jueves, 13 de agosto de 2015
El Mantra de ‘No estoy enferma’ impulsa a Victoria Duval
Ben Rothenbergaug. 09-08-2015. The New York Times.
Cuando Victoria Duval supo el año pasado que tenía cáncer, lo único que sabía que iba a hacer era ganar.
Duval, entonces de 18 años, recibió un diagnóstico de linfoma de Hodgkin, un cáncer del sistema linfático, el día anterior a su primer juego de clasificación en Wimbledon. A pesar de la noticia, ella se quedó y jugó.
“De veras no veía otra salida en ese momento, otra que tratar de ganar cada juego para evitar ir a casa, porque no quería tener que enfrentar la realidad de lo que estaba ocurriendo”, dijo Duval la semana pasada en una entrevista.
“No me dí cuenta en verdad de cuan valiente fui hasta que regresé a casa y todos en mi familia y mis amigos, me dijeron que si ellos hubiesen recibido la misma noticia el día antes que tuviesen que efectuar un juego, no hubieran sido capaces de hacerlo, porque eso era como el golpe emocional más grande que se pudiera encajar. Para mí, fue solo pensar que necesitaba seguir ganando para no tener que regresar a casa. Para mi, seguir jugando era más fácil”.
Duval siguió jugando, y ganando, venció en los tres juegos clasificatorios para la competencia principal de Wimbledon así como en su primer juego en el torneo. Pero cuando estaba en el camerino durante un retraso por la lluvia antes de su juego de segunda ronda, los pensamientos de Duval empezaron a vagar por su futuro incierto.
“Fue la primera vez que pensé de verdad en lo que tendría que enfrentar cuando fuese a casa, lo cual era una idea terrible”, dijo ella. “Fui a mi teléfono, y busqué quimioterapia, y miré exactamente de lo que se trata. Y empecé a llorar histéricamente porque no sabía si podía hacer eso. Cuando salí a la cancha, jugué todo el partido llorando, eso fue como una pesadilla. Y luego cuando fuimos al doctor, él nos dijo todos los efectos colaterales que vi en línea, yo estaba como qué, ay caramba, esto es todo”.
Mientras su clasificación mejoraba hasta meterse entre las 100 primeras por primera vez con el impulso de su actuación en Wimbledon, Duval comenzó el tratamiento de quimioterapia. Ella dijo que había encontrado en el lugar más oscuro donde nunca hubiese estado.
“Algunas veces me sentía tan terrible después de la quimio, que me sentaba en la cama y decía: ‘¡No estoy enferma! ¡No estoy enferma!’” dijo ella. “Repetía eso 10, 20, 30, 50 veces, y ¿adivina que? Al final me sentía bien”.
Duval y su familia tambien se movieron desde lo que habían aprendido de una crisis previa, cuando su padre, Jean-Maurice, casi falleció en el terremoto de Haití en 2010. Fue eventualmente rescatado de los escombros luego de 11 horas, pero se ha mantenido con parálisis en un brazo.
“Mi papá también pasó por la misma cosa, y aprendió a apreciar la vida”, dijo Duval. “Sus oportunidades de sobrevivir significaban que él no debería estar aquí, y ahora el vive a plenitud cada momento. Para mí, todavía es más especial porque tengo la oportunidad de jugar. Sé que fácilmente ese podría no ser el caso. Estoy super agradecida”.
Sus colegas jugadoras ofrecieron la ayuda que pudieron. La ídolo de Duval, Venus Williams, fue muy atenta
“Venus se acercó un poco, lo cual me sorprendió mucho”, dijo Duval. “La estimo mucho, y el hecho de que se tomó un tiempo de su muy ocupada vida para enviarme un mensaje de texto al menos una vez a la semana, fue algo increíble”.
Ross Hutchins, un especialista de dobles británico restirado quien tuvo su propia batalla con el linfoma de Hodgkin, también contactó a Duval, a quien el no conocía. “Ella fue una luz brillante”, dijo él. “Qué personalidad”.
Duval regresó a la cancha el pasado octubre, pero debilitada por la quimioterapia, se dio cuenta que nada regresaba rápidamente. Gradualmente, 30 minutos se convirtieron en una hora; una hora en 90 minutos. Hace dos semanas, ella jugó por primera vez un juego de práctica de tres sets completos.
“Siempre supe que era una persona fuerte, pero esto definitivamente reforzó la verdadera firmeza que tengo dentro de mí”, dijo Duval. “Para salir de algo que te asfixia tienes que ser extremadamente resiliente, y muy fuerte mentalmente. Ser capaz de empezar a jugar de nuevo, eso tomó aún más”.
Trece meses después de su último juego, Duval competirá por primera vez desde su regreso esta semana en un pequeño torneo en Landisville, Pa., luego lo hará en la etapa clasificatoria del Western & Southern Open en Cincinnati. Ella todavía no ha recibido respuesta del comodín que espera recibir para el Abierto de Estados Unidos.
La última vez que Duval jugó en Flushing Meadows, en 2013, venció a la antígua campeona Samantha Stosur y se convirtió rápidamente en la consentida del torneo. El año pasado, en medio de su quimioterapia, fue muy difícil verlo para ella.
“No hay nada como eso, ser un estadounidense en el U.S. Open”, dijo Duval. “Especialmente después de yodo lo que he pasado, pienso que va a ser así, con mucho apoyo, estoy de verdad esperándolo. El U.S. Open es el torneo más cercano a mi corazón. Ahí es donde están mis memorias más grandes del tennis, así que no puedo esperar para hacer unas cuantas más”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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