lunes, 30 de mayo de 2016

Alexi Pappas se cambia de carril desde lejos.

Sam McManis. 23 de mayo de 2016. The New York Times. Eugene, Ore.—El bucle de cabello de Alexi Pappas, se movía tan ajustado como el cronómetro del entrenador, se desenrollaba lentamente mientras ella completaba su ejercicio con rapidez, los mechones precipitaban por su nuca como una figura de Medusa. Mientras Pappas regresaba trotando hacia la zona lateral de Hayward Field, sudada y erguida, para recoger el bolso de sus zapatos y sorber líquido de una botella plástica luego de completar el intervalo de ejercicios post carrera, los seguidores esperaban. Las corredoras adolescentes, algunas con bucles propios, otras con cola de caballo, bajaron para buscar tomarse fotografías, o autógrafos, o solo una palabra y una sonrisa de Pappas, una corredora profesional de larga distancia cuyo espíritu libre fuera de la pista, quizás más que sus actuaciones en esta, la ha convertido en una figura de culto en el mundo insular de pista y campo. Una corredora universitaria, Alyssa Harmon de Northwest Christian University, quién había competido en la misma invitacional que Pappas esa noche, la Oregon Twilight del 6 de mayo, hasta desprendió su número para que se lo firmara. Pappas tomó el número de la carrera, se ajustó la cinta verde para mantener intacto el volumen de su bucle y escribió con letra zurda y gótica, “Vinimos a Oregon, lo hicimos nuestro hogar, ahora corremos con determinación no importa si juntas o separadas”. Escondidas atrás, muy tímidas para acercarse pero proyectando niveles altos de adoración, estaban dos corredoras de escuela secundaria, Rachael Reiter y Booy Rogers. “Me gusta el bucle”, dijo Reiter. “Me gusta eso de ella. El bucle casi tiene su propio club de seguidores en Twitter. Traté de correr un vez con un bucle. Se deshizo por completo. Ella lo puede mantener”. ¿Como resgistrar este fenómeno? Pappas tiene 26 años de edad, es una corredora de clase mundial, entre las siete mujeres más rápidas de Estados Unidos en los 5000 y 10000 metros, impresionante, aún así no parece merecedora de veneración. De ascendencia griega, su abuela nació allí, Pappas tiene la doble nacionalidad y ha sido aceptada en el equipo olímpico 2016 de Grecia en los 10000 metros, al haber logrado fácilmente la marca mínima de 32 minutos, 15 segundos (ella terminó en 31:46.85) en una carrea en Stanford, Calif, el 1 de mayo. Aún así, su atractivo trasciende de lejos sus resultados. Pappas es una poetisa, ensayista, actriz y cineasta cuya película semi-autobiográfica , “Tracktown”, ambientada en Eugene y en la cual ella protagoniza como una corredora de media distancia que busca una vida estable en un deporte de dedicación exclusiva, tendrá su estreno el 4 de junio en el festival de Cine de Los Ángeles. Pappas escribe una columna mensual de poesía para la revista Women’s Running, tocando temas que incluyen la sublime esencia de correr atrás (“hundida en mí como el te”) y el dulce dolor de acelerar (sus interioriades “atragantando jadeos de picos de pajaritos”). Sus ensayos sobre la vida de las carreras, incluyendo observaciones acerca del entrenamiento con hombres, han aparecido en varias páginas web de carreras. También ha actuado en comedia en Los Angeles; escribió una obra de teatro de un acto, “The Lonely Boy Eats Lunch With His Lunch”, fue escenificada en darmouth College, su alma mater; y co-escribió la película “Tall as the Baobab Tree”, dirigida por su novio, Jeremy Teicher, quien también co-dirigió “Tracktown” y fue nombrado por Filmmaker Magazine como una de las “25 Nuevas Caras del Cine Independiente” en 2013. Pappas puede ser la única atleta élite de pista y campo quien cita a William Faulkner de memoria, y es casi cierto que es la única quien rechazó ofertas de becas completas para hacer una maestría de escritura de Columbia, Southern California y de la University of California, Irvine, para correr profesionalmente. Más allá de sus objetivos, es su visión de mundo descuidada, absurda, expresada via redes sociales, sus publicaciones de Twitter parte Tony Robbins motivacional, parte Tom Robbins surrealista, y su falta de pretensión de ser atleta profesional lo que atrae seguidores, primordialmente muchachas adolescentes quienes corren campo traviesa, hasta ella. “Lo que sea que yo soy para estas muchachas, estoy feliz de serlo”, dijo Pappas. “El bucle es algo que, si tu cabello es largo lo suficiente, cualquiera lo puede hacer. Esa es una conexión con las corredoras jóvenes. En vez de twitear, ‘Solo corrí 100 millas esta semana’, lo cual no es sano para ellas de cualquier manera, ¿por qué no una foto de mi cabello?” “Por cierto, no empecé esto”, dijo ella del interés en su peinado. “Un equipo de escuela secundaria de Oregon me había tuiteado una foto de todas ellas usando el ‘Bucle de Alexi’. Yo lo retransmití. Todo partió desde ahí”. Ella se detuvo para recoger una greña de cabello que había escapado de la tomuza de cabello a lo Marge Simpson sobre su cabeza, y entonces pasó sus manos por la mesa de picnic rojo fuego que sirve como pieza central en el estudio de edición de películas de South Eugene que comparte con Teicher. Su sonrisa se desvaneció; sus ojos marrones se desorbitaron. Se puso seria. “Pero no soy un personaje de dibujos animados”, dijo ella. “Las personas leen mi poesía y esto y aquello, y cuando me ven en la pista, piensan que será un, ¡ta-da!, un espectáculo o algo. En casa, casi siempre estoy tranquila o durmiendo”. Moldeada por el pasado. Entonces, ¿qué hace a Pappas correr…y escribir… y actuar… y emocionarse por voluntad propia? Eso podría ser la respuesta a su crianza en Alameda, Calif., un pedazo de territorio entre Oakland y la bahía de San Francisco. Su madre, Roberta, cometió suicidio cuando Alexi tenía 4 años de edad. Pappas tenía pocas memorias de su madre, en realidad memorias de memorias, y era muy efusiva en sus elogios para su padre, John, y su hermano mayor, Louis, por criarla (“Louis me enseño a afeitarme las piernas; mi papá me llevaba a hacer las compras domésticas) en una casa carente de influencia femenina. Cuando tuvo la edad suficiente, Pappas habló con su padre y los amigos íntimos de su madre, buscaba entender las acciones de su madre pero también simplemente saber como era ella. “ ¿Cómo puede alguien estar tan triste para querer abandonar?” dujo Pappas. “Lo que pienso es que quizás ella no tenía a alguien con quien compartir lo que estaba viviendo. Sus amigos íntimos me dijeron que ella no hablaba o se expresaba, al menos no como lo hago yo”. Como adolescente, Pappas optó por no ser tan aislada. Ella en vez de eso abriría su vida interior como se mueve una ventana francesa con una brisa rígida. Alexi trata de ser abierta y hablar hobestamente con las personas”, dijo Teicher, quién conoció a Pappas en Dartmouth cuando estudiaban cine y teatro. “Ella habla de sus miedos y que tan duras pueden ser las cosas. Por eso es que las personas se le acercan. Eso es algo que yo también, como novio, admiro”. “Hacer una película independiente es difícil. Es duro mantenerse empujando hacia adelante y ser positivo como en sus carreras. Pero ella me hace seguir adelante”. Para Pappas, auto-expresión es una forma de auto-preservación. “Cuando pienso en mi mamá, eso me hace… No sé, digamos que por eso es que al menos alguien sabe todo de mí”, dijo ella. “Me refiero, a que si tengo un mal sandwich, se lo diré a Jeremy. Si veo una hoja rara en una carrera, tal vez se convierta en un tuit de poesía. Lo hago de tal manera que las personas sepan las cosas que ocurren dentro de mi”. Los variados intereses de Pappas, así como su intención de compartirlos, han levantado algunas cejas en Eugene, donde la población toma las carreras muy seriamente. Pappas y otros dicen que han oído la crítica de que ella podría mejorar sus tiempos si dejara de dividir sus intereses. “Ella es criticada desde todos los ángulos, la película y pista y campo”, dijo Jordan Hasay, una corredora élite de larga distancia quién fue compañera de equipo de Pappas en el equipo de campo traviesa de la University of Oregon que ganó el título femenino de NCAA 2012. (A Pappas le fue concedido un quinto año de elegibilidad luego de graduarse en Darmouth y corrió para Oregon mientras completaba la maestría). “Pero eso es lo que funciona para ella”, dijo Hasay. “Se encuentra felicidad en areas diferentes. No sería suficiente para ella enfocarse en una sola cosa. Eso no la amedrenta, la estimula”. El entrenador de Pappas, el olímpico Ian Dobson, dijo que no solo aceptó sino que celebró las decisiones de ella. Cuando se estaba filmando “Tracktown” el año pasado en Eugene, lo cual forzó a Pappas a perder tres semanas de entrenamiento, Dobson no lo objetó, dijo él. Él dijo que el hecho de que Pappas “llegara tarde al deporte”, refiriéndose a la universidad, le dio “piernas más frescas” y más madurez. Pero eso también puede ser una desventaja cuando se trata de correr con estrategia y recoger las variaciones del entrenamiento, dijo Dobson. “Tal vez ella estaría mejor si la película durara esto de tiempo”, dijo Dobson, manteniendo sus manos pocas pulgadas separadas, “en vez de mucho tiempo”, sus manos ahora se separaron mucho más. “Pero si la película no estuviera ahí, pienso que eso no sería bueno en nada para ella”, dijo él. “Alexi tiene momentos en su vida. Por eso es que corre con todo. También tiene la habilidad para estar enfocada en más de una cosa sin bajar la guardia en ninguna”. ‘Un Bucle de Potencial’ Las personas, eso parece, tienen que aceptar a Pappas en sus términos. Ella fue una de las principales corredoras de distancia de la preparatoria en California como estudiante de primer año en Bishop O’Dowd High School de Oakland pero corrió en medio de entrenadores quienes querían que se enfocara exclusivamente en correr. “Yo tenía 16 años, con cabellos rizados y frenillos, y quería explorar el futbol, el centro de estudiantes, el teatro y los muchachos”, dijo Pappas. En Dartmouth, ella fue la “corredora más lenta del equipo” en su primer año porque quería “ir a fiestas y explorar toda la experiencia universitaria”, dijo ella. Ahora, al entrenar con el Oregon Track Club Elite, ella aplica su entrenamiento cruzado, los ejercicios y el centro de su trabajo entre sus proyectos de cine. Edita su escritura y entonces descansa en la tienda de acampar levantada alrededor de su cama. “La película y el trabajo creativo me han mantenido sana”, dijo Pappas. “En un día promedio, terminaré mis ejercicios, mi rutina post ejercicio, y regreso aquí excitada para trabajar en la película. Traeré mi escudilla de hojuelas de maíz para desayunar en la oficina de Jeremy y mirar lo que él edita”. “No puedes correr 24 horas al día. Hay un beneficio físico y mental en tener algo más en tu vida”. Teicher, un autoproclamado sedentario, dijo: “Hay muchas emociones superpuestas entre lo que estamos tratando de hacer como cineastas y lo que ella trata de hacer como atleta. Es incómodo y retador”. Pappas, en su perspectiva ligeramente distorsionada, se ve como, bien, cierto tubérculo para el consumo. “Siempre he pensado en mi como una patata, donde empiezas como esta cosa”, dijo ella. “No puedes comer una patata cruda, pero eres un bucle de potencial. Te puedes convertir en un número de cosas, desayuno, almuerzo, cena. Las patatas pueden ser un lujo a lado de una costilla o en puré, o podrías ser papas fritas acompañando a una humilde hamburguesa. Me siento excitada ahora porque las carreras y el cine son en lo que mi ser de patata se está convirtiendo”. Teicher rió. “¿Tu ser de patata?” dijo él. “Si”, dijo ella. “Las otras cosas acerca de las patatas: Ellas no se descomponen de la manera como lo hacen otras comidas. No se descomponen. Les crecen ojos y te piden que las conviertas en algo. He querido convertirlas en algo, y siempre con ojos brillantes y sin miedo”. Pero Pappas reconoce cierta cantidad de, si no miedo, entonces trepidación excitada para el futuro inmediato. Ella pasará la mayor parte del verano, cuando no esté en Los Angeles para el festival de cine, haciendo entrenamiento en terrenos elevados con el equipo olímpico griego de pista en Font Romeu, en la frontera de España y Francia; compitiendo en los campeonatos europeos; y entonces regresar a Mommoth, Calif., para más entrenamiento de altitud con su mentor, Deena Kastor, antes de salir hacia Rio de Janeiro en agosto para los Juegos Olímpicos. “Esto podría abrir todo un mundo nuevo para mi y mi alcance en las carreras”, dijo Pappas. “Estoy oficialmente en el equipo, y ahora soy la propietaria de la marca nacional de los 10K, luego de mi tiempo en Stanford. Ha habido un puñado de artículos acerca de mí en Grecia. Es muy excitante”. ¿Mencionaron esos artículos el bucle? Dificil de decir, dijo ella. La barrera del lenguaje y todo eso. “Mi misión”, dijo ella, “es ser conversadora en el verano de manera de compartir con mis compañeros nuevos”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

jueves, 26 de mayo de 2016

Pollo y alcachofas hacen buena sociedad en salsa de ajo.

