sábado, 10 de junio de 2017
E.R. Braithwaite: ‘To Sir, with Love’ (‘Al Maestro con Cariño’)-1959.
Susie Thomas. London Fictions.
La novela autobiográfica To Sir, with Love, de Edward Ricardo Braithwaite, la cual está basada en su experiencia como profesor negro de una difícil escuela secundaria moderna del East End, ofrece una destacada visión de la política de clases y razas en el Londres de posguerra. Sidney Poitier fue a Londres en 1967 para protagonizar la versión cinematográfica de la novela, y después apareció en una secuela, ambientada en Chicago, la cual fue hecha para televisión en 1996 (‘To Sir With Love II’ dirigida por Bogdanovich). Aún así, la novela ha permanecido subestimada por mucho tiempo.
Cuando el narrador de To Sir, With Love llega a Londres en 1948 se encuentra impresionado por la disparidad entre sus expectativas y la realidad:
Yo tenía referencias de la ciudad por los textos clásicos y contemporáneos y estaba ansioso por conocer el Londres de Chaucer y Erasmus y de las Sorores Minories. Había soñado con caminar a lo largo de la adoquinada Street of Cable Makers hasta los ecos de Chancellor y los hermanos Willoughby. Quería mirar el Támesis a la altura de Blackwall, desde donde el capitán John Smith había zarpado en el barco Susan Lawrence para descubrir una colonia inglesa en Virginia.
El narrador claramente había leído Heart of Darkness (El Corazón de las Tinieblas) de Conrad (1902) y Londres de hecho se convirtió en una ciudad de ‘brillo sombrío’. Aquellos quienes no han tenido la elitesca educación que recibió Braithwaite, primero en Queen’s College, Guyana Británica (ahora Guyana), luego en City University en Nueva York y después que esta fue disuelta, en Cambridge, pueden estar agradecidos de poder ir a Wikipedia para obtener explicaciones de las referencias más oscuras de este pasaje. Más aún, es quizás irónico que Braithwaite evoque Cable Street mediante una alusión a un explorador inglés del siglo 16 en vez de referirse a Oswald Mosley y sus camisas negras, derrotados en Cable Street en 1936, y aun intentando regresar a la escena en Ridley Road en la década de 1950.
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Queen's College, Georgetown
Londres como la ‘ciudad surreal’ de la imaginación colonial permea la ficción de la posguerra inglesa. Si la de Braithwaite es la versión más erudita de esta tropa, la literatura más extasiante se encuentra en Beer in the Snooker Club (1964) del novelista egipcio Waguih Ghali:
Yo quería vivir, y leer y leer… y quería vivir. Quería tener amoríos con condesas y enamorarme de una mesera y ser mujeriego y ser líder político y ganar en Montecarlo y salir en Londres y ser un artista y ser elegante y también estar harapiento.
Quizás el exponente más lírico del sueño de la ciudad y el devastador encuentro con sus ‘realidades’ sea Sam Selvon con The Lonely Londoners (1956), donde los muchachos de las indias occidentales están primero emocionados por frecuentar la serpentina debajo del reloj de Charing Cross pero tarde o temprano se encuentran deprimidos por la rutina de comer, dormir, trabajar, intentar; y ser rechazados reiteradamente en las oportunidades de trabajo y alojamiento además de ser señalados en la calle. Mientras Galahad yace en su habitación sotanera, calmando sus heridas luego de un encuentro humillante, se pregunta: “Señor, ¿qué hemos hecho en este mundo para que tengamos que sufrir tanto?”
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Para el momento cuando Hanif Kureishi miraba en retrospectiva la experiencia de migración de posguerra en el capítulo acerca del viaje del padre de Karim desde la India británica hacia Inglaterra en The Buddha of Suburbia (1990), el desencanto estaba lo suficientemente distante para ser tratado con ironía:
Londres, la Old Kent Road, era un choque congelante…Papá nunca había visto ingleses pobres, como barrenderos, dependientes de tiendas, mesoneros. Nunca había visto a un inglés llevarse el pan a la boca con los dedos, y nadie le había dicho que los ingleses no se bañaban regularmente porque el agua era muy fría… Y cuando papá trató de hablar de Byron en las tabernas locales nadie le advirtió que no todos los ingleses sabían leer o que no necesariamente querían ser tutoreados por un indio acerca de la poesía de un loco y pervertido.
