lunes, 27 de marzo de 2017

¿Puede la Escritura ser Verdadera y Hermosa?

El autor Ethan Canin estudia las profundidades de una oración del cuento de Saul Bellow, “A Silver Dish”. Joe Fassler. By Heart.theatlantic.com. 01-03-2016. By Heart es una serie en la cual los autores comparten y discuten sus pasajes favorites de la literatura de todos los tiempos. Para Ethan Canin, el autor de A Doubter`s Almanac, el cuento de Saul Bellow “A Silver Dish” es una obra maestra, El protagonista es un hombre de negocios llamado Woody Selbst quien está inseguro de cómo sufrir por su padre estafador. Papá no solo abandonó la familia cuando Woody era un adolescente. Él engañó a su hijo para convertirlo en su cómplice para escapar, un truco cruel que frustró permanentemente las ambiciones de Woody en el proceso. En nuestra conversación para esta serie, Canin explicó que su parte favorita llega al final. Cuando papá intenta un último truco desde su lecho de muerte, la resignación de Woody es expresada en una simple oración final: “Así es como él era”. Discutimos como Bellow transfiere a cinco palabras ordinarias un poder sobrenatural; por qué los finales deben hacernos sentir, no pensar; y que enseña “A Silver Dish” de diálogo, estructura y personajes. A Doubter’s Almanac es una saga familiar acerca del poder destructivo del genio, y como “A Silver Dish” está relacionada a un complejo legado padre-hijo. Es la historia de un matemático innovador del norte de Michigan, cuya brillantez solo es igualada por su capacidad para la traición y la violencia. Un elenco de personajes muy sufridos apoya al celebrado trabajo, incluyendo el hijo quien teme haber heredado los dones de su padre y la inclinación por la autodestrucción. En 1998, Ethan Canin dejó la medicina para enseñar ficción en el Iowa Writers’ Workshop (donde él fue mi profesor). El es el exitoso autor de las colecciones de cuentos Emperor of the Air y The Palace Thief, y las novelas America America y For Kings and Planets, su ficción ha sido publicada en The New Yorker, The Atlantic, y The Best American Short Stories. Hablamos en una cafetería delc entro de Manhattan. ________________________________________ Ethan Canin: Cuando fui a mi entrevista en la escuela de medicina, tenía un libro viejo de Henderson the Rain King en el bolsillo de mi saco. Estaba usando las mejores ropas que tenía, un par de pantalones y un saco deportivo, pero cuando llegué a la oficina, todos los otros entrevistados estaban alineados con sus trajes negros. Mientras hacían cola, hablaban de si preferían la quimioterapia intravenosa versus la oral, pensé, “Dios mío, estoy a punto de ingresar a la línea de trabajo equivocada”. Pero cuando entré a la entrevista, el tipo notó que yo tenía un libro en el bolsillo de la chaqueta. Me preguntó que estaba leyendo, y cuando saqué el libro, el dijo: “Oh, ese es mi libro favorito”. Todo lo que hicimos fue hablar de Henderson the Rain King. Pienso que por eso entré a la escuela de medicina. Pienso que Bellow es el escritor estadounidense más grande de su siglo. Cuando lo leo estoy en awe. Uno de mis trabajos favoritos es el gran cuento “A Silver Dish”, una historia que no muchas personas parecen conocer. Termina, para mí, con una de las líneas más memorables de la ficción: Así es como él era. Hay cinco palabras en esa oración, cada una esencialmente sin significado. Así es como él era (That’s how he was). Dos de ellas son iguales: “was” y “was”. Dificilmente alguna suena firme, en esas palabras, no hay inclinación, ni quiebre, ni ángulo para el ritmo, solo tap, tap, tap, tap, tap. De todas esas palabras, solo “he” y quizás “was” tienen algo de significado. “How” es técnicamente un adverbio por la forma como es usado aquí pero para mi suena más como sustantivo, en el sentido de que siento un pequeño chispazo visual cuando lo leo, enteramente por lo que ha pasado antes en la historia. La oración completa usa solo siete letras diferentes, y contiene solo 15 en total: tres aes, tres haches, tres doblevés, dos eses, dos tes, una o, y una e. Esa es una línea sorprendentemente comprimida de Bellow, quien fue un poeta de primer orden. Pienso que él estaba