jueves, 9 de junio de 2016

Muhammad Ali fallece a los 74 años: El Titán del Boxeo y del siglo 20.

Robert Lipsyte. 04-06-2016. The New York Times. Muhammad Ali: ‘¿Cual es mi nombre?’ Muhammad Ali, el tres veces campeón mundial de boxeo de los pesos pesados quien ayudara a definir su época turbulenta como la figura deportiva más carismática y controversial del siglo 20, falleció este viernes 3 de junio en el hospital de Phoenix. Su muerte fue confirmada por Bob Gunnell, un vocero de la familia. Ali fue el más impresionante sino el mejor peso completo de todos los tiempos, al llevar al cuadrilátero una física lírica, un estilo de boxeo para nada ortodoxo que combinaba velocidad, agilidad y poder con más uniformidad que cualquiera antes que él. Pero él era más que la suma de sus dones atléticos. Una mente ágil, personalidad entusiasta, una confianza en si mismo impetuosa y un conjunto de sólidas convicciones personales generaban un magnetismo que el cuadrilátero no podía contener. El entretenía tanto con su boca como con sus puños, al narrar su vida con una sucesión de burlas inventivas. Ali fue la superestrella más polarizante que el deporte haya producido, admirado y vilificado en los años ’60 y ’70 por sus inclinaciones religiosas, políticas y sociales. Su rechazo a ser reclutado durante la guerra de Vietnam, su expulsión de la integración racial en el movimiento de los derechos civiles, su conversión desde la cristiandad al islamismo y el cambio de su nombre “esclavo”, Cassius Clay, por otro ofrecido por la secta negra separatista a la que se unió, la Lost-Found Nation of Islam, fueron percibidas como serias amenazas por el establecimiento conservador y como actos nobles de desafío por la oposición liberal. Querido u odiado, él permaneció por 50 años como una de las personas más reconocidas del planeta. En su vida posterior, Ali se convirtió en algo así como un santo secular, una leyenda de foco tenue. Fue respetado por haber sacrificado más de tres años de su mejor momento boxístico e incontables millones de dólares por sus principios antibélicos luego de ser vetado del cuadrilátero; fue elogiado por su coraje inconsciente ante una enfermedad incurable, y fue querido por su acomodaticia dulzura en público. En 1996, él estaba tembloroso y casi mudo cuando encendió el pebetero olímpico en Atlanta. Esa imagen pasiva estaba muy distante del exuberante, hablador, vanaglorioso joven de 22 años quien salió de Louisville, Ky., hacia la escena mundial en 1964 para lograr una sorprendente victoria sobre Sonny Liston para convertirse en campeón mundial. La prensa lo llamó El Labio de Louisville. El se llamó el más grande. Ali también probó ser un mutante de forma, una figura publica quien se mantuvo reinventando su persona. Como adolescente volátil medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960, él repitió la línea de la guerra fría de Estados Unidos, al hablarle a un reportero soviético de la superioridad norteamericana. Pero se convirtió en crítico de su país y en blanco de su gobierno en 1966 con su declaración “No tengo nada contra el Vietcong”. “Él vivió muchas vidas por muchas personas”, dijo el comediante y activista de los derechos civiles Dick Gregory. “Fue capaz de decirle a los blancos por nosotros, váyanse al infierno”. Pero Ali tenía sus hipocresías, o al menos inconsistencias ¿Cómo podía considerarse un “hombre de raza” y aun así burlarse del color de la piel, cabello y rasgos de otros afroamericanos, más notablemente de Joe Frazier, su rival y oponente en tres peleas clásicas? Ali lo llamaba “el gorila”, y mucho después Frazier continuaba expresando amargura y dolor. Si hubo un supertítulo para la vida operática de Ali, ese fue este: “No tengo que ser quien quieres que sea; soy libre de ser quien quiera”. Hizo esa declaración la mañana después que ganó su primer título pesado. Eso informaba cada aspecto de su vida, incluyendo la manera como boxeaba. La multitud tradicionalista de las peleas estaba asombrada con su estilo; el mantenía las manos muy bajas, decían los críticos, y en vez de permitir que los golpes le atravesaran la cabeza y la hicieran saltar y rebotar, él se alejaba de ellos con movimientos de cintura. Eventualmente su estilo prevaleció. En 21 años, ganó 56 peleas y perdió cinco. Los desplazamientos de Ali pudieron haber sido puro espectáculo, pero