martes, 8 de noviembre de 2011

Un tren humeante

El ferrocarril cruzaba en diagonal el cuadrilátero, registraba las verticales, escrutaba las horizontales, la lona se iba llenando de rieles cargados de esgrima, protectores bucales apretados, temperaturas de fusión, y sobre todo un gancho de izquierda que relumbraba en lo más intenso del enfrentamiento. Esa es la imagen que ilustró mis ojos cuando me enteré que Joe Frazier había dejado este mundo bajo una andanada de impactos de un cáncer hepático este lunes 07 de noviembre de 2011.

La pantalla del Zenith tenía un vendaval de interferencias, la voz del narrador nos hacía buscar a los boxeadores entre el ruido del televisor. Papá abrió la puerta y pasó de largo hasta el poste de la antena, tuvo un intercambio de impactos con el tubo de acero tan o más vibrante que la de Alí con Frazier. “No me vine de jugar dominó para ver puras rayas”.

Billy Joe Frazier nació el 12 de enero de 1944 en Laurel Bay, Carolina del Sur. En sus días infantiles era llamado Billy Boy por su padre Rubin y su madre Dolly. A los 13 años abandonó la escuela y se fue a perseguir el sueño de ser como Joe Louis, Ezzard Charles o Archie Moore.

Más por la emoción del narrador que por la nitidez de la imagen nos enteramos de los avances imparables de Frazier buscando la pelea adentro mientras Ali lo mantenía a raya a punta de jabs y bailoteos. Papá reclamaba que “ese manganzón se pare a pelear. ¡No le da pena que el pequeño lo persigue y el lo que hace es correr!”.

Yank Durham descubrió a Frazier en un gimnasio de Filadelfia sudando la gota gorda para perder peso. Lo apodo “Smokin’ Joe” (Joe el humeante) porque cada vez que le daba los últimos consejos antes de salir a pelear le decía “Sal a pelear y haz que salga humo de tus guantes”. De la mano de Durham, Frazier ganó el campeonato de los guantes de oro y la medalla áurea en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964.

Luego mis hermanos empezaron a justificar a Alí por su posición de no ir a la guerra del VietCong. Felipe decía que fue injusto encarcelarlo por no ir a una guerra ajena. Jesús Mario alegaba que si Alí perdía era por haber permanecido todo ese tiempo tras las rejas. Mientras tanto la voz del narrador hacía ver la pelea en toda su magnitud.

Frazier saltó al profesional en 1965 y ganó sus primeros 11 desafíos por la vía rápida. Para el invierno de 1968 tenía marca de 21-0.

Papá refirió que Frazier tenía razón cuando había dicho que Ali había renegado de sus orígenes al renunciar al nombre que le dieron sus padres. “Que no me venga con ese cuento de, nombre de esclavos, ese concepto lo lleva cada quién en su cabeza, y aún cuando en algún momento hayan sido esclavos, le corresponde a cada quién modificar esa situación, y para eso no hay que cambiar de nombre, hay que demostrar que los seres humanos merecen respeto”.

En febrero de 1970 Frazier se apoderó del título de los pesos pesados de la Asociación Mundial de Boxeo. Y en el verano de aquel año Alí ganó una batalla en los tribunales que le permitió recuperar su licencia para boxear. Luego venció a Jerry Quarry y Oscar Bonavena para dejar todo listo para la “Pelea del Siglo”, el 08 de marzo de 1971.

En el round 15 las modulaciones del narrador subieron hasta la platabanda, Papá se levantó de la silla, Jesús Mario descruzó los brazos y Felipe se atragantó con un vaso de agua. Frazier había logrado colocar su mortífero gancho izquierdo a la mandíbula y Alí había caìdo por tercera ocasión en su carrera.

Luego vendría la revancha en una pelea a 12 asaltos en enero de 1974. Alí ganó por decisión unánime. Frazier se quejó que su contrincante pasó todo el tiempo agarrándose de él.

Mis hermanos respiraron profundo cuando Alí se levantó a la cuenta de cuatro y continuó fajándose con aquel tren indetenible. Puños arriba, metía los hombros para buscar espacio, embestía con la cabeza al tiempo que los brazos parecía aspas de radiador.

El punto culminante de aquella rivalidad llegó el 01 de octubre de 1975 en Manila, cuando Frazier y Ali se batieron en una espeluznante pelea que sacó no sólo humo sino los vahos más ardientes de dos pugilistas que salieron a dejar el alma sobre aquel ensogado. Alí empezó mandando. Frazier arremetió a mediados de la pelea hasta que Alí lo golpeó varias veces en la cara a partir del round 12. Frazier se fajó con él y seguía hacia adelante a pesar del vendaval. Hasta que las hematomas cerraron por completo su ojo izquierdo y no pudo salir para el décimoquinto asalto. “Es lo más cerca que he estado de la muerte”, declaró Alí al final del combate.

Al conocer la decisión Felipe y Jesús Mario protestaron y anunciaron que Ali se desquitaría.

Toda la intensidad de aquella enemistad empezó a cambiar cuando en marzo de 2001 Alí dijo que en el fragor de la rivalidad había expresado cosas que nunca debió decir. Frazier respondió que era tiempo de abrazarse, de reunirse y conversar, que la vida era muy corta. Cuando la lucha de Frazier contra el cáncer se hizo pública, Alí declaró: “Mi familia y yo tenemos a Joe y a su familia en nuestras oraciones diarias”.

Papá se levantó de la silla soltó que había que reconocer que Frazier había ganado en buena lid.

Yank Durham dijo una vez de Frazier: “He tenido muchos boxeadores con mucho más talento bruto que él, pero ninguno tiene más dedicación ni fuerza que Joe”.



Alfonso L. Tusa C.

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