lunes, 28 de septiembre de 2020

Feb. 21 Episodios Olímpicos: ‘Hoy morimos un poco’, escribir la historia de Emil Zatopek.

Kate Carter. the guardian.com. 27 de abril de 2016.
Richard Askwith habla acerca de la dificultad y el disfrute de escribir una biografía de uno de los corredores más grandes de todos los tiempos, desde codearse con las leyendas hasta capturar el espíritu de un verdadero hombre único ¿Por qué Emil Zátopek? Pienso en Zátopek como el santo patrón de los corredores. No solo revolucionó su deporte, lo reinventó. Reescribió los libros de registros y redibujó los límites de la resistencia, al redefinir la idea de lo que era humanamente posible. Nadie más, antes o después, ha dominado las carreras de distancia de la manera que él lo hizo a finales de los 1940s y comienzos de los 1950s. Sus logros en los Juegos Olímpicos de Helsinki nunca serán igualados. Y él hizo esto con una juguetonería loca y una generosidad de espíritu que lo hizo quizás el olímpico más querido de todos los tiempos. La única figura comparable en la que puedo pensar del siglo 20 deportivo es Muhammad Ali, aún así, Zátopek, a diferencia de Ali, ha sido tocado muy poco por los biógrafos hasta ahora. ¿Recuerda usted la primera vez que oyó hablar de él? Apenas puedo recordar el tiempo cuando no sabía de Zátopek. Pienso que puedo haber sabido vagamente de él cuando era niño, al ver los reportes noticiosos de la Primavera de Praga. Pero fue cuando empecé a correr, cuando tenía veinte años, que la idea de él empezó a resonar. La idea del soldado estóico, endureciéndose física y mentalmente mediante la autodisciplina, sin perder su humanidad, era inspiradora. Lo vi como un modelo de auto superación, lo cual es ridículo, lo sé, pero muchos otros corredores sentían igual. El hecho de que también fue un mártir de la represión comunista (esto fue antes de la caída del muro de Berlín), y que nadie sabía que había pasado con él, solo aumentó el misterio y el romance. Cuando me propuse escribir de Zátopek, asumí que todos conocían su historia, y me sorprendí al encontrar que la mayoría de las personas, o la mayoría de las personas menores de cuarenta años, nunca había oído de él. ¿Como fue escribir de él? Se pensaría que Zátopek sería una persona fácil de la cual escribir un libro. Tenía una historia sorprendente, colorida, inspiradora, encantadora: un hombre que ganó cinco medallas olímpicas, estableció 18 registros mundiales, redefinió los límites de la resistencia humana, se convirtió en vocero mundial de la deportividad y generosidad, y fue sumido en la solitaria oscuridad por los comunistas después de manifestarse por “un socialismo con rostro humano”. La historia se cuenta sola. El autor solo tiene que escribir. Aún así de alguna manera, también es un tema terriblemente difícil. Ciertamente es intimidante: el más grande, más carismático, el corredor del cual más se ha escrito que el mundo haya visto. Escribir su biografía es una gran responsabilidad. Te sientes presuntuoso al asumirla. ¿Por qué piensa que su nombre es menos familiar ahora? Eso ocurrió hace mucho tiempo. Emil nació en 1922 y falleció en 2000. Los contemporáneos que sobreviven están en sus 90s, y cada vez son menos. Inevitablemente, algunas memorias son más confiables que otras. Encontré a Dana Zátopková, la viuda de Emil, maravillosamente alerta y comunicativa, pero hasta ella tuvo dificultades para precisar secuencias detalladas de eventos de hace 60 o 70 años. Otros testigos oculares eran más imprecisos. También estaba la pregunta de que tan confiable era la evidencia en primer lugar. La mayoría de las personas en la República Checa, y quizás también en el mundo del atletismo, tienen una historia que contar de Zátopek. La pregunta es: ¿de donde vino la historia? ¿La presenciaron ellos, o solo la oyeron, y si fue así, de quién? Hay muchos mitos que se repiten una y otra vez, por ejemplo la historia de que Emil solía cargar a Dana en su espalda cuando entrenaba, o que fue en 1968 cuando le dio su medalla de oro a Ron Clarke, después