes de lotería y salió volando en la bicicleta”.
Alrededor de las doce sonó el primer campanazo. Cada jab de Ali recibía un uppercut de Frazier. Las voces de los narradores iban in crescendo. Delio Amado matizaba los amagos y estrategias. Carlitos González intervenía cuando los intercambios estremecían los rostros de los púgiles.
En cada round Felipe iba a ajustar el sonido y Jesús Mario subía al techo para afinar la imagen. Parecía que las escaramuzas de cada round alteraban hasta la nitidez de la transmisión.
A medida que avanzaba el combate los intercambios de impactos se multiplicaron. Hubo un momento que lo único que se escuchaba eran las voces de los narradores y los grillos de Cumanacoa.
En el décimoquinto round la porfía llegó a su climax. Cuando todo hacía pensar que sería una decisión muy exigente para los árbitros. Todos brincamos de las sillas. En el último minuto Frazier combino sus puños y Alí cayó. A los tres segundos se levantó. Sonó el campanazo final. El triunfo fue para Frazier. Ambos boxeadores pasaron la noche en el hospital.
El célere autor Norman Mailer escribió sobre la caída de Ali: "Fue entonces como si el espíritu del Harlem y los fantasmas de los muertos de Vietnam vinieran en su ayuda, manteniéndolo en pie frente al desorbitado Frazier. Había demostrado así, lo que tantos intuíamos en secreto: que es un hombre capaz de soportar la tortura moral y física y seguir en pie".

Alfonso L. Tusa C.

lunes, 28 de febrero de 2011

Vespertinas de Plaza Montes

Varios cristofué sacudieron la rama más baja del árbol. Las esferas verdes temblaban a tres metros del cemento intercalado de jardines. La luz solar bajaba en el mismo ángulo con que Juan corría desde la esquina de la heladería. El tercer disparo tumbó un racimo de mamones.
Alfonso levantó una mano y soltó la santamaría del cine Royal. El impacto de piedra contra teja lo templó hacia el cuadrilátero encementado con bancos de madera en la periferia.
Un hombre bajo de calva incipiente atravesó la puerta de la farmacia con humo en los ojos. Santiago cambió la emoción de los mamones en el piso por el miedo de la mirada del señor. Juan frenó con la punta de los zapatos. Alfonso relamió sus labios al observar la pulpa rosada de los mamones.
Cuando Santiago se preparaba a bajar la cabeza, Beltrán abrió la mano ante la embestida de los muchachos.
__¡Un momento. Esos macos los tumbó Santiago! El muchacho abrió los ojos y se tocó las fosas nasales. De inmediato Beltrán agarró el racimo y mordió la cáscara glauca.
__Ummm. Esto está sabrosísimo.
Santiago miró por varios segundos la inquietud de los zapatos de Alfonso y la dinámica de las manos de Juan. Beltrán abultaba sus pómulos con la semilla de los mamones. El láser de sus ojos encandilaba a Santiago. Sabía que le esperaba un castigo de al menos
varios días sin salir a la plaza.
Del lado de la calle Flores venía un rumor cada vez más intenso. Varios muchachos forcejeaban. Pedro Luis tuvo que saltar el mostrador de la librería para separarlos. Al subir los escalones de la plaza volvieron a discutir por un puñado de barajitas que tenían en las manos. La discusión se prolongó hasta que pasaban frente a la farmacia. Allí, uno de los muchachos al ver que le arrebataban sus barajitas lanzó una piedra que, una vez que los muchachos arrancaron a correr, iba dirigida a una de las vitrinas. Juan alargó la mano y desvió la piedra con la chapa de su gurrufío.
El asomo de humedad en los párpados desapareció con la deformación de la chapa. Más de una hora había pasado Juan aplanando la pieza metálica con una piedra y otro rato agitó su mano derecha más rápida que el aspa de un ventilador para sacarle brillo con una lija 00.
Agitando la mano para aliviar el dolor se sentó junto a las arcayatas donde amarraban los burros.
__Cónchale, si hubieran estado jugando pelota no tiran esa pelota tan duro.
Beltrán trató de revisar la mano pero Juan la tenía enterrada en lo más recóndito de su vientre, entre las costillas y la ingle. Luego de algunos forcejeos logró arrancársela cual garrapata de la piel de un perro. Al abrir los dedos un círculo demarcado por el filo del gurrufío delineaba una línea carmesí que se tornaba morada en el centro. Beltrán le hizo algunas señas a Santiago y este atravesó la baranda de madera.
Algunos sonidos de escaleras plegables y contactos de puertas en las vitrinas precedieron el regreso de Santiago. Alzó los dedos con un frasquito donde una sustancia ambarina permanecía inmóvil ante los saltos el muchacho. Beltrán arrugó la frente.
__Te pedí mercuro-cromo.
__El aceite de palo es mejor. La otra vez una gallina me dio un picotazo y con esto no tenía ni la marca al día siguiente.
Mientras Juan se retorcía sin que le hubiesen aplicado la medicina, Alfonso estiró el cuello ante un reguero de papeles que habían dejado los muchachos que corrían. Eran barajitas. Entre ellas había una de fondo azul claro con un diseño blanco. Sus ojos pestañearon. Sólo la voz de Beltrán lo sacó del ensueño.
__Usted está castigado por tirarle piedras al mamón.
Juan sopló la palma de la mano hasta que bajó la marea.
__Pero a usted le gustaron los macos que Santiago tumbó.
Beltrán se lo quedó mirando al tiempo que Alfonso se paraba a su lado y lo empujaba con el hombro. Juan adelantó otro paso con la mano abierta hacia Alfonso.
__Además ese aceite que trajo Santiago me ha refrescado bastante el golpe.
Beltrán estiró el índice hacia una de las puertas de la farmacia y Santiago empezó a caminar hacia allá con la cabeza gacha.
Juan intentó continuar la reclamación. Cuando vio la barajita de fondo azul claro que flotaba en una mano levantada cambió el sentido de sus pasos.
__¡Esa es la barajita que me falta para llenar el album!
La emoción los hizo volar hasta la casa. Juan sacó una hoja plagada de barajitas debajo de su cama. Cuando pegaron la bandera azul claro, Juan escondió el album debajo de la camisa y sus pasos se multiplicaron hasta que las aceras llegaron a la librería. Pedro Luis decía que los balones de fútbol se habían acabado hasta que Alfonso señaló hacia un rincón.
__¿Y esos tacos blancos y negros que se ven ahí?
Pedro Luis sonrió. __¡Caramba mano a ustedes no se les escapa nada!
Ese día jugaron futbol en la calle toda la noche. Un patadón llevó el balón al jardín de Beltrán. Pasaron un momento dudando si entrar a la casa hasta que Beltrán salió y se internó con el balón en la cancha de asfalto, le hizo un pase a Santiago frente al arco que defendían Alfonso y Juan.

