viernes, 12 de agosto de 2016

Tegla Loroupe le da a los refugiados olímpicos una lección de esperanza.

Jeré Longman. The New York Times. 04-08-2016. Rio de Janeiro.- Los alemanes rodaban su equipaje hacia la villa olímpìca, los eslovacos se paraban orgullosamente ante el izamiento de su bandera nacional, y una delegación de Benin posaba para fotos en ropas de estampados amarillos y gorras rojo langosta. En las cercanías, una mujer de Kenia, diminuta y desapercibida, firmaba acerca de su proyecto para darle un hogar olímpìco a los atletas que no lo tienen. “Paz, unidad a través de los deportes”, escribió ella en el mural. Tegla Lorouope participará en sus cuartos juegos olímpicos, esta vez no como maratonista sino como embajadora de la paz para llamar la atención y compasión por la crisis mundial de refugiados. Ella es líder de un grupo de 10 atletas desplazados, conocidos como el Equipo Olímpico de Refugiados. Ellos marcharan este viernes 5 de agosto en la ceremonia inaugural, llevando la bandera olímpica, escuchando el himno olímpico. Cinco de esos atletas se prepararon para los Juegos de Rio en un campamento de entrenamientos operado por Loroupe en las colinas de las afueras de Nairobi, la capital keniana. “Pienso que tengo la fortaleza para probar que las personas pequeñas pueden hacer algo grande”, dijo ella. Hay mucho por lo que ser escépticos y cínicos en relación a los Juegos de Verano, como la corrupción y el dopaje y el comercialismo, pero la ceremonia inaugural ouede proveer un respiro ante el pesimismo, un breve alivio a través del ideal olímpico. Quizás nadie represente la esperanza en el deporte internacional con más resolución que Loroupe. Ella rechazó sucumbir a una expectativa de vida negativa como mujer joven y ha asumido su carrera luego de retirarse del atletismo ofreciendo posibilidad en vez de desespero. “Las personas tratan a estos refugiados como criminales”, dijo Loroupe este lunes 1 de agosto. “Necesitamos tratarlos con respeto”. En el mundo del atletismo, Loroupe, 43, es celebrada como la ganadora de la Maratón de Nueva York en 1994 y 1995, la primera negra africana en ganar una maratón importante, y una antigua dueña de la marca mundial de la distancia de las 26.2 millas (42.143 metros). Pero su sus carreras han sido eclipsadas por su buena voluntad y activismo. Bajo los auspicios de la Tegla Loroupe Foundation, ella ha organizado carreras por la paz entre tribus rivales, para tratar de resolver los conflictos con reconciliación en vez de armas. Ella ha mediado disputas tribales por tierras, agua y pastoreo de ganado. De acuerdos a reportes noticiosos de 2010, Loroupe persuadió a 700 miembros de su tribu, el pueblo Pokot, para renunciar a 38 pistolas como parte de una campaña antiviolencia. Ella ha hecho campaña contra la mutilación genital femenina y levantado la voz por derechos más amplios para las muchachas y mujeres de las sociedades patriarcales de África oriental. Ella administra una escuela de casi 400 niños, para tratar de evitar que se conviertan en niños soldados, suministrando refugio para los huérfanos del sida o dislocados por la guerra, proporcionando la comida y educación ante el rostro de la pobreza, el conflicto y el escepticismo cultural. En 2006, fue nombrada embajadora deportiva de las Naciones Unidas. Más adelante ese año, se unió al actor George Clooney y otros para iluminar la región de Darfur, afectada por la guerra, en Sudan. “Siempre voy donde no hay buenas personas”, dijo Loroupe. “Quiero ayudarles”. En 2011, los mayoritariamente cristianos de Sudan del sur lograron su independencia del Sudan mayoritariamente musulman. Los cinco refugiados olímpicos entrenados por Loroupe, dos mujeres y tres hombres, son de Sudan del sur. Fueron seleccionados durante pruebas realizadas para buscar corredores en 2015 en dos campamentos de refugiados dentro de las vecindades de Kenia. A lo largo del mundo, hay 63.5 millones de personas desplazadas por las disputas y la persecución, de acuerdo a la agencia de refugiados de las