lunes, 29 de agosto de 2016

Memo para los padres: Retráiganse, y los niños aprenderán más.

Ruth Graham. The New York Times. 24-08-2016. El Jardinero y el Carpintero Lo que la Nueva Ciencia del desarrollo infantil nos dice de la relación entre padres e hijos. Alison Gopnik. 302 pp. Farrar, Strauss & Giroux Hay algo paradójico acerca de los libros de paternidad: Se dice que la lectura nos expande el mundo, pero la referida a cuidar niños pequeños pareciera encogerlo. Los padres pierden días enteros, ¡meses! ¡décadas! para monitorear los estados de ánimo y efluvios de sus hijos. ¿Por qué no duerme el bebé? ¿Por qué no obedece el niño pequeño? ¿Por qué el adolescente no duerme ni obedece? El amor es abundante, seguro, pero hay una gran cantidad de sinsabores asociados. Por lo tanto es refrescante, leer un libro acerca de criar hijos, de una escritora cuyo instinto es observar desde lejos y mirar el trabajo desde una perspectiva más relajada. En libros previos, incluido “The Philosophical Baby”, la psicólogo del desarrollo Alison Gopnik ha alegado que las mentes complejas de los niños y la manera como ellos conciben el mundo pueden ayudarnos a entender mejor la condición humana. En su último, “The Gardener and the Carpenter”, ella toma un enfoque similar, al indicar que los niños son tan naturales para aprender, jugar e innovar que los padres deberían aflojar el comando y dejarlos hacer sus cosas. “No podemos hacer que los niños aprendan”, escribe ella, “pero podemos dejarlos aprender”. Gopnik no se molesta buscando padres helicóptero o cazando mamás tigre, quienes a la fecha son fácil presa de los planificadores de paternidad. En vez de eso, ella apunta a la premisa de la paternidad moderna, “que si los padres practican las técnicas correctas, pueden hacer una diferencia sustancial en la manera como terminan sus hijos”. Criar niños se ha convertido en un trabajo, escribe Gopnik, y uno de alta presión aun para aquellos de nosotros quienes nos ufanamos de ser del tipo de bajo perfil. Por estos días, hasta dejar que los niños de uno jueguen afuera se ha convertido en una filosofía oficial, con su etiqueta propia (“rango libre”), libros guía y reglas. Su diagnóstico resonará dolorosamente para cualquiera que intenté criar seres humanos buenos en una cultura obsesionada con los resultados. Dormir o llorar con ellos, hacer tareas escolares adicionales o dejar que los niños retocen, muy poco de esto tiene efectos predecibles en el futuro de un niño, escribe Gopnik. Basada en evidencias de varias fuentes que incluyen a la biología evolutiva y a su laboratorio de Berkeley, ella alega que los niños estarán muy bien sin importar lo que hagan sus padres. Por lo menos, no les irá muy diferente de lo que les iba a ir de todas formas. Los niños aprenden todo el tiempo, sea que un adulto piense que les está enseñando o no, y ellos son terriblemente astutos. En un experimento, por ejemplo, bebés de 18 meses de edad observan a alguien con sus brazos levantados en una sábana usar la cabeza para golpear una caja y hacer que esta se ilumine. Cuando es el turno de los niños de iluminar la caja, ellos usan sus manos. Pero si las manos del adulto están libres y trata de usar la cabeza para encender la luz, los niños usan sus cabezas también. Esa es una pequeña y destacada muestra de razonamiento para personas que aun usan pañales. Los capítulos intermedios de “The Gardener and the Carpenter”, están cargados de impactantes pequeños sumarios de investigaciones similares, que demuestran el grado de intuición de los niños de conceptos como probabilidad, confiabilidad y ontología. Es al tomar en broma las implicaciones de toda esta evidencia donde las cosas se hacen confusas y frustrantes. El título de Gopnik viene desde su idea de que los padres modernos también enfocan a menudo sus tareas como un carpintero, tratando de darle forma a un material crudo hasta convertirlo en producto acabado. Es mejor ser jardinero, escribe ella, para cultivar “un espacio protegido y motivador donde las plantas florezcan” pero tomando en cuenta que la belleza más grande ocurre cuando evitamos el control total. Despues de todo, el asunto principal acerca del futuro es que no sabemos exactamente que enfrentaremos allí. Si los niños son formados especialmente para adaptarse e innovar, entonces es contraproducente sobrecargar de actividades su tiempo y sobredeterminar sus intereses. Fiel a su ética, Gopnik es suave en sus prescripciones para padres solteros, aunque algunos de ellos pueden preguntarse que gracia tiene ser el “beatífico” jardinero de un niño de 6 años de edad insistiendo en pedir más tiempo con el iPhone. Ella ofrece algunos pensamientos concluyentes sobre las implicaciones políticas y educativas del modelo del jardín. Pero ella está más interesada en las proclamaciones acerca de cómo la relación entre los cuidadores y los niños nos enseñan lo que significar ser humano. Nadie contradice la idea, de que por ejemplo, criar niños tiene que ver con amor. Pero si nadie la contradice, ¿Por qué necesitamos leer capítulos para probarlo? Al final, el carpintero de Gopnik empieza a lucir más como un hombre de paja. Solo los locos por el control acartonado se obsesionan porque sus hijos sean científicos o senadores y nada más. Por otro lado, ¿Cuántos padres podrían estar contentos acerca de “hacer de jardineros” para aceptar la apertura de Gopnik a “observar que los retoños más prometedores se marchitan inesperadamente”? Cada vez que Gopnik llega al punto de confrontar lo que esto parece en la práctica, ella se refiere a la “paradoja” y el “misterio” y la “profundidad moral” y se devuelve para asegurarle al lector que esto se refiere a la especie como un todo. “Desde el punto de vista de la evolución”, escribe ella, “tratar de modelar conscientemente en que se convertirán tus hijos resultará futil contraproducente”. Es bueno saber que los humanos estarán bien “desde el punto de vista de la evolución”. Pero nadie se levanta temprano para hacer el trabajo duro de una especie. Ruth Graham es escritora colaboradora en Slate. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario