lunes, 29 de febrero de 2016
La novela de crimen-verdadero abandonada de Harper Lee.
Casey N. Cep. The New Yorker. 17 de marzo de 2015.
El teléfono sonó a las dos-treinta de la madrugada. Loas clientes llamaban a menudo a la casa de Tom Radney, así que elñ abogado ya sabía porque el reverendo Willie Maxwell estaba al teléfono a esa hora. Esta era la primera vez, pero no sería la única vez que el predicador de Alabama llamara a Radney luego de ser acusado de asesinato.
La esposa de Maxwell había sido encontrada molida a golpes hasta morir en su carro. Dos años después, el cadáver de su hermano fue hallado a un costado de un autopista local. Entonces su segunda esposa fue hallada muerta en su carro. Pasaron cuatro años, entonces su sobrino de 24 años fue encontrado muerto en su carro. Finalmente, el 11 de junio de 1977, siete años después de aquella llamada telefónica tarde en la noche, un quinto familiar, la hijastra de Maxwell, fue encontrada muerta debajo de las ruedas delanteras de su carro. Su familia era proclive a los accientes automovilísticos, y el reverendo era parte involucrada en las polizas de seguro a sus nombres.
Uno por uno, Tom Radney representó al autoordenado predicador mientras esas muertes eran investigadas. El joven abogado ignoraba que algunas personas alrededor de Tallapoosa County murmuraban acerca de que su cliente tenía una “habitación de vudú” secreta, y no prestaba atención cuando otros empezaron a llamarlo a su bufete de Alexander City la Casa de Maxwell. Pero antes de cerrar el caso final, cuando la muerte de la hijastra de Maxwell estaba siendo investigada, el tío de la muchacha le disparó a Maxwell en la cabeza. Radney repreentaría también al tío, argumentando que este estaba fuera de si cuando mató a Maxwell frente a cientos de testigos en el funeral de la muchacha.
Tom Radney sabía que los seis asesinatos, los dos clientes, y todos sus juicios eran los casos de toda una vida, y menos de un año después de la muerte de Maxwell ´le convenció a una de las escritoras más famosas de Estados Unidos para escribir de ellos. Harper Lee se mudó a Alexander City para investigar sobre el libro, el cual llamó tentativamente “The Reverend”. Ella había leído acerca de Maxwell en el periódico, pero parece que fue la diligencia de Radney lo que la mantuvo en el cso: él le dio a Lee todos sus archivos, y ella pasó meses entrevistando a cada quien que sabía algo acerca de Maxwell.
Muchos renunciaron a ver a Harper Lee publicando de nuevo, pero la familia Radney nunca lo hizo. Aunque Tom Radney falleció en 2011, su esposa, hijos y nietos continúan creyendo que “The Reverend” podría aparecer. Por casi cuarenta años, ellos han estado esperando por la novela de no ficción, quizás algo como “In Cold Blood”, el libo que Lee ayudó a su amigo Truman Capote a escribir acerca de los asesinatos Clutter en Kansas. El mes pasado, cuando HarperCollins anunció que Lee finalmente publicaría otro libro, los Radney pensaron que podría ser este. No fue, pero ellos no han renunciado.
Ellos hasta tienen su propia razón del tamaño de una semilla de mostaza para mantener la fe: un capítulo del libro que la familia dice que Lee le envió a Radney. Son cuatro páginas tipeadas, cada una con la letra “b” escrita a mano porque, aparentemente esa tecla estaba atascada en la máquina de escribir de Lee. Ella enumeró las páginas a mano, garabateó “The Reverend” en el margen superior de la primera página, y escribió un párrafo concluyente en la última. El predicador aparece con su nombre, pero tom Radney es llamado Jonathan Larkin, una de muchas indicaciones de quie Lee planeaba estirar los hechos del caso hacia la ficción.
La familia Radney compartió una copia del manuscrito conmigo, con la condición de que no lo citara textualmente. El capítulo comienza dramáticamente con la llamada telefónica de esa madrugada, cuando el reverendo Maxwell solicita ayuda al abogado Larkin. Solo hay seis párrafos, solo unas mil cien palabras, pero forman un capítulo corrido que traza la historia de la familia Larkin desde las costas de Irlanda hasta el suelo arenoso de Alabama. Lee solo envió a radney estas cuatro páginas, pero le dijo muchas veces que había escrito más. “ He acumulado suficiente rumor, fantasía, sueños, conjetura, y mentiras para un volumen del tamaño del Viejo Testamento”, le dijo Lee a otro escritor, Madison Jones, quien investigaba el caso. En una carta de 1987 ahora alojada en Emory University, Lee escribió a Jones. “Creop que el reverendo Maxwell al menos mató a cinco personas, que su motivo fue la codicia, que tuvo un cómplice en dos de los asesinatos y un sicario en uno. La persona que creo ha sido su cómplice/sicario está vivo, bien, y vive a menos de 150 millas de ti”. Pero, ella escribió, “No tengo suficientes hechos contundentes acerca de los crímenes reales para un libro largo”. Aún así, ella y Radney se mantuvieron en contacto por años después de esto, y él estaba convencido de que ella aún tabajaba en el proyecto.