Mientras invierte la mirada colonial, Haroon se siente “sorprendido “ por lo poco impresionante que resulta ser el centro metropolitano.
Interesantemente, la novela de Braithwaite habla de manera directa al joven Hanif Kureishi. En The Word and the Bomb, Kureishi describe su búsqueda de los equivalentes británicos de los grandes escritores afroamericanos, James Baldwin, Richard Wright y Ralph Ellison. Aunque el disfrutaba a Forster, Greene y Waugh, ellos no exploraban las ‘profundas y permanentes alteraciones de la vida británica que habían empezado con el imperio y que ahora habían llegado a casa’:
Al vivir en los suburbios de Londres con un padre indio y una madre inglesa, yo quería leer trabajos ambientados en Inglaterra, trabajos que pudieran ayudarme a encontrarle sentido a mi situación. El racismo era real para mí; el imperio no. Me gustaba Colin MacInnes y E.R. Braithwaite, cuya To Sir with Love me impactó cuando la leí bajo un pupitre en la escuela.
Ningún escritor de las décadas de 1950 y 1960, ni siquiera V.S. Naipaul, el laureado del desencanto, hurga en las entrañas de las aspiraciones coloniales y el disgusto metropolitano de manera tan devastadora como E.R. Braithwaite. En sus años como piloto en la real fuerza aérea nunca había encontrado prejuicios raciales, pero después de la guerra es rechazado para un trabajo para el cual está calificado eminentemente, simplemente porque es negro. A pesar de haber arriesgado su vida por ‘el ideal del estilo de vida británico’ es visto como un extraño. Luego de su rechazo, él salió del ‘gran e imponente edificio’ en Mayfair: ‘el disgusto y el resentimiento ebullían amargos dentro de mí, me fui al baño público más cercano, me sentía enfermo’. Al recordar las divertidas celebraciones de cada visita a Guyana británica, él concluye: ‘Si, es maravilloso ser británico, hasta que uno va a Gran Bretaña’.
Y así, sin ninguna vocación, como admite con candidez, se convierte en maestro en una escuela de East End, porque fue el mejor trabajo que pudo conseguir. Se trata de un edificio oscuro y reluciente ubicado en una zona desolada, el cual compara desfavorablemente con la escuela iluminada y agradable de la soleada Georgetown. La vida alrededor de Cable Street resulta ser dura y no solo para el narrador. En principio fue impresionado por los trabajadores de East End a quienes ve como ‘peones’; un término que Albert Angelo también usa con sus alumnos de East End en la novela epónima de B.S Johnson (1964). Braithwaite se resiste a ver a los muchachos como víctimas a pesar de las condiciones domésticas de pobreza, hacinamiento y humedad: ‘hambrientos o llenos, desnudos o vestidos, ellos eran blancos, y por lo que sabía, ese solo hecho marcaba la única diferencia entre los poseídos y desposeídos. Pero para el fin del año escolar Braithwaite se había adaptado a la clase y había llegado a querer a esos bastardos brutales’.
El punto culminante de la novela ocurre luego de la muerte de la madre de uno de sus alumnos. Braithwaite hace los arreglos para que la clase envíe una corona a la familia pero ninguno de los muchachos la llevará porque no pueden ser vistos yendo a la ‘casa de una persona de color’. Los muchachos son amigables con Seales, quien ‘nació entre ellos, creció entre ellos, jugó con ellos’, pero no pueden quebrar el tabú social, el cual parece ser principalmente acerca de mestizaje:
Un muchacho de color con una madre blanca, un muchacho de las indias occidentales con una madre inglesa. Siempre lo mismo. Nunca un muchacho inglés con un padre negro o de las indias occidentales. No, eso sería enfatizar en su carácter inglés, en su identificación con ellos.
