lunes, 7 de diciembre de 2015

Detalles ocultos por mucho tiempo revelan la crueldad de los atacantes en Munich 1972.

Sam Borden. The New York Times. 01-12-2015. En septiembre de 1992, dos viudas israelíes fueron a la casa de su abogado. Cuando las mujeres llegaron, el abogado les dijo que había recibido algunas fotografías durante su reciente viaje a Munich pero creía que ellas no deberían verlas. Cuando ellas insistieron, él les pidió que lo dejaran llamar a un doctor para que estuviese presente cuando las vieran. Ilana Romano y Ankie Spitzer, cuyos esposos estaban entre los atletas israelíes tomados como rehenes y asesinados por terroristas palestinos en los Juegos Olímpicos de Munich, rechazaron la petición. Ellas vieron las fotos que por décadas les dijeron que no existían, y entonces acordaron no hablar de ellas en público. El ataque a la Villa Olímpica permanece como uno de los episodios más horribles del deporte. Los ocho terroristas, representaban un brazo de la Organización de Liberación Palestina, irrumpieron en los apartamentos donde estaban alojados los atletas israelíes antes del amanecer del 5 de septiembre de 1972. Eso empezó una pesadilla internacional que duró más de 20 horas y terminó con un desastroso fallido intento de rescate. El tratamiento de los rehenes ha sido por mucho tiempo tema de especulación, pero una muestra más vívida, y alarmante del ataque está emergiendo. Por primera vez, Ms. Romano, Ms. Spitzer y los miembros de las familias de otras víctimas están decidiendo hablar abiertamente acerca de documentación previamente desconocida por el público en un esfuerzo por darle a sus seres queridos el reconocimiento que ellos creen merecen. Entre los detalles más contundentes están estos: Los miembros del equipo olímpico israelí fueron golpeados y, al menos en un caso, castrados. “Lo que ellos hicieron fue que le cortaron sus genitales a través del interior y abusaron de él”, dijo Ms. Romano de su esposo, Yossef. Su voz se incrementó. “¿Puede imaginar a los otros nueve sentados alrededor amarrados?” continuó ella, hablando en hebreo a través de un traductor. “Ellos vieron eso”. Ms. Romano y Ms. Spitzer, cuyo esposo, Andre, era entrenador de esgrima en los Juegos de Munich y murió en el ataque, describieron por primera vez la magnitud de la crueldad durante una entrevista de la película próxima a estrenarse “Munich 1972 & Beyond”, un documental que sigue en el tiempo la larga batalla de las familias de las víctimas por ganar el reconocimiento público y oficial para sus seres queridos. Se espera que la película sea estrenada a comienzos del año entrante. En entrevistas subsecuentes con The New York Times, Ms. Spitzer explicó que ella y los miembros de las familias de otras víctimas solo supieron de los detalles de cómo fueron tratadas las víctimas 20 años después de la tragedia, cuando las autoridades alemanas liberaron centenares de páginas de reportes que previamente habían negado que existían. Ms. Spitzer dijo que ella y Ms. Romano, como representantes del grupo de miembros de las familias, vieron primero los documentos aquella noche sabatina de 1992. Una de las hijas de Ms. Romano se iba a casar tres días después, pero Ms. Romano nunca consideró diferir ese momento; había esperado mucho tiempo. Las fotografías eran “tan feas como pude haber imaginado”, dijo Ms. Romano. (The New York Times revisó las fotografías pero decidió no publicarlas por su naturaleza gráfica). Mr. Romano, un campeón de levantamiento de pesas, fue tiroteado cuando trató de de sobreponerse a los terroristas al comienzo del ataque. Luego fue dejado morir en frente de los otros rehenes y castrado. Otros rehenes fueron golpeados y les provocaron serias lesiones, incluyendo huesos fracturados, dijo Ms. Spitzer. Mr. Romano y otro rehén murieron en la Villa Olímpica; los otros nueve fueron asesinados durante un intento de rescate fallido luego que se movilizaran con sus captores a un aeropuerto cercano. No fue claro si la mutilación de Mr. Romano ocurrió antes o después que muriese, dijo Ms. Spitzer, aunque