El sábado 15 de mayo de 1971 escondí la cara entre la cobija y la almohada cuando los primeros rayos de luz tamizaron a través de las persianas. El chorro del lavamanos y la cascada de la regadera se confundieron con las voces de Felipe y Jesús Mario. La voz del primero emergía mezclada con la espuma de la pasta dental. “La carrera es en la tarde. Esta vez si la van a transmitir por radio. Menos mal porque ni siquiera Rafael El Plástico pudo hacer que aquí se viera Venevisión ni el canal 8”. Me quité la almohada de los ojos y la cobija fue a dar al piso. Un golpe de jabón sobre el piso dejó colar la voz de Jesús Mario. “¿Sabes la hora exacta? Es para saber a que hora me tengo que venir del juego de voleibol”. En cuanto Felipe regresó al dormitorio y sacó su ropa del escaparate, saqué dos motas de espuma jabonosa y la estrujé sobre mi rostro, convertí el cepillo dental en un tren hasta sentir un fresco que me llegaba a la garganta. Me subí a la cama y de un salta agarré mis cuadernos de cuarto grado. Mamá entornó los ojos cuando me vió afilando el grafito del lápiz en la mesa del comedor. “Hoy si es verdad que hay que anotar el día y la hora. ¿Y eso que estás haciendo la tarea escolar tan temprano?” A la distancia escuchaba la tertulia de mis hermanos. Fue la primera vez que oi levantar la voz a Jesús Mario. “¿Tú de verdad crees que Cañonero va a volver a ganar hoy en una carrera donde todos esos caballos que venció seguro vendrán con todo por la revancha? Los expertos dicen que cañonero no podrá repetir la carrerav anterior”. Ignoro si fue que me concentré en la tarea pero no oí respuesta alguna de Felipe.
A media mañana salí para arrancar el óxido acumulado en mis piernas luego de pasar alrededor de una hora resolviendo la tarea escolar. En la esquina los hijos de Clemente ayudaban a su papá a reparar los frenos de unos carros. Las voces de una discusión templaron mis pasos en dirección de la escuela “José Luis Ramos”. Dos hombres de mediana edad parecían enzarzados en una disputa sin cuartel. “¡Ya vas a ver que Cañonero no pasa de hoy! ¡Eso fue un lechazo! ¡Está compitiendo contra los mejores caballos del mundo!” “Bueno pero él ya le ganó a esos caballos. Por algo sería ¿no? ¿Qué quieres apostar? Le voy un sancocho de guaraguara en el río a que Cañonero vuelve a ganar hoy”. Sólo los gritos que venían del patio posterior de la escuela me sacaron de la discusión. Salté por un hueco de la alambrada. Un puñetazo había descargado la pelota de goma en línea hacía el tubo que servía de segunda base.
El audio de las carreras de caballos llegaba a la escuela desde las casas adyacentes. A medida que avanzaba el mediodía cada vez volteaba más hacia la alambrada trasera de la escuela. Varias veces mis compañeros me llamaron la atención. “Si no le vas a prestar atención del juego entonces te sales”. Cuando escuché la voz de Aly Khan “…estamos próximos para la partida aquí en el Hipódromo de Pimlico, Maryland, Estados Unidos de América…” corrí hacia el hueco de la alambrada. Al pisar la acera toda la vegetación de la calle Bolívar era sólo una mancha verde hasta que salté la baranda del jardín. Cuando entré al cuarto Felipe y Jesús Mario le daban más volumen al radiecito transistor. “…Radio Barcelona en Barcelona, La Voz del Tigre en El Tigre, Radio Upata en Upata..” En ese momento se cortó la transmisión y el narrador de guardia dijo: “… y Radio Cumaná en Cumaná.”
Me quise sentar en la cama. Una vez que la voz de Aly Khan inundó el cuarto se acabó la gravedad, empezamos a flotar con cada resuello del narrador. “Atención oyentes de toda Venezuela, acaba de cuadrar el caballo Cañonero…. Se va a la punta Eastern Fleet…dominando Eastern Fleet el Preakness Stakes…” Felipe agitaba los puños sobre las rodillas. Quería meterme por los orificios de la corneta para ver la carrera. “…ya Cañonero va a controlar a Eastern Fleet…los primeros 400 en 23 2/5…” Jesús Mario se tropezó en el baño y chocó contra la puerta, levantó los brazos bajo el marco de la puerta y dijo varias palabras sin pronunciarlas. El torrente de aquella voz me hacía saltar en las ancas de Cañonero. El cabeza a cabeza que se mandó Cañonero con Eastern Fleet es el más emocionante que haya visto. Fueron alrededor de 800 metros donde oscilaba el puntero de un milímetro a otro. “…peleando Eastern Fleet con Cañonero, 47 clavados los primeros 800. Eastern Fleet por dentro, Cañonero por fuera. El caballo Cañonero va en las manos acompañando a Eastern Fleet..” Felipe se movía de una esquina a otra de la cama con cada metro de carrera, los resortes sonaban cual timbal de los Carrizos Pre-Colombinos. Quería cerrar la ventana para escuchar mejor la carrera, la imnercia del momento sólo me dejaba respirar a duras penas. “…Eastern Fleet por dentro…Cañonero por fuera 70:02 los 1200…entran en la recta final y ya Cañonero con el campeón de Venezuela Gustavo Ávila está dando cuenta de Eastern Fleet. Sin embargo Eastern Fleet se le resiste y vuelve a la pelea por dentro…” Jesús Mario saltó a su cama y luego bajó las manos. En mi mente resonaba “¡Vamos Cañonero, vamos!” Felipe le dio todo el volumen al radio. “…Cañonero por fuera dominando el Preakness Stakes…Cañonero para todo el mundo…Venezuela asegurando la segunda prueba de la triple con el gran Gustavo Ávila….Ganó Cañonero…” La algarabía que tronó en el cuarto la escuchamos en toda la cuadra y a lo lejos retumbó un cohete.
Cañonero II impuso record en Preakness Stakes con 1:54:00. En 1984 Gate Dancer bajó el tiempo a 1:53:60.
Alfonso L. Tusa C.
Nada más y nada menos el nieto de martial air y descediente de man o war cañonero demostró su clase tan es así que aún no se ha repetido la hazaña viva Gustavo avila y Juan Arias viva cañonero de Venezuela para el mundo
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