El narrador está amargamente disgustado con sus muchachos y piensa que ha perdido su tiempo (¡una queja común entre los maestros!) pero se maravilla al descubrir que su voluntad para la tolerancia y la paciencia ha dado resultados: sus alumnos, bien aseados y vestidos, asisten al funeral, como prueba de la eficacia de su pedagogía y el triunfo de su humanidad. Es una pena, como dice Bruce King, que ‘Braithwaite parezca tan insistente en proclamar sus habilidades, atractivo, inteligencia, juicio y asertividad’. Pero dado el prejuicio que encuentra, es poco sorprendente que a veces deba mostrarse como el héroe de su historia, especialmente porque a diferencia de ‘los muchachos’ de The Lonely Londoners de Selvon, Braithwaite no tiene nadie a quien acudir cuando es insultado en el bus o el metro. Vive con una amigable pareja blanca, a quienes el llama ‘mamá’ y ‘papá’, pero más allá de eso no tiene comunidad. Como dice Caryl Phillps en su introducción de la edición antígua de la novela: ‘sentimos simpatía por ese hombre aislado quien intenta establecer una comunidad con los alumnos a su cargo y con sus colegas maestros en la oficina’.
Quizás el aspecto más impresionante de la novela no sea la auto-felicitación ocasional del narrador sino su quietud. Cuando uno de los muchachos ataca al maestro de deportes por su tratamiento sádico hacia un alumno, Braithwaite insiste en que el muchacho se disculpe con el maestro. La clase se siente afectada por lo que consideran una doble injusticia pero el narrador aboga contra la rebelión:
“He sido empujado, Seales”, dije tranquilamente., “de una forma que no puedo explicarte. He sido presionado hasta que empecé a odiar a las personas tanto que deseaba herirlas, herirlas de verdad. Sé como se siente eso, créeme, y algo que he aprendido, Seales, es a tratar siempre de ser más inteligente que las personas que me hieren”.
Aunque el discurso es dado frente a la clase, es dirigido particularmente a Seales, el muchacho de raza mestiza, aunque él no es el culpable. Es como si Braithwaite temiese que Seales, más que todo, fuese quien necesitara aprender la lección de la autodisciplina, ante el riesgo de agarrar ‘un puñal o una pistola’ y encontrarse en serios problemas.
En otra escena, la madre de una de las muchachas de la clase va a quejarse por la mala conducta de su hija. La muchacha, Pamela, confía en su maestro: está enojada por los hombres quienes llaman a su madre viuda y en particular por algo que ocurrió que ella no puede mencionar. De nuevo el narrador advierte contra la rebelión e insiste en que Pamela debe ser una hija cortés y obediente. Su mensaje para los muchachos parece ser: el mundo hará el trabajo sucio; no se debe usar la violencia contra los remordimientos; trata de mantener tu dignidad; es lo mejor que puedes hacer.
En varios momentos de la novela Braithwaite es humillado públicamente. En el bus una mujer inglesa rechaza sentarse a su lado. Él piensa que ella disfruta en secreto: “¡Que perra tan delicada y elegante!”, piensa para sí pero no dice nada. En el metro, al llevar a sus alumnos al Victoria and Albert Museum, dos mujeres mayores bien vestidas empiezan a murmurar acerca de ‘las desvergonzadas jóvenes y estos negros’, hasta que una de las alumnas, Pamela, les grita: “Él es nuestro maestro ¿les molesta?” De nuevo, Ricky permanece silencioso y así mantiene su dignidad.
El estoicismo enfurece a su novia blanca inglesa. Cuando van a un costoso restaurant en Chelsea, el mesonero les hace esperar por mucho tiempo y luego, deliberadamente derrama la sopa de él. Gillian insiste en explotar, pero Ricky, asumimos, permanece en la mesa de manera digna, o lo habría complicado todo. Como puede notar el lector esta actitud se basa en pensar que el largo camino de las personas negras hacia la libertad depende de si se piensa en la senda no violenta del Dr. Martin Luther King Jr. o en la manera de Malcolm X (‘a costa de lo que sea’).
Hacia el final de la novela, Braithwaite deletrea su filosofía:
Dejé claro que…las personas de color en Inglaterra, trabajaban gradualmente por su salvación, notando que no era suficiente quejarse de las injusticias cometidas contra ellos, o confiar en los partidos interesados en agitar a su favor. Trabajaban para mostrar sus méritos, integridad y dignidad a pesar de las fuerzas opuestas a ellos.