Buen apetito. Melissa Clark. The New York Times. 22-04-2016. Pollo y alcachofas Sabores mediterráneos y alcachofas primaverales se combinan para elaborar una sabrosa cacerola de pollo. Las alcachofas no son los vegetales mejor recibidos. Armadas de hojas en pétalos y resguardadas con espinas, parecen más armas medievales que algo que quieras sumergir en mantequilla y ofrecer como cena. Pero deshojadas hasta sus corazones tiernos y hervidas hasta que su pulpa se haga suave, son una delicadeza. Son apreciadas donde quiera que sean cultivadas, en climas tipo mediterráneos don de los inviernos son ligeros. Eso significa California, donde las alcachofas se dan en primavera, listas para embalar. Los que vivimos en regiones norteñas tenemos que esperar hasta pleno verano para tener alcachofas locales. Un método clásico para cocinar alcachofas es sofreírlas en una mezcla de aceite de oliva, ajo, aji picante, vino blanco y hierbas. He tomado este concepto y le agregué pollo. Con su carácter intense, las alcachofas pueden resultar dificiles para compartir con otras grandes personalidades. Pero las piezas de pollo con hueso son amenas, y congenian con cualquier cosa que hay en la cacerola. Además, agregar pollo convierte un contorno en plato principal, sin mucho trabajo. Esto es especialmente algo bueno cuando se trata de alcachofas, las cuales requieren alguna preparación antes de estar listas para tu cacerola. El primer paso es acondicionarlas, cortarles las espinas. Luego quitarles los pétalos más rústicos y pelar los tallos. Finalmente hay que sacar la parte interna llena de peluzas. Me gusta usar una cuchara de sierra para toronja para atacar esa parte interna; unas pocas raspadas la hacen desaparecer. Hay que recortar sin compasión; solo de un tercio a la mitad de una alcachofa es aprovechable. Se debe quitar todas las partes fibrosas y dejar solo las tiernas y pálidas: el corazón, el centro del tallo, y las hojas más delgadas y delicadas del interior. Las alcachofas pequeñas tienen un mayor porcentaje de pulpa aprovechable que las grandes. Pero estas tiene corazones más grandes. Mientras todo se cocina, las alcachofas se funden, el pollo se hace sedoso y la salsa concentra su sabor, viscosa y perfecta para sumergir un crujiente pedazo de pan. La única parte desventajosa de guisar es que la piel del pollo pasa de crujiente a suave. Para recuperar algo de crujidos y agregarle color a las alcachofas, como paso final espolvoreo todo con parmesano rallado y meto la cacerola en el horno. De cubierta dorada, resaltada por el queso y muy aromático con el ajo y el vino, este plato convierte una opción prohibida en una cena de bienvenida. Pollo con alcachofas y aceitunas. Melissa Clark. Tiempo: 1 hora 15 minutos Comensales: 4 Imbuído con los sabores clásicos mediterráneos de las alcachofas, ajo, menta y aceitunas, este pollo guisado es complejo y muy satisfactorio, con una salsa de vino blanco resaltada con limón. Las alcachofas frescas tienen el carácter más pronunciado y la textura más jugosa, pero si no las puede conseguir o no quiere pasar por la lidia de limpiarlas, puede sustituirlas por corazones de alcachofas congeladas (necesitará un paquete de 9 o 10 onzas). Sirva esto con pan crujiente para rematar la salsa. Ingredientes: Limón y medio. 3 alcachofas medianas, de alrededor de onza y media. Kilogramo y medio de piezas de pollo. 2 cucharaditas de sal. 2 cucharaditas de pimienta negra. 2 cucharadas de aceite de oliva extra-virgen, o tanto como sea necesario. 4 dientes de ajo, pelados y machacados. Taza y media de tomates redondos cortados en cuadros. Hojuelas de ají picante. ¾ de taza de vino blanco. 1/3 de taza de aceitunas troceadas (negras, verdes, o mezcladas). 2 tallos de celery 1 cucharada de matequilla sin sal. Queso parmesano al gusto. Hojas de hierbabuena (opcional). Preparación 1. Exprimir el jugo de un limón en un tazón grande de agua. Descartar las hojas externas de cada alcachofa. Mientras se hace esto, y mientras se sigue limpiando las alcachofas, hay que sumergirlas en el agua de limón para evitar que se oxiden las partes cortadas. Usar un cuchillo amolado para pelar las bases y los tallos. Cortar el tercio superior de cada alcachofa. Abrir las alcachofas por la mitad en corte longitudinal. Usar una cuchara serrada en la punta para sacar el fondo velloso y las hojas moradas. Cortar cada mitad en tres piezas. Colocar los trozos de alcachofa en agua de limón por el tiempo necesario. 2. Calentar el horno a 375 ºF. Secar el pollo con papel de cocina y sazonar con sal y pimienta. Calentar el aceite a fuego medio en una olla grande con tapa a prueba de horno. Agregar las piezas de pollo y sofreir hasta que estén bien marrones, de 5 a 7 minutos por lado. Transferir el pollo a un plato. 3. Agregar las alcachofas y el ajo a la olla, añadir más aceite si es necesario, y cocinar, volteando ocasionalmente, hasta un marrón dorado, aproximadamente 5 minutos. Agregar agitando los tomates y las hojuelas de ají picante; cocinar un minuto más. 4. Verter el vino y agregar con agitación las aceitunas, los tallos de celery y el zumo de medio limón (no descartar luego de exprimir). Devolver el pollo a la olla. Cocinar hasta que el líquido se vuelva caldo. 5. Cubrir la olla y llevar al horno. Cocinar hasta que el pollo se vuelva tierno, de 30 a 35 minutos (revisar si la carne esta blanca luego de 25 minutos y sacar del horno si está cocida). Transferir el pollo a un plato y calentar la olla hasta fuego medio. Calentar hasta que los jugos de la olla se espesen y tomen consistencia de salsa, alrededor de 3 a 5 minutos. Agregar la mantequilla. 6. Devolver el pollo a la olla y espolvorear con queso. Ajustar el horno para calentar más y colocar la olla en el horno hasta que el queso se funda y dore, de 2 a 3 minutos (observar cuidadosamente para evitar que no se queme). Exprimir el remanente del medio limón sobre la olla y servir acompañado con hojas de hierbabuena al gusto. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Parte 2.Hombre vs Maratón. Tratando de identificar al atleta quién podría ser capaz de romper la barrera de las dos horas.