restringiendo intencionalmente su paleta. Compárese con algunas de sus otras grandes oraciones, como la famosa primera línea de The Adventures of Augie March: Soy estadounidense, nacido en Chicago, Chicago, esa ciudad sombría, y voy a las cosas como me las he enseñado, a estilo libre, y haré el registro a mi manera: la primera en tocar, es la primera admitida; a veces es un toque inocente, a veces no tan inocente. Se puede abrir el libro en la página 400 y encontrar la mejor oración que se haya visto. Es una erupción volcánica de ideas y lenguaje. O tomar esa sección de “A Silver Dish”, donde Woody da una vuelta en un tranvía que lo lleva al momento culminante de la historia: Lo que él vio y oyó fue un tranvía de Chicago viejo y rojo, uno de esos vehículos del color de un corral de manejo. Los carros de ese tipo salieron antes de Pearl Harbor, torpes, aparatosos, con asientos rústicos de rattan y agarraderas de bronces para los pasajeros que iban de pie. Esos carros solían hacer cuatro paradas por milla y se desplazaban con movimiento corcoveante. Olían a fenol u ozono y resoplaban cuando cargaban los compresores de aire. El conductor tenía una cuerda que halaba para dar la señal, y el motorista golpeaba la campana de pie con el talón. Ese pasaje está lleno de palabras anglosajonas viscerales, y cada una de esas palabras significa algo instantáneamente. Pienso que eso es lo que trata de hacer la poesía: Dejar a un lado la neurología e ir directo al significado. Pero la última línea de “A Silver Dish”, no es para nada como eso. No puedo decir lo que significa cada una de esas palabras. Imagina que eres un lexicógrafo y tienes que definir la palabra that, o how. Y encima de eso, ahí no hay nada del juego típico de Bellow con el ritmo y el lenguaje, eso es casi cualquier cosa menos una oración. Y aún así, cuando llego a ese punto de la historia, lloro. He leído esa historia tres veces en las últimas semanas, y cada vez que llegué a esa oración, se me salieron las lágrimas. ¿Como hace Bellow para empacar tanta emoción en esas cinco palabras ordinarias? Pienso que es el propio vacío de estas lo que les permite canalizar tanta emoción. Porque ellas no traen nada específico a la mente, ellas nos permiten sentir sin pensar. Al final de un cuento o novela no se quiere que el lector piense. Los finales son acerca de emociones, la lógica es enemiga de la emoción. El trabajo del escritor es desarmar al lector de esa lógica. Solo hacer que el lector sienta. Esto a menudo se ve en los momentos finales de una película. La cámara se inclina, y la película termina con una imagen del cielo, o el mar, o la costa. Algo en lo que no se pueda enfocar la vista, lo cual permite enfocarse en cualquier otra cosa que aparezca antes. Así es como “that was how he was” funciona también. Eso no trae nada a la mente. Esa oración no tendría sentido si estuviera al comienzo de la historia, pero ubicada al final, esta llena con la carga de todo lo que la precede. Cada una de esas palabras vacías es nitroglicerina, y la historia que las antecede es el detonante. Para mí, esa línea también muestra que el contenido supera al estilo. Tengo una teoría acerca de escribir, la cual es que no se puede escribir algo verdadero acerca de un personaje que a la vez sea lingüísticamente hermoso. Hay muy pocas palabras para expresar la verdad y la belleza, para ser más enfáticos, los escritores inclinados hacia los personajes, tienden naturalmente a reservar sus construcciones hermosas para cuando el contenido es menos urgente. Se verá a Bellow ponerse poético cuando escribe acerca del escenario, como cuando Woody y su papá hacen aquel paseo en tranvía. Pero cuando trata de escribir algo que lleva a la profunda experiencia emocional del narrador, la prosa es muy simple: Así es como era él (That was how he was). Cinco palabras planas. En la parte crucial de la historia es importante escribir de lo que es verdad, antes que tratar de escribir lo que es verdad y luego diluirlo embelleciendo la prosa, Es un continuo, por supuesto, pero no pienso que se pueda estar en ambos extremos del continuo a la vez. Para mi, debo decir también, este cuento contesta