martes, 23 de febrero de 2016
Revisión: ‘Race’ (‘Carrera’) Crónicas del ascenso a la gloria olímpica de Jesse Owens
Stephen Holden. 18-02-2016.
Los ingredientes de “Race”, una estudiosa y motivadora película biográfica de Jesse Owens, la estrella fenomenal de los Juegos Olímpicos de Berlin en 1936, permanecen tan volátiles como lo fueron hace 80 años, aunque en la actualidad están camuflajeados. Esta historia verdadera de un joven negro pobre de las calles de la Cleveland de la depresión quien asciende a la grandeza al estremecer los registros de pista y campo y alterar la agenda racista de Adolf Hitler está a salvo, por el tributo de los números.
La película llega a su clímax cuando Hitler abandona abruptamente el estadio luego que Owens (Stephan James, quien interpretara al activista de los derechos civiles y futuro congresista John Lewis en “Selma”) gana una de sus medallas. Cada una de sus cuatro victorias deja a Joseph Goebbels (Barnaby Metschurat), el ministro nazi de cultura y propaganda, más deprimido.
Hay muchas formas de contar la historia de Owens, y “Race” (los dos significados del título caen como anillo al dedo) opta por el menos retador. Al confinar su período cronológico a solo tres años, desde 1934 hasta 1936, la película, dirigida por Stephen Hopkins (‘The Reaping”, “Lost in Space”), con guión de Joe Shrapnel y Anna Waterhouse, no explora más allá del surgimiento de Owens y su momento de gloria cuando tenía 22 años. (Él murió en 1980).
Si “Race” es una pelicula biográfica inspiracional que exalta la leyenda de héroe atlético, por lo menos no ignora el racismo que Owens encontró a cada momento. Aún despues de convertirse en famoso a nivel mundial, Owens fue tratado con desprecio por muchos blancos, incluyendo a los del establecimiento político y atlético. El Presidente Franklin D. Roosevelt nunca lo invitó a la Casa Blanca.
Los epítetos y blasfemias lanzados por las personas con odio en sus ojos punzan como un flujo ácido en tu cara. La película se asegura de que sepamos que estos insultos eran constantes e infinitos, y muestra su efecto en Owens. En una ocasión, a él le recuerdan que debe hacer contacto visual con las personas durante una conversación.
Aunque Owens usualmente tenía buen comportamiento, a veces puede ser desafiante, voluntarioso e inmaduro, y Mr. James convierte su dolor en una rabia semienterrada en relumbrones subversivos. Ningún atleta gana una medalla de oro por accidente. Y la película no esconde la feroz competitividad de Owens con una muestra de falsa humildad. (El retrato de Mr. James sobre Owens está muy lejos del modelo de perfección representado por Jamal Wallace, el atleta-académico interpretado por Rob Brown en la infortunada película de 2000, “Finding Forrester”, un punto bajo ofensivo del retrato hipócrita de Hollywood de la raza).
“Race” empieza en un barrio miserable de Cleveland, donde la familia Owens se mudó desde Alabama cuando Jesse tenía 9 años, y lo sigue a través de la escuela secundaria hasta Ohio State University. En 1932, su novia de secundaria Ruth Solomon (Shanice Banton) parió una hija. Ellos se casaron tres años después, aunque sus escarceos con otra mujer mientras se hacía famoso casi terminan su relación.
Una vez que se han casado, la película se concentra en el deporte y la feroz política de los Juegos Olímpicos durante la época del surgimiento de Hitler. En Estados Unidos, Owens se encontró atrapado en una batalla entre Jeremiah Mahoney (William Hurt), presidente de la Amateur Athetic Union, quien pujaba por un boicot estadounidense a los juegos del verano de 1936, y Avery Brundage (Jeremy Irons), un industrial quien defendía la participación estadounidense y declaraba que la política no tenía lugar en los Juegos Olímpicos. Brundage, a quien la película retrata como políticamente sabio pero moralmente obtuso, negocia los términos de la participación estadounidense con Goebbels en cuanto a la participación limitada de atletas judíos.
La película se enfoca en como el atleta afroamericano Jesse Owens destruyó el mito de Hitler de la supremacía aria al ganar cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlin de 1936.
Owens, bajo enorme presión desde ambos lados, vacila, pero eventualmente va a Berlin. Antes de tomar su decisión, hay un momento particularmente sensitivo cuando lo visitan representantes de la N. A. A. C. P. y tratan gentilmente de persuadirlo para boicotear los juegos. Se trata de una decisión violenta porque la identidad de Owens es sinónimo de excelencia atlética.
Si “Race” hace un trabajo eficiente para aclarar las cosas, en ningún punto se siente que esta es la historia íntegra en toda su complejidad. Leni Riefenstahl (Carice van Houten), la cineasta alemana de espíritu libre cuya aclamada película de dos partes de 1938 “Olympia” documenta los Juegos de 1936, entra y sale de la película, y aun así la fricción entre ella y el sospechoso Goebbels es palpable.
La presencia de Riefenstahl indica que la rigidez visual es la característica principal de la película. La poesía que se ve en la película de ella está ausente en las escenas de carreras y saltos de “Race”, la pintura general de la película es prosaica lindando con el gris.
Lo que humaniza a “Race”, sin embargo, es la relación de Owens con Larry Snyder (Jason Sudeikis), quien, al negársele la acreditación como su entrenador olímpico, fue forzado a registrarse en clase económica en el barco que llevó a los atletas estadounidenses a través del océano Atlántico. Una vez que Snyder llegó a Berlin, Owens demandó y aseguró su participación. La historia de las ambiciones atléticas frustradas de Snyder le da a la conexión entre ellos una significación especial; en un sentido, Snyder vive a través de Owens, y la actuación firme y sentida de Mr. Sudeikis transmite la intensidad de su compromiso personal.
En el momento más sentimental, Carl “Luz” Long (David Kross), el rival alemán de Owens en salto largo, se hace amigo de Owens, le da consejos cruciales y expresa su rechazo por la agenda nazi. Aunque este dramático momento casi se siente como muy bueno para ser verdad, ocurrió en la realidad.
“Race” nos recuerda que antes que la televisión elevara a los héroes deportivos negros a dioses, hubo atletas como Jesse Owens quienes prepararon el camino.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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