Es fácil ver porque radney quería que Lee contara su historia, y aun más fácil imaginar porque ella habría encontrado en él un personaje tan atractivo. Nacido en 1932, Tom Radney estudió educación e historia en Auburn, entonces obtuvo un grado de la escuela de leyes de University of Alabama en 1955. Fue recultado para la armada, y después de servir en los Judge Advocate General’s Corps regresó a casa y abrió un bufete. Se casó con una mujer llamada Madolyn, y comenzaron su familia en Alexander City.
Big Tom, como lo conocían amigos y familiares, se hizo conocido alrededor de Alabama como Mr. Democrat: él fue elegido al senado del estado en 1966, había ido seis años antes a la Convención Nacional Democrática para nominar a John F. Kennedy. “Tom era era la quintaesencia del perro amarillo demócrata”, me dijo Madolyn Radney. “Pero desafortunadamente el era muy progresista, muy liberal”. Tenía una sola manera de ser. Maxwell presumiblemente lo contrató porque Radney era uno de los pocos abogados blancos de la ciudad quien defendería clientes negros. Él era el Atticus Finch de Alexander City, en otras palabras, y los casos de Maxwell lo hicieron famoso. Para el momento cuando defendió al asesino de Maxwell, en 1977, los periódicos y revistas nacionales habían ido a Alabama para cubrir el juicio. “A los abogados les gusta estar en escena”, reflexionó su esposa. “A ellos les gustan las audiencias, y les gusta actuar, así que por supuesto Tom pensó que esto debería ser un libro. Él y Harper Lee habían incluso hablado acerca de quien lo interpretaría a él en la película”.
El libro, como Lee parece haberlo planeado, seguiría a Radney a través de todo el majeo legal que mantuvo a Maxwell fuera de la cárcel con más de cien mil dólares en pagos de seguro. Era agosto de 1970 cuando la primera esposa de Maxwell, Mary Lou Maxwell, fue encontrada golpeada y quizás estrangulada; algunos periódicos reportaron que se había descubierto una cuerda cerca de ella en el carro. Pero la testigo estrella del estado, uno de los vecinos de Maxwell, Dorcus Anderson, cambio su testimonio luego de convertirse en la segunda Mrs. Maxwell, facilitando a su esposo una coartada para el momento del asesinato. Con la ayuda de Radney, Maxwell fue hallado no culpable y recibió noventa mil dólares de la poliza de seguro donde era beneficiario en nombre de su primera esposa.
Cuando, en febrero de 1972, el hermano de Maxwell fue hallado muerto cerca del pueblo de Nixburg, la causa de la muerte fue envenenamiento con alcohol y exposición. Pero los oficiales sospechaban que John podría haber sido forzado a beber todo ese alcohol y luego abandonado a un lado del camino para que muriese. Sin embargo,no encontaron evidencia viable, y Maxwel nunca fue a juicio. La segunda esposa de Maxwell, Dorcus, fue encontrada muerta en septiembre de ese mismo año, a la edad de veintinueve años. Vomo la primera Mrs. Maxwell, fue hallada en su carro. Oficialmente, ellá murió de bronquitis asmática, pero la autopsia mostró una laceración larga y profunda en su frente. De nuevo, el reverendo Maxwell enfrentaba rumores sin juicio, aunque Tom Radney tuvo que pelear más duro esta vez por el acuerdo del seguro. Casi dos años después, la corte civil de apelaciones de Alabama finalmente falló a favor de Maxwell.
No había pasado dos años después de ese acuerdo, cuando uno de los sobrinos de maxwell, James Hicks, se reportó perdido. Su carro fue hallado a un lado del camino en febrero de 1976, pero ni el carro ni el cuerpo mostraban señales de daño o violencia. La causa excata de la muerte nunca fue determinada, y el reverndo de nuevo escapaba sin cargos. El próximo verano, sin embargo, la hijastra de dieciséis años de Maxwell, Shirley Ann Ellington, fue hallada muerta bajo la rueda delantera del carro de Maxwell. Técnicamente la sobrina de la tercera esposa de Maxwell, Ophelia, la dolescente había vivido con ellos en Coosa County. Las autoridades sospechaban que la escena del crimen había sido alterada, especialmente luego que ellos encontraron tuercas debajo del cuerpo de la joven y notaron que sus manos estaban limpias aunque un neumático había sido sacado del carro.
