lunes, 22 de agosto de 2016
Corredoras se ayudan mutuamente luego de una caída: ‘Párate. Tenemos que terminar esto’.
The Associated Press. 16-08-2016.
Rio de Janeiro.- La corredora neocelandesa Nikki Hamblin yacía sobre la pista, impactada luego de una fuerte caída y con sus esperanzas de medalla olímpica casi desvanecidas. De pronto, apareció una mano sobre su hombro y una voz en su oído: “Párate. Tenemos que terminar esto”.
Era la estadounidense Abbey D’Agostino, ofreciéndole ayuda.
“Yo estaba como que, ‘Si, si, tienes razón. Estos son los Juegos Olímpicos. Tenemos que terminar esto”, dijo Hamblin.
Fue una escena que refrescó los corazones de los aficionados durante una prueba clasificatoria de los 5000 metros femeninos. Hamblin y D’Agostino dejaron a un lado sus esperanzas de llegar a la final para auxiliar a una compañera de competencia.
Todo empezó cuando D’Agostino tropezó a Hamblin por detrás y ambas rodaron cuando faltaban 2000 metros de recorrido.
Hamblin se precipitó pesadamente sobre su hombro derecho. D’Agostino se levantó, pero Hamblin yacía sobre la pista. Parecía estar llorando. En vez de correr para acercarse a las otras competidoras, D’Agostino se agachó y puso su mano en el hombro de la neocelandesa, luego en su brazos para ayudar a levantarla, y le pidió con delicadeza que no renunciara.
“Esa muchacha es el espíritu olímpico personificado aquí”, dijo Hamblin de D’Agostino. “No la conocía. No sabía nada de ella. Esto es sorprendente. Es una mujer sorprendente”.
Resultó ser que D’Agostino probablemente necesitaba más ayuda. Ella pronto notó que se había lesionado el tobillo en la caída.
As it turned out, D’Agostino probably needed more help: She soon realized she’d hurt her ankle in the fall.
Esforzándose con obstinación, ella rechazó retirarse, corrió casi la mitad de la carrera con la lesión. Hamblin hizo lo que podía al correr por un momento para devolver el favor y ofrecer ánimo.
“Ella me ayudó primero. Traté de ayudarla. Ella estaba muy mal”, dijo Hamblin. Ella eventualmente tuvo que dejar atrás a D’Agostino y era un hecho que la estadounidense tendría que detenerse.
Pero no.
“No me percaté de que ella todavía estaba corriendo. Cuando volteé al llegar a la meta y ella todavía corría, me dije ‘¡Guao!’” dijo Hamblin.
Ella esperó a que su nueva a miga cruzara la meta, D’Agostino se había retrasado, y se abrazaron.
Esta vez, era D’Agostino quien lloraba.
Mientras D’Agostino estaba a punto de ser trasladada en una silla de ruedas, estiró su mano derecha y las dos corredoras se tomaron de los antebrazos por un momento.
En unos Juegos Olímpicos que han visto algunos incidentes desagradables, el judoka egipcio quien rechazó estrechar la mano de su oponente israelita, el abucheo de un saltador de garrocha por la multitud brasileña, Hamblin y D’Agostino generaron una memoria que capturó el espíritu olímpico.
Los oficiales olímpicos también decidieron que ambas corredoras y la austriaca Jennifer Wenth, quien también fue afectada por la colisión, tendrían puestos en la final del viernes 19 de agosto.
“Nunca voy a olvidar ese momento”, dijo Hamblin. “Cuando alguien me pregunté que ocurrió en Rio dentro de 20 años, esa será mi historia…Esa muchacha palmeando mi hombro (diciendo) ‘vamos, levántate’”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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