lunes, 22 de agosto de 2016
Arthur Hiller, director de ‘Love Story’ (‘Historia de Amor’) e imán de taquilla, fallece a los 92 años.
Dave Kehr. The New York Times. 17-08-2016.
Arthur Hiller, un director nominado al premio de la academia cuya larga carrera empezó en la televisión en vivo y floreció en los años ’70 con éxitos multitudinarios como “Love Story”, falleció este miércoles 17 de agosto en Los Angeles.
La academia de ciencias y artes cinematográficas anunció su deceso.
Mr. Hiller, quien por un tiempo fuese uno de los directores de Hollywood más potentes comercialmente, dirigió casi 70 largometrajes, películas de televisión y episodios de series en un amplio rango de géneros, desde el drama del holocausto “The Man in the Booth Glass” (1975) (“El Hombre de la Cabina de Vidrio”) hasta la comedia “The In-Laws” (1979).
Hizo dos películas exitosas con guiones de Neil Simon, “The Out-of-Towners” (1970) y “Plaza Suite” (1971), y dos con el popular equipo de Richard Pryor y Gene Wilder: “Silver Streak” (1976) y “See No Evil” (1989).
Pero el éxito comercial más grande de Mr. Hiller fue “Love Story” (1970), la cual generó imponentes ganancias de 106 millones de dólares cuando fue estrenada en 1970, el equivalente de cerca de de 665 millones de dólares de hoy. Basada en un guión de Erich Segal, un académico clásico de Yale (quien lo convirtió en novela de amplia acogida que vendió más de cinco millones de copias), la película trata del romance trágico de un estudiante rico de Harvard (Ryan O’Neal) y una músico profesional de Radcliffe (Ali McGraw), el producto de una familia italo-estadounidense de clase trabajadora.
En una época de grandes cambios sociales, “Love Story” ofreció un paliativo simple y fuerte, al hacer que las audiencias terminaran con los ojos vidriosos (aunque algunos la encontraban cursi) y catapultó las carreras de Mr. O’Neal y Ms. McGraw.
Al escribir de la película luego que la novela fue publicada, el crítico Roger Ebert fue tan admirador de una como desaprobador de la otra. “La película ‘Love Story’ es infinitamente mejor que el libro”, escribió él. “Pienso que eso tiene algo que ver con el gusto pausado de su director Arthur Hiller, quién ha optado por todas las cosas que Segal pensó era conveniente dejar fuera. Cosas como el color, carácter, personalidad, detalle y entorno”.
La dirección sencilla y enfática de Mr. Hiller aportó los temas de clase y reconciliación generacional implicados en la historia de Mr. Segal, mientras la música de Francis Lai se encargó del sentimiento.
El crítico canadiense Robert Fulford, al escribir en The National Post, vio a la película como un producto de su tiempo: “Su argumento es una lista de las obsesiones de 1970: furioso conflicto generacional, un hombre viejo rico y culpable simboliza al establecimiento, y la muerte llevándose la juventud y la belleza. Es una película de Vietnam en la cual Vietnam permanece fuera de pantalla”.
Característicamente, Mr. Hiller adelantó la producción en el tiempo previsto y con el presupuesto acordado, para ganar su única nominación al Oscar en el proceso. (Franklin J. Schaffner ganó el Oscar por “Patton”, la ganadora como mejor película de ese año). “Love Story” obtuvo otras seis nominaciones para premios de la academia, incluyendo las de mejor actor (Mr. O’Neal) y mejor actriz (Ms. McGraw). La composición de Mr. Lai ganó un Oscar.
La favorita personal de Mr. Hiller entre sus películas, el lo decía a menudo, era “The Americanization of Emily”, un largometraje de 1964 ambientado en el Londres de la guerra acerca del tentativo escarceo romántico entre una viuda (Julie Andrews) y un oficial naval estadounidense (James Garner) a medida que se acerca el día después (D-Day).
Escrita por Paddy Chayefsky, la película oscila con un balance precario e inusual entre la comedia social y el drama psicológico, y se afincó en la experiencia en tiempo de guerra de Mr. Hiller como pilotode la fuerza aérea real canadiense, establecida en Bretaña.
Mr Hiller hizo equipo otra vez con Mr. Chayefsky en 1971 para “The Hospital”, una sátira incisiva protagonizada por George C. Scott y Diana Rigg, ambientada en un centro médico disfuncional de Nueva York.