el “dopaje de cuerdas”, en el cual él descansaba en las cuerdas del cuadrilátero y dejaba que el oponente lanzara golpes al vacío, fue la estratagema que ganó el Rumble in the Jungle contra George Foreman en 1974, la pelea de Zaire (ahora República Democrática del Congo) en la cual él recuperó su título. Su vida personal fue paradójica. Ali pertenecía a una secta que enfatizaba el poder de la familia, un tema del cual él charlaba, aún así él tenía coqueteos tan casuales como sesiones de autógrafos. Un breve primer matrimonio con Sonji Roi terminó en divorcio luego que ella rechazara vestirse y comportarse como una esposa propia de la Nación. (Ella falleció en 2005). Mientras estuvo casado con Belinda Boyd, su segunda esposa, Ali salía abiertamente con Verónica Porche, con quién luego se casó. Ese matrimonio, también terminó en divorcio. Ali también fue idiosincrásico política y socialmente. Luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001, el entrevistar de televisión David Frost le preguntó si él consideraba malignos a los talibanes y Al Qaeda. Él replicó que el terrorismo estaba equivocado pero que él tenía que “eludir preguntas como esa” porque “tengo personas que me aman”. Dijo que tenía “negocios alrededor del país” y una imagen que considerar. Como vocero del Muhammad Ali Center, un museo dedicado al “respeto, la esperanza y el entendimiento”, el cual abrió las puertas en su ciudad natal, Louisville, en 2005, interrumpió una reunión de recaudación de fondos con un chiste étnico. Él dijo: “Si un hombre negro, un mexicano y un puertorriqueño están sentados en la parte trasera de un carro, ¿quién está manejando? ¿Se rinden? La policía”. Pero Ali había generado mucha buena voluntad para entonces que había poco que él pudiera decir o hacer para cambiar la percepción pública de él. “Perdonamos los excesos de Muhammad Ali”, escribió un biógrafo de Ali, Dave Kindred, “porque vemos en él al niño que una vez fuimos, y si él es tonto o cruel, si es arrogante, si está enamorado de su reflexión, lo perdonamos porque no podemos condenarlo más que condenar a un arco iris por disolverse en la oscuridad. Los arco iris nacen de las tormentas, y Muhammad Ali es ambos”. Ambición a una temprana edad. Cassius Marcellus Clay Jr. nació en Louisville el 17 de enero de 1942, en una familia de trabajadores que incluía, docentes, músicos y artesanos. Algunos de ellos hablaban de sus ancestros hasta Henry Clay, el representante del siglo 19, senador y secretario de estado, y su primo Cassius Marcellus Clay, un reconocido abolicionista. La madre de Ali, Odessa, era cocinera y trabajadora doméstica, su padre un pintor de señales y muralista de la iglesia quien culpaba a la discriminación por sus fallas para convertirse en un artista reconocido. Violento y a menudo borracho, Clay padre les llenó la cabeza a Cassius y su hermano menor, Rudolph (luego Rahman Ali), con las enseñanzas del separatista negro del siglo 20 Marcus Garvey y un refrán que se convertiría en el de Ali “Soy el más grande”. Más allá de las enseñanzas de su padre, Ali trazó su identidad política y racial con el asesinato en 1955 de Emmet Till, un negro de 14 años de Chicago de quien se creía había coqueteado con una mujer blanca en una visita a Mississippi. Clay tenía casi la misma edad de Till, y las fotografías de la muerte brutal del joven lo asustaron, dijo él. Cassius empezó a boxear a los 12 años, luego que su bicicleta Schwinn nueva roja de 60$ fue robada en una calle del centro. Él reportó el robo a Joe Martin, un oficial de policía quien administraba un gimnasio de boxeo. Cuando Cassius dijo lo que le haría al ladrón cuando lo agarrara, Martin le sugirió que primero aprendiera a golpear apropiadamente. Cassius era rápido, dedicado y original al publicitar un espectáculo de boxeo juvenil, “Tomorrow’s Champions”, en la televisión local. Pronto fue la estrella. Por toda su ambición y voluntad de trabajar duro, la educación, pública y segregada, quedó en segundo plano. Las únicas asignaturas donde recibió notas satisfactorias fueron arte y gimnasio, reportó su escuela secundaria años después. Cuando ya era campeón de boxeo amateur, se graduó en el puesto 376 de una clase de 391 estudiantes. Nunca fue enseñado a leer apropiadamente; años después confesó que nunca había leído un libro, ni aquellos en los que colaboró ni