Naciones Unidas. Esos refugiados son a menudo ignorados por los políticos e incapaces de reconectarse con sus familias o cualquier futuro promisor. “En un año cuando los refugiados han encontrado limitaciones, campamentos y mentes cerradas, el Comité Olímpico Internacional hizo algo destacadamente abierto”, escribió Minky Worden de Human Rights Watch. “La creación de un equipo de refugiados redimensiona el debate, no para enfocarse en el miedo y el desplazamiento sino en la inclusión y celebración de la resiliencia y el potencial que representan todos los refugiados”. Uno de los atletas olímpicos refugiados de Sudan del sur es Yiech Pur Biel, 21, quien corre los 800 metros y huyó de su villa en 2005 y se quedó en casa de un vecino mientras su madre y un hermano buscaron sobrevivir en Etiopía. Él dijo que no había oído de ellos desde entonces. Le han dicho que están bien, pero el también sabe que a las personas no les gusta dar malas noticias. “Tegla es nuestra madre, no solo nuestra líder”, dijo Biel. “La mayoría de nosotros corre debido a la guerra. La señora Tegla nos da la oportunidad de que otras personas conozcan la historia de nuestras vidas. Y podamos olvidar lo que ocurrió antes. Podemos celebrar. Podemos tener esperanza, como todos”. Otro de los refugiados olímpicos es Paulo Amotum Lokoro, 24, quien corre los 1500 metros. Se perdió mientras huía de su villa sudanesa en 2003, al no poder quedarse con sus padres. No se pudo reencontrar con ellos hasta tres años después en el campamento de refugiados Kakuma de Kenia. Allí fue donde Loroupe lo encontró el año pasado. En principio, Lokoro pensó que no era lo suficientemente bueno para ser un corridor en serio. O que eso podía ser algun tipo de broma. “No estaba en nada”, dijo Lokoro. “Ahora estoy en algo”. Es una emoción que Loroupe lo entienda. Ella es una Pokot, no una Nandi, la tribu dominante keniana de la actualidad. En su villa nativa de Kapsait, cercana al límite con Uganda, los líderes de la comunidad no querían que ella corriera porque era mujer. Su padre no quería que ella fuera a la escuela. Él esperaba que ella fuese una niñera. “Su padre la llamaba ‘Inservible’; ese era su nombre para ella”, dijo Anne Roberts, una antigua coordinadora de atletas élite de la maratón de la Ciudad de Nueva York quien ha sido una amiga cercana de Loroupe por más de dos décadas. Pero, por supuesto, Loroupe no era inservible. Ella se convirtió en una gran corredora. Y cuando los hombres de su grupo de entrenamiento le pidieron que cocinara su comida y lavara sus ropas, ella explicó que era una atleta, no una sirvienta. Ella y Roberts hablaban a menudo de cómo la carrera de atletismo es corta y el resto de la vida largo. “Serás juzgada por lo que hagas después de tu carrera, no por lo que hagas durante esta”, le dijo Roberts a Loroupe. En 2014, Thomas Bach, el presidente del Comté Olímpico Internacional, le presentó a Loroupe la idea de llevar un equipo de refugiados olímpicos a los Juegos de Rio. El año pasado, el COI estableció un fondo de 2 millones de dólares para el proyecto. Cuando el equipo fue armado en junio, Bach dijo: “Este será un símbolo de esperanza para todos los refugiados de nuestro mundo, y hará al mundo más consciente de la magnitud de esta crisis. Es también una señal para la comunidad internacional de que los refugiados son también seres humanos y son valiosos para la sociedad”. Los refugiados olímpicos podrán no ganar medallas, dijo Loroupe, “pero no desentonarán”. Aún así, Loroupe ya pregunta. “¿Qué viene después de los Juegos?” Rwecaudar fondos ha sido una constante batalla para su fundación de paz. Los olímpicos de Rio terminarán el 21 de agosto, pero la angustia de los refugiados no. “No quiero que este proyecto muera”, dijo Loroupe. “Quiero seguir trabajando con estos refugiados. Quiero ser su embajadora”. Ella tenía otro apodo cuando era joven: Chebaibai. La persona quien es feliz y divertida. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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