“No es simplemente que él obtiene actuaciones excelentes de sus estrellas”, escribió el critico Vincent Canby de Mr. Hiller en The New York Times, “sino que él busca para las películas los papeles que combinan, sospecho, tanto los dones naturales como el talento histriónico”.
Gentíl y famoso años después por su cabello largo plateado, Mr. Hiller era muy querido en la industria cinematográfica. Fue presidente del Directors Guild of America desde 1989 hasta 1993 y presidente de la Academy of Motion Picture Arts and Sciences desde 1993 hasta 1997. En 2002, recibió el Academy’s Jean Hersholt Humanitarian Award por su trabajo filantrópico.
Mr. Hiller nació el 13 de noviembre de 1923, en Edmonton, Alberta, uno de tres hijos de Harry Miller y la antigua Rose Garfin, inmigrantes judíos de Polonia. Su padre administraba una tienda de instrumentos musicales de segunda mano en Edmonton.
Su primer contacto con el negocio del espectáculo llegó a través de sus padres, quienes formaron un teatro comunitario en Edmonton para representar obras en yiddish. El ayudaba a sus padres a construir y pintar los escenarios, e hizo su debut actoral a la edad de 11 años.
Después de la escuela secundaria, Arthur se enlistó en la fuerza aérea real canadiense y piloteó bombarderos sobre territorio enemigo en Europa durante la segunda guerra mundial. Al regresar de la guerra, se inscribió en la University of Toronto, donde estudió leyes y psicología. El gusanillo de la vida actoral probó ser irresistible, un día Mr. Hiller entró a las oficinas de Toronto de la Canadian Broadcasting Corporation y preguntó a la recepcionista donde podía aplicar para trabajar.
“Tres semanas después yo estaba dirigiendo programas de entrevistas”, fue citado por Robert J. Emery en el libro de 2002 “The Directors: Take Two”.
Mr. Hiller comenzó en la radio pero pronto se graduó en el nuevo medio de la televisión, donde se especializó en el riesgoso y tenso trabajo de dirigir drama en vivo. En 1956 aceptó un trabajo y se mudó a Estados Unidos, donde se unió a un grupo impresionante de directores jóvenes, incluyendo a John Frankenheimer, Arthur Penn y Sidney Lumet, para trabajar en la serie de CBS “Playhouse 90”.
A medida que la televisión en vivo evolucionó a programación grabada hacia finales de los años ’50, Mr. Hiller se hizo colaborador regular de series como “Gunsmoke”, “Alfred Hitchcock Presents” y “Route 66”. Su primera película fue el romance adolescente “The Careles Years”, basada en guión escrito bajo pseudónimo por John Howard Lawson y Mitch Lindemann, quienes estaban en la lista negra para esa época.
Los apretados horarios de filmación y más apretados presupuestos de la televisión le habían enseñado a Mr. Hiller la importancia de una cuidadosa preparación, y su reputación como cineasta rápido, eficiente en gastos, se extendió en poco tiempo. A mediados de los años ’60 estaba bien establecido en Hollywood como director de comedias ligeras como “Promise Her Anything” (1965), con Warren Beatty y Leslie Caron, y “Penelope” (1966), con Natalie Wood.
Dirigió a Alan Arkin en la comedia sentimental “Popi” (1969) y de nuevo en “The In-Laws”, una farsa extravagante escrita por Andrew Bergman. Mr. Arkin interpretó a un dentista de Nueva York y Peter Falk a un agente del gobierno quien lo incluye en un plan para asesinar a un dictador suramericano.
Entonces llegaron las películas de Neil Simon y las comedias de Richard Pryor. Entre ellas hubo proyectos pesados, como el musical “Man of La Mancha” (1972), una tormentosa producción en la cual sustituyó a Peter Glenville como director; “The Man in the Glass Booth” (1975), para las series por suscripción American Film Theater, en la cual Maximilian Schell interpretó a un rico industrial judío que vive en Manhattan y es arrestado como criminal de guerra; y “Making Love” (1982), una de las primeras películas de Hollywood en presentar un asunto de amor entre dos hombres (Michael Onktean y Harry Hamlin) desde una óptica positiva.
Mr. Hiller es sobrevivido por su hija, Erica Hiller Carpenter; su hijo Henryk; y cinco nietos.
Su esposa Gwen Hiller, trabajadora social y bibliotecóloga, falleció en junio, también a los 92 años. Ella nació en Edmonton 10 días antes que su esposo. Su familia ha recordado que cuando eran compañeros escolares, él le declaró su amor a ella cuando tenían 8 años de edad. Su matrimonio duro 68 años.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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