siquiera el Corán, aunque dijo que había releído ciertos pasajes docenas de veces. Memorizaba sus poemas y discursos, imprimiéndolos laboriosamente una y otra vez. En el boxeo el encontró límites, disciplina y guía estable. Martin, quien era blanco, lo entrenó por seis años, aunque el revisionismo histórico luego le dio más crédito a Fred Stoner, un entrenador negro del vecindario de Smoketown. Fue Martin quien persuadió a Clay a “Apostar por tu vida” e ir a Roma con el equipo olímpico de 1960 a pesar de su casi patológico miedo a volar. Clay ganó el título olímpico semipesado y regresó a casa como aspirante a profesional. En Roma, Clay fue todo lo que los diplomáticos deportivos pudieran haber esperado, un bien parecido, carismático y simpático negro. Cuando un reportero ruso le preguntó acerca de prejuicio racial, Clay le ordenó “dile a tus lectores que tenemos personas calificadas trabajando en eso, y no estoy preocupado por el resultado”. Para mi, los Estados Unidos de América es el mejor país del mundo, incluyendo al tuyo”, añadió él. “Puede ser difícil conseguir algo de comer algunas veces, pero no estoy peleando con cocodrilos y viviendo en una choza de barro”. Ali luego disminuiría esa cita, especialmente cuando los periodistas regresaban a ella como prueba de que un buen hombre-niño había sido manipulado para convertirlo en militante odioso. Por supuesto, dspues de los Juegos de Roma, pocos periodistas siguieron a Clay a Louisville, donde fue reconocido públicamente como “el negro olímpico” y le fue negado el servicio en muchos restaurantes del centro. Luego de uno de esos rechazos, dice la historia, él lanzó su medalla de oro olímpica al rio Ohio. Pero Clay, y luego Ali, dio detalles diferentes del acto, y de acuerdo a Thomas Hauser, autor de la historia oral “Muhammad Ali: His Life and Times”, Clay simplemente perdió la medalla. Clay se hizo profesional al firmar un contrato de seis años con 11 millonarios blancos locales. (“Ellos consiguieron las apariencias y conexiones para darme buenas direcciones”, dijo él). El llamado Louisville Sponsoring Group lo apoyó mientras era dirigido por Angelo Dundee, un entrenador de vanguardia, en Miami. En una mezquita de allí, Clay fue presentado a la nación del islamismo, conocida en las noticias de los medios como “Musulmanes negros”. Elijah Muhammad, el líder del grupo, enseñaba que las personas blancas eran diablos creados genéticamente por un científico malvado. El día escogido por Alá para la retribución, la madre de los planes bombardearía a todos menos los moralistas, y los moralistas serían espantados lejos. Años después, luego de salir del grupo y convertirse al islamismo ortodoxo, Ali le dio a la Nation of Islam, el crédito por ofrecer a los afroamericanos un mensaje de la belleza negra en una época de baja autoestima y persecución. “El color no hace al hombre un diablo”, dijo él. “Lo que cuenta es el corazón y el alma y la mente. Lo que está afuera es solo decoración”. Título y transformación Clay disfrutó de éxito inicial contra oponentes escogidos con prudencia. Sus predicciones, usualmente en rima, “This is no jive, Cooper will go in five”, repelía a muchos periodistas deportivos viejos, especialmente porque la mayoría de las predicciones se hacían realidad. (El inglés Henry Cooper cayó en el quinto asalto en el estadio Wembley en 1963, luego que había castigado a Clay en el cuarto). El ideal del boxeador para los reporteros era el lacónico Joe Louis. Pero aún así escribían de Clay. Los periodistas deportivos jóvenes, formados en la era de Andy Warhol, los eventos y la “exageración”, estaban delaitados por los excesos y la accesibilidad amistosa de Clay. En 1963, a los 21 años, luego de solo 15 peleas profesionales, él estaba en la portada de la revista Time. La calidad de la prosa, “Cassius Clay es Hercules, batallando a través de las doce labores. Es Jason , cazando al Vellocino dorado”, reforzaba la creencia de que él era solo otro boxeador que sería sacrificado en el afán de la taquilla por carne fresca. Se temía que resultara seriamente lesionado por el poderoso Liston, un favorito 7-1 en las apuestas para retener su título en Miami Beach, Fla., el 25 de febrero de 1964. Pero Clay era divertidamente cómico. Animado por su entrenador asistente y “consejero espiritual”, Drew Brown, conocido como Bundini, Clay se