To Sir, With Love, hoy es principalmente recordada debido a la versión de la película de 1967 protagonizada por Sidney Poitier, la cual actualizó la particular y sorprendente historia de posguerra de Braithwaite en una especie de Blackboard Jungle de los años sesenta con un atractivo tema musical interpretado por Lulú. En una entrevista con Burt Caesar hecha para Radio 4’s, ‘To Sir, with Love Revisited’ (producida por Mary Ward Lovery en 2007) Braithwaite admitió tener sentimientos encontrados acerca de la película, aunque el éxito de esta garantizó que la novela nunca se hundiera en el olvido. Eso le dio alguna seguridad financiera pero aún así la resentía desde las plantas de sus pies, particularmente debido a la traición hacia el romance interracial de la novela, lo cual, sintió él, fue esencial para que el protagonista escapara de su aislamiento.
El tema principal de To Sir, with Love tiene que ver con el amorío entre Ricky y Gillian, pero eso no se conocería viendo la película de 1967. Poitier pudo haber sido una de las grandes atracciones taquilleras de su época (‘Guess Who’s Coming to Dinner e ‘In The Heat of the Night’ fueron estrenadas ese mismo año) pero él no era considerado meritorio de ganarse el corazón de los ingleses en la pantalla. Solo tenemos que pensar en la crítica recepción de Ira Aldridge en el siglo 19 y Paul Robeson en el siglo 20 cuando interpretaron Otelo, para entender porqué eso es así. Una novela puede persuadir a los lectores a través de su voz pero en la tarima o en el cine, como Braithwaite lo sabía muy bien, las personas tienden a ver ‘solo la piel’ y no la persona dentro de ella.
En la novela, Ricky y Gillian entablan una amistad en la sala de profesores, la cual se desarrolla gradualmente hacia un romance. El principal obstáculo parece ser la preocupación de él acerca del efecto de la sociedad racista sobre ella: ‘¿Por cuánto tiempo sobreviviría nuestra feliz asociación a la malignidad de las miradas que deliberadamente hacían sentir a la mujer sucia, como si hubiese degradado abyectamente no solo a si misma sino a todas las mujeres?’ Mientras tanto ella quiere que él se levante ante los racistas en el metro o en el restaurant. Una vez que deciden casarse, tienen que sobreponerse a la falta de voluntad del padre de ella para dar su consentimiento. Él objeta: “Ustedes pueden tener hijos, ¿Qué pasaría con ellos? Ellos pertenecerán a la nada, nadie los querrá”. Cuando los racistas no se quejaban de que los negros estaban ‘tomando nuestras mujeres’, pretendían estar preocupados por los niños mestizos quienes, argumentaban, no sabrían quienes eran ellos. Braithwaite asegura al padre de Gillian que sus hijos “pertenecerán a nosotros y los querremos”. Pero también prefacia un artículo de fe titulándolo, “Si Gillian y yo nos casamos”. Como To Sir, with Love es una autobiografía ficcional sería muy interesante saber si Braithwaite se queda con su muchacha al final; y lo que ocurre luego.
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En cuanto a la precisión de To Sir, with Love, se ha argumentado que Braithwaite planteó todo de manera equivocada. En su memoria autopublicada, An East End Story, Alfred Gardner recuerda haber sido alumno en el salón de clases de Braithwaite: él era un tipo alto, disciplinario sin humor, quien nos transmitía miedo al recurrir al castigo corporal. Aunque eso estaba vetado por el director, en más de una ocasión lo vi golpear a un muchacho’. Puede haberse dado el caso de que la educación estricta de Braithwaite en el sistema escolar colonial le hiciera aparecer un poco victoriano ante algunos de sus alumnos, pero la discrepancia entre el recuento de Gardner de ‘mutuo resentimiento’ entre los muchachos y su maestro y la representación del amor y el respeto en la novela, representa un choque.
La novela termina cuando Braithwaite recibe un regalo al partir y una tarjeta titulada “To Sir, with Love”, Gardner asegura que los muchachos lo odiaban tanto que celebraron cuando él se fue de la escuela. Gardner continúa: ‘También había el rumor de que algunas de las chicas mayores a veces se sentían incómodas alrededor de él’. En este punto, uno empieza a desconfiar de la versión de los hechos de Gardner: su insinuación parece tocar el miedo ante la sexualidad superior del hombre negro que era un tema propio del discurso de posguerra acerca de porque los británicos debían mantenerse blancos. Braithwaite parece haber estado consciente de ese miedo e hizo lo mejor por asegurar a sus lectores (de manera divertida) que ‘él sinceramente esperaba no lograr notoriedad especial como atleta de alcoba’. En la novela, Braithwaite sugiere que una de las muchachas, Pamela, siente atracción por su maestro, como a menudo ocurre con las adolescentes. Gillian le advierte de tener mucho cuidado de nunca estar a solas con Pamela. Leer la memoria de Gardner te hace notar cuan fácilmente Braithwaite pudo haber estado falsamente injuriado y terminara en una historia completamente diferente, una versión patricia de Tom Robinson en To Kill a Mocking Bird.
