jueves, 20 de marzo de 2014
Los sonidos de la guerra
“Anunciando Apocalipsis, van de salvadores, y si les dejas te pierdes infaliblemente. Manipulan nuestros sueñosy nuestros temores, sabedores de que el miedo nunca es inocente”. Joan Manuel Serrat
El eco de de las botas militares sobre el asfalto pintaba negros más rojizos. Gritos, detonaciones, balbuceos infantiles. Todo atropellado por una barbarie desenfrenada, calco de señores feudales que hablan sin escuchar, imponen su voluntad sobre la del pueblo, asfixian las ventanas de una vida cada día destartalada sobre el manto de unos preceptos macabros que pretenden reducir a mendigos a toda una población que ve a sus hijos morir ante el sadismo de unos grupos paramilitares por un lado y el hampa armada hasta los huesos por el otro, que grita a los cuatro vientos su identificación con el oficialismo mientras mata, lacera y amenaza a los ciudadanos cada vez más numerosos que salen a las calles para protestar ante una realidad de miseria, desolación y muerte que asedia y muerde al pais luego de 15 años de socialismo del siglo XXI.
Cada día amanece con un nuevo cuento sobre la realidad, el golpe de estado resulta un lobo propio, bien entrenado y de colmillos afilados que corre y salta entre las cadenas cada noche, mañana o tarde mientras que otros lobos queman, matan y asfixian a los estudiantes y toda una comunidad extenuada de largas colas que dan la vuelta a la manzana y se pierden entre el laberinto de infinitas opciones, todas agotadas, todas viciadas, todas insuficientes, todas llenas de un ardor en el aire, cargado de sirenas, saturado de maldiciones, soplado de carreras y escaramuzas por conseguir un puesto en una cola de incertidumbre que termina en más rostros destemplados y un ardor en los ojos, muchos padres resienten la desesperanza de llegar a casa sin los alimentos para sus hijos, sin las medicinas para sus enfermos, aprietan los puños y reviven una canción de Simon and Garfunkel “People talking without speaking, people hearing without listening…”
La capacidad de escuchar una versión oficial hace rato pasó a un raudo movimiento de la mano para mover el sintonizador, única herramienta a la mano para aplacar, aunque virtualmente, el abuso de un poder absoluto rico en corrupción y opiniones arbitrarias, ajenas a la voluntad de un pueblo mil veces ultrajado en los hospitales, donde debe hacer cola para que si acaso lo atiendan dentro de tres o cuatro meses, cuando la enfermedad que padece avanza al mismo ritmo devastador de a quién no le tembló el pulso de pagar 5600 millones de dólares al gobierno cubano por un servicio de salud inoperante y a la larga inexistente ante una demanda de médicos y medicinas gigantesca frente las hormigas de un sistema que primero permitió que vinieran médicos cubanos sin aprobar su respectiva reválida y después avaló la formación de unos supuestos médicos integrales que ni siquiera tienen ortografía.
El crujido de los vidrios reventados rompió los tímpanos de los estudiantes en la facultad de arquitectura, corrieron con las fauces del miedo sobre sus rostros pero este los alcanzó en forma de palos, puñetazos, metales e improperios de parte de una jauría de motorizados invasora de la universidad para ahondar las heridas de un enfrentamiento que lleva 15 años y aún en la asamblea nacional se habla de comisión de la venganza, integrada por una parte que cobra, se da el vuelto y sigue con su real y medio. Hacia oriente Guiria padece el estado de sitio de unos malandros que toman el pueblo en reclamo para que liberen a sus compinches presos, las autoridades, las mismas que matan, reprimen y persiguen a los estudiantes que protestan en las calles por los derechos de la ciudadanía, permanecen ausentes a más de 24 horas del sitio. Hacia el centro y occidente la represión y diligencia de esas mismas autoridades ante los estudiantes, los alcaldes y los diputados disidentes aumenta exponencialmente bajo la excusa de la guarimba y la tesis del golpe de estado.
Alfonso L. Tusa C.
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