Jeré Longmanmay. The New York Times. 10-05-2016. Bekoji, Etiopía.- Vestido con una camiseta de futbol y pantalones grises, Chala Tulu, 14, empezó a caminar descalzo y luego incrementó gradualmente su paso alrededor de una pista de grama en la escuela primaria de Bekoji. Tulu usaba una máscara y un arnés equipado con un paquete pequeño de baterías y un dispositivo conocido como analizador de gas. Él había sido voluntario para una prueba de VO2 max, la cual mide la máxima cantidad de oxígeno que puede usar un corredor. Un tractor había surcado la pista con las marcas de los carriles. Los eucaliptos servían como rompevientos. Las montañas de trigo y cebada se levantaban en la distancia, marrones y bronceadas en las semanas después de la cosecha. Mientras Tulu incrementaba su velocidad con un paso elegante, los niños aplaudían y coreaban su nombre. Siguiéndolo en una bicicleta esta el fisiólogo Yannis Pitsiladis. Él había empezado a probar atletas jóvenes, tratando de identificar talento prometedor para un plan audaz: usar la ciencia para facilitar el maratón por debajo de dos horas para 2019, una década o dos antes de lo que muchos expertos piensan que será posible. La marca actual de 2 horas, 2 minutos, 57 segundos fue establecida en 2014 por Dennis Kimetto de Kenya. Pitsiladis creía que el primer corredor en bajar de dos horas, y así transformar los límites de la resistencia humana, no sería una estrella actual sino que se ajustaría a cierto perfil: alguien quien hubiera crecido en un pueblo rural de África Oriental en un lugar elevado, mejorando su capacidad de trasladar oxígeno, y quien estuviese acostumbrado a horas de actividad diaria, como caminar o correr a la escuela, cargar agua o pastorear ganado. “El asunto desconocido para un maratón por debajo de dos horas es la edad”, dijo Pitsiladis, un experto en antidopaje del Comité Olímpico Internacional y profesor de deporte y ciencias del ejercicio en la University of Brighton de Inglaterra. “¿Es la edad un factor limitante?” dijo Pitsiladis.”Diecinueve, 20, 21, ¿es eso negativo? Tal vez 21 sea aun mejor que 29. Veintinueve podría ser un tipo rico; él no es tan hambriento. Uno de 17 años de edad podría ser menos miedoso, listo para correr sobre brasas, si eso le hace sentir mejor”. Así que Pitsiladis observaba de cerca a Chala Tulu. Un occidental, Pitsiladis se ha hecho sensitivo a los retos de imponer sus ideas en los corredores del este de África. Las técnicas y tradiciones de Etiopía habían producido medallistas de oro olímpicos por más de medio siglo. Y los etíopes tenían un orgullo particular y evidente, derivado en parte de nunca haber sido colonizados por europeos. Por la prueba VO2 max, Pitsiladis recibió una solicitud de aclaratoria ética de Addis Ababa University de la capital etíope, donde él es un profesor invitado. Y buscó el permiso del director, subdirector y el renombrado entrenador Setayehu Eshetu, de la escuela primaria de Bekoji. Los hombres se reunieron en una pequeña oficina donde Pitsiladis explicó su empresa, el Sub2 Project. Presentó a su experto en altitud, Zeru Bekele, un etíope, para clarificar que esto no era un asunto manejado solo por extranjeros. En esta avanzada mañana de febrero, Pitsiladis explicó que quería “producir el próximo Kenenisa”, una referencia a Kenenisa Bekele, un nativo de Bekoji quien es 11 veces campeón mundial de campo traviesa, triple medallista de oro olímpico en pista, y el dueño de las marcas mundiales de 5000 y 10000 metros. Bekele y su coterráneo etíope, Haile Gebrselassie, son ampliamente considerados los corredores de distancias largas más grandes de la historia, y Pitsiladis ha enrolado a Bekele en su proyecto, no para que rompa la barrera de las dos horas corriendo él, sino a través de entrenamientos y pruebas, para entender mejor lo que se podría necesitar. Pitsiladis habló respetuosamente de Eshetu, el entrenador, quien había descubierto a Bekele y otros campeones olímpicos, escogiendo estrellas potenciales por su tipo de cuerpo: torsos cortos y piernas largas. “Sus ojos son buenos, pero no puede ver por dentro”, le dijo Pitsiladis al director. “Mi máquina puede mirar por dentro”. Eshetu, de voz suave, consintió, al decir que daba la bienvenida al aporte de la ciencia para ayudar a mitigar el ensayo y error en el proceso de identificar atletas de alta competencia. “Es necesario”, dijo él, “así podemos estimar quienes pueden ser fructíferos”. Una carrera de lecho espinoso. El amplio éxito de sus corredores de larga distancia le ha dado a Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, la oportunidad de aparecer en el escenario mundial. Sus estrellas principales pueden hacer cientos de miles de dólares en premios en dinero y pagos por presentaciones, una fortuna en una nación donde el ingreso per capita es 550 $, de acuerdo al Banco Mundial. Aún así, la preeminencia de Etiopía ha enfrentado una rígida competencia de Kenya y, recientemente, de Mo Farah, un nativo de la vecina Somalia y ciudadano británico quien ganó los 5000 y 10000 metros en los Juegos Olímpicos de Londres, distancias una vez dominadas por Gebrselassie y Bekele. “En Etiopía, tenemos el talento, pero los que estamos haciendo es de casualidad”, dijo Gebrselassie, quien ahora está retirado. “No tenemos el entrenador correcto. No tenemos el nutricionista apropiado. No tenemos psicólogo. Ni doctor. Desde Mo Farah, empezaron a pensar en la ciencia”. Bekoji parecía el lugar ideal para que Pitsiladis empezara su búsqueda de talento. Una villa granjera en tierras altas de alrededor de 17000, casi a 9200 pies sobre el nivel del mar, es una de las capitales mundiales de las carreras de distancia, al haber producido 10 medallistas de oro olímpicos. Ante que Tulu fuera escogido para la prueba VO2 max, Pitsiladis le hizo unas preguntas. ¿En que se quería convertir? ¿Qué tan lejos viajaba para ir a la escuela? Alrededor de tres millas, dijo Tulu. Caminaba y corría a lo largo del camino principal y una senda rural que atravesaba campos de cebada y el cauce de un río. “Muy bien, muy bien”, gritó Pitsiladis mientras Tulu empezó a circular en la pista. Tulu corría de manera relajada, con paso largo y fluido. Sus talones casi golpeaban su trasero de manera similar a Bekele, cuya figura, junto a los anillos olímpicos, estaba pintada en un lado del edificio de la escuela. “Quiero ser un corredor famoso, como Kenenisa”, dijo Tulu. Particularmente intrigante para Pitsiladis era que Tulu prefería correr sin zapatos y se los había quitado para la prueba. Por más de 30 años, los investigadores habían cuantificado como afectaba el rendimiento el peso de los zapatos de correr. A menos peso en las extremidades esto se traducía en una mejor economía de carrera, lo cual significaba que se necesitaba menos oxígeno para correr a una velocidad dada. El costo aeróbico de correr se incrementa 1 porciento por tres onzas y media de peso de zapatos, lo cual podría significar un minuto en un maratón, mostró la investigación. Pitsiladis quería que su Sub2 Project experimentara con un zapato minimalista, lo cual podría consistir solo en una película que cubriese el fondo del pie. Pitsiladis pensaba que el corredor quien primero rompiera las dos horas podría ser un atleta joven y descalzo quien continuaría las carreras sin zapatos, como hizo Abebe Bikila de Etiopía a través de las calles adoquinadas de Roma al ganar el maratón olímpico en 1960. (Él ganó de nuevo en 1964, esta vez con zapatos). Pitsiladis había colaborado en un estudio de Harvard, publicado en Nature en 2010, que encontró que los corredores descalzos tendían a afincarse en la punta del pie o la mitad de este mientras los corredores calzados tendían a afincarse en sus talones. Las afincadas en punta de pie tendían a ser más suaves, evitando las ondas de gran impacto que suben por las piernas en los que afincan los talones, encontró el estudio. Por ende, los corredores descalzos, al usar la arquitectura natural del pie, podían correr cómodamente aún en las superficies más duras. “El pie descalzo es una solución rápida que podría salir mal, pero podría ser dramáticamente buena”, dijo Pitsiladis. “Si dijeras que solo te permito escoger una cosa, ¿cual sería? Porque soy arriesgado, diría, ‘Hagámoslo descalzos’”. Un trayecto dificil Relativamente se ha hecho poca investigación científica con los maratonistas más rápidos del mundo. Por una razón, África Oriental no es el mejor lugar para trabajar. El laboratorio de biomedicina de Addis Ababa University aloja cientos de miles de dólares en equipos adquiridos a través de los años, refrigeradores de temperaturas ultra bajas y máquinas sofisticadas que parecen hornos de panadería de alta tecnología, que analizan genes y sangre. Pero debido a la insuficiencia de fondos y a la falta de expertos disponibles para operar los equipos, muchos de estos estaban desconectados y cubiertos con manteles cuando Pitsiladis recorrió el laboratorio con estudiantes graduados. “Es como tener una venta e pasteles”, dijo él. “Tienes los mejores dulces del mundo, y solo puedes mirarlos”. Para su prueba en Bekoji, Pitsiladis había conseguido una bicicleta a buen precio el día anterior en un bazaar de Addis Ababa. Eventualmente, se aventuró en un callejón, donde había ropa mojada tendida, e hizo un trato. Entonces tuvo que hacer seis retiros de un cajero electrónico para rodear sus límites. Ese fue un inconveniente menor comparado con recuperar un cilindro de oxígeno, dióxido de carbono y nitrógeno de los impuestos etíopes y la autoridad aduanal. El canister, que se necesitaba para calibrar las pruebas de VO2 max, había sido embarcado desde Italia en noviembre debido a que no habían disponibles en Etiopía. Casi tres meses después, no tenía impuestos definidos. Antes de dirigirse a Bekoji, Pitsiladis y Zeru Bekele, su expert de altitude, pasaron unas cinco horas enloquecedoras liberando el cilindro de las autoridades en el Bole International Airport de Addis Ababa. Pagaron el 100 porciento del impuesto por el contenedor y un pago detrás de otro. En el último minuto, los oficiales de la aduana rechazaron entregar el canister a nadie que no fuese el agente de compras de Addis Ababa University. Bekele tardó una hora en buscar a la agente y llevarla al aeropuerto. “Vamos”, dijo Pitsiladis exasperado antes de salir para su hotel. “Esto es ridículo”. Lo ridículo se hizo irreal cuando una película de Charlie Chaplin, “The Gold Rush”, empezó a ser transmitida en un area de espera de la aduana. Finalmente, Bekele aseguró el canister y se lo llevó a Pitsiladis en su hotel. Pitsiladis lo meció como a un bebé. “Nadie en su sano juicio haría este trabajo”, dijo sonriendo. Una sociedad nada fácil. Una imprecisión del software hizo que los resultados de la prueba VO2 max de Tulu lucieran poco claros. Aún así, él no le pareció a Pitsiladis ser el candidato para romper la barrera de las dos horas. Quizás nadie en la escuela lo era. Más temprano, mientras Pitsiladis había llegado y los niños se habían reunido alrededor de su van, él había dicho con incredulidad y disgusto leve, “¡Todos usan algo en sus pies!” Pero Kenenisa Bekele había acordado para hacer el viaje con una llamada a Eshetu, su antiguo entrenador, asi que Pitsiladis procedió con la prueba. Zeru Bekele, el experto de altitud, quien no es familiar de Kenenisa, dijo que temía que mientras más escuelas fuesen construidas en el campo, los niños etíopes podrían perder algo de sus atleticismo al no tener que correr desde tan lejos a clase. “Podría ser que llegamos a