Aunque el retrato de Gardner acerca de Braithwaite carece de cumplidos, su recuento de la reverencia de los muchachos por el heroísmo de su maestro parece ser confiable. La novela 'Greendale Secondary School', fue ambientada en la St George-in-the-East Secondary Modern de Cable Street, cuyo director era el carismático e innovativo educador, Alex Bloom (llamado Alex Florian en la novela) quien falleció en 1955. Bloom fue un defensor apasionado de una escuela radical y democrática que no fuera competitiva ni autoritaria y que fomentara el desarrollo individual y el compromiso con la comunidad. En principio, Braithwaite se impresiona con la ética de la escuela: ‘se anima a los alumnos a que hablen y se defiendan’, aunque lo que digan sea ‘alarmante o vergonzoso’; y no hay castigo corporal o ‘alguna otra forma de castigo’. Los alumnos escriben resúmenes semanales de sus lecciones, participan en las reuniones de consejo de escuela y ayudan a decidir sobre sus propios desempeños. Para su sorpresa, Braithwaite descubre que esa educación libertaria no lleva al caos o la violencia en el aula; en lugar de eso los muchachos son motivados a desarrollar una ‘libertad disciplinada’. Él es ganado gradualmente por la filosofía del director: escucha a los alumnos; déjalos bailar (su propia música durante el almuerzo); y enséñales como aprender de sus errores en vez de castigarlos.
La escuela St. George fue conocida como la Summerhill del East End; A.S. Neill le dio su aprobación y eso atrajo la atención internacional. El trabajo de Alex Bloom todavía es muy admirado por académicos como Michael Fielding del Institute of Education de la University of London. To Sir, with Love aun tiene mucho que enseñarnos acerca de las clases y la raza en el Londres de la década de 1950, y acerca del sistema educativo de entonces y ahora.
Quizás sorpresivamente la gran historia de la Black British Literature, ha ignorado por mucho tiempo a To Sir, with Love. Debe admitirse que Braithwaite no es un estilista brillante: no canta como Selvon ni pica como Naipaul. Pero To Sir, with Love, y la memoria igualmente innovadora de Braithwaite, Paid Servant (1962), acerca de un trabajador social negro contratado para supervisar la adopción de niños negros y mestizos en Londres, cuentan historias importantes nunca antes escuchadas y todavía son noticia. La novela de Braithwaite, A Choice of Straws (1965), narrada por un racista blanco quien mata a un adolescente negro, es misteriosamente previsiva del asesinato de Stephen Lawrence. Braithwaite puede estar totalmente ausente del canon literario inglés pero sus colegas escritores creativos siguen encontrando inspirador su trabajo. To Sir, with Love se convirtió en clásico en 2005 gracias a la novelista Caryl Phillips; la novela fue adaptada para Radio 4 por el guionista Roy Williams con Kwame Kwei-Armah como Ricky Braithwaite en 2007; una adaptación para teatro de Ayub Khan Din fue efectuada en otoño de 2013.
Susie Thomas es Editora de Revisiones en The Library London Journal y agradece a Burt Caesar por recomendar el trabajo de Braithwaite.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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References and Further Reading
Michael Fielding, 'Alex Bloom: Pioneer of Radical State Education' (2005). Available online
Bruce King, The Internationalization of English Literature , Oxford History of English Literary History, Vol. 13, 1948-2000 (Oxford UP, 2004).
Alfred Gardner, An East End Story (Alfred Gardner, 2002).
E.R. Braithwaite, Reluctant Neighbours (New English Library, 1973)
Roberto Bangura, writer and director, 'Sidney’s Chair' - on the BFI website and avaliable to watch online
Stuart Hall, 'Absolute Beginnings', a review of To Sir, with Love, and Colin MacInnes, Absolute Beginners in Universities and Left Review (Autumn 1959). Here's a link to the article.
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