lunes, 2 de octubre de 2017

Jake LaMotta fue más que un ‘Toro Salvaje’.

Carlo Rotella. 21-09-2017. The New York Times. Cuando un campeón fallece, una ola de nostalgia envuelve la cultura. Es como un “cohete de verano”, el calor de fusión que produce un lavado de nieve que pasa sobre un pueblo de Ohio cuando despegan las naves espaciales en las “Martian Chronicles” de Ray Bradbury. Mientras más famoso sea el campeón, más potente será la ola. La partida de esta semana de Jake LaMotta a la edad de 95 años, quien fuese campeón mundial de los pesos medios desde 1949 hasta 1951, ha desencadenado una ola de nostalgia por…1980. Ese fue el año del “Toro Salvaje” de Martin Scorsese, protagonizada por Robert De Niro como LaMotta, una celebrada actuación que fijó un nuevo patrón para inmersión de un actor en un personaje. El personaje ha eclipsado tanto al hombre que ahora es difícil ver al tipo que murió este martes alrededor del LaMotta de De Niro. El asimilador de castigo descrito en la película y en casi cada nota obituaria es una estilizada característica de Jake LaMotta el boxeador, quien fue no solo fuerte y resiliente sino también un gran artista. Más que un absorbedor de golpes, él fue un tremendo peleador quien pasaba con maestría la mayoría de los impactos donde la película lo presenta como un masoquista al recibir puñetazos en el mentón. Fue un incansable atacante quien derribaba a sus oponentes con andanadas de golpes, también los burlaba con movimientos tácticos que los tentaban a confiarse. No hay discusión al plantear que “El Toro Salvaje” altera la historia en nombre del espectáculo y la narrativa. Eso es lo que hacen las películas. Pero que el personaje de la película sustituya al LaMotta histórico, un proceso en el cual cooperó el propio Jake, no solo hace más difícil darle su puesto como boxeador. También nos dificulta llegar al lodo histórico adherido a las raíces de ese personaje: el mundo que moldeó LaMotta, y el conocimiento de lo que fluía a través de eso. Él peleó cuando el boxeo aún era foco central no solo de la escena deportiva sino de la cultura estadounidense de la era industrial, intercalado con la rutina del trabajo manufacturero e incrustado en las texturas de la vida del vecindario mediante el gimnasio, el bar y el salón del sindicato. El declive gradual del boxeo hasta el estado de deporte pequeño ha empujado a esa época casi más allá de nuestro alcance. Como resultado, hemos perdido contacto con mucho del conocimiento acerca de los cuerpos, la fuerza y el trabajo que llevaba ser bueno con las manos en la era dorada del boxeo. Floyd Mayweather Jr., el mejor boxeador de nuestra época, se ha buscado que se reían en su cara cuando reclama que es el mejor peleador de todos los tiempos porque está invicto. Él es un virtuoso de la defensa, bendecido con mentores quienes le transmitieron preciosos remanentes de la práctica de la época dorada, pero su reclamo es vacío. Dos palabras mágicas que refutan ese clamor son: “Jake LaMotta”. LaMotta peleó una serie de seis combates con Sugar Ray Robinson, quien generalmente es reconocido aun por aquellos poco conocedores de boxeo, como el mejor de todos los tiempos. El clásico enfrentamiento entre el más grande y fuerte LaMotta y el elegante Robinson produjo peleas muy cerradas llenas de destreza, corazón y suspenso. Robinson ganó cinco de ellas, pero LaMotta le infligió su primera derrota en la otra. La hoja de Robinson muestra balance de 175-19, con 6 tablas; la de Mayweather, peleó contra oponentes bien escogidos en una era cuando las estrellas pelean mucho menos y por mucho más dinero, es 50-0. Para el propósito de una comparación, se puede dejar a un lado las otras 194 peleas de Robinson y simplemente reconocer que tener marca de 5-1 ante LaMotta fue un trabajo de lejos más impresionante que todas las victorias de Mayweather. Le mencioné eso a Mayweather una vez, tras bastidores en un espectáculo de WrestleMania, donde esperaba mientras Manny Pacquiao tuviese experiencia de boxeo suficiente para que pelear con él, tuviese sentido de acuerdo al negocio,. La respuesta de Mayweather fue como siempre, “¿Pero Robinson se mantuvo invicto?” Pelea seis veces con un LaMotta en su apogeo y veremos si sigues siendo invicto. Poco después que hablé con Mayweather, llamé a LaMotta, quien le dio crédito por ser inteligente para hacer más dinero recibiendo mucho menos golpes. LaMotta dijo: “Peleé 13 años, 106 peleas, e hice 750.000 $ en total. Pelear todo el tiempo te mantiene fuerte, te capacita para saber recibir castigo, pero hubiera peleado menos si hubiera hecho más dinero”. Dijo que hubiese hecho lucha libre fingida o cualquier cosa que le hubiese pedido, mientras el trabajo significara ser bien pagado y no golpeado. Mayweather es el púgil que ha ganado más dinero en la historia, sin nadie que se le acerque al explotar las condiciones de negocio del boxeo para maximizar el radio de recompensa. Pero él no puede compartir esa distinción y llegar remotamente cerca de ser el mejor peleador de todos los tiempos. Para acercarse a esa verdad simple, hay que regresar a través de la película hasta el mundo de las peleas de mitad de siglo, hasta lo que Robinson sabía hasta los huesos, engranado entre 200 peleas profesionales, incluyendo seis duros combates con Jake LaMotta. Carlo Rotella es el director de estudios americanos en Boston College y co-editor, junto a Michael Ezra de “The Bittersweet Science: Fifteen Writers in the Gym, in the Corner, and at Ringside.” Traducción: Alfonso L. Tusa C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario