lunes, 20 de febrero de 2017

Su Equipo tiene marca de 0-24, pero Ella Podría Merecer los Honores de Entrenadora del Año.

Seth Berkman y Jeré Longman. The New York Times. 08 de febrero de 2017. Chicago.- Cuando la entrenadora, Angela Jackson, telefonea a una recluta potencial, la respuesta es de sorpresa. ¿Todavía hay un equipo de baloncesto femenino en Chicago State? ¿Todavía existe Chicago State? “La primera pregunta se refiere a, ‘Pensé que ustedes estaban cerrados’”, dijo Jackson. Esa es una afirmación punzante para esa universidad, una institución vital que está en la víspera de su aniversario 150, y que ha servido como opción de toda la vida para estudiantes afroamericanos de bajos ingresos en el lejano lado sur de Chicago. Jackson es altamente reconocida como entrenadora. Su equipo tuvo marca de 24-10 en 2011. Sus jugadoras son resilientes. Ellas juegan con un propósito, sin vacilar. Pero no han ganado en un año. La perseverancia sola no ha detenido la seguidilla de derrotas más larga de la Division I, derrotas en los 24 juegos de esta temporada y siete al final de la anterior, muchas en lejanos y costosos viajes por carretera en la Western Athletic Conference. Una mirada financiera a la universidad, y el miedo de que Chicago State cerrara el pasado otoño, asustó a tres reclutas para esta temporada. Otras dos jugadoras no regresaron al equipo, dijo Jackson, preocupada porque sus principales jugadoras no estuviesen disponibles. La centro regular abandonó la escuela a principios de diciembre, privando a las Cougars de su principal anotadora, rebotera y bloqueadora. La alero se lesionó un ligamento de la rodilla. A veces, Chicago State ha entrado al tabloncillo con solo seis jugadoras disponibles, una por encima del mínimo. A veces Jackson y sus dos asistentes se han unido a las prácticas para que haya suficientes jugadoras para completar los ejercicios y ejecutar las escaramuzas. A medida que las derrotas se han sucedido, Chicago State ha encontrado un oponente que puede ser tan difícil de sobreponerse como un juego perdido: la percepción. “¿De verdad eso es tan malo como ellos lo indican?” le preguntaron a ella los miembros de la familia de la delantera Alexandria Cliff. “No”, dijo ella. “para nada”. Las preguntas persisten mientras Chicago State busca recuperarse, reformarse y redefinirse atlética y académicamente. “Se puede traer al entrenador principal Geno Auriemma, y él va a tener los mismos problemas sin financiamiento”, dijo Bob Hallberg, un antíguo entrenador de baloncesto masculino de Chicago State quien ahora es director deportivo y entrenador del equipo femenino en St.Xavier University en Chicago. Mientras Auriemma ha ganado 11 títulos femeninos de NCAA en Connecticut, Jackson, 48, ha pasado por circunstancias exasperantes en la más reciente de sus 14 temporadas en Chicago State. Su sola dedicación, dijo Doug Bruno, entrenador del equipo femenino por largo tiempo en DePaul University, debería hacer que la consideren para entrenadora nacional del año “por más loco que parezca”. “No abandonar, mantenerse en sus funciones a través de los momentos difíciles, es un testamento de lo bueno que es ella”, dijo Bruno. “Ella fácilmente podría tener un salario de seis cifras como asistente de un programa grande y tener un trabajo mucho mejor. De verdad admiro lo que ella hace cada día”. Como muchas universidades públicas alrededor del país, Chicago State enfrenta recortes sustanciales en su estado financiero. Un estancamiento presupuestario entre el gobernador republicano, Bruce Rauner, y la legislatura demócrata ha durado más de año y medio. El impasse ha dejado a Chicago State con solo el fondo de emergencia del estado, el cual históricamente provee el 30 por ciento de su presupuesto (84 millones de $ para el período 2016-17). Solo 86 estudiantes nuevos se inscribieron el pasado otoño en medio de la crisis financiera, disminuyendo el registro total de un año a 3.578 estudiantes desde 4.767. Entonces llegó la noticia de que la tasa de graduación de seis