El terecer sábado de junio, cientos de personas se reunieron para el funeral de Ellington en una capilla de ladrillos rojos en Alexander City. En medio del servicio una mujer gritó, “¡Tú mataste a mi hermana y ahora vas a pagar por eso!” Segundos después, el tío de la joven, Robert Lewis Burns, disparó su pistola tres veces sobre el reverendo Maxwell, quien estaba sentado en el banco frente a él. Maxwel murió en la capilla.
El fiscal de distrito, Tom Young, alegó que Burns había actuado como”un hombre de una turba de linchamiento” y lo acusó de homicidio de primer grado. Burns, un camionero de treintiseis años, contrató a radney para que lo defendiera. Despues de obtener la aprobación de la barra del estado para representar al hombre acusado de matar a su cliente, Radney alegó que Burns era no culpable por razón de insanidad. “Admitimos que lo mató. Admitimos que le disparó tres veces donde Mr. Young dice que le disparó”.
Aquellos reunidos en la corte aplaudieron cuando el jurado anunció su veredicto de no culpable. Burns fue enviado a una facilidad metal del estado en Tuscaloosa para asesoría, pero fue liberado pocas semanas después. Él salió de Bryce Hospital y fue directo a su negocio de camiones. Por su parte, Radney fue nombrado hombre del año 1977 en Alexander City. El próximo año Harper Lee fue a la ciudad.
Alexander City estaba a mil millas de los amigos de Lee en Manhattan, pero solo a ciento sesenta millas de su familia en Monroeville. Ella hasta tenía una sobrina cuyo esposo tenía un local en la ciudad: el Horseshoe Bend Motel, nombrado por un paraje del cercano rio Tallapoosa donde se peló la última batalla de la Creek War, una batalla que Lee mencionó en una de sus pocas charlas públicas, una conversación sobre el primero y largamente olvidado historiador, Albert James Pickett.
La viuda de Tom Radney, Madolyn, recuerda los meses cuando Lee vivió en Alexander City. “Casi no pasé mucho tiempo con ella como lo hicieron los hombres”, me dijo ella. “Harper Lee fumaba y bebía, y tenía varias palabras de cuatro letras con las que contribuía en cualquier conversación”. Aún así, Madolyn la encontró encantadora. “Ella tenía esa hermosa expresión acerca de sí”, dijo ella. “Ella era inteligente, y yo disfrutaba oyéndola, solo me recosta y escuchaba la conversación”.
Además de las memorias de la familia Radney, se ha registrado poco acerca del tiempo de la autora en Alexander City. Pero hace unos pocos años una mujer llamada Sheralyn Belyeu encontró una carta que Harper Lee había escrito poco después de su primera visita a la ciudad. El esposo de Belyeu le había comprado una Enciclopedia Britannica en una tienda de Alexander City; la carta, me dijo ella, decía “justo ahí, en la entrada de Harper’s Ferry”. Fechada 11 de junio de 1978, era una nota de agradecimiento que Lee había escrito a una familia que la había alojado. “Simplemente no se puede vencer a las personas de Alex City por su calidez, bondad y hospitalidad”, escribió ella. “Si me caigo de bruces con este libro, no estaré terriblemente disgustada debido a que el tiempo que pasé con ustede no fue tiempo perdido, sino de amigos ganados”. Lee termina la carta diciendo, “Esto no es remotamente un adiós, porque regresaré hasta el dia final”.
Belyeu trató de ubicar la dirección, pero al no tener suerte, ella contactó a la hermana de Lee, Alice. En su respuesta, Alice Lee explicó en una carta que su hermana “había coleccionado buena cantidad de material” pero “nunca había preparado nada para publicar”. Alice también le dijo a Belyeu que podía hacer lo que deseara con la carta, la familia la donó a su Alma Mater, Brigham Young University. Al escribir en junio de 2009, Alice dijo que su hermana no regresaría al proyecto porque “la salud de ella es frágil, está casi ciega y paralizada del lado izquierdo por un infarto”.
Aunque Alice dijo que su hermana nunca había escrito el libro, por años Harper le dijo a Tom Radney que estaba cerca de completarlo. En 1997, Radney le dijo al reportero de un periódico, “Aun hablo con Nelle dos veces al año, y cada vez que hablamos, ella dice que todavía trabaja en eso”.