burló de Liston como el “gran oso feo” y entonaba un himno de batalla: “Flotar como una mariposa, picar como una abeja, truena, muchacho, truena”. Los Beatles en su primera gira americana, estaban en la ciudad y se presentaron en el gimnasio de entrenamiento de Clay para tomarse una foto. Malcolm X, ministro líder de la Nation of Islam y una presencia preocupante para muchos blancos estadounidenses, estaba ahí también, con miembros de su familia como invitados de Ali, a quien veían como un gran hermano. Para sorpresa de la multitud, Clay, más alto y grueso que Liston y mucho más rápido, tomó control inmediato de la pelea. Bailó lejos del gancho izquierdo de Liston y martilló su rostro con directos, abriendo un corte sobre su ojo izquierdo. Clay solo estuvo en dificultades una vez. Antes del comienzo del quinto asalto, sus ojos empezaron a picarle. Era el linimento, pero sospechó que era veneno. Dundee lo empujó al cuadrilátero. Dos asaltos después, Liston, cayó en su banqueta, con el brazo izquierdo colgando inerte, abandonó. Tenía los músculos desgarrados de tanto lanzarle golpes en vano a Ali. Clay, el nuevo campeón, saltó alrededor del cuadrilátero, gritándole a la prensa: “¡Cómanse sus palabras! ¡Agité el mundo! ¡Soy el rey del mundo!” La mañana siguiente, un calmado Clay afirmó su rumorada membresía en la Nation of Islam. Sería Cassius X. (Pocas semanas después se convirtió en Muhammad Ali, lo cual dijo significaba “Merecedor de los elogios más altos”). Ese día arengó a su audiencia con un adelanto de lo que, en los próximos años, se convertiría en una serie de más largas y detalladas charlas acerca de raza y religión. Esta era acerca de, como lo dijo él, “quedarse con tu propia clase”. “En la jungla, los leones están con leones y los tigres con tigres”, dijo él. “No quiero ir donde no me quieren”. El único lider prominente en enviarle a Ali un telegrama de felicitaciones fue el reverendo Dr. Martin Luther King Jr. “Recuerdo cuando Ali se unió a la Nation of Islam”, dijo una vez Julian Bond, el activista de los derechos civiles y político. “El acto de la conversión fue algo que a muchos de nostros particularmente no nos gustó. Pero la noción de que lo haría, que daría el salto para unirse a ese grupo que era tan desacreditado por las tendencias estadounidenses, y él estaba orgulloso de eso, enviaba una pequeña inquietud hacia ti”. Las inquietudes daban lugar a pensamientos más oscuros. Luego que Malcolm X saliera de la nación y fuese asesinado el 21 de febrero de 1965, por miembros del grupo, hubo rumores de que Ali había sido cómplice tácito. Jack Newfield, un peridoista de política con interés en el boxeo, escribió: “Si Ali, como el nuevo campeón de los pesos pesados, hubiese permanecido leal a su mentor, y continuado prestando su apoyo público a Malcolm, la historia podría haber seguido una dirección distinta”. Rechazo a ser reclutado. El 17 de febrero de 1966, un día ya alterado por las audiencias televisadas del senado sobre la guerra de Vietnam, Ali supo que había sido reclasificado 1A por su servicio selectivo de Louisville. Originalmente había sido descalificado por una nota por debajo del patrón en una prueba de aptitud mental. Pero una subsecuente disminución del criterio lo hizo elegible para ir a la guerra. El momento, sin embargo, hacía sospechar algo; el contrato con los millonarios de Louisville había terminado, y los miembros de la Nación estaban asumiendo como apoderados y promotores de Ali. “¿Por qué yo?” dijo Ali cuando los reporteros rodearon su cabaña alquilada en Miami para preguntarle por su nuevo estado de reclutamiento. “Yo compro muchas balas, al menos tres aviones bombarderos al año, y pago el salario de 50.000 combatientes con el dinero que me descuentan después de mis peleas”. Pero cuando los reporteros siguieron presionándolo con preguntas de la guerra, la geografía de Asia y sus pensamientos acerca de matar personas del Vietcong, él soltó, “No tengo nada contra el Vietcong”. La declaración fue noticia de primera plana alrededor del mundo. En Estados Unidos, la respuesta de los medios fue principalmente desfavorable, si no hostil. El columnista deportivo Red Smith de The New York Herald Tribune escribió, “Al gritar sobre la posibilidad de que los militares puedan llamarlo, Cassius hace de si un lamentable espectáculo como el de esos vagos que