Bekoji con 20 años de retraso”, dijo Pitsiladis. Estos son niños citadinos”. Quizás tendría que ir a un area más remota para encontrar la próxima estrella del maratón, más alto, a 11500 pies o a 13000 pies, donde podría vivir un prometedor adolescente descalzo. “Tal vez el próximo Abebe Bikila es alguien quien no sabe de atletismo y nunca ha oído de los Juegos Olímpicos”, dijo Pitsiladis. Él tenía más preocupaciones inmediatas. Pitsiladis necesitaba una estrella actual para darle legitimidad a sus teorías provocadoras y llamar la atención de los patrocinantes hacia el Sub2 Project, el cual estimaba costaría 30 millones de dólares. Uno de los antíguos estudiantes de doctorado de Pitsiladis, Barry Fudge, había encontrado su propio tema de voluntad de hacer ciencia en la pista con Farah, el campeón olímpico británico. “Yannis se mordería el brazo derecho hasta arrancárselo para encontrar alguien así”, dijo Fudge, el jefe de resistencia de la federación británica de pista y campo. Pitsiladis había esperado que Kenenisa Bekele sería ese atleta, pero meses de negociar con él indicaron que serios obstáculos aun podrían aparecer cuando Pitsiladis aplicara su ciencia a los corredores élite de Etiopía. Habían trabajado juntos antes, mientras Bekele ganaba los 10000 metros en los campeonatos mundiales de pista y campo de Osaka, Japón, y lograba doble oro en los 5000 y 10000 de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Aún entonces, Pitsiladis mostraba disposición para experimentar en el entrenamiento. Para simular las condiciones pegostosas del verano asiático, Pitsiladis diseñó una cámara térmica en una casa de Addis Ababa, empleando calentadores y ollas de agua hirviente mientras Bekele entrenaba en una caminadora. Bekele entonces ganó sus carreras con una zancada castigadora y ojos señoriales que parecían intimidar a los otros en su intento de liderar. “Me gusta de verdad el muchacho”, dijo Pitsiladis. “Él es el atleta más grande que hemos visto”. Bekele hiso su debut en el maratón en Paris en 2014, terminó primero y fijo una marca para la ruta en 2:05:04, el sexto debut más rápido de todos los tiempos. Pero las lesiones lo desviaron. En el maratón de Dubai del año pasado en los Emiratos Árabes Unidos, él se retiró luego de 18 millas y media, y se retiró del maratón de Londres tres meses después. En julio, Bekele llegó al laboratorio de Pitsiladis en Inglaterra con alrededor de 25 libras por encima de su peso competitivo de 123. Cojeaba cuando caminaba. Su pantorrilla derecha era casi una pulgada más pequeña que la izquierda. “Pensé que todo había terminado”, dijo Pitsiladis. “Parecía un hombre quebrado”. Las lesiones se habían acumulado. Una fractura en su tobillo. Un gemelo estirado. Tendones de Aquiles rasgados. Era como si una cuerda había sido templada, impactando la espalda, piernas y pies de Bekele, para dejar sus músculos fuera de balance. Bekele tenía 33 años. De seguro no sería el maratonista para romper las dos horas. (“Estoy muy cerca de la vejez”, dijo él). Aún, esperaba regresar, para ganar una medalla de oro en el maratón o los 10000 metros en este año olímpico en Rio de janeiro y, después, batir la marca mundial del maratón. “Tengo esa visión” dijo Bekele. Si Pitsiladis pudiera recuperar a Bekele, creía Pitsiladis, los patrocinantes verían al Sub2 Project como una inversión interesante. “El mundo entero creerá en lo que estoy haciendo”, dijo Pitsiladis. Sus palabras eran esperanzadoras, si no una apuesta segura. Los dos hombres se necesitaban pero tenían una relación complicada. Parecían opuestos en quizás todo a excepción de su determinación voluntariosa. Pitsiladis es un científico extrovertido, Bekele es una atleta orgulloso y reservado, cauteloso de la ciencia, o por lo menos reticente a cambiar el entrenamiento que le trajo tanto éxito. Así que aunque Pitsiladis y Bekele acordaron renovar su sociedad, esta estaba llena de incertidumbre operativa. Una y otra vez, Pitsiladis diría, “Estamos a cinco minutos del desastre”. Ni siquiera pudieron ponerse de acuerdo sobre cuales comidas eran buenas para los corredores. Despues de un ejercicio en septiembre, Pitsiladis hizo que Bekele detuviera su vehículo deportivo en una venta de un lado del camino en Addis Ababa y saltó para comprar bananas. Bekele mordió una y dijo, “A veces las bananas no son buenas”. Pitsiladis le dijo: “Son buenas todo el tiempo. Revitalizan los músculos”. Bekele no quería decir que le disgustaba el sabor. “Piensa que las bananas engordan”, dijo Pitsiladis. Pasos adelante (y atrás) Cuando visitó Addis Ababa en septiembre, Pitsiladis notó que Bekele había aceptado algo del programa de rehabilitación prescrito pero no to. Por primera vez, estaba trabajando regularmente con pesas y usando bolas de ejercitación para fortalecer sus músculos principales. Estuvo de acuerdo en dejar de comer tortas y a adherirse a una dieta etíope tradicional, rica en carbohidratos, de guisados y un pan aplanado llamado injera. Para finales de septiembre, Bekele se había quitado 11 libras. Pitsiladis planeó cada comida, restringiendo el consumo de calorías de Bekele a aproximadamente 1785 por día. “Justo lo suficiente para mantenerte vivo”, Pitsiladis le dijo a Bekele. Aún así, Bekele se resistió a las técnicas profesionales empleadas por los fisiterapeutas del Sub2 Project. Prefirió un masaje simple de un amigo. Él no era el único corredor etíope sensible acerca de quien trabajaba en sus piernas. “Si trato cinco o seis atletas en un día, ellos creen que no puedo ayudarlos más porque he tomado toda la mala energía de los otros atletas y eso los afectará negativamente”, dijo Jonathan Schaible, un fisioterapeuta quien trabajó con Bekele. Parte de esta desconfianza viene de las creencias de la Iglesia Ortodoxa Etíope Tewahedo, dijeron los oficiales atléticos. Las figuras religiosas conocidas como debteras son consideradas como relatores de fortuna y sanadores mágicos pero también se dice que llaman los espíritus que traen el infortunio y la enfermedad. Algunos atletas llevan amuletos protectores y esparcen agua bendita en sus bolsos de ejercicios, temiendo que los competidores pudieran echarle una brujería, dijo Zeru Bekele. A finales de septiembre, camino a entrenar en Entoto, un bosque de eucaliptos sobre Addis Ababa, Kenenisa Bekele se detuvo para orar afuera de la octagonal, brillante St. Mary’s Church. Se refería a los debteras como sacerdotes y decía que los consideraba “muy astutos”. “Si ellos quieren volver loco a alguien, pueden hacerlo”, dijo Bekele. “Si quieren matarte, te mataran indirectamente. No lo puedes ver, pero ellos envían algunos poderes, alguna maldad, hacia ti”. Este asunto ha sido de intensa discusión entre Bekele y Pitsiladis. El verano pasado, cuando Bekele fue a Inglaterra para un tratamiento, los dos se sentaron en un carro y hablaron por horas. De acuerdo a Pitsiladis, Bekele le dijo: “No necesito este tratamiento. Todo lo que necesito es que los sacerdotes me den su visto bueno”. Si eso era lo que él creía, Pitsiladis dijo que replicó, quizás Bekele debería regresar a Etiopía. Él se quedó, Pitsiladis, quien es griego ortodoxo, le dio una pintura de San Rafael, quien fue martirizado en la isla griega de Lesbos. “Yo quería demostrar que, mientras la religión puede ser importante, no se puede dejar que las personas usen la religión para manejar tu mente”, dijo Pitsiladis. “Tú tienes el control de tu destino, no esas personas que te rodean”. Cuando él se fue de Addis Ababa en septiembre, Pitsiladis parecía más animado. Bekele había aceptado la fisioterapia regular. Se estaba apegando a su dieta. A principios de noviembre, el aseguramiento tentativo se evaporó. Bekele uso un par de zapatos desconocidos en una carrera larga y se lesionó el tendón de Aquiles izquierdo. Su entrenamiento se hizo irregular. Se ponía pesas y a veces resistía la fisioterapia. Los planes para algunos métodos de entrenamiento exótico afiliados al Sub2 Project fallaron. Habría solo un intento desesperado para llevar a Bekele a la línea de salida del maratón de Londres el 24 de abril, una carrera en la cual tendría que tener un rendimiento importante para entrar al equipo de maratón olímpico de Etiopía. En enero, Bekele viajó a Munich para visitar a un doctor popular y controversial, Hans-Wilhelm Müller-Wohlfährt. Sus adeptos, incluyendo a las estrella velocista jamaicana Usain Bolt, juran por él y los laman Hans el sanador. Pero algunos científicos han cuestionado sus tratamientos no convencionales, tales como inyecciones de Actovegin, un extracto filtrado de sangre de pantorrilla, mezclado con lubricantes y antioxidantes. Travis Tygart, el jefe ejecutivo de la United States Anti-Doping Agency, una vez describió a las inyecciones de Müller-Wohlfährt a ESPN como un “Tratamiento de tipo Frankestein”. Pitsiladis acompañó a Bekele a Munich, receloso de los tratamientos. Por lo menos Müller-Wohlfährt le indicó a Bekele seguir el programa de rehabilitación que había prescrito el Sub2 Project, dijo Pitsiladis. (Müller-Wohlfährt declinó una petición de entrevista). Cuando Pitsiladis regresó a Addis Ababa en febrero, puso a Bekele en una dieta aún más estricta, de 1000 a 1500 calorías diarias. Mientras su peso declinaba, también lo hacía su dolor en su talón. Esa era la esperanza. El maratón de Londres estaba solo a 10 semanas. En marzo, Bekele se hizo introvertido, secretivo, como lo había hecho en el tope de su carrera. Declinó decirle a Pitsiladis de su régimen de entrenamiento. No le permitiría a su fisiterapeuta que lo pesara. “Le gusta hacer historia cuando nadie está viendo”, dijo Mersha Asrat, el entrenador de Bekele. Pitsiladis se exasperó más. Pero había llevado a Bekele a lograr la forma suficiente para correr el maratón de Londres. Bekele ya no era más el corredor quebrado que había sido. En un mensaje instantáneo, le dijo a Pitsiladis, “Gracias por creer en mi”. Pitsiladis replicó: “Creo en ti 100 porciento. Y tu necesitas confiar en mi 100 porciento. Entonces podemos hacerlo juntos. Una recompensa por cobrar. Eliud Kipchoge de Kenya ganó en 2:03:05, el segundo maraton más rápido de todos los tiempos. Mientras Bekele fue dejado correr solo en las millas finales, él terminó tercero en 2:06:36. El mundo de las carreras zumbó acerca de su regreso. Si era escogido por el equipo olímpico de maratón de Etiopía para los Olímpicos de Rio, esperaba ser contendor por una medalla. “Fue agradable porque regresé de la lesión”, dijo Bekele. “Nada malo”. Pitsiladis abrazó a Bekele. Quizás ahora, Bekele estaría más dispuesto a trabajar con un entrenamiento enfocado en lo científico. “Veremos”, dijo Pitsiladis. En cualquier caso, el Sub2 Project continuaría. Pitsiladis planeaba abrir un centro de entrenamiento en Kenya y esperaba reclutar a Kipchoge. El Comité Olímpico Internacional había recaudado fondos para su laboratorio para investigación de antidopaje, dijo Pitsiladis. El dinero pudo también ser usado para investigación de altitud en el Sub2 Project. Una empresa estadounidense de biotecnología también ha mostrado interés, dijo Pitsiladis. “Quiero impactar una vida”, dijo él de su deseo por romper la barrera de las dos horas. “Estás aquí una vez. Quieres hacer algo que importe. Yo quería ser atleta olímpico. No lo hice. ¿Como podías dejar una huella de que estuviste aquí? Pienso que eso es importante”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Parte 1. Hombre vs Maraton. La quijotesca inquietud de un científico para propulsar que un corredor pase la barrera de las dos horas.