cada pregunta que cualquier joven escritor pueda hacer acerca de escribir ficción. Que el diálogo es conflicto, de hecho. Bellow no escribe una palabra de diálogo a menos que las personas estén peleando. Como siempre le digo a mis estudiantes acerca del diálogo en ficción: Si no puedes decir nada cortante, no digas nada. O que cualquier historia de muerte debe ser una historia de vida. O como enfocar una de las cosas más difíciles para los escritores literarios: la secuencia. De una manera la secuencia es muy simple: Haces que alguien haga algo equivocado. No planeas una secuencia. Tienes a alguien que hace algo equivocado, y eso ocasiona otra mala conducta. La conducta, especialmente la mala conducta, es lo que hacer emerger al personaje. Al principio, “A Silver Dish”, es muy estático: Woody, afectado por el sonido de las campanas eclesiásticas de todo Chicago, guarda luto por su padre, le embarga toda una vida de viejos recuerdos e impresiones. Pero la historia toma un foco repentino cuando él recuerda una de las transgresiones de su padre, una traición que ha espantado al jovencito toda su vida. Se trata de esa transgresión individual, de esa memorable instancia de mala conducta, que hace arrancar al cuento. Pienso en ese momento como la materialización del cuento. El momento cuando las líneas negras de la página de pronto se convierten en cuento. He oído al creador de Deadwood, David Milch decir (aunque podría estar alterándolo ligeramente) que es más fácil secuenciar el camino hacia una idea que idear el camino hacia una secuencia. Pienso que muchos escritores empiezan cometiendo el error de tratar de escribir una novela acerca de algo. Las novelas son discutidas como si fuesen intencionalmente acerca de algo, pero no lo son. Son historias. Los críticos literarios nos enseñan a pensar en ellas de esa manera, y también los profesores de inglés, quienes, en su defensa, generalmente tratan de enseñarte a escribir un párrafo, no una novela. Para ser escritor, pienso, se tiene que abandonar la idea de que la ficción trata “acerca” de algo. Ese concepto es lo suficientemente malo para la vida de un lector. Pero es fatal para la vida de un escritor. He visto a muchos estudiantes venir y decir, quiero escribir una novella acerca de bla, bla, bla. Pero no pueden escribirla. Solo se puede escribir una novela acerca de un personaje quien hace algo malo, y ver que ocurre a partir de ahí. Las novelas son compendios de mala conducta, y la literatura es el chisme acerca de eso. En otras palabras, si estás escribiendo una pieza de ficción, te pediría que no trates de mostrar nada, en lugar de eso, trata de descubrir algo. No hay manera de escribir algo poderoso a menos que tu subconsciente se haga cargo. El problema más grande para los jóvenes escritores de literatura, además de la secuencia, es como caracterizar, como hacer que un personaje parezca un ser humano verdadero. Una de las maneras más sutiles, la cual Bellow ejecuta maravillosamente, es hacer que un personaje describa a otras personas. El truco está en que cuando los personajes describen a otras personas, son ellos quienes están siendo revelados. En esta sección de “A Silver Dish”, la descripción de Woody sobre su padre, da una idea de su propia dicción, articulación, y filosofía.: Pop, mientras se quitaba la piel de oveja, usaba abrigo, no chaqueta. Su mirada punzante lo hacía parecer doblegado. Lo más duro de todo por parte de estos Selbst de narices aplastadas y grandes, y caras aparentemente limpias, era parecer honestos. Todas las señas de la deshonestidad los acechaban. Woody indagaba a menudo sobre eso. ¿Tenía eso que ver con los músculos? ¿era fundamentalmente un problema mandibular? ¿el ángulo de proyección de las mandíbulas? ¿O era el ángulo marcado por el corazón? Eso es una descripción física, una autocontemplación y una contemplación de otros, todo a la vez. Mientras Woody medita sobre la inherente apariencia doblegada de su padre, también nos hacemos una idea de Woody: que él de alguna manera es un hombre noble y bien enfocado pero también tiene la sensación de su desmérito, de su crueldad, la sensación de que es tan torcido como