años para la clase 2009 fue de 11 por ciento. Ese porcentaje es engañoso, argumentan las autoridades universitarias, dado que Chicago State atrae estudiantes no tradicionales, traslados de junior college (colegios universitarios), militares veteranos, trabajadores a medio tiempo, cuya edad promedio es 31 años. La universidad tiene más graduados negros que cualquier otra universidad pública de Illinois, de acuerdo a las estadísticas del Board of Higher Education del estado. En un reciente editorial, The Chicago Tribune dijo que la universidad debería considerar la posibilidad de “afiliarse por completo a una universidad más fuerte”, quizás la University of Illinois-Chicago. Se citó el frecuente cambio de liderazgo de Chicago State, las acusaciones de malos manejos financieros, juicios escandalosos y el bajo rendimiento académico. La persistente publicidad negativa ha dejado a las autoridades y estudiantes de Chicago State sintiéndose aislados y rodeados, como si necesitaran apoyarse unos a otros porque nadie más lo haría. En un juego de baloncesto femenino el 04 de febrero, Cecil B. Lucy, el presidente interino, usó una sudadera que decía, “Chicago State vs. Everybody”. Sin embargo a mediados de enero, Chicago State recibió lo que es considerado noticias esperanzadoras. El gobernador señaló cuatro nuevos miembros para el Board of Trustees y nombró un grupo de asesores. La idea era mantener la universidad abierta e independiente de cualquier fusión. La primavera pasada, cuando 300 empleados sin facultad, cerca de un tercio de la fuerza laboral, fueron despedidos, Chicago State parecía asfixiante, dijo Lucy. “Es una sensación infernal”, dijo él. “Hoy, el oxígeno no me preocupa para nada. Hay suficiente”. En lo deportivo como en lo académico, la universidad está tratando de mantener el aliento. Chicago State representa un ejemplo agudo de las dificultades que enfrentan las universidades de la NCAA en los márgenes de la Division I, como el cambio de conferencias en una infinita y a menudo inútil cacería de dólares, posición y éxito. Sin rivales cercanos en la Western Athletic Conference, o WAC, Chicago State debe hacer vuelos distantes a Seattle, Phoenix, California, New Mexico, Utah, y el Rio Grande Valley de Texas. Varios de los equipos de la universidad tienen dificultades para mantenerse competitivos. Y no hay equipo de apoyo para el departamento deportivo de la universidad con solvencia financiera. El presupuesto deportivo para 13 equipos titulares es de 5.6 millones de dólares, dijeron las autoridades. (The Tribune reportó que el presupuesto de trabajo fue reducido a 2.8 millones de dólares en 2015-16, lo cual está bajo protesta por la universidad). En cualquier caso, los fondos deportivos de Chicago State están muy por debajo de, digamos, los 9 millones de dólares de salario y bono que Jim Harbaugh recibe por ser entrenador de futbol americano en la University of Michigan. En la actualidad, Chicago State no tiene director deportivo a tiempo completo y solo un publicista para todos sus equipos. Los volantes lanzados alrededor del campus buscan estudiantes interesados en unirse a los equipos de golf y pista Una lista de necesidades de facilidades deportivas incluye un piso nuevo para el gimnasio de baloncesto, el cual dice el comité de presupuesto de la universidad, necesita ser reemplazado “por seguridad”. Sarah Amalou, una alero de Dinamarca quien regresó a casa despues de la temporada 2014-15, cuando era estudiante de primer año de camisa roja, dijo que a medida que los problemas de presupuesto se hicieron más severos, las jugadoras parecían obtener menos implementos y no recibieron los viáticos de comida en el receso de navidad, forzándolas a recurrir a lo que ella llamó comida de segunda categoría, de la cafetería. La motivación pareció decaer, dijo ella. “Muchas personas muy competentes del departamento deportivo renunciaron a sus trabajos lentamente”, dijo ella. “Esto indicaba que algo andaba muy mal”. Chicago State claramente no es un acierto para la