Jeré Longmanmay. The New York Times. 11-05-2016. Al lado del Mar Muerto, Israel.-- Al amanecer, el cielo y el agua parecían metálicos, plata y azul, el color de la velocidad. Una señal en la Highway 90 decía. “El Lugar más Bajo de La Tierra”. Yannis Pitsiladis, científico y provocador, había venido aquí por la misma razón que los peregrinos que padecían de bronquitis y enfisema escogieron esta región de escasa altitud entre Israel y Jordania. Había venido por el oxígeno. Un cuarto de milla (400 metros) por debajo del nivel del mar en el mar Muerto, donde la presión barométrica es alta, hay alrededor de 5 porciento más oxígeno para respirar. Se ha demostrado que el aire enriquecido naturalmente incrementa la capacidad de ejercitación de los que padecen enfermedades pulmonares crónicas. ¿Tendría el mismo efecto, se pregunto Pitsiladis, en los corredores mundiales más rápidos de larga distancia? Llevaba un barómetro de mano y registraba los cambios de elevación del terreno con su Smartphone, él había llegado en una misión de revisión para un proyecto quijotesco. Quería redefinir los límites de la resistencia humana al entrenar a un hombre para correr un maratón en menos de dos horas sin usar drogas de alto rendimiento. El Sub2 Project2, como es llamado, es un intento extraordinario, para reducir en casi tres minutos el registro mundial de 2 horas, 2 minutos, 57 minutos, establecido en 2014 en el maratón de Berlin por Dennis Kimetto de Kenya. Un maratonista rompa la barrera de las dos horas terminaría más de seis-décimos de milla por delante de Kimetto, toda una eternidad en distancia de carrera. Algunos consideran imposible la meta. Muchos son sospechosos debido al despliegue del dopaje en pista y campo, y casi nadie considera alcanzable el hecho a corto plazo. De alguna manera, una meta de dos horas es tan arbitraria como la distancia del maratón: 26 millas, 385 yardas, establecida en los Juegos Olímpicos de Londres 1908, en parte para acomodar la vista de la familia real británica. Pero los números redondos le prestan claridad al logro. Correr por debajo de dos horas sin el uso de drogas vetadas sería establecer un registro que se equipararía con los cuatro minutos en la milla (1600 metros) como prueba de la fortaleza humana. Un maratón de 1:59:59 requeriría un paso de 4 minutos, 34 segundos por milla, siete segundos más rápido que el paso del registro mundial actual. Requeriría de 85 a 90 porciento de la máxima capacidad aeróbica de un corredor, dos veces la capacidad de un hombre promedio, y una tasa cardíaca sostenida de alrededor de 160 a 170 latidos por minuto. (La tasa típica en descanso es de 60 a 100 latidos por minuto). “Lo que me excita es entender los límites del rendimiento humana”, dijo Pitsiladis, 48, un experto líder de antidopaje con el Comité Olímpico Internacional y profesor de deportes y ciencias del ejercicio en University of Brighton de Inglaterra. “¿Qué puede hacer el hombre?” Pitsiladis ha volado durante la noche a Israel desde Etiopía, tomando su habitual asiento de ventana y sintiendo menos pánico en un lugar cerca del ala y con vista al motor del jet. Estaba aterrado de volar a pesar de que a menudo ha viajado más de 200 días al año. Su máscara para dormir permaneció pegada a su frente luego del despegue, su respiración se hizo más pesada y nerviosa. La única manera que me puedo montar en un avión es con una botella de vino”, dijo Pitsiladis medio en broma luego de otro vuelo. “Pienso que voy a morir en el trayecto”. En esta temprana mañana de febrero, él estaba a salvo en tierra de nuevo, manejando un carro alquilado, estimulado con café y certeza en la cara de escepticismo e indiferencia. Los patrocinantes corporativos habían rechazado comprometerse con cualquier cosa cercana a los 30 millones de dólares que Pitsiladis consideraba costaría Sub2 Project. “Los patrocinantes dicen que es muy bueno para ser verdad”, dijo él. “Como el viaje del hombre a Marte”. Esa incredulidad no lo hizo vacilar. A diferencia de muchos científicos deportivos, Pitsiladis ve valor, no riesgo, al proponer ideas provocativas, aun si ellas terminan siendo incorrectas. “La ciencia es un proceso de dudar y experimentar”, dijo Peter Weyand de Southern Methodist University en Dallas, quien es el experto en biomecánica del Sub2 Project. “Es un proceso de descarte”, dijo Weyand. “Yannis es un buen ejemplo de alguien con la voluntad de dar un salto de fe y generar una hipótesis que rete la sabiduría convencional y ejecutarla con actitud, ‘No me voy a detener ante el estancamiento potencial; no me voy a sentir como un científico fracasado’. Eso es importante. Es en parte como la ciencia avanza”. Retar el convencionalismo Con los tiempos haciéndose cada vez más rápidos, la mayoría de los científicos deportivos cree que el maratón de dos horas es más un asunto de cuando que de condicionalidad. Desde 1998, el registro mundial del maratón ha bajado en 3 minutos y 8 segundos. Michael Joyner, un investigador de la Clinica Mayo, predijo en 1991 que era posible terminar el maratón en 1:57:58. Pero numerosos expertos predijeron que las dos horas no serían alcanzadas hasta 2028 o 2035 o quizás 2041. Pitsiladis consideró extremadamente conservadores esos pronósticos. Empezó su Sub2 Project a finales de 2014 con una pagina web, recaudación de fondos y reclutamiento de científicos. Creía que su meta podía lograrse a finales de 2019, años antes de lo que comunmente se pensaba posible. Su consorcio de científicos usaría los últimos conocimientos, y desarrollaría adelantos vanguardistas, en nutrición, biomecánica, genética, eficiencia para correr, entrenamiento, estrategia de carrera y medicina deportiva para hacer el maratón por debajo de las dos horas. Las ganancias incrementales, creían los científicos, podían sumarse para llegar al logro. Y quizás nueva tecnología y conocimientos emergerían para ampliar los beneficios, como cuando el hombre aspiraba llegar a la luna. Los expertos del Sub2 usarían data para confrontar hábitos, tradición, consenso. Ellos diseñarían programas de entrenamiento para individuos, empleando la ciencia para ayudar a los corredores de Etiopía y Kenya y otros lugares quienes habían tenido actuaciones fantásticas usando poco la ciencia. Ellos retarían todo lo que las personas pensaban que sabían acerca de las carreras de larga distancia, como entrenar y hasta si usar zapatos. “No sabemos nada acerca de la ciencia del entrenamiento”, dijo Pitsiladis. “Digo de verdad que nada. Cuando digo eso, las personas se molestan mucho”. “Cantidades de energía” fue la forma como los científicos describieron a Pitsiladis. Es joven, bien parecido, extrovertido, visto como encantador por quienes lo apoyan y arrogante por algunos detractores. Se viste casualmente, con jeans y ropa ajustada de correr, y a veces se dispersa cuando hace malabares con proyectos académicos. Tiene un sentido de los dramático y frenético. Sus palabras se disparan con urgencia. Las ideas burbujean como en una clase de química de volcanes. En una charla de TEDx en Chipre en noviembre, acerca del futuro, Pitsiladis flanqueaba a un diseñador de Londres, Ryan Genz, quien se especializa en tecnología de ropa. Genz había hecho un traje que aceptaba tarjetas SIM y permitía a los usuarios hacer y recibir llamadas, así como un traje que podía mostrar mensajes de Twitter. Pitsiladis dijo que quería desarrollar ropa inteligente para corredores que suministrara información en tiempo real: composición del sudor, ritmo cardíaco, tasa de respiración, temperatura corporal. Esta data podía mostrarse en pantallas de televisión como si los corredores fuesen autos de carrera Formula Uno. Quizás nanotecnología incrustada en la ropa podía enfriar o calentar el cuerpo si fuese necesario. “Queremos llevar la carrera a la sala y hacer que las ropas contribuyan a los resultados que conseguimos”, dijo Pisiladis. Sobre todo, la investigación de Pitsiladis busca explorar y posiblemente conseguir reconocimiento del mundo de los corredores. Muchos maratonistas de élite, de hecho, corren alrededor de 120 millas semanales como entrenamiento. Pero había poca ciencia para sustentar ese régimen, dijo Pisiladis. Quizás 75 millas semanales funcionarían igual para muchos corredores, o tal vez cualquier entrenamiento razonable lo haría. Un método de entrenamiento popular es conocido como “vivir en lo alto, entrenar en lo bajo”. Al vivir en un lugar elevado, los atletas estimulan la producción de glóbulos rojos para compensar los niveles bajos de oxígeno en el aire. Al entrenar en o cerca del nivel del mar, son capaces de mantener la intensidad de sus ejercicios porque hay más oxígeno disponible. Vivir en lo alto, entrenar en lo bajo está respaldado por alguna evidencia. Pero Pitsiladis no está convencido completamente de su eficacia, al decir, “Apostaría que eso está errado y que es mejor vivir en lo alto y entrenar en sitios más altos”, como a menudo lo hacían quizás dos de los corredores de largas distancias de la historia, Haile Gebrselassie y Kenenisa Bekele de Etiopía. “Puede que eso no funcione, pero intentémoslo a ver que pasa”, añadió Pitsiladis. Pitsiladis