su padre. Los escritores tienden a pensar que su prosa es lo más grande. Pienso que eso se tiene que estrangular. Tienes que desaparecer lo que más te gusta. No se trata de matar tus buenas escenas, se trata de matar tu instinto por intentar impresionar con expresionismo y fraseo elegante, para convertirte en vez de eso en un recipiente de telepatía . Mientras menos presente estés, más puedes ser el personaje del cual tratas de escribir. Algunos de los escritores que más admiro, como Philip Roth o Alice Munro, son grandes estilistas de la prosa en el sentido de que sus oraciones son maravillosas, pero cuando los leo no pienso en la prosa. Pienso en la verdad. Me pierdo en su habilidad para trasladarme dentro de otro ser humano. Eso para mí, es lo más grande. Tienes que dejarte llevar por los personajes. Tienes que liberarte de tus grandiosas intenciones, ambiciones, ideas de la humanidad, literatura y filosofía para enfocarte en el aspecto de ser otra persona, lo cual por cierto, es liberador, delicioso, una de las verdaderas de escribir. Deja de preocuparte por escribir una gran novela, solo sé otro ser humano. Yo debería agregar, en un grado destacable, que eso es algo físico. Trato de hacerlo al tomar una pausa antes de empezar a escribir, me tomo unos segundos para abstraerme. También he encontrado que fracciones restringidas de actividad física ayudan. Tengo un escritorio para trabajar parado, el cual tengo que decir, me elaboré mucho antes que se pusiera de moda. Eso funciona para mí. También coloco uno de esas mini caminadoras eíipticas junto a la base del escritorio, de esas que no tienen soportes para las manos, por lo cual debo concentrarme un poco para no caer. Empiezo a caminar. Y mientras trato de mantener el equilibrio, de no irme hacia un lado, empiezo a escribir, de alguna manera esa pequeña actividad física me hace arrancar. De la misma forma a menudo tengo buenas ideas cuando manejo un carro sincrónico: El cambio de velocidades requiere algo de concentración que desata tus inhibiciones. Eso le permite burbujear a tu subconsciente. Leo por la sensación de ser otro personaje. Así es como sé si un libro es bueno, cuando ya no puedo decir que estoy leyendo un libro, cuando no soy un lector sino otro ser humano. Leo por la sensación de transportarme, y escribo por esa sensación también. Tuve una experiencia extraña una vez. Yo estaba en escena, pienso que en la Kansas City Public Library. Era una especie de conversación en escena. Y la primera pregunta que me hizo el entrevistador fue: ¿Cuál es el propósito de la literatura? Imagínate que te hagan esa pregunta de manera imprevista. Y de mi boca salió: “Es un ensayo para la muerte”. Nunca antes había pensado en eso. Lo dije, pero de alguna manera pienso que eso es verdad. La ficción trata de avanzar a través de las vidas de otras personas, de correr a través de las cosas grandes y terribles que ocurren a lo largo del camino, y especialmente de lo que yace al final, de experimentarlo una y otra vez. Contenga muerte o no, una novela siempre trata acerca de los puntos resaltantes de una vida. La literatura nos permite experimentar miles de vidas, entender como podríamos querer vivir la nuestra. Pero de vuelta a “A Silver Dish”. Hay algo de misterio en esa historia: Bellow cambia dos veces desde la tercera persona a la primera. “Él quería que yo fuera como él, un estadounidense”, dice el narrador, en determinado momento. ¿Es eso una especie de meta-ficción, como si Bellow anticipara la tendencia actual de narradores que tienen el mismo nombre del autor? No sé que hacer con esos dos pequeños cambios de punto de vista, a menos que sean dos pequeñas admisiones tácitas de que esa historia es de hecho acerca de él. Una especie de admisión de que este soy yo, Samuel Bellow, y no Woody. Cualquier cosa que sea, “A Silver Dish” nos da un profundo acceso a la vida de otro. Para mí, de eso trata una gran ficción: la ventana que muestra los días de alguien más sobre La Tierra. That was how he was. Es pura literatura, ¿cierto? O muy cercano a ella. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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