lunes, 1 de junio de 2015
Entrevista: Nadia Comaneci
06-08-2004.
Si le hubiese tocado decidir, Nadia Comaneci se habría convertido en médico cirujano y satisfecho su fascinación para lidiar con la sangre a diario. En lugar de eso tuvo que convertirse en la gimnasta más celebrada del mundo.
“Es difícil creer que en dos años celebraré el trigésimo aniversario de mis logros olímpicos”, le dijo Comaneci a Reuter en una entrevista previa a los Juegos Olímpicos de Atenas que empiezan la semana siguiente.
Nacida en 1961, en la ciudad industrial de Onesti. Hija de Gheorghe, mecánico automotriz y su esposa Stefania, Comaneci hizo historia olímpica cuando se convirtió en la primera gimnasta en lograr un perfecto 10 durante la competencia por equipos de los Juegos de Montreal en 1976.
Luego de sorprender a los jueces con su destreza elegante y desafiante de la gravedad en las barras asimétricas, la adolescente rumana realizó otras seis rutinas perfectas antes que terminaran los juegos.
Mientras la atleta de 1.40 metros de altura se iba de Canadá con medallas de oro en la competencia general, el riel de equilibrio y las barras asimétricas, su logro forzó a la federación mundial de gimnasia a rediseñar su sistema de anotación.
“Recuerdo todo de 1976. Recuerdo que tenía 14 años y recuerdo mis rutinas”, dijo Comaneci, ahora de 42 años.
“Recuerdo que antes de los Juegos Olímpicos, me preguntaron ‘¿Qué piensas que vas a hacer en los Juegos Olímpicos?’ y dije ‘Espero ganar una medalla y si es posible va a ser de oro’.
“No tenía idea de que nunca había habido un 10 porque yo no seguía el deporte. Apareció un 1.00 en la pizarra porque no tenían los espacios para colocar el 10.00”.
“Debido al estupor alrededor del recinto, observé el 1.00 en la pizarra y no entendía lo que estaba pasando”.
“Me preguntaba si lo iban a cambiar a 9.00 o algo por el estilo, porque todos estaban confundidos y yo sabía que mi rutina no había sido tan mala”, dijo ella entre sonrisas.
Ojo cuidadoso.
A pesar de pasar sus años de formación en un gimnasio, donde ella entrenaba al menos seis horas diarias bajo el ojo cuidadoso de Bela Karolyi, Comaneci nunca imaginó que el resto de su vida tendría mucho que ver con lo que logró cuando tenía 14 años de edad.
“No tenía idea del impacto que causaría a partir de esas rutinas. Solo me di cuenta después, cuando la gente me veía y recordaban exactamente donde estaban cuando yo conseguí mis 10”, dijo Comaneci, quién ganó otras dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.
“A los 14 años, piensas en competir, retirarte y conseguir un trabajo. No pensaba que la gimnasia era una carrera que iba a cambiar mi vida”.
“Pensaba que me iba a retirar a los 20 años e iba a ser cirujano. Me gusta la sangre, he presenciado algunas cirugías, soy muy curiosa sobre ellas. Para mí fue increíble observarlas”.
“Pensaba que iba a conseguir un trabajo como mi mamá o mi padre”.
“Estoy sorprendida de cómo las personas aún me recuerdan y me asocian con los Juegos de 1976 y de que ahora recibo dinero por lo que hice a los 14 años”.
A pesar de tener un estilo de vida privilegiado en Rumania después de sus logros olímpicos, Comaneci decidió escapar del régimen brutal de Nicolae Ceausescu en noviembre de 1989.
Con la ayuda de unos contrabandistas, Comaneci atravesó a pie terrenos helados y bosques pantanosos para llegar a la frontera con Hungría antes de viajar a los Estados Unidos cuatro años después.
Aunque Ceausescu fue depuesto y ejecutado solo semanas después, Comaneci estaba determinada a hacer una vida nueva en Estados Unidos.
Puertas abiertas.
“Es duro ajustarse a la vida después de la gimnasia para algunas personas porque no pueden encontrar donde encajar y no saben que hacer”.
“Si eres una campeona olímpica, puedes hacer muchas cosas y esto te puede abrir las puertas de otras oportunidades”.
“Pero una vez que atraviesas esas puertas, la gente no viene a ti y te da su dinero porque seas una campeona olímpica. Tienes que hacer algo bueno. Ese el reto que tienes”.
“Puedes usar todo lo que has logrado por tantos años y crear una vida para ti”.
“Hoy es más fácil porque hay muchas opciones. En mi época había solo dos opciones, entrenadora o jurado. No había nada más. Ahora se puede dictar conferencias, hacer promociones y cosas como esas”.
Mientras sus ambiciones de convertirse en profesional de la medicina nunca se cumplieron, Comaneci ha perfeccionado el arte de hablar en público desde que se casó con el antíguo gimnasta estadounidense Bart Conner, doble medallista de oro olímpico, hace ocho años.
En los cuatro meses previos a los Juegos de Atenas, Comaneci calculó que había pasado solo 10 días en su hogar de Oklahoma.
Su trabajo promocional la ha llevado a Rumania, Holanda, India, Portugal y alrededor de Estados Unidos en ruta hacia Atenas.
Sin embargo, Comaneci está feliz de que estará en Grecia solo como espectadora.
“Lo que solíamos hacer hace muchos años fue duro para nuestra generación, pero estoy feliz de no competir en la actualidad, es mucho más duro”, dijo ella.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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