quería explorar entrenando a varias altitudes, desde el enriquecido en oxígeno Mar Muerto hasta 5.500 pies, hasta 11.500 pies, o hasta 13.000 pies. Él podría suministrar oxígeno suplementario durante el entrenamiento si fuese necesario. Quizás el cuerpo sería estimulado a producir aún más glóbulos rojos en lugares más elevados. Y el cerebro podría adaptarse a esos enervantes e hipóxicos ejercicios, produciendo resultados de carrera más rápidos al nivel del mar. “Es casi el equivalente a correr con pesas en los pies y entonces cuando las quitas sientes que vuelas”, dijo Pitsiladis. Como estudiante de doctorado, Pitsiladis experimentó dándole a los corredores un vaso de crema batida como comida pre-carrera. La idea era usar la grasa para ayudar a retardar el consumo de carbohidratos, la mayor fuente de combustible del cuerpo durante el ejercicio de al intensidad. Pero Pitsiladis había llegado a creer que el maratón de dos horas podría ser logrado mejor bombardeando el sistema con glucosa. De hecho, Owen Anderson, un consultor de Sub2 Project quién entrenó correcaminos kenyanos élite en Michigan, le daba a sus atletas de 8 a 10 onzas de una bebida deportiva antes de la carrera para acostumbrarse a una sensación de inflación. (Beben más durante la competencia). Para acostumbrarse a una sensación incómoda en el estómago, los corredores algunas veces practicaron comiendo ugali, una crucífera keniana, o col antes de entrenar. “Mis corredores pueden comer una cena de Sichuan china antes de correr”, dijo Anderson en broma. Contra las convenciones, Pitsiladis teorizó que la segunda mitad de un maratón de dos horas sería corrida más rápida, no más lenta, que la primera mitad. A medida que los corredores queman combustible y se hacen más livianos durante una carrera, dijo él, deberían hacerse más económicos, necesitar menos oxígeno para mantener una cierta velocidad. Cuando los corredores bebían, Pistsiladis creía, que podían ganar segundos preciosos al exprimir fluido dese una bolsa en vez de abrir una botella, como hacen los corredores de élite en el trayecto. Y quizás, dijo él, necesitaban beber menos o nada en la segunda mitad de un maratón de dos horas. En lugar de eso, podrían enjuagar sus bocas con una solución de carbohidratos y escupirla. La investigación ha mostrado que el cerebro podía ser engañado para hacerle creer que venían más carbohidratos en camino, induciendo a los músculos a trabajar más duro. Pitsiladis y sus colegas del Sub2 también querían explorar preguntas básicas. ¿Cuál es la forma óptima para correr? Se sabía mucho de la biomecánica de la velocidad, pero poco acerca de la carrera de distancia larga. Los maratonistas corren con ritmos más variables que los velocistas, dijo Weyand, el biomecánico, pero probablemente hay un patrón ideal para minimizar los costos energéticos y reducir o retardar la fatiga. Identificando la mejor manera de correr. Muchos de los mejores maratonistas usan de 10 a 20 porciento menos energía que otros corredores entrenados. Cómo ellos corren tan económicamente, está siendo examinado en la búsqueda del maratón de menos de dos horas. “No pienso que el prospecto de reducir un minuto para una élite masculina sea irracional con una forma de intervención, basada en lo que sabemos ahora, dijo Weyand. “Y podría ser más”. Encontrarse con el escepticismo. Aún algunos de los corredores más grandes, sin embargo, dudaban que un maratón de dos horas fuera posible. ¿Podía el cuerpo tener suficiente combustible de carbohidratos para correr tan lejos, tan rápido? ¿Reduciría el cerebro la velocidad de las piernas por auto-preservación? “No puedo decir que eso sea posible”, dijo Bekele, la estrella etíope, triple campeón olímpico de pista a quién Pitsiladis enlistó para el Sub2 Project con la esperanza, en que los ajustes y arranques del corredor, podían servir un día para probar algunas de sus teorías con él. “Para mi eso es imposible, tal vez”, dijo Bekele. “Nunca se sabe. Tal vez en 10 años hay algo diferente. Tal vez alguien crea una nueva tecnología”. Los escándalos de dopaje también han convertido al mendo de las carreras en un lugar mucho más cínico de lo que era en 1954 cuando Roger Bannister de Inglaterra rompió la barrera de los cuatro minutos en la milla. Cuarenta kenyanos han resultado positivos para sustancias vetadas en años recientes. Etiopía también ha sido afectada por el dopaje, y Rusia ha sido suspendida de las competiciones internacionales de pista y campo, lo cual podría extenderse hasta los Juegos Olímpicos de Rio de janeiro en 2016. Lamine Diack de Senegal, un antíguo presidente del cuerpo gobernante de pista, está acusado de haber recibido más de 1 millón de dólares en sobornos para disimular las pruebas positivas de drogas de los atletas rusos. Permanece bajo investigación de las autoridades francesas. “No creo que deberíamos estar apurando el paso” para alcanzar el maratón de dos horas, dijo Mary Wittenberg, una antigua directora de de carrera del maratón de la ciudad de Nueva York y una voz influyente en las carreras internacionales de larga distancia. “Pienso, que en un período de la historia de este deporte donde el dopaje se ha convertido en una preocupación real, deberíamos hacer algo para regresar a las carreras y la competencia y no a los hechos sobrehumanos”, dijo Wittenberg. “Se pone mucho incentivo con el dinero y la gloria. Pienso que eso puede aumentar el riesgo de que alguien pudiese hacer trampa”. Ross Tucker, un fisiólogo de ejercicios de Sur África quien ha estudiado corredores de élite, escribió quizás los comentarios más ácidos a los objetivos del Sub2 Project. Tucker dijo que Pitsiladis y su equipo han hecho promesas exageradas de lo que la ciencia podría lograr al tratar de producir un descenso del 2.4 porciento del tiempo más rápido del maratón para 2019. Los africanos orientales ya reciben entrenamiento y consejos científicos de primera línea y tienen décadas de experiencia y grandes incentivos económicos para inspirar sus actuaciones, escribió Tucker en SportsScientists.com cuando empezó el Sub2 Project. Estos corredores, escribió él, “se rien de los occidentales por sus monitores de ritmo cardíaco y controles porque ellos ya entienden muy bien sus cuerpos”. A menos que una nueva generación completa de corredores sea descubierta, escribió Tucker, solo la tecnología irrestricta, como el dopaje o resortes en los zapatos, produciría un maratón de dos horas en el marco de tiempo de Pitsiladis. “Esto es relaciones públicas, un asunto de mercadeo, tiene que ver con la traducción de la ciencia y su ‘venta’ al mundo deportivo”, escribió Tucker. “Pienso que esto no es de ayuda”. Otros se han preguntado si los grandes avances científicos son necesarios para generar un maratón sorprendente. Andy Jones, un miembro del consorcio Sub2, dijo que las dos horas podrían estar al alcance hoy al reunir un grupo de los mejores maratonistas mundiales, pagándoles comisiones por presentación y bonos por los tiempos, y mejorando las búsquedas para reducir el roce aerodinámico. “Pienso que probablemente el talento está ahí”, dijo Jones, un psicólogo de la University of Exeter en Inglaterra. “No pienso que necesariamente cambiemos el entrenamiento de alguien. Pienso que la mejor opción es reunirlos en las mejores condiciones posibles, para trabajar juntos, y tener el paquete de inversión apropiado para que eso ocurra”. Pitsiladis llamó a Tucker “profesor de pupitres” y sintió que él podía levantar sospechas acerca de uso de drogas. El número de atletas que usa sustancias vetadas en los niveles más altos de la carrera de maratón es probablemente “muy alto”, concedió Pitsiladis. Pero si alguien podía contribuir para restringir el dopaje, era él. Pitsiladis es miembro de la comisión médica y científica del Comité Olímpico Internacional. Y está al frente de crear la próxima generación de pruebas de drogas para el mejorador sanguíneo conocido como EPO para detectar su conexión con la huella digital de los genes. Todos los corredores quienes participan en el Sub2 Project deben someterse a un régimen expandido de pruebas sanguíneas y de orina, realizadas independientemente. “Quiero vencer a los que están en drogas”, dijo Pitsiladis, agregando: “Quiero decir, en un sentido, si, se han tomado drogas, pero no mis atletas, y he enfrentado la barrera de las dos horas sin ellas. Eso rompe el argumento ‘Voy a usar drogas porque funcionan más que la ciencia’”. Comenzando una Aventura. El Sub2 Project no es el primer viaje de Pitsiladis a la incertidumbre y lo desconocido. Es un aventurero en una familia de aventureros. Luego de la segunda guerra mundial, su padre, Tony, salió de Grecia a los 11 años de edad, navegó con extraños a una vida nueva en Australia. El Pitsiladis mayor luego le contaba a su hijo historias exóticas: al trabajar como extra en la película apocalíptica de 1959 “On the Beach”, protagonizada por Gregory Peck; al negociar para conseguir un puesto en la tribuna VIP en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956. La vida de Yannis Pitsiladis ha sido patética, evidente en su ancestro griego, su acento surafricano, sus títulos avanzados