viernes, 9 de septiembre de 2016

Noah Hawley acerca de una intriga en la cual Thomas Edison y George Westinghouse se enfrentan.

Noah Hawley. The New York Times. 29-08-2016. The Last Days of Night. (Los Últimos Días de la Noche) Graham Moore. 368 pp. Random House. ¿Qué hace verdadera a una historia ficticia y ficticia a una verdadera? Esta es una pregunta que consideré a menudo mientras leía “The Last Days of Night”, una novela de Graham Moore, el guionista ganador del Oscar de “The Imitation Game” y autor de la novela de 2010 “The Sherlokian”. Su nuevo libro es una intriga construida alrededor de la llamada guerra de la electricidad librada hace más de un siglo entre los inventores rivales Thomas Edison y George Westinghouse. El libro, específicamente explora los intentos de Edison por sacar a Westinghouse (y su superior corriente A/C) fuera de carrera. Nuestra via hacia el cuento es el abogado de la vida real Paul Cravath, un prodigio de veintitantos años empleado por Westinghouse para defender su creciente imperio del ataque de Edison. Cravath llega como alguien subestimado en la primera página. Apurado para reunirse con Edison, él presencia la horrible electrocución de un trabajador colgando de las líneas de alta tensión. La electricidad, se nos ha dicho, es una bendición a medias. Al encontrar al gran inventor, Cravath es intimidado por Edison, quien aparece como alguien de pensamiento unilateral: “Si piensas que puedes detenerme”, dijo Edison suavemente, “adelante, trata de hacerlo. Pero tendrás que hacerlo en la oscuridad”. A lo largo del trayecto, Cravath conoce a una cantante de alta sociedad llamada Agnes Huntington (también una persona real), quien rápidamente se ajusta al papel de su compañera conspiradora. También en escena están otros dos gigantes de la época, Nikola Tesla y J.P. Morgan, quienes juegan importantes, pero muy diferentes, papeles en la batalla de múltiples frentes. La acción de la novela ocurre ante un fondo rico en detalles de la época. Los finales del siglo 19 fue un período cuando el pensamiento mágico estaba siendo reemplazado por las interrogantes de las posibilidades tecnológicas del futuro, y el esfuerzo satisfactorio de Moore se basa en este cambio y construye una conclusión (si usted no conoce la historia) inesperada. La novela termina con una nota de ocho páginas explicando en gran detalle cuales partes de la novela ocurrieron como fueron descritas y cuales no. Sin necesidad, el marco del tiempo ha sido comprimido, la cronología de los eventos reales fue alterada y algunos incidentes inventados. Nada de esto es sorprendente. “The Last Days of Night” es, después de todo, un trabajo de ficción. Y aún el saber que la verdad ha sido alterada no precisamente explica la falta de “veracidad” (para citar a Stephen Colbert) que sentí al leer el libro de Moore. “Verdad” es una palabra que he ponderado a menudo durante mi estadía al trabajar en un programa de televisión llamado “Fargo”, basado en la película de los hermanos Cohen del mismo nombre. Esa película empieza con un epígrafe, “Esta es una historia verdadera”, y mi programa también. Y aún así, ni su historia, ni la mía son “verdaderas”, en el hecho de que los eventos mostrados nunca ocurrieron. Al mismo tiempo, mi comprensión de la película, y mi creencia como escritor del programa, es que para justificar la demanda, las historias deben sentirse verdaderas. Pero ¿Qué significa eso en verdad? Yo discutiría que el “argumento” (al cual defino como la naturaleza y el orden de los eventos que llevan a la conclusión de una historia) es un dispositivo inventado por los narradores. Las acciones que hacen las personas, combinadas con las cosas que les ocurren, son raramente tan limpias y claras en una novela o película como las que experimentamos en la vida real. Las intrigas y misterios son a menudo el resultado de moverlas en reverso desde sus conclusiones excitantes mientras el autor regresa en el tiempo, pieza por pieza, para descansar en los giros y quiebres, que al ser ejecutados hacia adelante, entregarán la mejor experiencia de lectura y llevarán, aparentemente sin esfuerzo, a un final inesperado. Pero los giros y quiebres de la vida real no siempre se resuelven de manera ordenada; nuestras vidas están sujetas a un conjunto de fuerzas aleatorias. Así, al escribir sobre eventos históricos, los autores tienden a ir al grano, a descartar todas las piezas que no agregan algo, a introducir nuevos elementos para potenciar la narrativa mientras se clarifican las motivaciones de los personajes. En otras palabras, cada quien está programado para remar en la misma dirección. Paul Auster describió la situación enfrentando al escritor en “The Invention of Solitude”: “Un hombre renta un apartamento en Paris y descubre que su padre se había escondido en ese mismo lugar durante la guerra. Si esos dos eventos fuesen considerados por separado, habría poco que decir de cada uno. La rima que crean cuando son vistos juntos altera la realidad de cada uno…Pero hay más que solo rima. La gramática de la existencia incluye todas las figuras del lenguaje: simil, metáfora, metonimia, sinécdoque, de manera que cada cosa encontrada en el mundo sea en verdad muchas cosas”. Si tuviera una queja del libro de Moore, el cual funciona maravillosamente como entretenimiento, es que carece de ese sentido de lo arbitrario y lo sublime, el sentimiento de la vida es más extraño y más inestimable. “The Last Days of Night” es una novela principalmente enfocada en una serie lineal de eventos relevantes, y ha formulado esos eventos para que tengan un significado singular. Como resultado, el lector es incapaz de suspender un sentimiento de incredulidad mientras los personajes subestimados de Moore destrozan el camino hacia varios giros y regresiones hacia su final del juego. A medida que avanza, la novela no deja cabos sueltos. Y eso hace que su historia verdadera se sienta falsa. Noah Hawley, guionista y productor, también es el autor de cinco novelas, la más reciente: “Before the Fall”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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