Madolyn Radney me dijo que mientras Lee se atascaba, Tom persistía. “Él la llamaba y ella decía que estaba por terminar el borrador, o que iba a ser perfecto, que lo iba a enviar a los editores mañana”, dijo ella. “Él hasta fue a Nueva York para que le diera sus artchivos, y ella le decía que los había enviado a los editores”.
“Él era tan confiado”, dijo Radney de su esposo. “Él le dio a harper Lee todo lo que tenía, notas, transcripciones, documentos de la corte. Y ella se lo llevó todo”. Nada de eso, dice la familia, fue regresado nunca, y la generosidad de Tom Radney ha molestado a la familia desde su muerte. Más allá de esperar que Lee pudiera publicar “The Reverend”, la familia ha tratado de recuperar los archivos de Radney.
En su carta de 2009 a Sheralyn Belyeu, Alice Lee dijo que Harper había entregado todos sus materiales del caso maxwell a otra escritora. Una de las nietas de Tom Radney, Madolyn Price, tiene sus dudas. Es posible que Alice Lee pensara que Harper había entregado todo a Mdison Jones. Pero en su carta de 1987 a Jones, Lee mencionó a Radney pero no sus archivos. La familia del abogado insiste en que Lee nunca los regresó, y sospechan que la autora aun los tiene. La mas insistente es Madolyn Price. Price heredó el entusiasmo de su abuelo por la historia de Maxwell, ella está tan segura como él de que los juicios podrían convertirse en un libro líder de ventas o una película taquillera. Esperando ensamblar todos los amteriales que alguien podría necesitar para tal proyecto, Price revisó los papeles de Radney luego de la muerte de este, ubicó a un reportero quien había cubierto el caso, y hasta entrevistó a Robert Burns, el asesino de Maxwell. “Notamos que teníamos extraviada una gran parte de sus archivos del caso, y fue entonces cuando tratamos de contactar a Ms. Lee acerca de todo eso”, me dijo Price.
Esto fue en el otoño de 2013, y la familia pensaba que primero intentarían a través de la firma jurídica de la familia Lee, Barnett, Bugg, Lee, & Carter, LLC. Ellen Price, la madre de Madolyn y la hija de Tom, ubicó a Tonja Carter, la abogada de Harper Lee, y la animó a que verificara la historia de su familia llamando a la vieja firma de Radney en Alexander City. Cuando Carter le devolvió la llamada a Ellen, le dijo que harper Lee no tenía colección de material del caso Maxwell o de Tom Radney.
Los Price estaban incrédulos: Lee había trabajado en el libro por años, y conocido a Tom Radney por más de tres décadas. Tan reciente como febrero de 2006, Radney le había escrito a Lee, luego que su hijo la vio en la University of Alabama. “Los años están pasando”, escribió Radney, “y me gustaría mucho verte de nuevo antes que la dama de la guadaña venga por alguno de los dos”.
“No podíamos creer que Harper Lee no recordara”, me dijo Madolyn Price. “Así que pensé que debíamos investigar más”. Ellos contactaron a un amigo de la familia quien se ofreció para hablar con Carter de parte de ellos. Poco después, Price recibió una carta de Carter. “Miss Nelle me ha pedido que responda su petición de retorno de los archivos de su abuelo sobre el caso del reverendo Maxwell”, se leía. “Desafortunadamente, Miss Lee no tiene los archivos de su abuelo: Lamento que no podamos ayudarles”.
“Tal vez los archivos del abuelo se perdieron cuando harper Lee se mudó hacia o desde Nueva York”, dijo Price, aunque ella sospecha que la autora los ha mantenido seguros en algún lugar de Alabama. (Tonja Carter no respondió a este respecto).
El mes pasado, cuando la familia Radney supo que Carter había descubierto el manuscrito de “Go Set a Watchman” en un “lugar seguro”, ellos se preguntaron si en ese mismo lugar no podría también alojar un manuscrito de “The Reverend” o, por lo menos, los documentos de Tom radney sobre el caso. “Esperamos que ella aún pueda encontrar los archivos de mi abuelo”, me dijo Price. La viuda de Radney dijo la misma cosa y añadió, “No queremos nada que pertenezca a Harper Lee. Solo queremos lo que nos pertenece: los documentos de Tom Radney”.
La familia Radney permanece esperanzada de que alguien escribirá el libro que Harper Lee nunca hizo, o que si hay más capítulos del manuscrito de “The Reverend”, ellos, como “Go Set a Watchman”, podrían ver la luz del día y la tinta de una imprenta.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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