obtenidos en Escocia e Inglaterra. Se rompió la barbilla cuando era adolescente mientras se lanzó de cabeza por una pelota en un intento por convertirse en voleibolista de calibre olímpico para Grecia. Si no tuvo los genes para el voleibol, bromeaba, tendría el ADN de la perseverancia. “Le digo todo el tiempo, ‘Baja la intensidad, un día te vas a caer’”, dijo Jos Hermens, un holandés olímpico en 1976 y dirigente de muchos corredores de la élite mundial, quien ayuda a financiar el Sub2 Project. En los pasados 16 años, Pitsiladis ha viajado desde Jamaica hasta Africa Oriental para coleccionar muestras de ADN de cerca de 1000 campeones olímpicos y mundiales y otras estrellas de varios deportes. Cree en la primacía de los genes para influenciar la habilidad atlética. “Escoge bien a tus padres”, le gusta decir en sus charlas. Pero también considera que la dominancia de los kenyanos y etíopes en las carreras de larga distancia en buena parte se debe a factores culturales y socioeconómicos. En otras palabras, dijo él, los genes necesitan el ambiente apropiado para manifestarse. En su charla de TEDx en Chipre, Pitsiladis describió un estudio suyo que encontró que los niños kenyanos realizaban 170 minutos de actividad moderada a vigorosa durante el día, comparados con los 20 a 40 minutos de los europeos. “La vida era un tipo de deporte” para los etíopes y kenyanos, dijo Pitsiladis, mientras ellos caminaban y corrían largas distancias en un estilo de vida pastoral. Con un aporte de 500.000 dólares del gobierno japonés, el consorcio Sub2 planea empezar a secuenciar los genomas de todos los campeones cuyos ADN Pitsiladis ha coleccionado. “El escenario ideal es que la mayoría de ellos, o todos ellos, tuviera un número de genes variables que son muy raros en la población”, dijo Pitsiladis, agregando: “Sabemos que los genes son importantes. Solo que no sabemos cuales son los importantes”. Él quiere empezar a desarrollar regímenes individualizados de entrenamiento, basado no solo en como se sintió un corredor un día particular sino en la respuesta de sus biomarcadores. ¿Cuáles genes se activaban y desactivaban cuando se alcanzaba el nivel de intensidad de ejercicio conocido como umbral de lactato? ¿Cuáles genes indicaban la producción de glóbulos rojos o titilaban como luz roja en un cruce de vía férrea, señalando deshidratación y daño muscular? “Podríamos decir, ‘Cuando el entrenamiento se desarrolla bien, los biomarcadores están en esta zona, así que dejémosle relajarse’”, dijo Pitsiladis. “O cuando se desvían de esta, podría ocurrir daño, así que mantengámosle retrasado o no lo llevemos a la carrera. Nadie está haciendo eso”. Relativamente hay poco financiamiento para la ciencia deportiva, especialmente si se compara con la investigación biomédica. Pitsiladis a veces a puesto dinero de su bolsillo para financiar sus proyectos. En una ocasión, su investigación de genética fue patrocinada por un restaurant indio de Glasgow. El costo personal fue alto también. Fue consumido por el trabajo. Su matrimonio entró en crisis. Se divorció. Él asumió la culpa. “Imagina a tu esposa si rehipotecas la casa para pagar tus proyectos de trabajo”, dijo Pitsiladis. “Pienso que te mandará a la porra”. Pero su antigua esposa, Mariny Kapsali, y sus dos hijos adolescents regresaron recientemente con él y apoyan su Sub2 Project. “Me temo que Yannis pone la barra muy alta”, dijo Kapsali de 48 años, una investigadora farmacológica. “Pero no, no significa no para él. Si hay un problema, él no se detendrá hasta resolverlo”. Buscando un lugar. El Mar Muerto mantuvo un potencial intrigante como lugar para entrenar y correr. La Highway 90 del lado israelí es mayoritariamente plana. También lo son los islotes que cruzan el mar. Los momentos mas refrescantes del dia en enero y febrero están cerca de lo que Pitsiladis estimó que sería la temperatura ideal de carrera, aproximadamente de 46 a 48 ºF, de esa manera los corredores no gastarían energía para enfriar sus cuerpos. “Es un poco más caliente de lo que queremos”, dijo Pitsiladis, “pero el beneficio del oxigeno agregado al estar debajo del nivel del mar podría darnos una ventaja”. Los hombres sanos promedio, junto a los corredores y ciclistas bien entrenados, han mejorado sus actuaciones cuando les proveen un aire enriquecido con oxígeno en un laboratorio. Pero nadie ha hecho estudios de campo con los maratonistas más rápidos del mundo, dijo Pitsiladis. Él especuló que los principales kenyanos y etíopes, quienes dominan el maratón, podrían beneficiarse doblemente en el Mar Muerto. Ellos tienen una mayor capacidad para trasladar oxigeno por vivir y entrenar en lugares altos, y tendrían más oxígeno para respirar debajo del nivel del mar. Podrían estirar los músculos de una manera que no sería posible en lugares altos y presumiblemente serían capaces de correr más rápido al percibir menos esfuerzo. Los corredores también podrían corregir una condición observada en algunos atletas de alto entrenamiento conocida como hipoxemia arterial inducida por el entrenamiento. Los maratonistas élite tienen un ritmo cardíaco tan vasto, son capaces de circular su sangre de siete a ocho veces por minuto a través de los pulmones, dijo Pitsiladis, que mientras corren a altas velocidades en o cerca del nivel del mar, algunos han experimentado un descenso de la saturación de oxígeno en sus glóbulos rojos. “No todos los corredores élite tienen eso”, dijo Pitsiladis, “pero algunos si. Típicamente son los mejores”. Comparó la hipoxemia con un bus viajando tan rápido que los pasajeros no tenían tiempo de subir a bordo y ocupar los asientos. “Este lugar puede ayudar a corregir eso”, dijo él., “porque hay más oxígeno disponible”. Sobre el mar en este paisaje bíblico, las montañas al final del desierto de Judea se teñían de rojo y luego se hacían tan amarillas como leones. Pitsiladis hablaba con excitación. Tendría que llevar atletas élite allí y conducir los experimentos apropiados, por supuesto. Estaba animado por la posibilidad. “Podemos venir y hacer entrenamientos y carreras en un ambiente como este, este es probablemente el mejor lugar del planeta para hacerlo.”, dijo Pitsiladis. La temperatura de invierno pudiera ser la apropiada, “y hay más oxígeno que en cualquier otro lugar, y el terreno es plano”, añadió él. “¿Qué más quieres?” Al atardecer en el Mar Muerto, el cielo toma las tonalidades azul y naranja de una llama de gasolina. Los maratonistas están acostumbrados a correr en la mañana. Pero alguna investigación sugirió que los atletas podrían tener un rendimiento ligeramente mejor al final de la tarde, cuando la temperatura corporal y los niveles hormonales llegan a un punto máximo, los músculos se hacen más flexibles y la función pulmonar también está en su tope. Pitsiladis tuvo una misión final en su viaje de búsqueda: una carrera de cinco o seis millas a lo largo de los islotes que hay en el mar, bordeando grandes pozos donde fueron extraídos minerales. El viento podría ser fuerte en este area, al cruzar la Highway 90 desde el desierto. Un intento para establecer una marca para la distancia en la media maratón 2007 Dead Sea fue afectado por el viento. Quizás sería más calmado en el agua. Tal vez sería el lugar para correr una carrera. El viento persistió este día de febrero, y pequeños riscos de sal en los caminos hacían un poco complicado encontrar el paso. Pero los riscos podían ser solventados, dijo Pitsiladis. Quizás algunas pantallas podían aplacar el viento. Si los mejores corredores se reuniesen aquí para tratar de bajar de las dos horas, no tendrían un tiempo de salida estricto, como ocurre en los maratones de las grandes ciudades. La carrera podría ser pospuesta por un día o dos hasta que las condiciones se acercaran a las ideales. El Mar Muerto podría también ser un lugar para experimentar más con la tecnología satelital, la cual Pitsiladis había probado en el maratón de Dubai en los Emiratos Árabes Unidos, al medir la temperatura del suelo en cada sección del trayecto en tiempo real. Recientemente, él obtuvo 30 termómetros pequeños que los corredores podían tragar para registrar sus temperaturas a través de la carrera. “Quiero ser capaz de relacionar la temperatura del suelo con la temperatura corporal”, dijo Pitsiladis. “Que efecto tiene eso?” Se le podría pasar información al corredor, dijo él, quizás de alguien quien pasara en una motocicleta y pudiese alertar, “Al doblar la esquina, es más fresco, aprieta más”, o “Es más caliente, baja el paso”. Todas estas ideas son especulativas. Pero hablan de la tendencia de Pitsiladis hacia la innovación y su rechazo a rendirse ante la ortodoxia. “Yannis es muy bueno cuestionando la sabiduría común”, dijo Barry Fudge, un antíguo estudiante de doctorado suyo quién es el jefe de tolerancia de la federación británica de pista y campo. “En esta coyuntura, la mayoría de las personas diría, ‘No, no, no, tienes que estar loco’. Bien, Yannis es lo suficientemente loco para hacerlo”. Traducción: Alfonso L. Tusa C. 20-05-2016.

martes, 17 de mayo de 2016

50 años después de la revolución cultural, un hijo espera respuestas acerca de la muerte de su padre.