de la Primavera de Praga y los Juegos Olímpicos de México. He leído eso último repetidamente, en libros éxitos de venta y periódicos prestigiosos. Pero eso no lo hace realidad. Así que ¿encontró que la mayoría de esas leyendas no tenían sentido? No, pienso que lo más sorprendente que aprendí fue que, a pesar de todas las florituras, una asombrosa cantidad de las leyendas de Zátopek es verdadera. No, él no cargaba regularmente a Dana en su espalda, pero lo hizo al menos una vez (y en otra ocasión hizo una sesión completa de entrenamiento con una niña pequeña en su espalda). No, el no entrenaba en el corredor de 800 metros de la academia militar, pero entrenaba en las arenas profundas de la gigantesca escuela de manejo bajo techo. No, no le dio una medalla de oro a Ron Clarke en 1968, pero lo hizo en 1966. No, no le cedió su cama a un periodista australiano la noche anterior a los 10.000 metros de los Juegos Olímpicos de Helsinki. Pero le cedió su cama a un entrenador australiano (Percy Cerutty) pocas noches antes de la carrera, y se metió en problemas por permitir un “espía” occidental en el bloque comunista de la villa olímpica. Y así sucesivamente. Este hombre extraordinario, mágico, realmente existió. Hubo realmente un hijo de un carpintero pobre de Moravia, sin talento atlético especial, quien se construyó mediante el trabajo duro y la inventiva para ser el atleta más famoso que el mundo haya visto. Realmente hubo un corredor quien redibujó los límites de su deporte en solitario, y mantuvo una luminosidad de corazón y una generosidad de espíritu que hizo sentir al mundo un lugar más cálido durante los días más oscuros de la guerra fría. Realmente fue casi patológicamente generoso, hubo una vez cuando un campamento de Praga empezó a redireccionar la caravana porque no tenían espacio, hacia la casa de Zátopek, sabían que Emil siempre les ofrecería hospitalidad. Y él realmente desafió a los tanques soviéticos en Wenceslas Square en Agosto de 1968, al detener brevemente una invasión super poderosa en camino. Después de eso ellos lo quebraron, por supuesto. Pasó años como trabajador itinerante, incluyendo una mina de uranio, viviendo en una caravana, lejos de su hogar y de su amada esposa; y para el momento cuando fue rehabilitado era una sombra del hombre que había sido. La historia de los últimos años de su vida por momentos rompe el corazón. Aún así el hecho más sobrecogedor que me impresionó una y otra vez, dondequiera que iba y con quien fuese que hablara, es que Emil Zátopek era amado. Había algo como de niño acerca de él, tuvo un efecto en las personas. “Él iluminaba las vidas de las personas”, fue lo que dijo una persona. Para mí, esa fue la cosa más importante acerca de él. ¿Piensa usted que la historia de Zátopek tiene alguna relevancia para el corredor moderno? Definitivamente. Sin embargo no se trata del entrenamiento, a pesar de lo fascinante que lo encuentran muchos corredores. Sus innovaciones han sido aceptadas tan ampliamente, absorbidas y desarrolladas que los detalles de lo que hizo apenas importan. Algunos corredores aun se obsesionan por los números: ¿hacia ochenta vueltas rápidas de cuatrocientos metros en un día o cien? ¿Qué tan rápida era cada vuelta? ¿Qué tan largos eran los intervalos de recuperación? Y así sucesivamente. Esas figuras existen, las encontrarán en mi libro. Pero no pienso que eso diga mucho. Muchas de sus sesiones fueron hechas sin cronómetro, sobre distancias medidas de manera imprecisa, hacía buena parte de su entrenamiento en el bosque. Un corredor con más o menos velocidad natural derivaría un grado diferente de beneficio al replicar exactamente una de sus sesiones. Y por supuesto el equipo era diferente, las pistas eran diferentes, la nutrición era diferente. No hay comparación entre lo que él hizo y lo que podemos hacer. Lo que todavía es relevante, en mi opinión, es su actitud. No sé si Emil de verdad dijo, “Un corredor debe correr con sueños en su corazón, no con dinero en el bolsillo”, pero ese es el tipo de cosa