manifiestan contra la guerra”. La mayoría de la prensa rechazaba llamar a Ali por su nombre nuevo. Cuando dos contendores negros, Floyd Patterson y Ernie Terrell, insistieron en llamarlo Cassius Clay, Ali los castigó en el cuadrlátero con golpes salvajes. El 28 de abril de 1967, Ali rechazó ser reclutado y solicitó el estado de objetante consciente. Inmediatamente fue despojado de su título por las comisiones de boxeo de todo el país. Varios meses después fue arrestado por evasión de reclutamiento, un veredicto que apeló. No peleó de nuevo hasta que tenía casi 29 años, perdió tres años y medio de su mejor momento atlético. Sin embargo, esos fueron años de crecimiento personal e intelectual, mientras Ali se apoyaba en el circuito de charlas universitarias, al ofrecer combinaciones de dogma musulmana y asuntos boxísticos. En las sesiones de preguntas y respuestas que seguían, Ali era forzado a explicar su religión, su visión pro Vietnam y su oposición (impopular en la mayoría de los campus) a la marihuana y las citas interraciales. Ahora el “único boxeador de la historia al cual las personas le hacían preguntas como a un senador” desarrollaba respuestas coherentes. Durante su exilio del cuadrilátero, Ali protagonizó un musical de Broadway de corta vida, “Big Time Buck White”, una de varias aventuras comerciales. Hubo una cadena de comida rápida llamada Champburger y una película de una pelea con el antiguo campeón popular Rocky Marciano en la cual Ali aventajó al pegador hasta que fue noqueado en el asalto final. El comentarista Howard Cosell, unos de los promotores más consecuentes de Ali en los medios, fue el responable de mantenerlo en la televisión, como tema de entrevistas y como comentarista en peleas de boxeo. Cuando el caso de evasión de reclutamiento de Ali llegó a la Corte Suprema de justicia de Estados Unidos, él regresó al cuadrilátero el 26 de octubre de 1970, a través de los esfuerzos de los políticos negros de Atlanta. La pelea, que terminó con un rápido nocaut del contendor blanco Jerry Quarry, fue solo una preparación para la presentación de Ali con Frazier, el nuevo campeón. Pero fue una noche encantadora e histórica en la que asistieron Coretta Scott King, Bill Cosby, Diana Ross, el reverendo Jesse Jackson y Sidney Poitier para rendirle tributo a Ali. El reverendo Ralph Abernathy le entregó el premio anual Dr. King, llamándolo “la marcha a Washington toda en dos puños”. “La Pelea”, como fue llamada la refriega del Madison Square Garden con Frazier el 8 de marzo de 1971, respondió a las expectativas como un enfrentamiento épico. Con Norman Mailer sentado en primera fila haciendo anotaciones para un libro y Frank Sinatra tomando fotografías para la revista Life, Ali se fajó con Frazier y para probar que tenía el “corazón”, que él podía aguantar castigo de pie. Frazier ganó una decisión de 15 asaltos. Ambos hombres sufrieron notable daño físico. Para los seguidores de Ali, el dinero que había perdido por sus principios y el castigo que recibió de Frazier probó su sinceridad. Para sus críticos, la redención significaba que finalmente había madurado. La Corte Suprema también tomó una visión positiva. El 28 de junio de 1971, reversó unánimemente una decisión de la cámara baja y le garantizó a Ali su estado de objetante consciente. Resurgimiento y declive. Ahora fue asumido que el momento de Ali había pasado que él se covertiría en un “oponente” de primera clase, el peleador a vencer para aquellos que buscaban establecerse. Pero su momento había regresado. Aunque era más lento, su arte era más refinado. “Él no tuvo peleas”, escribió Jim Murray de The Los Angeles Times, “él daba recitales”. Ganó 13 de sus próximas 14 peleas, incluyendo una revancha con Frazier, quien había perdido su título ante George Foreman, una versión de Liston más grande y atemorizante. Ali fue el batacazo, más pequeño y siete años más viejo que Foreman, cuando se enfrentaron el 30 de octubre de 1974, en Zaire, entonces gobernado por Mobutu Sese Seko. A cada peleador se le garantizó una bolsa de 5 millones de dólares, una suma extraordinaria para la época. La pelea también lanzó la carrera del promotor Don King y fue el tema del documental de Leon Gast “When We Were Kings”, el cual fue estrenado más de20 años más tarde. (Ali asistió a una función especial junto con interpretaciones de hip-hop, en