Chris Buckley. The New York Times. 14-05-2016. Beijing—Cincuenta años después que su padre fuese asesinado, Chen Shuxiang aún se pregunta que le ocurrió a su cuerpo ensangrentado. Él guarda una nota arrugada desde entonces que le permitiría buscar entre los destrozos de la revolución cultural y pagarle a los estudiantes fanáticos quienes golpearon a su padre hasta matarlo para que lo cremaran. Nunca encontró el cuerpo de su padre. Desde entonces, ha esperado las respuestas, y esperaba que los estudiantes quienes mataron a su padre se arrepintieran, al envejecer y decir que lo lamentaban. Ninguno lo ha hecho. Mr. Chen todavía espera por una consideración franca del legado de la revolución cultural de Mao, y también China. “Justo antes que él muriera, a mi padre ni siquiera se le permitió un sorbo de agua”, dijo Mr. Chen, 72, un maestro retirado quien vive al noroeste de Beijing, a una caminata de pocos minutos de donde vivió su padre. “Es algo de lo que no me gusta pensar ni siquiera ahora, pero me gustaría saber de los que hicieron esto”. “¿Por qué se lo llevaron? ¿Dónde terminaron sus cenizas? Medio siglo despues que Mao Zedong comenzara la revolución cultural, su ruta tumultuosa de enlistar a los chinos ordinarios para purgar al país de enemigos ideológicos, muchos de los que vivieron esa época creen que su legado aún aterra a su país. Desde su inició oficial el 16 de mayo de 1966, hasta que terminó con la muerte de Mao en 1976, quizás un millón o más de personas fueron asesinadas, decenas de millones fueron perseguidas, la economía se estancó, y miles de monumentos históricos y culturales fueron destruidos. El partido comunista condenó oficialmente el movimiento en 1981, declarándolo “responsable del atraso más severo y las pérdidas más pesadas” sufrido por la república del pueblo desde su fundación en 1949. Pero China tiene aún que enfrentar de lleno esa época. El partido últimamente se ha hecho más hostil a la hora de analizar a Mao, al no mostrar voluntad para responder preguntas intrigantes acerca del poder desaforado que ostentaron Mao y su partido, o devastar las memorias de una época cuando los perpetradores a menudo se convertían en víctimas. La supresión de la memoria ha bloqueado que el episodio se ventile, y la consiguiente asignación de culpabilidad, muchos quienes lo resistieron creen que eso ayudaría a que el país avance. Los historiadores de China a menudo no pueden publicar sus investigaciones acerca de la revolución cultural. Los libros de texto se saltan ese período. Muchas personas jóvenes no tienen idea de que sus escuelas fueron una vez campos de batalla para los estudiantes militantes, conocidos como los guardias rojos. Este año, el gobierno no ha celebrado ningún memorial por el aniversario y ha desautorizado el luto público. “El partido comunista mantiene el poder, y esto es una marca oscura contra si”, dijo Chen Bing, un estudiante para el momento en la escuela donde el padre de Mr. Chen fue asesinado. “Si eso se publicita mucho, es como dañar su propia reputación”. Muchos sobrevivientes, los antíguos guardias rojos e historiadores dijeron que la reticencia oficial había permitido una nostalgia peligrosa por la época de Mao. Ellos no ven el riesgo de una repetición a escala completa de la revolución cultural. El Presidente Xi Jinping no tiene el apetito de Mao por la prepotencia, y la sociedad china es de lejos menos rígida y aislada ahora. Pero muchos dijeron que temían por un retorno a la táctica política dura, el fanatismo ideológico y los pronunciamientos absolutistas que alimentaron la furia de los guardias rojos, las tropas políticas juveniles de choque de Mao. Sus miedos han crecido bajo Mr. Xi. La familia del presidente sufrió mucho durante la revolución cultural. Su padre fue purgado por Mao y perseguido por los guardias rojos, y Mr. Xi se movía alrededor de la ciudad mientras el conflicto consumía la ciudad. Pero en un giro que los historiadores aún intentan descifrar, como político adulto Mr. Xi ha reverenciado públicamente a Mao. Y desde que asumió el poder en 2012, los críticos han detectado trazas de Mao mientras ha apretado sobre la disidencia y amasado un poder formidable. “Si los fantasmas de la revolución cultural no son dispersados y se les permite crecer, nos deslizaremos hacia otra revolución cultural”, dijo Bu Weihua, un antiguo guardia rojo quien asistió a la escuela secundaria donde Mr. Chen fue estudiante y luego maestro. Mr. Bu se convirtió en uno de los historiadores de la época más respetados de China. “Más restos de la retórica de la revolución cultural, métodos y doctrinas, flotarán”. Para muchos, las recientes denuncias de partido comunista de un desarrollista de bienes raíces quien acosaba a Mr. Xi fueron reminiscentes de las purgas de la revol.ución cultural. Otros han criticado una reciente actuación para elogiar a Mao en el gran salón del pueblo como señal de disturbio. Las personas que no experimentaron la revolución cultural saben solo que muchos oficiales fueron perseguidos, pero no saben que el número de personas ordinarias quienes sufrieron fueron 10 veces, 100 veces más”, dijo Yan Jisheng, un historiador chino quien ha estado bajo la presión oficial por sus estudios críticos de la era maoísta, en un discurso reciente en Beijing. “Desafortunadamente, hoy en día hay algunas personas haciendo de todo desde el poder para cubrir los maquillar los errores de la historia”. La revolución cultural fue la campaña de Mao para purgar a los enemigos internos quienes, dijo él, habían sido seducidos por el capitalismo y los compromisos “revisionistas” de la Unión Soviética. Los estudiantes conformaron grupos de la guardia roja para fortalecer la voluntad de Mao, él les dio su bendición, y el tumulto se incrementó, especialmente en las escuelas, donde los estudiantes condenaron maestros y oficiales. Antes de retirarse, Mr. Chen fue instructor en la prestigiosa Tsinghua University High School, el lugar de nacimiento del primer grupo de guardias rojos. Pero aún cuando los estudiantes pasaron desde los discursos contra los maestros a la humillación física, con sombreros de brujas y desfiles, a las golpizas, Mr. Chen pensó que su familia estaba a salvo. Fechas Clave 1966 Temiendo que sus enemigos internos buscaran subvertir su revolución, Mao empieza la revolución cultural. Los estudiantes forman los grupos de guardias rojos para fortalecer su régimen. Los ataques se multiplican sobre los disidentes de Mao. 1967 Oficiales radicales y guardias rojos atacan a los líderes. Muchos líderes caidos son perseguidos y torturados. Los enfrentamientos por la dirección de la revolución cultural se profundizan. Mao trata de controlar a través de sus guardias rojos más radicales. 1968 Las autoridades empiezan a enviar millones de jóvenes urbanos al campo. El partido comunista expulsa al antiguo Presidente Liu Shaoqi, y este muere el año siguiente luego de un trato brutal. Una campaña para “limpiar las clases de rango” cobra muchas vidas. 1969 Marshal Lin Biao es declarado aparente heredero de Mao. Lin Biao muere en un accidente aereo en 1971 luego de un altercado con Mao. 1972 El Presidente Richard Nixon visita China. El Premier Zhou Enlai supervise los esfuerzos por restaurar la economía. Los años siguientes, los líderes expulsados regresan a sus oficinas. Pero Mao sigue protegiendo a sus aliados izquierdistas. 1976 El Premier Zhou muere en enero, seguido por Mao en septiembre. Poco después que Mao muere, su heredero Hua Guofeng y otros oficiales determinan el arresto de los principales aliados radicales de Mao, el Grupo de los Cuatro. Su padre era de clase trabajadora, un operador de calderas de educación rudimentaria cuyo padre había hecho el mismo trabajo. Su madre lavaba ropa para conseguir ingresos extra. Mr. Chen, el mayor de siete hijos, se había resignado a no entrar a la Universidad para ayudar a mantener a sus hermanos. Consiguió trabajo como instructor en la misma escuela secundaria donde había estudiado. Pero la noche del 27 de agosto de 1966, mientras doblaba la esquina de la casa de su familia, vio más de una docena de jóvenes con uniformes verdes y cintas rojas en los brazos, el uniforme de los guardias rojos, dijo Mr. Chen. Un vecino vio a Mr. Chen y lo saludó a la distancia. Cuando regresó esa noche, la casa estaba hecha un desastre. Sus hermanos y hermanas gritaban; los alimentos que su madre preparaba para la cena fueron estrellados contra las paredes y el piso; sus padres habían desaparecido. La mañana siguiente, su madre, Liu Wancai, regresó a casa, apenas podía hablar, sus ropas estaban desgarradas, su rostro ensangrentado. “¿Y papá?” preguntó Mr. Chen, de acuerdo a sus memorias privadas publicadas. “Fue asesinado”, dijo su madre. “Es verdad. Murió a mi lado”. Ms. Liu y su esposo fueron arrestados por los guardias rojos, y él fue acusado de ser un “enemigo de clase”, le dijo ella a Mr. Chen. La famila paterna de Mr. Chen alguna vez había sido dueña de un terreno de tres acres, suficiente para etiquetar al padre como terrateniente, anatema de la revolución. La turba de adolescentes metió a la pareja en la parte trasera de un camión y los llevó a una escuela donde fueron torturados al estilo militar, con correas de cuero, la herramienta favorita de los guardias rojos; una cuerda de saltar convertida en látigo; y zapatos con clavos sobresalientes, dijo Ms. Liu. La turba luego llevó a la pareja a otra escuela donde continuaron las torturas, incluyendo tubos de hierro. El padre, Chen Yanrong, 37, insistía en que la etiqueta de terrateniente estaba equivocada; su familia hacía tiempo había abandonado la propiedad. Peron en aquel entonces, dicho el Mr. Chen joven, “mientras más negabas algo, más te torturaban”. Mientras yacía sobre su sangre, Chen Tanrong suplicaba por agua. Los estudiantes dijeron no, y él dejó de respirar poco después. “Hubo algo de azar sobre quienes fueron torturados”, dijo Guobin Yang, un profesor de la University of Pennsylvania y autor del estudio nuevo, “The Red Guard Generation and Political Activism in China”. “La cosa más importante era en verdad mostrar que nosotros, la organización, éramos los verdaderos revolucionarios”. De acuerdo a posteriores cifras oficiales, 1722 personas fueron asesinadas en el tumulto que atravesó Beijing en agosto de 1966. Hubo probablemente más, incluyendo suicidios y personas asesinadas luego de ser expulsadas de la ciudad. Los guardias rojos que se llevaron a los padres de Mr. Chen venían de una de las principales escuelas de la ciudad, Peking University High School, de acuerdo a su madre como a posteriores documentos oficiales. Ellos estaban entre las primeras oleadas de guardias rojos, quienes eran usualmente el resultado de los partidos oficiales. Luego Mao la emprendió contra su propia élite política, y cuando la primera oleada cayó en desgracia, se dio lugar a las facciones “rebeldes” de guardias rojos que libraron sangrientas batallas contra otras facciones de guardias rojos. El día siguiente de que su padre fuese asesinado, Mr. Chen pidió a los guardias rojos de su escuela que escribiesen una nota que le permitiera ir a Peking University High School para pagarle a los guardias rojos de allí por la cremación. Pero en la puerta de la escuela, él oyó a las personas decir que durante la noche habían ocurrido muchas torturas y que habían sacado dos cadáveres. Asustado, Mr. Chen se fue sin entrar a ver el cuerpo de su padre. Aún tiene la nota, pegada en la parte trasera de un portarretratos. Su madre falleció en 2011, y nunca fue capaz de identificar a sus torturadores. La familia dejó un espacio en su tumba para los restos de su esposo, si alguna vez son encontrados. Luego de la muerte de Mao en 1976, la familia recibió 2500 renminbi, equivalente a alrededor de 380 $ a la tasa de cambio actual pero una suma más generosa en aquel entonces, en compensación por la muerte del padre. Peking University High School tambien le entregó a la familia una declaración reconociendo que los guardias rojos de esa escuela, quienes se llamaban Grupo de Combate Bandera Roja, habían matado al padre. Pero nadie nunca ha salido a asumir responsabilidad por la muerte, dijo Mr. Chen. Peng Xiaomeng, una antígua líder del grupo Bandera Roja quien ahora esta en sus sesenta avanzados, ha trabajado con un nombre diferente como editora de una revista de políticas económicas de Beijing. Contactada por teléfono, ella preció sorprendida de que le preguntaran por eventos de hacía 50 años pero dijo que no recordaba el episodio. “De verdad no sé si fue el grupo Bandera Roja”, dijo ella. “No tengo más que decir”. Mr. Chen mantiene los recuerdos de su madre, los cuales fueron corroborados por documentos oficiales. “Aún hoy, estas personas son todas así, todas evaden su responsabilidad”, dijo él, con su voz entrecortada. “Ellos dicen: ‘Yo no estaba en la escuela. Yo no estaba en la concentración. Yo no sabía’”. “Después de 50 años”, dijo él, “ellos no han conseguido que alguien los entienda”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.