que bien pudo haber dicho, y me parece que eso es un mensaje increíblemente vigente. Pero el corredor ordinario podría inspirarse también en la loca manera de comprometerse de él. Ultimadamente, todos saben que para dar lo máximo como corredor hace falta ser algo loco, y Emil era tan loco como el que más en ese respecto. No era solo que corría con botas pesadas, aguantaba la respiración hasta que pasaba la meta, usaba tres ropas de carrera mientras corría en medio de una nevada, corría en un baño lleno de ropa para lavar por dos horas…Esa también era su filosofía: la idea era esa “El dolor es misericordioso, si dura sin interrupción, se acaba a sí mismo”. Ese era el secreto de su éxito como corredor: entrenaba para ser duro de mente y también de cuerpo. “Cuando una persona entrena una vez, no pasa nada”, dijo él. “Cuando una persona se esfuerza en hacer algo centenares o miles de veces, se desarrolla de otras maneras además de físicamente. ¿Está lloviendo? Eso no importa. ¿Estoy cansado? Eso tampoco importa. El poder de voluntad ya no es un problema”. He encontrado en varias décadas de entrenamiento que el pensamiento de Zátopek es energizante e inspirador. Como dijo Ron Clarke: no se trata de lo que hizo, es la manera como lo hizo. ¿Cuál es su pieza favorita de la sabiduría de Zátopek? “Cuando no puedas seguir, avanza más rápido”. Es una locura, pero también es el secreto de todo. Solo dígaselo a usted mismo la próxima vez que sienta que no puede seguir La cita que usa para el título del libro, ¿es así de apócrifa también? Es algo que Emil se supone dijo en la línea de salida de la maratón Olímpica en Melbourne en 1956. Puede no haber usado esas palabras exactamente, pero ciertamente dijo algo en ese sentido. Todavía se recuperaba de una operación de hernia muy reciente. Estaba lejos del tope de sus condiciones y en cualquier caso ya había dejado atrás sus mejores años. La temperatura estaba entre 30 y 35 grados Celsius. Él sabía que no podía esperar otra cosa en el transcurso de la carrera que no fuese agonía física. Aún así la asumió con un humor de celebración, de amistad de cementerio que me parece estar cerca de capturar la esencia de su nobleza. ¿Piensa usted que él tiene un heredero natural en este momento? ¿Alguien que calce en ese molde, a pesar de cómo se entrena o corre ahora? No puedo pensar en alguien que corra ahora que se le compare. Su equivalente moderno más cercano fue Haile Gebrselassie, quien se las arregló para combinar a un corredor increíble con una personalidad animada y generosa. Y ha habido muchos otros, como Paula Radcliffe, quien ha tomado a Zátopek como ejemplo. Pero hay muchas diferencias entre entonces y ahora. Zátopek lo dijo bien, hacia el final de su vida: “Hoy, el atleta no es un atleta. Es el centro de un equipo, doctores, científicos, entrenadores y mucho más. A veces yo corría como un perro loco, pero era muy simple. Eso estaba fuera de mí”. Él parece haber estado obsesionado con las repeticiones de 400 metros. ¿Nunca se pregunto usted si él pudo haber mezclado un poco? Si, definitivamente. Aparte de cualquier otra cosa, usted se pregunta como él se atascó en eso. ¿Nunca se aburría? Quizás también sea bueno tener en mente que, en buena parte de su carrera, él estuvo bajo una gran presión política para mantenerse ganando. No pienso que él exageraba cuando decía que a veces corría con miedo de ser enviado a prisión si perdía. Así que probablemente no se atrevía a tratar cualquier cosa como hacer las cosas más sencillas. A veces el mezclaba un poco: carreras largas lentas en las montañas con Dana, retozar en el bosque con un niño en su espalda, trotar en un baño lleno de ropa por lavar. Él no parece haber contado con esa clase de carrera, correr sin intensidad ni dolor, como un entrenamiento apropiado. Traducción: Alfonso L. Tusa C. 20 de febrero de 2020. Today We Die a Little : The Rise and Fall of Emil Zátopek, Olympic Legend by Richard Askwith is published by Vintage Publishing.

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