conferencia deportiva, geográfica o financieramente, dijo B. David Ridpath, un profesor asociado de empresas deportivas en Ohio University y presidente del Drake Group, el cual urge a reformar los deportes universitarios. Ridpath instó a la universidad a buscar otra conferencia de la Division I, o considerar degradar los deportes a la Division II o III, en las cuales los equipos podrían jugar con oponentes en y cerca de Chicago, reducir costos y ser competitivos. La supresión entera de los deportes, a favor de las becas de estudio, debería someterse a discusión también, dijo él. “Es una situación triste; lo que se siente por esos muchachos”, dijo Ridpath. Pero al descartar los deportes, añadió él, “se podría salvar unos millones de dólares”. “Ese podría ser tal vez un paso en la dirección correcta para enderezar el rumbo del barco allí”, continuó él, “pero no soy muy optimista de que la universidad como un todo vaya a sobrevivir”. Jeff Hurd, el comisionado de WAC, dijo en una declaración que la conferencia estaba prestando asesoría administrativa dado que Chicago State buscaba permanecer como universidad de la Division I. Pero evitó decir que las Cougars permanecerían en la liga. Las autoridades de Chicago State dijeron que no tenían intención de suprimir los deportes o salir de la Division I. En vez de eso, la universidad está explorando la idea de agregar un equipo de futbol americano sin beca, junto con una banda marcial y club deportivo, en un intento por atraer más estudiantes desde las escuelas públicas de Chicago y mejorar la imagen de la universidad. “El deporte va a jugar un papel central en la revitalización de Chicago State University”, dijo el reverendo Marshall E. Hatch Sr., el director de la junta administradora. Suprimir el deporte sería un “Absurdo”, negarle la oportunidad a estudiantes de escasos recursos quienes podrían no tener otra oportunidad de asistir a la universidad, dijo Jackson, la entrenadora. Una nativa de Detroit quién jugó baloncesto en Old Dominion University, ella llamó a Chicago State un “diamante en bruto” y dijo que había permanecido allí en los tiempos difíciles porque “ a veces encuentras tu propósito en la vida”. “Servimos a una comunidad afroamericana, y disfruto ser el puente entre el adolescente y el adulto joven”, dijo Jackson. “Pienso que es importante, esos cuatro o cinco años son importantes en las vidas de esas jóvenes damas”. “Para entrenar en Chicago State se requiere “una imagen clara de cuales cosas están y cuales no están bajo tu control”, dijo Gloria Bradley, una antigua asistente de Jackson quien se fue en agosto para convertirse en la entrenadora femenina principal de baloncesto en Beloit College en Wisconsin. “Ella es muy honesta y frontal con sus atletas y padres”, dijo Bradley acerca de Jackson. “Cuando los mantienes informados se crea un nivel de confianza”. Con un presupuesto limitado, también se requiere cierta creatividad. Para la acción en cualquier conferencia, se buscan varios juegos llamados de garantía, con pagos por hasta 20.000 $ por la disposición a viajar para jugar ante un equipo de perfil alto. El rival más cercano de la WAC, Missouri-Kansas City, está a 500 millas, así que Chicago State debe volar a todos sus juegos de conferencia. Los boletos de las aerolíneas son comprados con mucha anticipación. Uno de los asistentes de Jackson negocia las tarifas hoteleras; a nadie le duele que el buffet de desayuno sea gratis. Las reclutas son buscadas a distancias de movilizarse por tierra. Las jugadoras internacionales se pueden contactar por el costo de una llamada de Skype. La charla de reclutamiento de Jackson es directa: “Aún estamos aquí. Estamos abiertos, estamos operando, buscamos mejorar nuestro programa de baloncesto. Queremos asegurarnos de conseguir el nivel superior de la conferencia WAC. Vengan aquí y obtengan una gran educación y gradúense, de manera que cuando logren grandes éxitos profesionales puedan donar dinero en retribución”. Si está usando una camisa con el logo y los colores