Alfonso L. Tusa C.

sábado, 26 de febrero de 2011

La primera de cuatro

La hamaca del pasillo adyacente al patio estiró sus cabuyeras, las
arcayatas crujieron hasta casi borrar la sinfonía de los sapos en
aquella penumbra donde los cocuyos estallaban en medio del patio como
era común en los febreros de Cumanacoa. El radio transistor casi se
salió de mis manos cuando la voz emocionada de Carlos Tovar Bracho
trajo el cuadrilátero a dos palmos de la hamaca. “…izquierda y derecha
de Jimmy Dupree. Se cae Vicente Paul Rondón, está muy mal..” Era el
segundo round del combate que ocurría en el Nuevo Circo caraqueño el
27 de febrero de 1971..
En ese momento llegaron mis tíos maternos y propusieron salir a
pasear un rato. “Vamos a dar un vueltica por la plaza”. Al
apertrecharme junto al radio al lado del poste de la antena donde se
escuchaba mejor la transmisión, Carlos y Eleazar forcejearon para
quitarme el radio pero alcancé a lanzarlo sobre las láminas de cinc
del techo del lavadero y desde allá se escuchaba más fuerte la voz de
Tovar Bracho.
Rondón había tenido una trayectoria aceptable como peso mediano,
perdió el invicto ante Bobby Warheim el 12 de enero de 1968 en Nueva
York. Luego perdió con Manón González por nocaut en 9 asaltos el 14
de abril de 1968 también en la Gran Manzana. Después ganó y perdió
ante el cubano Luis Manuel Rodríguez el 03 de junio y el 19 de julio
de 1968 en San Juan, Puero Rico. Le ganó a Benny Briscoe el 23 de
septiembre de 1968 y luego Briscoe se desquitó el 25 de enero de 1969.
Debido a dificultades para hacer el peso decidió subir a la categoría
de los semicompletos y el 30 de mayo de 1969 enfrentó a José García
por el título nacional y lo venció en 12 asaltos.
Carlos y Eleazar sacaron unas serpentinas y llenaron el pasillo de
caramelos y papelillo. Agarré una “picha” del suelo y me encaramé por
los bloques de dibujo del lavadero para acercarme más a las láminas de
cinc. “Pero vamos chico. Llévate el radio y oyes la pelea en la
caravana”.
Rondón había empezado a boxear porque ante sus repetidas reyertas
callejeras su madre le recomendó: “Mijito si quieres peleas, métete a
boxeador”. El muchacho se lo tomó en serio y a la primera oportunidad
se fue a Caracas y mientras trabajaba diferentes oficios o cumplía el
servicio militar empezó a practicar el pugilismo.
“La pelea empieza a tomar otro cariz Rondón es otro peleador en este
tercer round. Un tremenda derecha y un jab muy duro hacen estremecer a
Dupree, quién empieza a sangrar en el arco superciliar derecho. El
trabajo que hizo Tuto Zabala en la esquina recupero por completo a
Rondón”.
Subí tanto en los bloques de dibujo que pegué la cabeza del cinc.
“No, si me voy con ustedes no voy a poder escuchar la pelea con las
cornetas, la música y los gritos. Me voy a quedar aquí”.
Antes de la pelea Rondón había declarado: “Dupree no me dará la
talla. No me importa en qué lugar (del ranking) se encuentre, yo sólo
sé que no será él quién me quite el sueño y menos el título”. Por su
parte Dupree respondió a su llegada al país: “Si Rondón sale a pelear
creo que acabaré temprano. Noquearé a Rondón en cinco rounds.
Sinceramente, he pensado que la única forma de que la pelea llegue al
término de los quince asaltos, es que Rondón rehuya y se limite a
correr”.
Rondón saltó al profesional el 28 de junio de 1965 bajo la tutela de
Rafito Cedeño. En 1967 ante un viaje de Cedeño a Japón, el púgil se
fue a Puerto Rico y firmó contrato con Teddy Martínez con quién se
estrenó el 08 de septiembre.
Busqué una escoba y con varios toques desde el interior del lavadero
desplacé el radio a un lugar más cercano a la orilla del techo. El
brazo se me quedó paralizado entre los bloques de dibujo y el cinc. La
voz de Tovar Bracho perforaba el metal. “Izquierda y derecha de
Rondón. Un uppercut bárbaro le saca el protector a Dupree que está muy
mal amigos. Parece que el árbitro va a detener el combate.
Efectivamente Vicente Paul Rondón es el segundo Campeón Mundial en la
historia del boxeo profesional venezolano.

Alfonso L. Tusa C.