lunes, 14 de septiembre de 2015
Al Maestro con Cariño
La frase se ha convertido en refrán desde que la escuché por primera vez hacia finales de los años ’60, mis hermanos esperaban con ansiedad el domingo para ir a ver “To Sir With Love”, una película de un profesor negro (Sidney Poitier) en una escuela londinense, las escenas que presencié en los bancos del cine Royal de Cumanacoa, me han hecho comprender en todos estos años cada vez que se recurre a la frase.
En esta ocasión recurro a ella ante la similitud de circunstancias que debieron asumir dos entrenadores de baloncesto que llevaron a la selección venezolana de baloncesto masculino a sus dos primeras clasificaciones a unos Juegos Olímpicos. Julio Toro en Portland 1992 y Nestor García en 2015, asumieron la responsabilidad de dirigir al equipo venezolano en torneos preolímpicos donde las posibilidades de trascender eran reducidas ante la calidad de los rivales: Brasil, el Dream Team de USA aunque no competía por clasificarse, Argentina, Puerto Rico, Canadá y México destacaban entre los contendores más peligrosos de 1992. Argentina, Canadá, Puerto Rico, República Dominicana, México entre los de este 2015.
Tanto Toro como García, tenían cierto tiempo trabajando con sus equipos, ambos conocían sus virtudes y defectos, como debían dirigirse al equipo en los momentos críticos del juego y de que manera debían corregir las fallas en las prácticas. Supieron convertir las derrotas en las principales fuentes de aprendizaje y darle el ánimo y oxigeno necesario a sus jugadores para volver con sus mejores bríos al tabloncillo. Ambos vivieron momentos dentro del preolímpico donde todo parecía perdido y ellos eran los únicos que a punta de obstinación y fe en sus equipos tenían bien claro que si se podía. Quizás esta actitud de los técnicos sea lo único que se pueda comparar entre esos dos equipos que alcanzaron la proeza de calificar a unos Juegos Olímpicos. Las comparaciones en el tiempo tanto en los deportes como en cualquier actividad humana, resultan odiosas, por la sencilla razón de la diferencia de condiciones en cada momento histórico, lo que parecería un reto más fuerte para un equipo que otro, se desvanece ante los testimonios de quienes vivieron o viven sus dificultades. Hay que estar y vivir en carne propia las circunstancias para hablar con propiedad, y solo se puede hacer afirmaciones respecto al período vivido, intentar atravesar el laberinto del tiempo extravía el sentido de acercarse a la sensatez y la justicia.
Una gran visión de esa realidad la ha reflejado García con sus declaraciones luego de ganar el preolímpico de México: “Julio Toro es mi padre en el baloncesto, siempre lo he dicho. Así lo quiso la mano de Dios, por algo lo conocí cuando tenía 15 años, por algo fui su asistente, por algo él es el que me habla y me lleva a Venezuela. Es algo sobrenatural. Me llamó después del juego, y me dijo que estaba muy orgulloso. Se lo dedico a él. Julio es un venezolano más”.
Una de las escenas que se me quedó grabada de “To Sir With Love” fue cuando los alumnos derraman un recipiente de agua sobre la humanidad del profesor desde un primer piso. Cuando se esperaba un fuerte sermón y manos crispadas, el profesor entró con una sonrisa incipiente y empezó a hablar con una voz tan baja, que todos tuvieron que acercarse hasta formar un círculo a su alrededor.
Alfonso L. Tusa C.
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