Radio City Music Hall). La película ganó un premio de la academia en 1997. Ali declaró en la escena Africana, repitiendo un aforismo que había escuchado de Brown, su entrenador asistente: “El mundo es una camisa negra con pocos botones blancos”. Mientras la pelea avanzaba, la multitud coreaba, “¡Ali, bomaye!” (“¡Ali, mátalo!”), primero preocupada mientras Ali se recostaba contra las cuerdas y absorbía los mandurriazos de Foreman en sus brazos y hombros, y luego excitada cuando Foreman se cansó. En el octavo asalto, en una andanada de golpes, Ali noqueó a Foreman para recuperar el título. Se inclinó hacia los reporteros y dijo, “¿Qué les dije?” El 10 de diciembre de 1974, Ali fue invitado a la Casa Blanca por primera vez, por el Presidente Gerald R. Ford, una ocasión que no solo significó un punto de inflexión en la celebración del país por Ali sino también el regreso del Labio. Ali le dijo al presidente, “Usted hizo un gran error al dejarme venir porque ahora voy por su trabajo”. Ali defendió su título exitosamente 10 veces en los próximos tres años, a un creciente costo físico. Noqueó a Frazier en su tercer enfrentamiento, el llamado Thrilla in Manila de 1975, pero el castigo de esos 14 asaltos, dijo Ali, se sintió muy cercano a la muerte. En 1978 perdió y luego recuperó su título en peleas ante Leon Spinks. El médico deportivo de mucho tiempo de Ali, Ferdie Pacheco, le indicó que se retirara, al notar la lentitud de sus reflejos y lo enredado de su discurso como síntomas de daño. Ali lo rechazó. En 1980, fue vencido por el campeón Larry Holmes. Un año despues, peleó por última vez, perdió con Trevor Berbick en las Bahamas. Ali fue informado poco después que tenía el síndrome de Parkinson. Varios médicos han especulado que eso fue ocasionado por demasiados golpes en la cabeza. El diagnóstico después fue cambiado a mal de Parkinson, de acuerdo a su esposa, Lonnie. Ella dijo que eso había sido generado por la exposición de Ali a los pesticidas y otros químicos tóxicos en su campo de entrenamiento de Deer Lake, Pa. Un Campeón es Celebrado. Luego de retirarse del cuadrilatero, Ali dio discursos que enfatizaban en la espiritualidad, la paz y la tolerancia, y asumió misiones casi diplomáticas en África e Irak. Aun cuando perdía movilidad y discurso, él viajaba a menudo desde su casa de Berrien Springs, Mich. Instrucciones de productos y corporaciones lo acercaron a las sensibilidades de “muéstrame el dinero” de Michael Jordan y Tiger Woods, los herederos de su celebridad global. En 1999, Ali se convirtió en el primer boxeador en aparecer en una caja de cereal Wheaties. El 31 de diciembre de ese año, él sonó el milenio en el New York Stock Exchange. En 2003, fue publicado un libro artístico de 7.500 dólares que celebraba su vida. Su vida fue el tema de una película de televisión y otra de la pantalla grande dirigida por Michael Mann, con Will Smith como Ali. (Ambas producciones sanearon sus primeros puntos de vista religiosos y políticos). La misma firma de licencia que manejaba la mayor parte de la imagen de Elvis Presley compró los derechos de la de Ali. Thomas Hauser, su biógrafo, recriminó el nuevo “comercialismo” alrededor de Ali y “la exhibición de los puntos duros de su viaje”. En un libro de ensayos publicado en 2005, “The Lost Legacy of Muhammad Ali”. Hauser escribió, “Deberíamos reconocer la memoria de Ali como un guerrero y un símbolo de desafío contra un orden social injusto cuando él era joven”. En años recientes, el mal de Parkinson y la estenosis espinal, las cuales requerían cirugía, limitaron la movilidad y habilidad de Ali para comunicarse. Él pasaba la mayor parte de su tiempo en su casa de Paradise Valley, Ariz., a menudo viendo películas del oeste y programas viejos televisivos en blanco y negro. Él principalmente se inclinaba por la terapia física, las películas y los conciertos. Raramente daba entrevistas televisivas, dijo su esposa, porque ya no le gustaba como lucía ante la cámara. “Pero amaba la adoración de las multitudes”, dijo ella. “Aún cuando se hizo vulnerable de una manera que no podía controlar, nunca perdió su inocencia infantil, su naturaleza positiva y brillante. Juegos y bromas y trucos mágicos. Quería entretener a las personas, hacerlas felices”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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