Ms. Romano dijo que creía que ocurrió después. “Los terroristas siempre dijeron que no fueron a matar a nadie, ellos solo querían liberar a sus amigos de una prisión en Israel”, dijo Ms. Spitzer. “Ellos dijeron que fue por lo ocurrido en la operación de rescate en el aeropuerto que ellos mataron al resto de los rehenes, pero no es verdad. Ellos fueron a golpear personas. Ellos fueron a matar”. Por mucho de las pasadas dos décadas, Ms. Spitzer, Ms. Romano y Pinchas Zeltzer, el abogado, mantuvieron los detalles para si, aunque por lo menos emergió un reporte prominente de las imágenes. Cuando Ms. Romano regresó a casa aquella noche, le dijo a sus hijas que las fotos eran “difíciles” y dijo que no debían preguntarle más acerca de ellas. Sus hijas lo aceptaron. En varios momentos de los próximos 20 años, Ms. Romano dijo, que ella hizo referencias ocasionales a la mutilación de su esposo, pero siempre mantuvo escondidas las fotografías del episodio. De acuerdo a Ms. Spitzer, la confusión acerca de lo que había ocurrido con la víctimas existió desde el principio. Los cuerpos de las víctimas fueron identificados por familiares o amigos en Munich, Ms. Romano dijo que un tío de su esposo identíficó su cadáver pero solo le mostraron su rostro, y por la ley judía, los entierros fueron realizados casi inmediatamente después que los cuerpos fueron enviados a Israel. Debido a que mucha de la atención de los oficiales israelíes después de los ataques se enfocó en asuntos de seguridad y errores de los oficiales olímpicos y alemanes que habían permitido la entrada de los terroristas, la consideración del estado de las víctimas muertas había sido una prioridad solo para sus familias. “Preguntamos por más detalles, pero nos dijeron, una y otra vez, que no había nada”, dijo Ms. Spitzer. En 1992, luego de hacer una entrevista para una estación televisiva alemana respecto al vigésimo aniversario del ataque en la cual ella expresó frustración por no saber exactamente que le pasó a su esposo y sus compañeros, Ms. Spitzer fue contactada por un hombre quien dijo que trabajó para una agencia del gobierno alemán con acceso a los registros sobre el ataque. Inicialmente, Ms. Spitzer dijo, el hombre, quien permaneció anónimo, le envió cerca de 80 páginas de reportes policiales y otros documentos. Con esos documentos, Mr. Zeltzer, el abogado, y Ms. Spitzer presionaron al gobierno alemán para que liberara el resto del archivo, que incluía las fotografías. Luego de recibir el archivo, las familias de las víctimas demandaron al gobierno alemán, al gobierno regional bávaro y a la ciudad de Munich por un “concepto deficiente de seguridad” y los “serios errores” que frustraron la misión de rescate, de acuerdo a la queja. La demanda fue dejada de lado debido a regulaciones de limitación de estatutos. Sin embargo, las familias han enfocado por mucho tiempo sus esfuerzos en asegurar un lugar para el recuerdo de sus seres queridos en el entramado del movimiento olímpico. Luego de décadas de reuniones, las familias de las víctimas, se sintieron retribuidas cuando el Comité Olímpico Internacional, dirigido por un nuevo presidente, Thomas Bach, accedió este año a dar ayuda financiera para un memorial permanente en Munich. Tambien hay planes para recordar a las víctimas de Munich en los Juegos de verano de 2016 en Rio de Janeiro. Las víctima serán incluidas en un momento de recuerdo para todos los atletas quienes han fallecido en los Juegos Olímpicos; Ms. Spitzer y Ms. Romano continúan presionando para que los atletas israelíes de Munich sean recordados aparte de los atletas quienes murieron en competencia, alegan que sus muertes fueron el resultado de maldad premeditada. “El momento cuando vi las fotos, fue muy doloroso”, dijo Ms. Romano. “Recordé hasta ese día a Yossef como un hombre joven con una gran sonrisa. Recordé sus facciones hasta ese momento”. Ella dudó. “En ese momento, se borró el Yossi que conocí”, dijo ella. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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