de Chicago State, dijo Jackson, ella completa su charla mirando su camisa y diciendo: “Es muy difícil cerrar una universidad completa”. Cliff, la delantera de primer año de Manitowoc, Wis., aceptó la oferta de beca de Chicago State para jugar baloncesto y voleibol. Ella dijo que la crisis financiera no influyó en su decisión. “Ellos me dijeron que tenían un buen programa, que yo tendría la oportunidad de que me pagaran la educación, eso siempre es algo bueno”, dijo ella. Pero nada ha sido fácil esta temporada. Antes que empezaran las prácticas el pasado otoño, en un edificio de dormitorios donde vivía una cantidad de jugadoras no había agua caliente. Las residentes tuvieron que ducharse en el gimnasio. Entonces, a principios de diciembre, la mejor jugadora del equipo, una centro espigada llamada Sh’Toya Sanders, se fue de la escuela. El 22 de noviembre, ella anotó 38 puntos, atrapó 23 rebotes y bloqueó 5 lanzamientos en una derrota en Northern Illinois. Fue nombrada jugadora de la semana de la WAC. Cuatro juegos después, había regresado a casa en Fort Wayne, Ind. Las razones fueron complicadas, dijo Sanders. No podía decidir si estaba jugando baloncesto por ella o por su familia. Tuvo varios encontronazos con Jackson. La escuela no era lo mejor para ella. Una sensación de vacío acompañó la derrota. No importaba que tan duro jugaras, siempre salías con las manos vacías”, dijo Sanders. La alero de último año del equipo, Konner Harris, se dobló el ligamento cruzado anterior de su rodilla, dijo Jackson. Cuando Chicago State viajó para enfrentar a Grand Canyon University en Phoenix a finales de enero, su principal anotadora, una jugadora llamada Kaylee Allen estaba indispuesta con una concusión. Solo había una sustituta disponible. Nadia Miller, una alero, fue golpeada en el ojo cuando faltaban cinco minutos para terminar el juego. Ella se mantuvo tocando su ojo con el uniforme pero siguió jugando hasta la chicharra final. Una vez más, las Cougars jugaron duro pero se quedaron cortas. “Te puedes imaginar cuanto corazón hace falta”, dijo Trenn Moore, una graduada de Chicago State en 1996 quien vio el juego en Phoenix con su hija, ambas usaban sudaderas de la universidad. Dada la situación financiera de la universidad, Moore dijo, “Estoy agradablemente sorprendida de que aun puedan viajar”. El 04 de febrero, en casa, Chicago State enfrentó a New Mexico State, el mejor equipo de la WAC e invicto en la conferencia. La asistencia anunciada en Jones Convocation Center, un gimnasio de primer orden, fue 230 personas, pero la atmósfera era expectante. Las jugadoras y entrenadoras de ambos equipos y una cantidad de aficionados vestían de rosado para promover la batalla contra el cáncer de seno. Allen, la mejor jugadora de las Cougars, había sido autorizada para regresar luego que los efectos de la concusión disminuyeron. Calmada, determinada, la expresión duradera en su rostro, Allen ayudó a mantener a Chicago State a dos puntos luego de tres cuartos de juego. En el aniversario de la última victoria de las Cougars, una gran sorpresa era posible. Entonces ocurrió un desbalance familiar. Las Cougars no anotaron por casi cuatro minutos y medio para abrir el cuarto período. Se cansaron ante la presión de New Mexico State. El rebote no respondió. La confianza pareció desdibujarse. Chicago State perdió 65-54, otra caminata sombría a través de la línea de intercambio de apretones de manos. Un par de días antes, Jackson dijo que “nunca había estado tan orgullosa” de un equipo. “Esas damas jóvenes”, dijo ella, “ellas no han renunciado, no han desmayado, se han mantenido juntas”. Aun en una temporada sin triunfos, hubo otras señales de ánimo. Ninguna de las 15 becas posibles de baloncesto ha sido recortada por las autoridades universitarias. Tres reclutas se han plegado a Chicago State para la próxima temporada. Bajo esas circunstancias, Jackson dijo, “No sé si pueda pedir más”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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